Resumen y análisis de Todo verdor perecerá de Eduardo Mallea
Calificada como
"novela sombría", Todo verdor perecerá se divide en
dos partes: en la primera, la acción se concentra en una pareja que vive el
drama de la incomunicación. Intervienen muy pocas personas, que resultan
suficientes para llenar esta parte de la novela: el doctor Reba, Ágata, su
hija, y el marido de ésta, Nicanor Cruz. El relato se centra en torno de la
protagonista, única mujer en toda la obra, y sigue el proceso mental que se
opera en ella hasta que se vuelve irremisiblemente loca.
Comienza el libro en el
cuadragésimo cuarto día de sequía en el campo de Cruz. Esa circunstancia
provoca una tensión que va ascendiendo de grado paso a paso. Media entre marido
y mujer un abismo de incomprensión. Siempre fueron dos seres impermeables el
uno para el otro; dos corazones cerrados a la ternura, a la simpatía. Drama
sordo, traducido en mutismo, taciturnidad, conversaciones apenas monosilábicas,
resentimientos latentes, rencor que finalmente se convierte en odio. La muerte
del hombre pone fin a ese calvario. El medio físico coincide con la desolación
interior: "Aridez, aridez adentro como afuera; y desesperanza y
cansancio".
En la segunda parte de la novela, Ágata, viuda ya, se siente renacer. Un hombre experto en el trato
con mujeres, "un profesional de la vida", encuentra en ella campo
propicio. Enamorada entrañablemente de ese sujeto, Ágata aprende a sonreír, se
ablanda su corazón; vive cansada, pero de "buen cansancio". Su
felicidad dura poco. Como era de prever, el conquistador, ave de paso en Bahía
Blanca, la abandona desaprensivamente, dejándole una breve carta de despedida.
Para él no ha pasado nada; para ella es la catástrofe, la derrota definitiva,
el aflojamiento de todos sus resortes vitales. Se siente como antes, cuando
malvivía con Nicanor. Se entrega a una desesperación muda: sin lágrimas ni
lamentos; sin rebeldía, sin confesión. De ahí en más, eL descenso hasta
convertirse en un desecho humano que deambula por las calles de Ingeniero White
—donde nació—, sin que nadie la reconozca. Al final cae deshecha enloquecida,
en el umbral del que fue su primer hogar. A pocos metros, en una iglesia está
la salvación, pero es incapaz de verla.
La prosa de esta
novela, como toda la de Mallea, está penetrada de su pensamiento. Abunda más la
reflexión que la acción; y más que la de la protagonista, la del autor. Hay
quien la considera demasiado cerebral. En sí es una novela introspectiva, psicológica,
que penetra en la conciencia de la protagonista.
Personaje
existencialista, no piensa más que en su
existencia terrena, le falta la trascendencia con la que habría encontrado
solución a su vida. No rechaza la gracia, pero se opone a ella por su falta de
amor, por su aridez, en consonancia con la del paisaje. La influencia del clima
es patente. Pero es el mismo clima donde transcurrió la infancia de Mallea, con
resultado muy distinto. De donde deducimos que la soledad y el desamparo de Ágata
no provienen de afuera, sino de su propio interior, de su propio egoísmo, de
ese continuo mirarse a sí misma. Carente de reservas espirituales, todo la
aburre y es siempre un extraña entre los demás.
Según Heidegger y Jean
Paul Sartre, el existencialismo parte de la existencia humana tomada en su
totalidad, y considera al individuo como ligado con el mundo y con la
sociedad. Dejando a un lado todo principio universal, esta doctrina pretende
resolver, por la sola consideración de la existencia individual, los problemas
del origen, de la esencia y de la significación de la vida. El existencialismo
de Mallea se distingue especialmente del de Sartre y se aproxima al de
Kierkegaard en que tiene fuertes ingredientes cristianos.
Mallea murió en 1982.
En ese momento se le tributaron homenajes que se le habían escatimado en vida,
en esa vida signada por la austeridad y el silencio.
La obra narrativa de
Mallea se completa con estos títulos:
• La ciudad ¡unto al
rio inmóvil (1936),
• Fiesta en noviembre
(1938),
• Las águilas (1943),
• Los enemigos del alma
(1950),
• La sala de espera y
Chaves (1953),
• El resentimiento
(1966),
• La barca de hielo
(1967),
• La red (1968),
• La penúltima puerta
(1969),
• La mancha en el
mármol (1982).
Dice Juan Carlos Ghiano:
[En Mallea] Desde la lealtad a su condición de vida se van grabando las versiones
del territorio patrio: una Buenos Aires indefinible por inabarcable, los
pueblos, incomunicados por las distancias que los acechan, el campo, asaltado
por las variantes temporales. Todo verdor perecerá es la novela de un destino
trágico, adelantado por la sequía bíblica que agota al campo en sus páginas de
apertura.
Dice Mariano Picón
Salas:
Libros como Todo verdor
perecerá y Los enemigos del alma
cuentan entre las más logradas creaciones trágicas de la nueva literatura
hispanoamericana.
Fuente: Las letras en la América hispana
AA.VV
Ed.Estrada,Bs.As.,1994
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