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19 de agosto de 2009

Análisis y resumen de El túnel de Ernesto Sábato



Resumen y Análisis de El túnel de Ernesto Sábato

El título de la novela de Sábato simboliza la soledad del protagonista, Juan Pablo Castel:
" ... yo avanzaba siempre por mi pasadizo ... " (XXXVI).

Éste vive -según su confesión- en un túnel, cuyos muros de piedra negra poseen "extrañas ventanas" de vidrio, por donde se asoma a la realidad casi sin ser visto. En su cuadro “Maternidad”, aparece una de esas extrañas ventanas imaginarias que ocultan su temor solitario, su cobardía, su inseguridad, en definitiva, su miedo de vivir:

... arriba, a la izquierda, a través de una ventanita, se veía una escena pequeña y remota una playa solitaria y una mujer que miraba el mar. (IlI)



Esa "ventanita" es su esperanza de libertad, pues vive prisionero de sí mismo. Cas­tel, que ya no tiene a su madre, se refugia en su túnel a la espera de que alguien -¿el amor?- venga a salvarlo.

El tema de El túnel es la soledad, la imposibilidad de comunicación. El argumento gira en torno del pintor Juan Pablo Castel, quien, desde la cárcel, vigilado por los médicos, confiesa que ha matado a María Iribarne:
Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona. [ ... ] Que el mundo es horrible, es una verdad que no necesita demostración.

Castel tiene una visión pesimista del mundo. Reconoce que sólo una persona había '­podido entenderlo, pero que ya la ha matado.
A partir del capítulo III, el pintor comienza a contar su encuentro con María Iribarne ­en "el Salón de Primavera de 1946", donde él presenta un cuadro llamado "Maternidad". Ninguna de las personas que asiste a la muestra repara en "una escena pequeña ­y remota" que aparece en la obra a través de "una ventanita"; sólo una mujer se detiene mucho tiempo ante ella, ajena al resto de la gente. Castel la observa con an­siedad hasta que desaparece. Desde ese instante no puede olvidarla y pinta solamente para la enigmática extraña:

Fue como si la pequeña escena de la ventana empezara a crecer y a invadir toda la tela y toda mi obra. (IlI)

La búsqueda de esa mujer se torna, entonces, obsesiva. Por fin, se produce el anhe­lado encuentro. Castel le dice que la necesita, pero no sabe para qué:


-Siento que usted será algo esencial para lo que tengo que hacer, aunque todavía no me doy cuenta de la razón. (IX)

Las palabras de María son duras, insensibles. Sin embargo, el pintor advierte un leve cambio:


Quizá sintió mi ansiedad, mi necesidad de comunión, porque por un instante su mirada se ablandó y pareció ofrecerme un puente; pero sentí que era un puente transitorio y frágil colgado sobre un abismo. (IX)

Castel ya no puede vivir sin ella. La llama por teléfono, le escribe cartas, la asedia Se siente torturado por la existencia de Allende, el marido ciego y de Hunter, primo de éste, que está a cargo de la estancia de la familia.

A pesar de los encuentros diarios, la comunicación entre ambos es sólo aparente, pues la duda de la infidelidad corroe los pensamientos de Castel. Éste se siente cercado por "las personas desconocidas, las sombras" que María no menciona y que, sin embargo, forman parte de su vida. Indaga sin cesar, hasta el cansancio, con una insistencia patológica' que abruma a la mujer:
Algo se había roto entre nosotros. (XX)

A pedido de María, el pintor viaja a la estancia. Allí trata de estudiar, desde distintos puntos de vista, el vínculo que existe entre ella y Hunter, y llega a la conclusión de que son amantes. Entonces, deja el lugar y regresa a Buenos Aires. Luego, una nueva carta y un encuentro frustrado, que lo sume en terribles reflexiones.
Ya el mundo carece de sentido para Castel. Los celos lo ciegan. Toma un cuchillo y destruye su cuadro "Maternidad":

a través de mis lágrimas vi confusamente cómo caía en pedazos aquella playa, aque­lla remota mujer ansiosa, aquella espera. Pisoteé los jirones de tela y los refregué hasta convertirlo en guiñapos sucios. ¡Ya nunca más recibiría respuesta aquella espera insensata! ¡Ahora sabía más que nunca que esa espera era completamente inútil! (XXXIV)

Después, parte hacia la estancia. Al ver a María y a Hunter juntos, se exaspera y decide llevar a cabo su plan:


-¿Qué vas a hacer, Juan Pablo?
Poniendo mi mano izquierda sobre sus cabellos, le respondí: -Tengo que matarte, María. Me has dejado solo. (XXXVIII)

Cometido el asesinato, Castel vuelve a Buenos Aires y le comunica a. Allende todas sus presunciones y la muerte de María.

