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7 de enero de 2009
Vanguardias poéticas en América Latina
RESUMEN : VANGUARDIAS POÉTICAS EN AMÉRICA LATINA
Oliverio Girondo- Octavio Paz- Vicente Huidobro
Se puede asociar un término tan militar como vanguardia al campo del arte porque los artistas de vanguardia son algo así como "fuerzas de choque". Ellos existen en todas las épocas y son los que rompen con las formas establecidas generando otras nuevas que suponen, a su vez, una nueva manera de ver el mundo.
Los cambios tecnológicos, políticos y científicos que acompañaron el nacimiento del siglo XX se vieron reflejados enseguida en todas las artes y también en la literatura. Cubismo, surrealismo, dadaísmo, futurismo son sólo algunos nombres que sirvieron para definir, en Europa, a esos grandes nucleamientos de artistas dispuestos a experimentar. Ellos buscaban, a través de la pintura, la música, la literatura o la danza, una nueva manera de expresión que reflejara mejor el mundo en el que les tocaba vivir.
En América Latina las cosas no fueron muy distintas. Los nuevos movimientos europeos de vanguardia influyeron en la mente de nuestros artistas, pero ellos, lejos de tomarlos al pie de la letra, los metabolizaron dándoles una impronta totalmente distinta.
OLIVERIO GIRONDO
Nació en Buenos Aires en 1891 y ya en 1900 lo llevaron por primera vez a conocer Europa. De varias idas y venidas que hubo después de tanto andar girando, Oliverio Girondo fue uno de los primeros en traer información a nuestro país acerca de todas esas corrientes de vanguardia que estaban sacudiendo el arte europeo.
Para difundirías, fundó con un grupo de amigos varias revistas literarias, hasta que en 1924 una de ellas, Martín Fierro, logró imponerse como el medio elegido por muchos escritores jóvenes para manifestar sus ideas.
Algunos de ellos, desconocidos en su época, son hoy hombres consagrados: Borges, Macedonia Fernández, Marechal, entre otros. Girondo estuvo a cargo del Manifiesto, que aparece en el primer número de Martín Fierro, y que cayó como un balde de agua fría en los círculos literarios locales, conocidos por su pacatería y su mediocridad intelectual. Este fragmento es una muestra más que elocuente del tono revulsivo en el que lo escribió:
"Frente a la impermeabilidad hipopotámica del honorable público. Frente a la funeraria solemnidad del historiador y del catedrático que momifica cuanto toca. Frente a la ridícula necesidad de fundamentar nuestro nacionalismo intelectual hinchando falsos valores que al primer pinchazo se desinflan como chanchitos. Frente a la incapacidad de contemplar la vida sin escalar las estanterías de las bibliotecas. Y, sobre todo, frente al pavoroso temor de equivocarse que paraliza hasta el ímpetu de una juventud más anquilosada que cualquier burócrata jubilado, Martín Fierro proclama la necesidad de definirse y de explorar esa sensibilidad capaz de descubrir panoramas insospechados y nuevos medios y formas de expresión".
Con el objetivo claro de "descubrir nuevos medios y formas de expresión" empieza Girondo a desarrollar su propia obra poética. En 1922 aparece Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, su primer libro, que ya representa una revolución total en un medio acostumbrado a la poesía solemne, escrita en rima y con palabras rimbombantes. Para Girondo en cambio, todas las palabras son válidas y pueden participar por igual, sin privilegios, en un mismo verso. Es más, podría decirse que él es el primero que empieza a dar valor y autonomía a las palabras. Si la poesía que lo precede las consideraba sólo un medio para expresar una idea o un sentimiento, el "giro" girondiano consiste en empezar a valorarlas por sí mismas, por su pura sonoridad, y también por la posibilidad que tienen de decir más de una sola cosa. Esa característica se llama polisemia: las palabras son superpalabras, son gordas, están cargadas de más de un sentido.
Veamos un ejemplo de En la Masmédula (1954), para muchos su libro más revolucionario:
"El No
el no inóvulo
el no nonato
el nao
el no poslodocosmos de impuros ceros no en que
noan noan noan
y nooan
y plurimono noan al morbo amorfo noo
no démono
no deo"
(Fragmento de "El puro no")
Con el puro vocablo no, apenas con dos letras, arma Girondo toda una cadena de palabras que son el cuerpo de un poema. Para producir nuevas, acopla unas con otras pero también las divide como si fueran de plastilina, y hasta inventa algunas que adquieren sentido por su sonido onomatopéyico (¿acaso el verbo noar no suena familiar?).
El poema espantapájaros (1932)
Esa palabra girondiana, liberada del esclavismo a que la tenía sometida la poesía tradicional, ahora se puede tocar, oler, genera sonidos, sentidos, gustos y hasta dibujos. Es que la palabra también es imagen: esas letras que una persona o una máquina, tuvieron que plasmar sobre el papel, también tienen importancia para Girando. Con ellas se puede jugar, recombinarlas, aprovecharlas de un modo gráfico para la idea que se -quiere trasmitir.
¿Puede existir, por ejemplo, un poema-espantapájaros? Oliverio Girando lo hizo. Y no sólo eso: en 1932 publicó un libro con ese nombre y, para promoverlo -era un publicista nato-, se paseó por las calles del Buenos Aires de entonces (bastante solemnes, por cierto) con una enorme carroza funeraria guiada por lacayos.
