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8 de febrero de 2013

Análisis de Far west de PEDRO SALINAS (1892-1951)


Análisis de Far west de PEDRO SALINAS (1892-1951)



La poesía que aquí publicamos se aparta de la temática constante de Sali­nas, que es el amor, personalizado en una sola mujer. Recordemos que esta unidad se mantiene a lo largo de toda su obra. El poeta habla siempre de la mujer amada; por eso se ha dicho de su poesía que es "la lírica del vocativo". La mujer amada y el mundo que la rodea son el punto hondo y central de la poesía de Salinas. Todos los objetos aparecen en función de ese amor y esa mujer.

 Análisis:
Hay en esta poesía dos interlocutores y un diálogo aparente. Pero quizás ambos no sean más que el desdoblamiento del yo poético.  Él es el que pregunta (¿No ves como vuela todo?) y él es el que se responde (Sí, lo veo).
Este yo poético trata de sugerir la actitud del espectador de cine, lo que éste experimenta frente a la película; siente como verdadero lo que está viendo, se identifica con la ficción; pero al mis­mo tiempo advierte la lejanía y la irrealidad de eso que está sucediendo. Allí están "la caballista" galopando en el viento y contra el viento, los caballos, el viento mismo. Pero todo muy distante; son en realidad figuras, no cuer­pos; y jamás logrará alcanzarlos, tocarlos, penetrar en su mundo.
Entonces para expresar su perplejidad y también su leve desencanto, el poeta, como si quisiera convencerse a sí mismo se pregunta y se responde.
Con ese desdoblamiento quiere presentar la particular sensación que siente el espectador de cine. Ese estar y no estar. Ese sentir que algo nos pertenece porque lo estamos viviendo y sentir al mismo tiempo que esa realidad es apa­rente, porque pertenece a otra dimensión, a un ámbito que percibimos, sin poder ingresar en él.

La realidad se mueve en dos planos: uno real y el otro iluso­rio. El plano real alude a la situación de un espectador de cine que, sentado en su butaca, mira su filme. El plano ilusorio es el del mundo que el filme reproduce, y cuyos hechos el lector-espectador siente que ocurren lejos de él, porque ocurren en el escenario inasible y ficticio de la pantalla cinema­tográfica.
En el plano real está el espectador; dentro de la segunda realidad, la ficti­cia, están ubicados el lugar, los elementos, las personas, los hechos, el tiempo.
El lugar es el Far West americano, de principios de siglo, con sus grandes planicies. Los personajes, una muchacha, Mabel, "la caballista", amazona, que corre con sus caballos; y los caballos mismos, sueltos, acuciados.

Hay otro elemento muy significativo, que aparece casi como una presencia: el viento. Pero este viento es solamente visto, no se lo siente, no sopla junto al especta­dor, que, en cambio, contempla sus efectos sobre todas las cosas, sobre la joven y hasta sobre sus ojos. Pero no llega hasta él, no roza ni agita su ámbito porque está del otro lado en el mundo plano de la pantalla. Nos enfrentamos con las técnicas del cine, que nos presenta una realidad con apariencia de vida, pero que es sólo eso, sombras, figuras, apariencia. Y el viento se presta eficazmente como símbolo de esa situación. Está allí, sacude todo, pero no nos puede tocar, porque está muer­to, no es real.


Estructura y recursos poéticos

Podemos enunciar la estructura del poema  en cuatro etapas . En cada uno de ellas hay recursos que van marcando el contraste entre el mundo real y el mundo "muerto" y que además producen un efecto de desrealización de lo que el cine va mostrando. Este proceso culmina con los versos finales. Se trata de un viento que pertenece al mundo "suyo", al del cine, al de la pan­talla plana. Es por eso viento de cine, ese viento. El demostrativo ese, de segunda persona, ubica el viento a distancia del ob­servador, de la primera persona.
Marcaremos las etapas de la estructura y las técnicas de desrealización.
1. Exclamación inicial para producir sensación de lejanía
Desrealización. Ubicación a gran distancia del hecho ("¡Qué viento a ocho mil kilómetros!"). Se indica la situación de lejanía; por eso no puede engañarnos con su "presencia" real.