Me poseían el odio, el desprecio y la compasión. (XXXVIII)
Finalmente, se entrega a la policía.


ESTRUCTURA

El túnel consta de treinta y nueve capítulos . La narración es lineal. A la manera de la novela policíaca, el primer capítulo presenta el desenlace; luego, aparecen gradualmente los móviles del crimen:


Soledad, incomunicación: Capítulos 1 al 11 : Juan Pablo Castel está en la cárcel :“Voy a relatar mi crimen”
Esperanza de una nueva vida: Capítulos III al 38: Racconto de Juan Pablo Castel.
Soledad absoluta: capítulo 39: Juan Pablo Castel está en la cárcel

La narración propiamente dicha se halla enmarcada por los capítulos 1, 11 y XXXIX, en los que el narrador -Juan Pablo Castel- nos dice que está en la cárcel. Desde allí, meses después del asesinato, hace el "racconto" de los acontecimientos que justifican -a su juicio-- su conducta.

La novela desde el protagonista

La novela de Sábato muestra la realidad' desde la óptica de su protagonista, Juan Pablo Castel. Éste es el narrador de los hechos, de esas "páginas de confesión"; de ahí el predominio de la primera persona:

...me llamo Juan Pablo Castel. Podrán preguntarse qué me mueve a escribir la historia de mi crimen [, .. ] y, sobre todo, a buscar un editor. [ ... ] Supongan, pues, que publico esta historia por vanidad. [ ... ] Tenía ganas de contar la historia de mi crimen, y se acabó: al que no le gustara, que no la leyese.
Castel siente la necesidad de publicar su "historia", porque anhela comunicarse, de alguna manera, con otras personas -"Podrán preguntarse. ,”; "Supongan,.. "; "¿Se dan cuenta de lo que quiero decir?"-; tal vez, sin proponérselo conscientemente, trata de continuar su búsqueda:


· .pensé que podrían ser leídas por mucha gente, ya que ahora soy célebre; y aunque no me hago muchas ilusiones acerca de la humanidad en general y de los lectores de estas páginas en particular, me anima la débil esperanza de que alguna persona llegue a enten­derme. AUNQUE SEA UNA SOLA PERSONA.

El pintor escribe la historia de su crimen "con entera imparcialidad, en forma escueta". Este punto de vista del narrador nos permite acceder directamente a su psicología, pues él se analiza, planea su conducta y examina circunstanciadamente las actitudes de los demás personajes.



El túnel puede definirse, pues, como una larga introspección :
¡ Cuántas veces esta maldita división de mi conciencia ha sido la culpable de hechos atroces! Mientras una parte me lleva a tomar una hermosa actitud, la otra denuncia el fraude, la hipocresía y la falsa generosidad... (XX)
Nosotros, los lectores, estamos leyendo una novela acerca de la historia que Castel está dispuesto a publicar .


LOS PERSONAJES

Los personajes de Sábato traducen los conflictos que vive el hombre en la sociedad contemporánea. Nuestro escritor define la novela como "una descripción, una indaga­ción, un examen del drama del hombre, de su condición, de su existencia".


El protagonista, Juan Pablo Castel, es un hombre neurótico, tímido, cercado por una "soledad ansiosa y absoluta", que sólo encuentra en el amor de María -la coprota­gonista- la posibilidad de destruir su aislamiento . El pintor -"loco razonante “quiere entender el mundo racionalmente y lo que en realidad logra es alejarse de él hasta caer en un estado de enajenación mental. Se define como un "pobre ser enca­jonado".
-Mi cabeza es un laberinto oscuro. [ ... ] Nunca termino de saber por qué hago ciertas cosas. (IX)
Es un personaje que lucha dentro de sí. Vive obsesionado por su yo. Su mundo está hecho de indagaciones, de constantes preguntas que conspiran contra el riguroso mé­todo con que rige su vida. Siente desprecio por sí mismo y por su carácter en extremo débil. Desconoce su rumbo. No puede aceptar la incapacidad de María para entregarse plenamente a él. Su decisión de matarla reside, pues, en que lo ha dejado solo.


