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22 de julio de 2008

Análisis de Doña Rosita la soltera de Federico García Lorca


Análisis-resumen de DOÑA ROSITA LA SOLTERA O EL LENGUAJE DE LAS FLORES
Poema granadino del novecientos, dividido en varios jardines, con escenas de canto y baile, de Federico García Lorca



INTRODUCCIÓN

García Lorca es un escritor que ha sentido hondamente la necesidad de la expresión dramática, a pesar de la raigambre lírica de su teatro. Su gran personaje es la mujer y su tema esen­cial, al cual podrían reducirse todas las variantes que aparecen en sus obras, es el del amor imposible. Una verdadera galería de presencias femeninas, de diversa índole y condición, pero tocadas todas por el común de­nominador de la frustración afectiva, puebla sus piezas.
Al hombre sólo le da cabida en escena por estricta necesidad y, a veces, hasta lo escamotea y lo elude, como en "La casa de Ber­narda Alba".
Federico García Lorca-Autorretrato
La imposibilidad de un amor pleno y fecundo tiene su origen en muy diversas causas que constitu­yen, a su vez; otros tantos subtemas: los prejuicios de un medio social re­trógrado y oprimente, un fosilizado sentido del honor que encuadra dentro de la más pura tradición del Siglo de Oro español, la esterilidad, el sino trágico y fatal, las diferencias de edades, el sacrificio a ideales políticos y, en última instancia, una profunda in­capacidad interna de realizarse.
En muchas obras de Lorca predomina el aspecto lírico, manifestado ya a través del verso como forma de toda la pieza (Mariana Pineda), ya a través de la atmósfera poética que comunica una tensión especial al tema y a los personajes, ya mediante la intercala­ción de importantes motivos liricos -como las nanas en Bodas de san­gre o las canciones de las lavanderas en Yerma-,' ricas en elementos sim­bólicos que constituyen los motivos conductores de las piezas a las cuales pertenecen.
Esta importancia de lo poético no le ha impedido realizar un progresivo avance en el dominio de la técnica de la escena, hasta llegar a un perfecto manejo de las más puras esencias de la tragedia, en la postrera y más lograda de sus obras: La casa de Bernarda Alba.

Análisis del texto : Doña Rosita la soltera
TEMA
García Lorca terminó de escribir Doña Rosita la soltera en junio de 1935 y la estrenó el 13 de diciembre del mismo año en Barcelona. El autor cuenta cómo na­ció la melancólica comedia: "Concebí Do­ña Rosita en 1924. Mi amigo Moreno Villa me dijo un día: «Te voy a contar la histo­ria bonita de la vida de una flor, la Rosa mutábile, de un libro de rosas del siglo XVIII». Venga. «Había una vez una rosa ... » y cuando acabó el cuento maravilloso de la rosa, yo tenía hecha mi comedia. Se me apareció terminada, única, imposible de reformar."
Esto, unido al conocimiento di­recto que tuvo el autor de muchos casos similares al que plantea la pieza, dio ori­gen a este drama cuyo tema es un triste producto de la vida provinciana, la "solterona", la mujer llamada "niña" casi has­ta su vejez, que ve consumirse su vida en un noviazgo que no se define, en la espera triste y desairada de un matrimonio que no llega. Por el ambiente familiar y social al cual pertenece, lleno de prejuicios y de mojigata cursilería, no ve como digna y aceptable otra salida que seguir aguar­dando eternamente una decisión que nun­ca se concretará, mientras la dolorosa an­gustia de la frustración va impregnando poco a poco su espíritu hasta destruirla.

