Análisis y características de la narrativa de Edgar Allan Poe
Dotados de cierta
heterogeneidad y escritos para paliar necesidades económicas y, por
consiguiente, satisfacer los gustos del mercado, los cuentos de Poe permiten
—imponen, en realidad— esbozar una clasificación temática. Dado que este
intento no es nuevo y ha sido abordado en múltiples ocasiones por la crítica,
cierta terminología al respecto ya ha sido acuñada.
Podemos distinguir así:
a) los cuentos de
horror o terroríficos;
b) los
"analíticos", "de raciocinio" o policiales;
c) los que anticipan a
los de ciencia ficción;
d) los de humor,
Sin embargo, es
necesario aclarar que, dentro de la narración, existe con frecuencia una
interrelación de ciertos estratos narrativos de manera tal que estas características
que los definen no resultan excluyentes entre sí.
a) Los cuentos de horror o terroríficos:
En realidad, la gran mayoría de los cuentos de Poe participa de la atmósfera
que emanan los que pueden ser clasificados como de horror, y son éstos y los
analíticos los que, sin lugar a dudas, alcanzan mayor jerarquía literaria.
Dentro de esta vertiente podemos efectuar una subdivisión marcada por temas que Poe sentía como
preocupaciones profundas. La más constante, omnipresente, obsesiva si se
quiere —aclarando que estos aspectos ya han sido tomados, en lo que a la obra
de Poe respecta, bajo la tutela del psicoanálisis— es la de la muerte, que engendra a su vez, en la angustia y no
aceptación que ésta le produce, el tema de la necrofilia, del que surgen cuentos como Morella, cuyo esquema básico habrá de
repetirse, pasando por múltiples matices y formas en Ligeia,
Berenice, La
caída de la casa Usher, Silencio, La caja oblonga, Eleonora, El entierro prematuro,
El coloquio de Monos y Una, La verdad sobre el caso del señor Valdemar y
Revelación mesmérica.
Esta obsesión
necrofílica se verá acentuada por inequívocos rasgos sádicos manifiestos en El corazón delator, El gato negro,
ciertos episodios de la Narración de
Arthur Vum y El aliento perdido.
Otras de las vertientes
corresponden a estudios muy en boga en la época: el de la teoría del magnetismo animal
(mesmerismo) —expuesta en La verdad sobre
el caso del señor Valdemar-; la de la trasmigración de las almas; la de la pérdida de
la identidad: Metzengerstein y
William Wihon, y la de la recurrencia, como sucede en el caso dé Un cuento de las Montañas Escabrosas.
b) los "analíticos", "de
raciocinio" o policiales: Los cuentos llamados
"analíticos" o "de raciocinio", que dieron el espaldarazo
definitivo al género policial, aunque participan de los lineamientos de los de
terror, están dotados de caracteres propios y distintivos. Así, por ejemplo, Los crímenes de
la calle Morgue y El misterio de Marie Rogét y en menor medida La carta robada
y El escarabajo de oro. En los dos primeros, el análisis, de una
lógica rigurosa y despojada, se aplica, no obstante, a episodios llenos de
sadismo. Inobjetables por muchos de sus elementos —entre otros, la creación de
atmósferas, los pasos escalonados con que trasmiten su incuestionable
suspenso al lector fascinado, la estricta lógica de sus razonamientos, que
llevan al descubrimiento final—, inauguran el género policial con indudable
jerarquía.
c) los que anticipan a los de ciencia ficción:
Dentro de los cuentos que anticipan a Julio Verne, a Wells y, más adelante, a
los de ciencia ficción propiamente dichos, podemos situar Las
misteriosas aventuras de un tal Hans Pfall, que, si bien
inferior a muchos otros, tiene también aspectos valiosos, como, por ejemplo, ¡a
fantástica descripción de un viaje a la luna en globo, la vida entre los
selenitas, etcétera.
d) Los de humor: En este apartado
se incluyen cuentos que, de un valor circunstancial, fueron escritos para las
revistas literarias en las que colaboró Poe, de acuerdo con las pautas
proporcionadas por el gusto del público. El elemento que predomina en casi todos
ellos es el humor, pero" un humor profundamente desvalorizador, no tanto
crítico como capaz de hallar una especial delectación en destacar lo
grotesco, una mueca un tanto siniestra. Así, Conversación
con una momia, El hombre que se gastó, Bon-bon, Los anteojos, Los leones y
otros, Influencias,
personajes, teorías.
Los personajes de Poe
llevan al límite la tendencia nocturna, melancólica, rebelde y marginal de los
grandes héroes creados por el romanticismo alemán, francés e inglés, pero
mientras éstos actúan compelidos por razones morales o pasionales, los de Poe,
incapaces de la más mínima libertad, a menudo "poseídos", se dejan
arrastrar por una misteriosa fatalidad que predetermina sus más .mínimos pasos
y que, inevitablemente, los conduce a la ruina.
En su reseña critica
sobre los relatos de Hawrtorne, Poe desarrolla con cierta extensión una teoría
sobre el cuento, en la que manifiesta su preferencia por este género dentro de
la prosa. Estos textos y los mejores cuentos de Poe prueban su cabal
comprensión de los principios rectores de este tipo de narración, cuyo rigor
como género autónomo fue el primero en comprender y en avalar con sus relatos,
muchos de ellos de estructura perfecta.
Poe comprendió y
explicitó con claridad que en el cuento resultan esenciales la intensidad y la
economía con que se presenta el acontecimiento central, así como también la
atmósfera que debe emanar del relato, a la que no debe hacer referencias ni
connotar el autor. Si en todos estos aspectos Poe mostró cierta excelencia, su
escasa capacidad para la creación de personajes resulta, en cambio, notoria.
Los suyos son tales en la medida en que actúan en un drama preestablecido que
los define, pero fuera de él no alcanzan existencia propia: ninguno de los
personajes poeianos resulta recordable poi sí solo- Nadie podrá olvidar, en
cambio, las estremece-doras atmósferas de pesadilla, el devastador horror que
recorven muchas de sus narraciones.
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