El manifiesto de Martín Fierro
Si bien el manifiesto que la revista Martín Fierro publica en mayo de 1924 no se convierte en texto canónico, dado que sólo algunos de sus colaboradores lo acatan, no deja de poseer cierto interés ilustrativo, siquiera como documento de época. Verdad es que los martinfierristas no se complacen en la mención de los artefactos que Marinetti poetiza, ni dedican mucha atención al ingenio mecánico propio de nuestro siglo. Sólo eventualmente los automóviles y los aeroplanos ingresan en sus versos. No obstante, es oportuno reproducir' los párrafos más salientes de esa toma de posición que ya pertenece a la historia literaria. Lo caduco y lo reciente no saben de concordia en esa desafiante página:
Frente a la impermeabilidad hipopotámica del "honorable público". Frente a la funeraria solemnidad del historiador y del catedrático que momifica cuanto toca. Frente al recetario que inspira las elucubraciones de nuestros más bellos espíritus y a la afición al anacronismo y al mimetismo que demuestran. Frente a la ridícula necesidad de fundamentar nuestro nacionalismo intelectual, hinchando valores falsos que al primer pinchazo se desinflan como chanchitos. Frente a la incapacidad de contemplar la vida sin escalar las estanterías de las bibliotecas: MARTIN FIERRO siente la necesidad imprescindible de definirse y de llamar a cuantos sean capaces de percibir que nos hallamos en presencia de una nueva sensibilidad y de una nueva comprensión que, al ponemos de acuerdo con nosotros mismos, nos descubra panoramas insospechados y nuevos medios y formas de expresión.
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