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20 de agosto de 2011

CUENTO POPULAR : Till Eulenspiegel hornea lechuzas y macacos

CUENTO POPULAR : Till Eulenspiegel hornea lechuzas y macacos

Esta historia se trata de un típico cuento de picaros que se hacen los tontos y posee formas equivalentes en el folklore argentino. Forma parte del capítulo III de Ein Kurtz-weilig lesen von Dil Ulcnspiegel (Amena lectura acerca de Till Eulenspiegel), publicado en Estrasburgo en 1515. Fuente: Libros Populares, fascículo 22 de la Antología Alemana edi­tada por el Instituto de Literatura de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires, 1948. Traducción de Catalina Schirber.

Cfr. Chertudi, Cuentos (1a. y 2da. serie): "Derechito, derechito" y "El chancho".

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Un día llegó Eulenspiegel a Brunswick y se di­rigió al albergue de los panaderos, en cuya vecin­dad vivía uno de ellos. Este lo llamó a su casa y le preguntó qué oficio tenía. El respondió: "Soy mozo panadero". Entonces repuso el patrón: "Ca­rezco precisamente de oficial, ¿quieres entrar a mi servicio?" Eulenspiegel aceptó. A los dos días de estar allí, el panadero le ordenó que hiciera pan él solo por la noche, pues no podía ayudarlo hasta la mañana siguiente. Entonces Eulenspiegel dijo: "Bien, pero ¿qué debo hornear?" El patrón, que era hombre chistoso, le respondió burlona-mente: "¿Eres mozo panadero y preguntas qué debes hornear? ¿Qué se acostumbra a hornear, si­no lechuzas y macacos?" y con esto se fue a dor­mir. Eulenspiegel fuese entonces a la tahona y for­mó con la masa lechuzas y macacos rabilargos hasta llenar la tahona, y luego los horneó. A la mañana siguiente, el panadero se levantó para ayudarlo; pero al entrar en la panadería no encon­tró bollos ni pancitos sino sólo lechuzas y maca­cos. Enfurecióse entonces el patrón y le dijo: "¡De­monios! ¿qué has horneado?" "Lo que me habéis ordenado: lechuzas y macacos", respondió Eulens­piegel. El panadero replicó: "¿Qué haré ahora con este disparate? Este pan no sirve para nada, pues no puedo convertirlo en dinero", y asiendo a Eulenspiegel del cuello le dijo: "¡Págame mi ma­sa!" Eulenspiegel repuso: "Lo haré; pero, si os pago la masa la mercancía hecha con ella me per­tenecerá". El panadero replicó: "¿Acaso me im­porta tal mercadería? Con lechuzas y macacos no puedo hacer negocio". Así, pues, Eulenspiegel le pagó la masa, guardó las lechuzas y macacos pa­nificados en una cesta y los llevó a la posada de­nominada "Al hombre salvaje", mientras pensaba para su coleto: "A menudo has oído decir que en Brunswick se puede ganar dinero hasta con la co­sa más extravagante". Ahora bien: como ese día era precisamente la víspera de San Nicolás, Eu­lenspiegel se instaló delante de la iglesia con su mercadería y vendió todas las lechuzas y maca­cos, con lo que sacó mucho más dinero que el que había dado en pago al panadero por la ma­sa. Esto, que llegó a oídos del panadero, le dio fastidio y lo impulsó hacia la iglesia de San Nico­lás, para exigirle el pago de la leña consumida en el horneo de las cosas. Pero Eulenspiegel se había ido ya con el dinero, y el panadero se quedó defraudado.


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