María Iribarne posee una personalidad inescrutable; habla muy poco. La rodea un halo de misterio. Castel insiste en la "dureza" de sus palabras, de su rostro, de sus ojos. Como todos los personajes femeninos de Sábato, carece de una completa descripción. Castel nos dice todo lo que sabemos de ella. En ningún momento podemos descubrir al auténtico personaje. Sin embargo, intuimos que es más fuerte y más ma­dura que el pintor y, aun, más libre. Allende, su marido, dice: "María hace, efectivamente, con rapidez, cosas que no cambian la situación". Y ella: "-[ ... ] Hago mal a todos los que se me acercan".

De Allende sólo menciona Castel que es "ciego , alto, flaco", que tiene "una hermosa cabeza" y -según María- una gran serenidad espiritual. Presentimos tam­bién que este hombre sabe que su mujer le es infiel por su actitud al final de la novela:


Sí! -grité-lo engañaba a usted y ella nos engañab a todos! ¡Pero ahora ya no podrá engañar a nadie! ¿Comprende? ¡A nadie! A nadie'
-insensato! -aulló el ciego con una voz de fiera y corrió hacia mí con unas manos que parecían garras. (XXXVIlI)

Hunter es, en realidad, la persona que desencadena la tragedia, aunque permanece ajeno a los hechos. Castel lo llama "sinvergüenza", "imbécil mujeriego", "grotesco individuo", "monstruo ridículo", "infecto personaje", porque cree que es amante de María. Al mismo tiempo, lo ve seguro y cortésmente irónico.

Los otros personajes -Mimí Allende, "malvada y miope"; Lartigue, amigo de Hunter; Mapelli, conocido de Castel- completan la trama de la novela.

El tratamiento del espacio en El túnel se relaciona directamente con el mundo emo­cional del protagonista. Los lugares que nombra -no los describe- reflejan su inte­rioridad. Camina por ellos como por un túnel sin salida.
El escenario es Buenos Aires, con su tristeza y su movimiento incesante: la plaza San Martín, las calles Corrientes, Posadas, San Martín, Viamonte, la Recoleta, la plaza Francia, la Avenida Centenario, la estación Constitución, Puerto Nuevo. Luego, la es­tancia, la librería Viau, la casa de María, el taller de Castel, el café Marzotto, los cafe­tines del Bajo, el Correo Central, la casa de Lartigue.
Cada lugar adquiere las dimensiones de un símbolo, de acuerdo con el desarrollo del argumento.

El último capítulo de la novela determina el tiempo del narrador: "En estos meses de encierro ... ". Desde la cárcel, Castel rememora todo lo que ha sucedido en ese pasado próximo ("racconto").
Suponemos que ya corre el año 1947, pues el drama comienza en la primavera de 1946 y termina durante el verano, a las cuatro o cinco de la ma­drugada.

Además del tiempo físico, participamos del tiempo psíquico, "este inmenso tiempo de mares y túneles". El proceso de introspección permite el fluir del "implacable" tiempo interior:


Fue una espera interminable. No sé cuánto tiempo pasó en los relojes, de ese tiempo anónimo y universal de los relojes, que es ajeno a nuestros sentimientos, a nuestros des­tinos, a la formación o al derrumbe de un amor, a la espera de una muerte. Pero de mi propio tiempo fue una cantidad inmensa y complicada, lleno de cosas y vueltas atrás, un río oscuro y tumultuoso a veces ... (XXXVI)

Las referencias temporales son, en general, imprecisas en el resto de la novela:. "Una noche de insomnio ... "; "Al otro día. , ."; "Cuando llegaba a esta situación descansaba por varios días de barajar combinaciones",

A veces, la puntual marcación del reloj reproduce la ansiedad de Castel:
... miré el reloj: eran las tres y cuarto.
A medida que fue pasando el tiempo me fui afirmando en la última hipótesis: trabajaba allí. A las seis me levanté [ ... j.
A las seis y minutos empezó a salir el personal.
A las seis y media habían salido casi todos [ ... j. A las siete menos cuarto no salía casi nadie [, .. j.
A las siete todo había terminado. (VII)

Dice Middleton Murry que "la gran obra se negará a entregar su plena significación, su belleza esencial, a la primera lectura", Esta reflexión es, sin duda, válida para la novela que estamos analizando, pues cada nueva lectura ilumina un nuevo aspecto de su realidad, descubre esa "magia" de la que tanto habla Ernesto Sábato.

Fuente: AAVV, Las letras en la América hispana, Ed. Estrada, 1994