Transportaba un inmenso espantapájaros de galera, monóculo y capa. Horrorizada primero y curiosa después, la gente se lanzó a comprarle el libro, que en un solo día vendió 5.000 ejemplares. Todo un "best-seller" de vanguardia.
Ese trabajo "experimental" con la palabra (como experimenta un científico en su laboratorio) que encontramos en la poesía de Girando, se estaba haciendo simultáneamente en toda Latinoamérica en la primera mitad del siglo.
< Vicente Huidobro
Vicente Huidobro (Chile, 1893-1948) también fue un poeta de vanguardia y como Girondo, pasó largos períodos de su vida en Europa.
Huidobro fundó el creacionismo que, como su nombre lo indica, pone el énfasis en la capacidad que tiene el poeta de crear. Es que la palabra para Huidobro, igual que para Girondo, vale como un objeto autónomo: se puede experimentar con ella, manipularla, y hacerla decir hasta lo que no dice. Eso es crear, y ya no alcanza, para hacerla, con la pura inspiración. Este pequeño fragmento de su largo poema Altazor (1931) da cuenta de lo que Huidobro entendía por creacionismo:
"Basta señora arpa de las bellas imágenes
De los furtivos como iluminados
Otra cosa, otra cosa buscamos."
La "señora arpa" es la poesía tradicional y en vez de quedarse en el facilismo metafórico de la pura comparación. Huidobro propone un trabajo creativo que encuentre, a través de relaciones nuevas y no habituales entre las palabras, nuevos universos de lenguaje.
Su propia poesía es un ejemplo de eso. Huidobro se permitió no sólo jugar con las palabras, recombinarlas, darles sentidos nuevos, sino que fue el primero en incorporar a la poesía terminología de la "era de las máquinas", este siglo en el que le tocó vivir. Así, la poesía que lo precedió (la del romanticismo), cargada de cisnes, lunas y princesas, se vio de pronto acelerada con el ritmo de locomotoras, aeroplanos, hélices, zepelines, bicicletas.
OCTAVIO PAZ
El poeta francés Mallarmé (1842-1898), quien influyó en toda la vanguardia poética del siglo xx, fue el primero en experimentar en el espacio gráfico.
Mallarmé puso el ojo sobre todo ese espacio blanco que rodea al poema y que también dice cosas. En Latinoamérica Octavio Paz (México, 1914) fue uno de los que más trabajó dentro de ese camino abierto por Mallarmé. Su libro Blanco (1966) puede ser considerado un verdadero libro-objeto donde todo vale. Cada detalle -la diagramación, la disposición de los poemas en la página, la tipografía, los colores- nos transmiten algo diferente. El libro entero es como un largo poema único que se va desenrollando ante nuestros ojos. Este escrito sobre la página horizontal y, para leerlo, es necesario virarlo a esa posición. A lo ancho de la página el poema (¿o los poemas?), crece entre tres columnas distintas. Siempre hay una escrita en negro a la izquierda, otra en rojo a la derecha, y una que se va extendiendo por el medio. Para leerlas, contamos con varias posibilidades. Enumeramos sólo algunas:
a) leer el texto como una totalidad, como una sola tela desplegada;
b) leer una columna y no la otra;
c) leer una columna, después la otra y por último la del medio.
Cualquiera de los caminos nos permite acceder a uno de los sentidosposibles del libro, ninguno nos deja perdidos.
Con este particular trabajo, Octavio Paz logra transformar el canal transmisor del poema -la página- en una especie de abanico. Y él pide al lector algo que la poesía tradicional nunca le había pedido: participación. El lector de Paz tiene que abandonar los hábitos de lectura que tenía para volverse, junto con el autor, un poco responsable en el armado del libro.
Poesía concreta y vossa nova
Nietos de Mallarmé, hijos de Huidobro, Girondo, Paz, pero también de la televisión, la publicidad y el cine, un grupo de poetas brasileños llevó al extremo, a partir de 1950, la experimentación sobre el espacio gráfico del poema. Como gran parte de los vanguardistas, ellos también formaron su propio movimiento, al que llamaron concretismo. Entre sus miembros más conocidos están los hermanos Augusto y Haroldo de Campos y Décio Pignatari.
Apoyándose en lo que ya habían comenzado Girando y Huidobro, estos poetas empujan la palabra al borde mismo de sus posibilidades gráficas: cuando ya no quiere decir nada, más allá del dibujo que ella misma es. Sin embargo, la palabra de los concretistas siempre dice algo. Ellos nunca llegaron al "puro disparate", a pesar de las acusaciones que tantas veces, escandalizada, les hiciera la crítica literaria tradicional.
Como gran parte de la publicidad de hoy, la historieta, los graffittis o el diseño gráfico, los concretistas trabajan en los bordes. En esa sutil frontera entre la imagen y la palabra donde ambas se confunden y a veces nos resulta difícil discernir si estamos frente a una obra plástica o a una literaria.
Los poemas de los concretistas se escriben en general con muy pocas palabras. El sentido emerge más de la forma de combinarlas que de una acumulación cuantitativa de ellas. Como en una composición musical, en los poemas concretos dos palabras juntas sugieren más sobre la relación entre ellas que sobre una tercera. ¿Será por eso que los músicos de la bossa nava, ese movimiento que hacia 1960 revolucionó el samba brasileño, reconocen en los poetas concretistas una fuente importante de su inspiración?
esta bien pero no encontre lo que buscaba. :(
ResponderEliminarme gusta es lo que me pidieron en la escuela esto es muy bueno
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