¿Existe una temática
específicamente fantástica?
El motivo del laberinto es central en la obra de Borges, donde aparece una y
otra vez, con valores diferentes: los laberintos borgianos pueden ser
fantásticos, pero también pueden ser simbólicos (o las dos cosas a la vez). La estructura narrativa de
“Tlón, Uqbar, Orbis Tertius” (cuento
fantástico) es laberíntica, pero también lo son las de “La muerte y la brújula” y “El jardín de senderos que se bifurcan”
(cuentos en que el elemento policiaco es el predominante). Los espejos, puertas que
llevan a otra realidad, si bien en ocasiones están unidos a
lo fantástico, otras veces tienen un valor primordialmente simbólico. El tema del infinito puede tener dimensiones fantásticas o filosóficas,
etcétera. El motivo del espacio cerrado se
repite con una frecuencia impresionante en la narrativa de Cortázar, pero su
aparición no coincide exclusivamente con lo fantástico.
Hasta
ahora sólo he mencionado motivos característicos de un autor, que no son
comunes a los tres. Encuentro, además, una característica
común, que me parece importante mencionar, porque aparece en todos los
cuentos fantásticos que he visto: es la marginalidad, que es un rasgo que puede
ir unido o a los personajes o al fenómeno fantástico. Por lo general, los
protagonistas de los cuentos fantásticos son seres solitarios, aislados, o si
no lo son siempre en su vida, se encuentran solos en el momento en que se
enfrentan al hecho fantástico.
La soledad es un buen
terreno de cultivo para lo fantástico; es significativo el
hecho de que, en el único cuento en que el fenómeno fantástico está relacionado
con una acción colectiva (“Las
ménades”), el observador de este fenómeno, el único que parece darse cuenta
de su extrañeza, es un solitario. En las ocasiones en que el personaje no es un
marginado, se aísla al entrar en contacto con el fenómeno insólito: es el caso
de Alina Reyes o del narrador- protagonista de “Carta a una señorita en París”. A veces es el fenómeno mismo el
que exige la soledad para ser percibido (es lo que ocurre con el Aleph); la tarea fantástica debe ser
realizada a solas (“Las ruinas circulares”).
El ángel de García Márquez está solo,
separado por un abismo infranqueable del resto del pueblo, y el protagonista de
“El último viaje del buque fantasma”
es también un ser marginado. Son solitarios los protagonistas de “Axolotl” y “La noche boca arriba”, y
los personajes de “Casa tomada”
viven en un retraimiento total, separados por completo del mundo exterior.
Me
parece que esa coincidencia en la soledad no es casual. Se podría entonces concluir
que la soledad, la marginación o el aislamiento son característicos de la
literatura fantástica, condiciones necesarias para la aparición de lo
fantástico. Creo que lo que he dicho es admisible, pero, por otra parte, la soledad no es un rasgo privativo de lo
fantástico: “El tema de la ‘marginalidad’ atraviesa toda la literatura
narrativa, es su carta de presentación, su marca; ese tema en el que el rebelde
en guerra contra la realidad disfrazó su propio drama, representa su propia
condición, el destino marginal que le ha deparado su disidencia frente al
mundo. Su manifestación más corriente es, desde luego, la anecdótica: no es
fortuito que el tema del ‘excluido’, del
‘apestado’, del ‘ser distinto’, reaparezca maniáticamente en las
ficciones”.
¿Por
qué, entonces, mencionar la marginalidad como tema fantástico, si aparece en
toda la narrativa? Los temas de la
literatura fantástica, dice Todorov, son los de la literatura en general. Si
existe algo específico de lo fantástico, se encuentra en la intensidad: la
norma de lo fantástico es lo superlativo. Es decir que la intensidad, la exageración, procedimiento característico para llegar
a la sensación de lo fantástico, es lo que da a los temas su nota
distintiva. La insistencia con que se
menciona la marginalidad en losese aislamiento, sean específicamente fantásticos.
Aun admitiendo que no se puede hablar de temas exclusivamente
fantásticos, Todorov propone una clasificación
temática para la literatura fantástica, en dos grandes grupos, a los que
llama “temas del yo” y “temas del tú”. Los explica de la manera siguiente:
el yo significa el aislamiento relativo del hombre en su relación con el
mundo que construye, la insistencia en ese enfrentamiento, sin que haya
necesidad de nombrar un intermediario. El tú remite precisamente a ese
intermediario, y la base de este grupo es la relación por medio de un tercero.
El yo está presente en el tú, pero no se da el caso contrario.
En el primer grupo —el de los temas del yo— se ha
vuelto posible el paso del espíritu a la materia. Es decir que los límites
entre los dos se desdibujan, se desintegran, dando lugar a una especie de continuum
materia-espíritu. Sería el caso de relatos como “Las ruinas circulares”, “Tlón, Uqbar, Orbis Tertius”, “Lejana”,
“Axolod”, “La noche boca arriba”, “El último viaje del buque fantasma”, entre
otros.
El
punto de partida del segundo grupo sería el deseo sexual. Mientras que los
temas del yo significan la puesta en acción de la relación entre el
hombre y el mundo, del sistema percepción-conciencia, los del tú son más
bien los que tienen que ver con la relación entre el hombre y sus deseos, entre
el hombre y su inconsciente. Los temas del yo implican esencialmente
—todavía según Todorov— una posición pasiva; en los temas del tú se
observa, en cambio, una acción sobre el mundo. De todos los cuentos analizados,
me parece que sólo “Las ménades” y “El ahogado más hermoso del mundo” podrían
caber en este grupo.
Fuente: FLORA
BOTTON BURLA; LOS JUEGOS FANTÁSTICOS; FACULTAD DE FILOSOFÍA y LETRAS;
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MEXICO; 2003.
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