ESTRUCTURA
La obra se divide en tres actos, cada uno de los cuales corresponde a uno de los tres tiempos habituales en una pieza teatral tradicional:
1) Primer acto: exposición
En el primer acto se presenta a los prin­cipales personajes del drama y se plantea el conflicto central: el novio de Rosita de­be emprender un largo viaje para reunir­se con su padre y esta separación la sume en una espera que ya se presiente defini­tiva.
2) Segundo acto: nudo
Han pasado quince años. En el día del santo de Rosita y mientras ésta recibe al­gunas visitas, llega· una carta del novio anunciando un inminente casamiento por poder, que aviva las esperanzas de la pro­tagonista. La juventud de Rosita está a punto de iniciar una franca y definitiva declinación.
3) Tercer acto: desenlace
Han pasado diez años más, lapso ya de­finitivo en la vida de la novia. El tío ha muerto hace seis años y ella y la tía se encuentran en la miseria. "La acción trans­curre en el día en que van a mudarse a un lugar más reducido y humilde, ya que casa y muebles están hipotecados. El novio de Rosita se ha casado hace ocho años, pe­ro sigue manteniendo su correspondencia con ésta. El momento culminante del acto, y de la pieza, es una conversación soste­nida por la protagonista y su tía, único desborde emocional que aquélla se permi­te y durante el cual el público conoce por fin la verdadera esencia del personaje.
Toda la obra se caracteriza por su ac­ción lenta y demorada: la mayoría de las situaciones se reducen a largas conversa­ciones con las diversas visitas que van lle­gando a la casa de Rosita a lo largo de los tres actos.
En cada uno de ellos se plantea una sola situación que puede ser denominada realmente efecto teatral (su­ceso inesperado que provoca un cambio imprevisible en el curso de los aconteci­mientos): en el primer acto, la partida del novio de Rosita, que es el factor desen­cadenante de toda la acción posterior; en el segundo, la carta que anuncia el casa­miento por poder; en el tercero, la mudan­za.
Los hechos, más o menos importantes, tienen lugar en realidad entre un acto y otro: transcurren los largos lapsos -quin­ce, diez años-, se producen las muertes, se casa el novio, desaparecen viejos per­sonajes para dar lugar a otros nuevos, porque la vida toda, con su monótona suce­sión de días cada vez menos esperanzados, con sus acontecimientos grandes o pequeños y, fundamentalmente, el irrestañable paso del tiempo como elemento que corroe, desgasta, destruye, agente de decadencia y desintegración, es lo más importante de la pieza y no puede ocurrir en el escena­rio, frente al espectador; lo que a éste se le ofrece en cada uno de los tres actos es una pequeña muestra de una larga serie de hechos, es el resultado de un tiempo vacío y sin sentido. Se toman en cada acto situaciones que representan hitos en la vi­da de la protagonista, porque en ellas se condensa un cúmulo de causas y efectos y por ello simbolizan su vida toda.

Analicémoslas una a una:
1. La partida del novio: es la clave de toda la pieza y el origen de todas las frus­traciones, pero pudo no tener tanta im­portancia en un medio social más despre­juiciado, que le hubiese permitido a Rosi­ta ver como un hecho honesto y lícito ca­sarse con otro hombre que no fuera su prometido inicial.
2. La carta del segundo acto: es gene­radora de esperanza. Es la síntesis de to­das las cartas que llegan a lo largo de veinticinco años, con su .doble efecto de dar ilusiones y producir frustración por su falsedad. Es también el símbolo del en· gaño perpetrado por el primo y consentido tácitamente por Rosita.
3. La mudanza: condensa y simboliza la decadencia de toda la familia, y en especial de Rosita, de las flores que la repre­sentan, del mundo de vanas ilusiones y falsos apoyos que alimentó durante vein­ticinco años, pero que ahora irremediable­mente se desintegra. Esa desintegración se ha producido en forma lenta, año tras año (en los largos períodos transcurridos entre acto y acto) y la mudanza no hace más que expresarla en forma tangible, concreta y simbólica.
Desde el punto de vista formal, cada una de estas situaciones culminantes tienen la función de matizar la acción, que de lo contrario se reduciría a una sucesión de nostálgicas estampas costumbristas: son núcleos dramáticos que sirven para desper­tar el interés y la expectativa del público.

. El ritmo de la pieza es lento, y ello es perfectamente adecuado a la índole del te­ma y de las vidas que se quiere describir: el primer acto es el más movido y ágil; en el segundo la única momentánea anima­ción se produce con la llegada de la carta; el desenlace, que ocupa todo el tercer acto, se desarrolla lenta, desmayadamente, mos­trando al público paso a paso los detalles de la decadencia y disolución de un mun­do que siempre careció de verdadera sus­tentación. El tono más alto en la vibra­ción emocional de los personajes se da en el diálogo entre Rosita y su tía.

