La poesía social
La categoría literaria de poesía social, es decir, la consideración de la poesía de tema social e intención revolucionaria como una suerte de género poético distinto de la lírica y la épica, es teóricamente cuestionable. Sin embargo, el hecho de que en el proceso histórico de una literatura se haya planteado el problema y hayan surgido tendencias que cultivaron esta poesía como distinta y opuesta a otras, obliga a tenerla particularmente en cuenta y a prestarle atención por separado, al menos mientras el problema es sentido como tal por los propios autores. Sin duda, toda obra literaria es expresión de circunstancias políticas, sociales y económicas precisas y determinadas. El arte está vinculado estrechamente, pero de manera complejísima, a la sociedad de que proviene y a la que se dirige , para cuestionarla o celebrarIa. Lo social condiciona el arte. En una sociedad dividida en clases es lógico que el arte evidencie tal división.
La literatura pura no desmiente estas afirmaciones: en general, cuanto más "pura" pretenda ser, cuanto más pretenda desentenderse de su contorno social, más clara resulta como testimonio de una situación humana agobiante e insatisfactoria. Ahora bien, la literatura puede reflejar pasivamente una situación, puede mostrarla a pesar de ella misma, es decir, a pesar del carácter prescindente que su autor ha querido otorgarle; o, por el contrario, la literatura puede ser la expresión lúcida y voluntaria de los conflictos que se agitan en una comunidad y atestiguar, además, una postura frente a tales conflictos, una definición ante las opciones existentes.
La literatura social está comprendida, por supuesto, en este segundo tipo de literatura. Pero no debe olvidarse que una literatura semejante, al mismo tiempo que es expresión consciente e intencional, es también una mostración de elementos, circunstancias e impulsos que el autor no advierte ni controla. Con la terminología de la lingüística, podría decirse que la obra de arte es indicio y señal al mismo tiempo.
En la literatura social la tensión entre ambos planos puede llegar a ser muy grande; en la medida en que ella no es sólo una formulación ideológica, sino sobre todo una tentativa crítica respecto de las ideologías, y nada garantiza que las correcciones críticas sean totales ni siquiera adecuadamente orientadas.
Sartre ha sostenido que la poesía -como la música y la pintura- no puede ser comprometida, es decir, que es imposible utilizarla como un medio de acción conforme a las exigencias de su tiempo.
Esta afirmación se ajusta a un concepto demasiado estrecho de la lírica. Justamente es lo social problemático lo que más ha contribuido a que la poesía lírica, sin por eso convertirse en épica la manera tradicional, abra sus estructuras y amplíe sus posibilidades hasta convertirse en la expresión por excelencia de una totalidad.
La lírica moderna en su conjunto es, como cualquiera de las otras manifestaciones artísticas, expresión de las relaciones entre individuo y sociedad e historia, y no desde la sola subjetividad del poeta sino en un constante contrastar y aprehender lo objetivo y lo subjetivo. Afirmar lo contrario sería negar a la poesía las posibilidades del verdadero realismo.
No es posible distinguir, en una poesía así concebida, lo social de lo político. No se trata de sostener que deba ser necesariamente política, sino de afirmar que de su poesía de intención, tema y tono político no es otra cosa que poesía social en la que se ha acentuado uno de sus aspectos: el de la definición, el de la postura frente a los conflictos y a las causas de esos conflictos.
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