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13 de agosto de 2011

CUENTO POPULAR: Las tres preguntas

CUENTO POPULAR: Las tres preguntas

Fuente: Aurelio Espinosa, Cuentos Populares de España. Confróntese esta versión con "Juan Sin Cuidaos", en Cuen­tos Populares de Castilla, le Aurelio Espinosa hijo.

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En el pueblo de Hérmedes había un cura que decía:

–Misa por la mañana y rosario por la tarde, y el cura de Hérmedes sin cuidao.

Cuando el pueblo vio que el cura no pensaba nada más que en su misa y su rosario, dio parte de esto al señor obispo.

Este llamó al cura a palacio. Después de salu­darle, le preguntó el cura al obispo:

–¿A qué soy yo llamado aquí?

Y el obispo le respondió:

–Pues le acusa a ustez el pueblo, de que ustez no piensa en nada más que en su misa y rosario. Y ahora le voy a dar yo a ustez en qué pensar. Si en término de tres días no resuelve ustez el pro­blema que le voy a plantear, le quito la licencia para que no vuelva ustez a ejercer.

–Ustez dirá –dijo el cura.

Y dijo entonces el obispo:

–Pues me tiene ustez que adivinar: primero, cuánto pesa la tierra del mundo; segundo, cuánto vale mi persona; y tercero, qué pensamiento tengo yo.

Al oír esto, el cura se retiró para su casa muy angustiado a ver de qué medio podía responder a las preguntas del obispo.

Ya pasaban dos días de los tres que el obispo le había puesto, y estaba el cura triste y cabizbajo porque no encontraba las respuestas. Por la no­che fue el pastor a encerrar las ovejas del señor cura, y viendo que estaba tan triste, le preguntó:

–¿Qué le pasa a ustez, señor cura? Parece que le encuentro algo preocupao.

–¿Qué adelanto con decírtelo a ti, si tú no me puedes sacar de apuros? –le contestó el señor cura.

–Pues dígame ustez lo que le pasa –dijo el pastor–. A ver si le puedo ayudar.

–¡Que tú no entiendes de esto! ¿Qué adelanto con decírtelo?

Y como insistiera el pastor en que se lo dijera, por fin el cura se lo dijo.

–Pues es el caso que el señor obispo me ha dicho que le tengo que adivinar tres cosas en tér­mino de tres días, y ya van dos con hoy.

–Bueno, bueno; pero dígame ustez qué cosas son las que tiene que adivinar –le dijo el pastor.

Y el señor cura le dijo entonces:

–Pues me ha dicho que tengo que adivinar cuánto pesa la tierra del mundo; cuánto vale su persona, y qué pensamiento tiene él.

–¡Hombre! –dice el pastor–, ¿y por eso se asusta ustez? Mañana se va ustez a arrear las ovejas y yo me pongo su ropa y yo iré a ver al obispo.

–Pero, hombre, ¿qué sabes tú de eso? –dijo el cura–. ¿Dónde te vas a meter tú?

–Bueno, ¡pues ustez déjeme a mí! –contestó el pastor–. ¡Déjeme a mí!

Consintió el cura, y a! otro día se vistió el pas­tor de cura y se marchó a palacio a estar con el obispo. Entró en el palacio y le dijo al obispo:

–Ya está aquí el cura de Hérmedes para res­ponder a las preguntas que ustez me hizo.

–Bueno –dijo el obispo–; a ver la primera. ¿Cuánto pesa la tierra del mundo? Y el pastor contestó:

–Su llustrisima, si me quita ustez los cantos... –Bien, hombre, bien –dijo el obispo–. Está muy bien. Vamos ahora a la segunda. ¿Cuánto va­le mi persona?

–Pues treinta duros dieron por Jesucristo –di­jo el pastor–; conque ustez, que es algo menos, le quedaremos en veintinueve.

–Bien, hombre, está bien – dijo el obispo–. Vamos ahora a la tercera pregunta. ¿Qué pensa­miento es el que yo tengo ahora?

–Pues el pensamiento que tiene ustez es –dijo el pastor–que cree ustez que está hablando con el cura de Hérmedes y está hablando con su pastor.

–Hombre, está muy bien –dijo el obispo–. Ya se puede ustez retirar.


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