2. Interrogaciones que intentan mostrar la realidad viva de los hechos ("¿No ves cómo vuela?")
Desrealización. Las oraciones interrogativas insinúan el ambiente real, lo que aparece en la película. Son, en realidad, de tipo retórico; no se pregunta para despejar una incógnita. Se pregunta para afirmar más enfáticamente ("Ahí estás viendo como vuela todo"). El verbo “ves” está marcando, en cambio, la separación entre el observador y lo observado. El que contempla no está sumergido en el espectáculo. Está frente a él, frente a algo que parece vivo y no lo es porque está distante. Se quiere expresar con el contraste entre lo que parece y no lo es, el desconcierto del observador frente a ese mundo extraño de la pantalla.

3. Afirmaciones que prueban la irrealidad del ámbito que el cine presenta
Desrealización (Sí, lo veo). El observador ubica lo que ve en su ámbito   propio, el del dibujo movible. Fotografía y no realidad.
Sí, lo veo y nada más que lo veo( el “nada más” implica no lo toco, no puedo asirlo.
El lugar se "borronea" de dos maneras:
a. Está allí, en la pantalla, en otro plano.
b. Está allí, en tierras que no pisé, es decir, lejos de España, localizado al parecer en América.
Los lugares y las personas se desdibujan también con el uso del interrogativo (como pronombre está vacío de contenido):
Ramos sin dónde
Labios sin quién
Se sugiere así que los labios pertenecen a figuras, no a personas; que los ramos están en un lugar fantasmal, sin contorno preciso.
Las imágenes que expresan ausencia de vida o muerte acentúan la desrealización: el viento es un retrato; el viento está muerto; el viento está enterrado en el ancho cementerio.

4. Reafirmación final de irrealidad y lejanía
Desrealización. Una afirmación enfática, vuelve a subrayar, ahora en forma definitiva, el carácter inasible de la realidad cinematográfica.

“Sí, lo veo sin sentirlo”. Los pronombres refuerzan la indeterminación y la lejanía: allí, suyo, ese, todos indicadores de ámbitos alejados del espectador. El título enriquece así su significado: Far West (lejano oeste). Lejos, en la historia de la colonización norteamericana porque ésta partió del este. Lejos para el autor, que está en otro continente. Lejos para el espectador, que está en otro mundo.

El lenguaje. Ya vimos en las técnicas de desrealización qué recursos lin­güísticos utiliza Salinas: exclamaciones, interrogaciones, afirmaciones enfáti­cas, pronombres.
Agregaremos algo más: el uso de los tiempos verbales. El presente para describir lo que ocurre en la película (vuela, entorna); el presente también para aludir a la situación del espectador (ves, veo). El mundo del espectador y la acción del cine se presentan como contemporáneos; parecen coincidir en el tiempo. Y sin embargo, ambas situaciones están en dos planos distintos, aun­que aparentan confundirse. El presente del espectador no puede introducirse en el presente del mundo cinematográfico. Esto es lo que quiere sugerir el autor.

Consideraciones finales:
La relación entre autor-lector y los recursos técnicos están, pues, al ser­vicio de lo que se quiere presentar: la perplejidad de un observador ante la contradictoria realidad que el cine presenta, próxima y lejana; apa­rentemente viva pero intangible. Recrea, pues, una experiencia de espectador que cualquier lector puede sentir frente a la pantalla. Y esta recreación está poéticamente lograda por el ajuste de todos los constituyentes del poema.

Breve biografía de Pedro Salinas: Nació en España y se doctoró en Letras en 1917. Era un hombre culto y muy informado que repartió su vida entre la labor literaria y la enseñanza. A partir de 1936 vivió en los Estados Unidos de América y, más tarde, en Puerto Rico, donde murió. Es uno de los escritores españoles más completos de su generación. Ha escrito poesía, ensayo, teatro, cuentos. Entre sus principales obras se cuentan La voz a ti debida, Razón de amor, El contemplado, Cero, y Todo más claro, en verso. En prosa, sus relatos de El desnudo impecable y su fabulación La bomba increíble, y entre sus ensayos, Literatura española Siglo XX, Jorge Manrique o tradición y originalidad, La poesía de Rubén Darío, y otros.

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