EL TIEMPOEl factor clave de la pieza, el verdadero resorte dramático, el real desencadenante de situaciones es el fluir del tiempo, que todo lo carcome y lo deteriora por ser un tiempo vacío y sin sentido. Lo más impor­tante que tiene lugar entre un acto y otro es el transcurso de los primeros quince años y de los diez siguientes, veinticinco en total. Ese paso del tiempo se marca en la obra a través de diversos elementos:1) La transformación, el proceso que va desde la lozanía a la decrepitud, se sin­tetiza en la "Rosa mutábile" cuyo día equi­vale a la vida de la protagonista.
2) El cambio de la moda es el elemento visual que expresa el fluir temporal.
3) Las actitudes de Rosita ante el tiem­po varían según las diversas épocas de su vida y señalan cambios fundamentales:
· Cuando es joven" la domina la impa­ciencia, anhela que el tiempo pase vo­lando. Ejemplo:AMA: -Es que todo lo quiere volando. Hoy ya quisiera que fuese pasado mañana. Se echa a volar y se nos pierde de las manos. 'Cuando chiquita tenía que' contarle to­dos los días el cuento de cuando ella fuera vieja: "Mi Rosita ya tiene ochenta años ... , y siempre así."

· Más tarde, al llegar a la madurez, le sucede todo lo contrario:
ROSITA:- Pero es que en la calle noto cómo pasa el tiempo y no quiero perder las ilu­siones. Ya han hecho otra casa nueva en la placeta. No quiero enterarme de cómo pasa el tiempo.
· Finalmente, cada año que pasa es como si la dejaran más desnuda y se horrori­za de la forma en que se dirige a ella el Muchacho:>
MUCHACHO. Usted lo pase bien, doña Rosita.
ROSITA. ¡Anda con Dios, hijo! (Salen. La tarde está cayendo.) ¡Doña Rosita! ¡Doña Rosita!


4) La juventud de las Ayolas señala, por contraste, la vejez de Rosita, la ya irrecuperable lejanía de su juventud, cuan­do el novio era todavía una presencia viva:
AYOLA 1". Cuando yo tenía seis años venía aquí y el novio de Rosita me acostumbró a beberlas. ¿No recuerdas, Rosita?
ROSITA. (Seria.) ¡No!
AYOLA 2. A mí, 'Rosita y su novio me ense­ñaron las letras A, B, C . " ¿Cuánto tiem­po hace de esto?
TÍA. ¡Quince años!
AYOLA P. A mí, casi, casi, se me ha olvidado la cara de tu novio.
.
5) Con el Muchacho sucede algo similar que con las Ayolas: es ya un joven de dieciocho años, hijo de una de las Mano­las, las antiguas amigas de Rosita. Su ma­dre ha muerto hace ocho años y para él los trajes que aún se conservan de ella son "vejestorios", verdaderos disfraces, mientras que Rosita dice melancólicamen­te "era una moda bonita".

Otro elemento temporal que hace al clima de la pieza es la insistencia con que se marca la hora en que transcurre el último acto: la hora crepuscular, el ocaso del día, las seis de la tarde.

