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8 de abril de 2009

Análisis de Casa tomada de Julio Cortázar


Análisis y resumen de Casa tomada de Julio Cortázar

La narración nace de la presencia de una fuerza extraña que domina la vida de los protagonistas.


Dos hermanos solteros, Irene -”... nacida para no molestar a nadie"- y el na­rrador, viven en una vieja casa de Buenos Aires, llena de recuerdos familiares’. La cuidan con verdadero esmero. Se levantan muy temprano y hacen la limpieza. Después del almuerzo, ya todo está en orden. Entonces, Irene continúa tejiendo -" No sé por qué tejía tanto... "-. Esa actividad es, en su vida, casi una obsesión.

Un día, a las ocho de la noche, su hermano escucha un ruido "impreciso y sordo" en el comedor o en la biblioteca, y, luego, en el fondo del pasillo. Cierra inmediatamente la puerta con llave y se dirige a la cocina para calentar la pava del mate. Luego, le comunica el hecho a Irene:


-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo. Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.

-¿Estás seguro?
Asentí.
-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.



La nueva situación los entristece, porque en "la parte tomada" de la casa han dejado cosas que quieren mucho. A pesar de ello, poco a poco se resignan y tratan de gozar de las nuevas ventajas:

Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un poco per­dido a causa de los libros, pero por no afligir a. mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papá (...). Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.


Una noche, el narrador siente sed y se dirige a la cocina para beber agua. De pronto, oye un nuevo ruido, pero no puede precisar de dónde procede. Irene también lo oye.


Los ruidos se oían más fuertes pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.


La mujer reconoce que han tomado también esa parte de la casa. Suelta el tejido sin mirarlo. Están con lo puesto. Son las once de la noche. Salen a la calle.

Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo' se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.


"Casa tomada" está narrado en primera persona por uno de los protagonistas: el hermano de Irene. Éste rememora, desde su presente, todo lo sucedido en un tiempo que desconocemos:


Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living.

Sólo explicita algunas referencias temporales -" ... eran las ocho de la noche"; " ... a las nueve y media ... "; "Desde 1939 ... "; " ... eran las once de la noche"- que ubican vagamente los hechos·.


Los personajes viven en el pasado. De ahí que sean tan significativas estas palabras: " ... y eso me sirvió para matar el tiempo".
El narrador nos dice: " ... es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia".

La casa aparece casi personificada. Los protagonistas no ven en ella algo material; representa, en realidad, a todos sus antepasados, cuyo recuerdo continúa gobernán­dolos:


Los dos hermanos, alejados del mundo exterior, viven otro tiempo. Su única y gran preocupación es la casa, especie de refugio o de celda·, y, al mismo tiempo, símbolo de su subjetividad.
Irene (que en griego significa paz) se complace serenamente en hacer la rutinaria limpieza y en tejer -" ... se pasaba el resto del día tejiendo ... "-;

Esta actividad manual, silenciosa -sólo se oye el "roce metálico" de las agujas- es un "leit-motiv" (motivo recurrente) en el cuento. Tejer es crear formas nuevas -lo único que cambia en esa casa, donde el tiempo parece deteni­do--, es sentir que se vive. La actitud de esta mujer -Penélope sin Ulises -_ revela un profundo y, tal vez, inconsciente sufrimiento interior: "sus graves ojos cansados" .


. . . tejía cosas siempre necesarias ... A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas.

El narrador se pregunta "qué hubiera hecho Irene sin el tejido". En verdad, es lo único que le pertenece. De ahí la cantidad de pañoletas que apila vanamente en el cajón de la cómoda:

No necesitábamos ganamos la vida, todos los meses llegaba la plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido ...


Su actitud, al final del cuento, es muy significativa: suelta el tejido sin mirarlo, porque 'Ya no lo necesita. Ahora es libre.

El narrador asume con calmosa naturalidad su destino: "persistir" en esa casa, junto a su hermana.

Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa ...
Como admira la "destreza maravillosa" que tiene Irene para tejer -" ... a mí se me iban las horas viéndole las manos ... "-, sale de la casa para comprarle lana. Ella siempre se queda.
Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Ar­gentina.


