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9 de enero de 2020

LA FORMACIÓN DEL IMPERIO AZTECA


LA FORMACIÓN DEL IMPERIO AZTECA

Resumen:
Los aztecas fueron un pueblo guerrero originario del norte del actual territorio mexicano. Tras asentarse en el valle de México, lograron construir el imperio centralizado más importante de Mesoamérica. Durante 200 años, hasta la llegada de los españoles, sometieron a sus vecinos, cobrándoles tributos.
Al llegar a! valle de México, los aztecas se instalaron en una isla del lago Texcoco y fundaron, en el año 1325, la ciudad de Tenochtitlán. Luego de su instalación, iniciaron una gue­rra contra los pueblos vecinos.
Realizaron una alianza con las ciudades de Texcoco y Tlacopán, también ubicadas en la ribera del lago y some­tieron y controlaron a las ciudades del valle.
Con el tiempo, los aztecas fortalecieron cada vez más su poder sobre los otros pueblos, expandiéndose a nuevas regiones por medio de alianzas o de la conquista. A partir del siglo XV, consiguieron formar un imperio que incluía a más de 300 ciudades.
Los aztecas imponían al resto de las ciudades el pago de un tributo en especie y obligaban a los hombres a trabajar en las obras públicas. Sin embargo, cada una de ellas man­tuvo su gobierno y su organización.

EL GOBIERNO DEL IMPERIO AZTECA
El estado azteca estaba gobernado por un rey llamado tlatoani, que tenía bajo su cargo los asuntos religiosos y milita­res: gobernaba de por vida, pero su cargo no era hereditario.
Para controlar y gobernar el territorio conquistado, el imperio fue dividido en provincias administradas por miem­bros de la nobleza azteca.
La necesidad de conquistar tierras fértiles, de disponer de una población que pagara tributos y de esclavos para los sacrificios que ofrecían a sus dioses, hacía inevitable la guerra permanente con los pueblos vecinos. Esas guerras, llamadas "guerras floridas", tenían un carácter ritual. El ejército se transformó, por lo tanto, en un elemento muy importante para el imperio, para emprender nuevas guerras y para controlar a la población dominada.
Los aztecas desarrollaron un sistema de escritura picto­gráfica, compuesto por signos ideográficos, en los que cada pintura o dibujo representaba una idea. Dichas pinturas eran realizadas sobre pieles de animales.

Las guerras floridas
La religión dirigía la vida de los hombres y, por esto, las fiestas dedicadas a las di­vinidades eran tan importan­tes. Dentro del panteón de los aztecas, los dioses que ocupa­ban el lugar más importante eran Huitziopochtli (dios de la guerra y de la muerte), Tlá-loc (dios de la lluvia y la agri­cultura) y Quetzalcoátl (dios principal del panteón azteca). Las ceremonias eran públicas y, en ellas, se ofrendaba a Sos dioses comida ritual. Creían en la necesidad de alimentar a los dioses con sangre para asegurar la sucesión de los días y las noches. Por eso, en las ceremonias, se realizaban sacrificios humanos, y el co­razón y la sangre eran entre­gados a los dioses.
Con el fin de continuar con los rituales y asegurar la marcha del mundo, reque­rían de hombres para realizar los sacrificios, que obtenían de las guerras libradas en forma periódica con sus veci­nos, en las que no se trataba de matar enemigos, sino de capturar prisioneros.
La principal actividad económica de los aztecas fue la agricultura. Para cultivar utilizaron la técnica de roza en los montes, el riego en los Manos, y construyeron terrazas en las sierras. Pero debido a la escasez de tierras, los azte­cas desarrollaron un sistema que les permitió practicar la agricultura sobre el agua y, para eso, construyeron jardines flotantes en las partes más bajas de los lagos. Ese sistema fue llamado chinampa, que eran cons­trucciones similares a una balsa. Construidas a partir de una estructura de troncos y ramas, sobre la que coloca­ban tierra fértil para practicar la agricul­tura. Estas estruc­turas flotaban y se anclaban con palos.

El comercio fue muy importante para los aztecas. El  intercambio a larga distancia era una actividad muy prestigiosa, y quienes lo emprendían ocupaban un lugar destacado den­tro de la sociedad.
Desarrollaban esta actividad los mercaderes o pochtecas, quienes realizaban intercambios a través del trueque, utili­zando como moneda semillas de cacao, mantas u oro. Los pochtecas también actuaban como espías en las ciudades con las que comerciaban. A veces actuaban como un ejérci­to, y en algunos casos, realizaban conquistas. Por medio de ellos, los aztecas lograron intercambiar bienes materiales y culturales con los mayas.
Por otro lado, existían mercados locales, a los que concu­rrían los habitantes de las ciudades para conseguir alimen­tos y artesanías.

Una sociedad estratificada
La sociedad azteca estaba compuesta por veinte cla­nes llamados calpulli, integrados por grupos de parientes. Cada clan o calpulli contaba con tierras para la agricultura, un templo y un jefe (aprobado por el soberano). Este jefe se encargaba de registrar las tierras de cada comunidad, controlar la distribución entre las familias y supervisar los trabajos de labranza.
La sociedad estaba compuesta por tres grupos sociales jerárquicamente diferenciados. El primer grupo en la escala era el de la clase dirigente o pilli, integrada por sacerdotes, guerreros y funcionarios del gobierno. Los miembros de este grupo tenían la propiedad de la mayor parte de las tierras, que eran trabajadas por campesinos, porque ellos no realiza­ban tareas manuales y tampoco pagaban tributo. El tlatoani o emperador también pertenecía a este grupo.
En el segundo grupo, llamado macehualtín, se encontraba la gente común, como los artesanos, los campesinos y los comerciantes. Pagaban tributo al Estado, tanto en alimen­tos (especie) como en trabajo. Es decir, entregaban al Estado parte de la producción, que era destinada a los miembros del grupo dirigente. A su vez. tenían la obligación de trabajaren las obras públicas y en las tierras de los pilli.
En último lugar estaban los esclavos. En su mayoría, eran obtenidos en las guerras. Otros eran personas que cumplían una pena por haber cometido algún delito.

Fuente: Historia 2, ED, Mandioca, Buenos Aires, 2011



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