CUENTO POPULAR : Till Eulenspiegel hornea lechuzas y macacos
Esta historia se trata de un típico cuento de picaros que se hacen los tontos y posee formas equivalentes en el folklore argentino. Forma parte del capítulo III de Ein Kurtz-weilig lesen von Dil Ulcnspiegel (Amena lectura acerca de Till Eulenspiegel), publicado en Estrasburgo en 1515. Fuente: Libros Populares, fascículo 22 de la Antología Alemana editada por el Instituto de Literatura de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires, 1948. Traducción de Catalina Schirber.
Cfr. Chertudi, Cuentos (1a. y 2da. serie): "Derechito, derechito" y "El chancho".
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Un día llegó Eulenspiegel a Brunswick y se dirigió al albergue de los panaderos, en cuya vecindad vivía uno de ellos. Este lo llamó a su casa y le preguntó qué oficio tenía. El respondió: "Soy mozo panadero". Entonces repuso el patrón: "Carezco precisamente de oficial, ¿quieres entrar a mi servicio?" Eulenspiegel aceptó. A los dos días de estar allí, el panadero le ordenó que hiciera pan él solo por la noche, pues no podía ayudarlo hasta la mañana siguiente. Entonces Eulenspiegel dijo: "Bien, pero ¿qué debo hornear?" El patrón, que era hombre chistoso, le respondió burlona-mente: "¿Eres mozo panadero y preguntas qué debes hornear? ¿Qué se acostumbra a hornear, sino lechuzas y macacos?" y con esto se fue a dormir. Eulenspiegel fuese entonces a la tahona y formó con la masa lechuzas y macacos rabilargos hasta llenar la tahona, y luego los horneó. A la mañana siguiente, el panadero se levantó para ayudarlo; pero al entrar en la panadería no encontró bollos ni pancitos sino sólo lechuzas y macacos. Enfurecióse entonces el patrón y le dijo: "¡Demonios! ¿qué has horneado?" "Lo que me habéis ordenado: lechuzas y macacos", respondió Eulenspiegel. El panadero replicó: "¿Qué haré ahora con este disparate? Este pan no sirve para nada, pues no puedo convertirlo en dinero", y asiendo a Eulenspiegel del cuello le dijo: "¡Págame mi masa!" Eulenspiegel repuso: "Lo haré; pero, si os pago la masa la mercancía hecha con ella me pertenecerá". El panadero replicó: "¿Acaso me importa tal mercadería? Con lechuzas y macacos no puedo hacer negocio". Así, pues, Eulenspiegel le pagó la masa, guardó las lechuzas y macacos panificados en una cesta y los llevó a la posada denominada "Al hombre salvaje", mientras pensaba para su coleto: "A menudo has oído decir que en Brunswick se puede ganar dinero hasta con la cosa más extravagante". Ahora bien: como ese día era precisamente la víspera de San Nicolás, Eulenspiegel se instaló delante de la iglesia con su mercadería y vendió todas las lechuzas y macacos, con lo que sacó mucho más dinero que el que había dado en pago al panadero por la masa. Esto, que llegó a oídos del panadero, le dio fastidio y lo impulsó hacia la iglesia de San Nicolás, para exigirle el pago de la leña consumida en el horneo de las cosas. Pero Eulenspiegel se había ido ya con el dinero, y el panadero se quedó defraudado.
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