Análisis-resumen de
Hierba del cielo de Marco Denevi
De acuerdo
con su temática, este cuento se inscribe en la tradición de la infancia
perdida. Como en Demian, de Hermán Hesse, o El Gran Meaulnes, de Alain
Fournier, sus personajes son niños y adolescentes en el momento de transición
hacia la vida adulta. En el mundo maravilloso de la imaginación, el grupo
familiar formado por Fernando de la Medalla Milagrosa (14 años), las mellizas
Matilde y Geni, El Santos Amores y Aguedita (la menor) forman una comunidad que
se rige por sus propias leyes frente a la figura de la madre y el padre,
quienes pertenecen al otro bando: "Nos
pareció que se había pasado al bando de las personas adultas".
Los niños
consienten en la transformación de lo vulgar en extraordinario y la aparición
en la casa paterna de la tía Alexia y Dulcina les permite iniciar un juego en
el cual todos participan:
Cuando llegó a casa
en carruaje desde el Trópico (en realidad vino en mateo desde la estación del
ferrocarril y en tren desde Posadas, Misiones, pero a nosotros nos gustaba imaginar
que había viajado en aquel coche a través de selvas, ríos y montañas).
En
"aquel tiempo" según la perspectiva de lejanía del relato, ambos personajes
(la tía Alexia y Dulcina) tienen dos retratos confrontados: el de la ilusión y
el de la realidad. En esos espejos de la imaginación los seres y las cosas se transforman:
Carruaje -----------ferrocarril
Trópico-------------Misiones
Tía Alexia----------------bruja
Dulcina-------------------herborista
maga
(estas dos últimas
hierba del cielo con hadas y seres invisibles)
LA ESTRUCTURA
El cuento
está estructurado sobre la base del consentimiento de la ilusión o su rechazo. En el primer plano comienza la historia con la llegada
de Dulcina y la muerte de Aguedita. En el segundo plano,
con la pérdida de la ilusión en el tiempo.
Ese eje estructural
-el tiempo- está recorrido desde el pasado (mágico) al presente (vulgar) por
uno de los protagonistas que, oculto detrás de un narrador en tercera persona del pural,
fluctúa entre los cinco niños y nos da perspectivas móviles con un enigma
indescifrable sobre su verdadero nombre.
El narrador y su punto de
vista estructuran el cuento.
Desde el presente rechaza y niega la ilusión y la magia: "excentricidades de las que hoy nos reímos". En el pasado
le ha otorgado su consentimiento: "nos
sobrecogían como conjuros mágicos".
En el primer
plano el narrador plural participa con gravedad dentro de la historia. En el
segundo plano se ha proyectado hacia afuera del mundo de la infancia y descree
de la veracidad de esa historia que no tiene nada de extraordinario. Esta
vacilación se encuentra en el principio y en la parte final del cuento:
Teníamos mucha imaginación, pero ella la estimulaba con
excentricidades de las que hoy nos reímos y que en aquel entonces nos
sobrecogían como conjuros mágicos.
Y con esto pongo punto final a mi historia. De golpe me
doy cuenta de que, si excluimos a Dulcina, es un historia vulgar y nada
extraordinario sucede en ella. Pero, ¿qué voy a hacerle si nada extraordinario
nos sucedió nunca?
El eje temporal tiene
unidades menores
(un verano, un otoño, un carnaval) en cuyo transcurso los protagonistas,
Fernando en primer lugar, luego Matilde y Geni, y por último El Santos Amores,
pasan a través de etapas (escuela primaria, colegio nacional) al mundo de los
adultos.
En ambos
planos el centro lo ocupa "esa niñita que no era una niñita", Dulcina,
reveladora o maestra en "el mundo secreto de la infancia" y al final
ídolo que, desterrado del mundo de los mayores, queda solitaria "en el
limbo de la infancia".
La muerte de Aguedita es el último acontecimiento que
señala el tránsito de un plano al otro. Ahora los niños ya saben "que la hierba del cielo no era un
filtro para el amor... ni para la belleza".
EL ESPACIO
CERRADO DE LA CASA
El tiempo
pasa por la casa, espacio cerrado en donde se producen todos los milagros, y
por afuera. El carnaval y el colegio son focos de acción externa en la cual
participan los niños. Dulcina y la tía Alexia "jamás salieron a la calle,
jamás", según una información suministrada por el narrador.
Mediante
este dato se puede inferir que la casa es el límite de un tiempo cerrado, en el
cual queda suspendido el eje estructural. El balcón es para Dulcina el límite
entre el mundo de afuera (dinámico) y el de adentro (estático). Es en ese
ámbito espacio-temporal estático en el cual quedan:
1) la infancia;
2) Aguedita
muerta;
3) Dulcina-
"la criaturita que medía un metro de
estatura"- persiguiendo a sus antiguos compañeros de juegos y de
amores que la habían abandonado. Al salir de la casa los niños ingresan a la
vida y al tiempo. Encerrada en ella, Dulcina habita un tiempo muerto o
detenido. Es decir, en un tiempo estático perdido en la memoria del pasado.
Desde Rosaura
a la diez (1955) el éxito ha acompañado a Marco Denevi (Buenos Aires,
Argentina, 1922) en la medida en que ha logrado un arte de contar, provisto de
originalidad, sorpresa y calidad narrativa sabiamente combinadas con técnicas
que deslumhran al lector. En 1960 obtuvo el premio internacional de la revista
"Life" con un cuento largo titulado Ceremonia Secreta, sobre el cual
dijo uno de los jurados (el escritor venezolano Arturo Uslar Pietri):
"Denevi, en este cuento de extraordinaria habilidad técnica, utilizando
unos métodos realistas y aparentemente directos, logra crear un clima poético
en torno al misterio del cambio de personalidad"
Entre sus
últimos libros figuran la novela Los asesinos de los días de fiesta (1972) y
una serie de cuentos, Hierba del cielo (1973).
Muy buen análisis de un estupendo relato
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