INTERMEDIOS LíricosLa obra está escrita en prosa y su más profunda esencia es dramática, pero se in­tercalan numerosos fragmentos líricos que cumplen importantes funciones relativas a la estructura misma de la pieza y en va­rias oportunidades sintetizan su contenido.
1) Poema de la Rosa mutábile
· Se da al comienzo del primer acto y tiene todo el valor de una anticipación del tema de la pieza.
· Se repite al final de dicho acto y allí tiene, frente a la partida del novio, el significado de una clara premonición de Rosita.
· Al final del segundo acto se reitera en forma fragmentaria y representa la exacta situación de la protagonista: aún le queda y por poco tiempo la brasa de la juventud, pero ya está por blanquear, como la rosa.
· Sus dos últimos versos cierran la obra y constituyen su síntesis y la de la suerte de su desdichado personaje.
En forma constante se señala la iden­tificación entre la flor y Rosita: el nom­bre y el destino de ambas es idéntico.
2) Los conjuros del Ama
Tienen todo el sabor de la típica nota popular a la que García Lorca fue afecto en todos sus dramas.
3) El poema a las tres ManolasLas envuelve en un halo lírico que las realza y sirve para expresar, con una gra­cia que nunca se hubiera conseguido por medio de la prosa, los delicados afanes y cuidados de una juventud que transcurre entre galanteos y paseos. El clima festivo que comunica se hace extensivo a la tran­quila felicidad que disfrutaba Rosita en esa época.
4) El encuentro y despedida de los novios, al final del primer acto
Es un momento de alta tensión dramá­tica en el que, por medio de un lenguaje lírico cuajado en un cúmulo de metáforas e imágenes de gran valor poético, se ex­presa el dolor y las esperanzas de ella y las vanas promesas de él.
5) El lenguaje de las flores
Es un tema poético musical que se in­tercala en el segundo acto y que permite, mediante la extensión al lenguaje de di­versas flores, que Rosita retome y glose el motivo conductor de la Rosa mutábile y sus transformaciones a lo largo del día. Es un intermedio de distensión dramática que precede el momento culminante de la llegada de la carta.
6) Un tema popular, apto para el canto y el baile, cierra el segundo acto
En el tercer acto, excepto las fugaces reiteraciones del poema de la Rosa mutá­bile, no hay fragmentos líricos. Éstos, en general,-están en función de expresar los sentimientos de los personajes, principal­mente de la protagonista, de manera indi­recta y poética: aparecen mientras se man­tiene su esperanza o su alegría, de ahí su ausencia en el tercer acto.

LOS COLORES
Otro elemento importante desde el pun­to de vista visual son los colores que se manejan en la pieza y que tienen un valor simbólico. Los principales son tres:
1) El rojo
No aparece a través del vestuario o la escenografía pero es el color de la Rosa mutábile por la mañana: es símbolo de la plenitud vital, de la lozanía y de la pasión juvenil.
2) El rosa
De ese color son los tres vestidos de Ro­sita a lo largo de los tres actos. Nombre, flor y color simbolizan la ·esencia misma del personaje que permanece inalterable: cambia la moda, es decir, pasa el tiempo, pero no la tonalidad, que la representa en su ser femenino y en su melancólico ma­tiz de postal antigua.


3) El blanco
Es el color de la vejez, de la plata de los cabellos, del metal de la noche (la luna). La flor y Rosita se identifican en el vestido blanco que ésta se pone para abandonar la casa al final de la obra. Al mismo tiempo, las blancas cortinas que se mueven agitadas por el viento en la sala vacía, antes de que el telón baje definiti­vamente, evocan los velos del traje de no­via que la protagonista nunca llegó a vestir.

LOS PERSONAJES1) Rosita
Su presencia y su drama dominan toda la obra. No hay en este personaje una ver­dadera evolución o cambio interior, lo que se modifica es su suerte por circunstancias externas, pero ella se mantiene siempre igual: ya en el primer acto manifiesta una urgencia por el paso del tiempo, que reve­la su incapacidad de vivir a fondo cual­quier situación.
En Rosita hay una profunda imposibili­dad de enfrentar la realidad y hallar so­luciones positivas y vitales. El medio social plagado de convencionalismos y prejuicios la ha moldeado de tal forma que ha anu­lado su capacidad de reacción. Su escala de' valores sufre una lamentable confu­sión: para ella olvidar a su novio y reali­zarse como esposa junto a otro hombre sería "dar que hablar", y su "seriedad" de mujer honesta no se lo permite. Por eso la solución es huir de la realidad, fin­gir no verla:
ROSITA .... Yo lo sabía todo. Sabía que se ha­bía casado; ya se encargó un alma cari­tativa de' decírmelo, y he estado recibien­do sus cartas con una ilusión llena de so­llozos que aun a mí misma me asombra­ba. Si la gente no hubiera hablado; si vosotras no lo hubieseis sabido; si no lo hubiese sabido nadie más que yo, sus car­tas y su mentira hubieran alimentado mi ilusión como el primer año de su ausencia.
TÍA. ¿Por qué no me hiciste caso? ¿Por qué no te casaste con otro?
ROSITA. Yo he sido siempre seria.
TÍA. Te has aferrado a tu idea sin ver la realidad y sin tener caridad de tu por­venir.
ROSITA. Soy como soy. Y no puedo cambiar.
Ahora lo único que me queda es mi dig­nidad. ·Lo que tengo por dentro lo guardo para mí sola.