Él es el primero en oír dos veces el extraño sonido·, símbolo, tal vez, de un mandato interior: el de liberarse de ese lugar que le ha impedido elegir su camino en la vida; símbolo, también, de su insatisfacción ante las cosas dadas:

A Irene le llamó la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos [ ... j. No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvemos hacia atrás.


Irene participa de la decisión de su hermano de dejarlo todo, de salir al mundo. La "puerta cancel" adquiere aquí también un valor simbólico: es la frontera entre lo co­nocido -la casa- y lo desconocido; el paso de la muerte a la liberación. El temor a lo ignoto hace llorar a Irene. “Cerré de un golpe la cancel ... “ Ese golpe propicia un "nacimiento":

Estábamos con lo puesto [ ... ) y salimos a la calle.
La actitud final del narrador implica una resolución irreversible, aunque llena de nostalgia: no regresar más. Los hermanos demuelen espiritualmente la casa. La clave está al comienzo del cuento:
... o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese de­masiado tarde.


Los hechos transcurren en una casa "profunda" y "silenciosa", "espaciosa" y "an­tigua", especie de laberinto, donde pueden vivir "ocho personas sin estorbarse" .

. . . avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y más allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más estrecho que llevaba a la cocina y el baño.


La extraña "presencia" de los ruidos, siempre sordos, crea el obligado desplazamien­to de los personajes a un lado de la casa; luego, hacia la puerta cancel, hacia el zaguán y, finalmente, hacia la calle.

El tácito miedo a la muerte les impide volver "al otro lado de la casa", a la "parte tomada".

La tensión de la que habla Cortázar se intensifica cuando se insiste en que todo está callado, excepto la cocina: "Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos más despacio para no molestarnos.
La ruptura de ese silencio, de la vida ordenada y rutinaria de los habitantes de la casa, por es a fuerza misteriosa, origina la intriga.



Dijo Julio Cortázar: El cuento surge como un asalto, como algo que se posesiona del escritor y lo con­vierte en "una masa informe sin palabras ni caras ni principio ni fin pero ya un cuento". Entonces, debe escribirlo inmediatamente e ignorar todo lo que lo rodea. No hay pen­samientos previos, sino un "bloque informe" que adquiere su ser a la luz de la escritura, de una escritura exaltante, desesperada: "es ahora o nunca".
Finalmente, la comunicación con el lector se da desde el cuento y no mediante él, pues ya es una criatura autónoma.


"Casa tomada" • es el primer cuento que publica Julio Cortázar . Según él, todos los cuentos, en especial los fantásticos, "son productos neuróticos, pesadillas o aluci­naciones neutralizadas mediante la objetivación y el traslado a un medio exterior al terreno neurótico; de todas maneras, en cualquier cuento breve memorable se percibe esa polarización, como si el autor hubiera querido desprenderse lo antes posible y de la manera más absoluta de su criatura, exorcizándola en la única forma en que le e a dado hacerla: escribiéndola".

"Casa tomada" es un cuento fantástico que nace de una pesadilla de su autor:

"Yo soñé "Casa tomada". La única diferencia entre lo soñado y el cuento es que en la pesadilla yo estaba solo. Yo estaba en una casa que es exactamente la casa que se describe en el cuento, se veía con muchos detalles, y en un momento dado escuché los ruido por el lado de la cocina y cerré la puerta y retrocedí. Es decir, asumí la misma actitud de los hermanos. Hasta un momento totalmente insoportable en que [ ... ] en ese sonido estaba el espanto total. Yo me defendía como podía, es decir, cerrando las puertas y yendo hacia atrás. Hasta que me desperté de puro espanto.
Al despertar, Cortázar escribe su cuento de un tirón: "El cuento empieza hablando de la casa [ ... ] porque la tenía delante de los ojos. Pero de golpe ahí entró el escritor en el juego". Entonces, decide "vestir un poco" la narración, agregarle datos que no estaban en su pesadilla. Lo fantástico· proviene, pues, de un sueño.


Si necesitas descargar el cuento pulsa aquí:

Fuente: AA. VV -Las letras en América Hispana- Ed. Estrada- Bs.As, 1994
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