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13 de agosto de 2011

CUENTO POPULAR: Historia del hombre con dos mujeres

CUENTO POPULAR: Historia del hombre con dos mujeres

Fuente: Newton Freitas, Alas afro-brasileños. Relato afri­cano de origen chamítico (lengua houssa), recogido por Rene Bessoit. En Hitopadeza o Provechosa Enseñanza (India, siglo VI D.C.) hay un relato de desobediencia similar, si bien en este caso el comedido es apaleado y muere (cfr. II, Suhridbheda, historia del tintorero y el asno).

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Un hombre dijo a sus dos mujeres: –Voy a la selva. Dejo atados a mis perros; que nadie les suelte–. Y añadió:

–La mujer que desate a mis perros en mi au­sencia será repudiada a mi regreso, y volverá a casa de los suyos.

El poseía hermosos perros, grandes y peque­ños, atados en casa. Tomó su flauta, su bolsa, su hacha, y entró en la selva. Caminó, caminó. . . Y halló entonces un dragón, que avanzó hacia él. EL hombre huyó y se trepó a un árbol grande. Tomó la flauta y empezó a tocar. Los perros, que estaban en casa, al oír el son de la flauta, comenzaron a saltar y a ladrar. Una de las mujeres dijo:

–¿Qué habrá ocurrido para que los perros es­tén saltando y ladrando así? Voy a soltarlos. La otra mujer respondió:

–No, no los sueltes. ¿No le oíste decir que na­die desate a los perros mientras él esté en la selva?

La primera contestó: –Voy a desatarlos. La segunda añadió:

–Si los sueltas, se enojará contigo, y volverás a casa de tus padres. –Poco me importa. Los desataré. –Pues desátalos. Yo no puedo impedírtelo. La mujer, entonces, desató a todos los perros, que corrieron a la selva y cayeron sobre el dra­gón, que arrancaba todas las raíces de los árboles, faltando apenas las de aquel en que el hombre estaba atrapado. Y el perro mayor arrojó al dragón a tierra, mientras los menores terminaron por matarlo. El dueño de los perros, lleno de alegría, bajó del árbol y volvió a su casa. Al llegar, pre­guntó:

–¿Quién desató a mis perros?

La segunda mujer contestó:

–Fue ella quien los desató, a pesar de haberle dicho que no lo hiciera.

El marido añadió:

–¡Vete! ¡Ya no te amo más! Si ella no hubiera desatado a los perros ya estará muerto. ¡Vete, ya no te amo más!

Y el hombre repudia a la segunda mujer, que no había desatado a los perros, y se queda en ca­sa con la otra, sólo con ella y sus perros. He aquí el final.


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