Rosita, más que una víctima de su no­vio, lo es de sí misma y de la sociedad. Es un personaje de excelente realiza­ción dramática, bien perfilado y definido.

2) La tíaA pesar de su carácter bondadoso y ma­ternal, pesa negativamente en la vida de la protagonista: al principio niega al so­brino la posibilidad de casarse con ella porque aún debe labrarse un futuro eco­nómico y sólo al final, cuando ya es de­finitivamente tarde, le reprocha no ha­ber sabido hallar mejor solución pará su vida. Es un personaje desdibujado, sin vida propia ni peso dramático.
3) El ama
Es todo lo contrario: un personaje vi­gorosamente trazado y del cual emana una intensa afectividad y calor vital. Es la con­trapartida de la tía, con la cual se enfrenta pacíficamente en reiteradas oportunida­des. El autor la ha enriquecido con una serie de connotaciones populares: es supersticiosa, le gustan las expresiones pi­cantes, tiene un gran sentido común y una visión práctica y realista de la vida, es activa y trabajadora y su generosa capaci­dad de amar la erige constantemente en el centro afectivo y vital de la pieza.
4) Grupos femeninos que rodean a Rosita
Siempre hay un grupo de mujeres que por similitud o por contraste, prolongan e ilustran la situación de Rosita, constitu­yendo una especie de coro y de telón de· fondo de su presencia.
1. Las Manolas. Aparecen en el primer acto. Son amigas de Rosita, sus compañe­ras de paseo, y participan de su misma actitud vital: la esperanza en un mañana plena y feliz. Volvemos a saber de su suer­te sólo en el tercer acto: el Muchacho es hijo de una de ellas que ya ha muerto hace ocho años. A pesar de esta circuns­tancia adversa, y paradójicamente, se la siente mucho más' plena y realizada a la Manola en su muerte que a Rosita en su vida. La otra también se ha casado y tiene cuatro hijos. Vale decir, que la función dramática de este grupo es reflejar la si· tuación de la protagonista al principio y destacar luego, por contraste, su infortunio.
2. Las soteronas. Aparecen en el segundo acto y son una especie de espejo deformante en el que Rosita puede con­templarse. Son figuras grotescas, y, ademas de coineidir con la protagonista en la sol­teria, prefiguran y anticipan en su mise­ria actual la decadente situación económica de aquella en el futuro. Su conducta y su escala de valores configuran una efi­caz pincelada costumbrista.
3. Las Ayolas. Son la contrapartida de Rosita y de las soteronas. Sus frescas an­sias de vivir, de casarse, de realizarse, su juventud, acentúan por contraste el paso del tiempo y el deterioro de las cuatro mujeres maduras.
5) Personajes masculinos
Tienen muy poco peso en la obra, salvo el novio, no por presencia sino por ausencia. Los que se mueven en escena, o son poco importantes dentro de la acción o cumplen funciones específicas y subsidia­rias:
1. El tío: Como personaje es desdibu­jado, poco definido; como temperamento, inoperante y pasivo. Forma parte de un mundo en disolución y su muerte no sólo es real sino tambien simbólica: en el mun­do actual es imposible vivir unicamente consagrado a cultivar un jardín. Su sentido poco práctico de la vida conduce a su mujer y a Rosita a la ruina.
2. El Senor X y Don Martín. Su funciónn es relativa exclusivamente a la pintura de costumbres. Representan valores en pugna y aspectos conflictuales de la sociedad de la época, el materialismo positivista y falsamente científico en un caso y el idealismo absoluto en el otro, pero desde el punto de vista dramático no desempeñan papel alguno.
3. El Muchacho. Es un resorte dramá­tico cuya única función consiste en señalar el paso del tiempo.