Es probable que en zonas celtas de Islas Británicas, en el Norte o Gales, se crease una leyenda en torno a Drystan (rey legendario de Irlanda llamado Drust, hijo de Talorc, que reinó entre 780-785 d. C.), amante de Essylt, esposa de March. Los cuentistas bretones la adaptaron y divulgaron. Muy pronto se añadieron las aventuras juveniles del héroe. En las cortes anglonormandas y francesas se fundieron con elementos procedentes de la tradición musulmana y los relatos orientales transformaron la primitiva leyenda celta. A partir de tan diversos elementos se formó la primera gran novela de amor del mundo occidental.
Es probable que Eihlart, Béroul y Thomas, autores de distintas versiones escritas del poema, se inspirasen en modelos próximos y hubo un primer poema en verso francés. Pero también existieron versiones orales.
Hay versiones divergentes perdidas, puesto que las alusiones a la historia contenida en obras medievales y representaciones artísticas atestiguan elementos no documentados en las versiones conservadas. Es imposible reconstruir plenamente el Tristán e Iseo primitivo a partir de los textos conservados, puesto que no se sabe hasta que punto eran fieles a él.
Desde mediados del siglo XII, esta leyenda de amor, pasión, transgresión y muerte se difundió por Europa. De origen céltico y con resabios clásicos y orientales, la historia de esa pasión fatal recogió nuevos ecos al encontrarse con la teoría del amor cortes. Esta leyenda puso al individuo contra la sociedad: la pasión de Tristán lo dejo en contracción frente a la fidelidad a su rey y también lo enfrentó con el vínculo religioso del matrimonio.
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