Resumen y análisis de la novela
La
bolsa de Julián Martel
José María Miró (Julián Martel) ofrece, a través de su novela La bolsa, un valioso documento sobre la
crisis de 1890. Junto a Quilito de
Carlos María Ocantos y a Horas de fiebre,
de Segundo Villafañe, recrea literariamente un período de desenfreno económico
y el consecuente desastre financiero.
Síntesis del argumento
Los hechos se desarrollan en torno del doctor Luis Glow, un abogado de
renombre, "liberal y falto de creencias", que, entregado "en
cuerpo y alma" a las especulaciones bursátiles, olvida su profesión y reúne una
gran fortuna.
Se casa con Margarita, nieta de un guerrero de la Independencia, mujer
ejemplar, que trata de alejarlo del mundo de la Bolsa.
A pesar del gran amor que siente por su mujer y por sus dos hijos,
Glow sucumbe, tentado por la ambición de
dinero, y su estudio jurídico se
convierte en punto de reunión de una porción de gente elegante, embarcada, como
él, en ese buque roto de la especulación, cuyo seguro naufragio es tanto más
doloroso cuanto que cada viajero imagina,
al poner el pie en su resbaladiza cubierta, marchar a la conquista de un nuevo mundo"
(I, 2).
Los que lo rodean viven de la apariencia, de la mentira, del robo y de
la prostitución. Negocios turbios, fiestas frívolas, amores de conveniencia
degradan paulatinamente la moral de esa
sociedad materialista y superflua.
Cuando Glow más necesita a los que han soñado con él "proyectos
halagadores”, se encuentra solo. Su estudio
está vacío. La traición de sus falsos amigos lo llena de amargura:
—En la Bolsa no hay otra
seguridad que la de fundirse tarde o temprano cuando se es hombre de honor.
(II, 3)
Pone, entonces, sus últimas esperanzas en una carrera de caballos,
pero pierde todo su dinero. Enferma de gravedad y, aunque logra reponerse, una
carta de su corredor en la Bolsa, Ernesto Lillo, lo sume en la desesperación y
en la locura:
Y él entonces,
debatiéndose en el horror de una agonía espantosa, ¡loco, loco para siempre!,
oyó estas tres palabras que salían roncamente por la boca del monstruo: —Soy la
Bolsa. (II, 9)
Contexto
social e histórico: apogeo y crisis de
una época
Las páginas de La Bolsa reflejan la época aciaga del gobierno del
doctor Juárez Celman (1886-1890), hombre incapaz de evitar el desastre financiero
que origina la revolución del 90. El narrador hace una crítica de índole moral
contra la corrupción gubernativa: ¡Si
tuviésemos un Gobierno moral, celoso de los intereses del Estado [...] un
Gobierno económico, arreglado,
patriota...! [...]
—Cuando uno considera
que a pesar de los esquilmos de que le
hacen víctima, abunda tanto el dinero en ella, que la miseria, como me decía no
sé quién el otro día, es un verdadero
mito entre nosotros... [...]
Pero el oro es
corruptor. Allí donde el dinero abunda, rara vez el patriotismo existe. (I, 7)
Sostiene, pues, que debe imperar el trabajo honrado para ganar el
respeto y la consideración de los demás. De ahí, su concepto de la verdadera
sociedad: El honor para nuestra clase
consiste en el respeto de la palabra empeñada, en la de los tratos comerciales,
en el castigo de las injurias; y en muchas otras cosas que se dividen al
infinito, y cuyos matices varían con las circunstancias Por eso, afirma que
el exhibicionismo "es una de las neurosis contemporáneas extendidas y
desarrolladas" (I, 8).
Estructura:
La Bolsa consta de dos partes; cada una de ellas posee nueve capítulos.
La primera parte (ascenso) comienza con
la descripción del viento —ambición vertiginosa—, que se introduce en todas partes, y termina con el goce absoluto
del bienestar fundado sobre una base endeble.
La segunda parte (descenso) es antitética respecto de la primera, pues
representa la ruina económica. Ya no hay ética, ni religión, ni
espiritualidad. Los personajes han perdido el respeto por sí mismos.
Todos los títulos se
habían venido de golpe al suelo. Los Bancos habían suspendido sus créditos y no
descontaban un peso a nadie, a nadie absolutamente. El oro se mantenía alto. La
liquidación de fin de mes amenazaba ser desastrosa, y se susurraban nombres de
fuertes casas seriamente comprometidas. En cuanto a quiebras de particulares,
especialmente corredores, se aseguraba que las habría por docenas. El valor de
la tierra había experimentado un súbito descenso, y el pánico reinaba en todas
partes. (II, 1)
Los títulos de los capítulos de ambas partes también contrastan. Por
ejemplo: "El escenario" (I, 1) y "El fantasma" (II, 1).
El punto de
vista del narrador
El narrador es omnisciente, pero, al mismo tiempo, invoca al lector y
establece con él una especie de complicidad empleando, a veces, la primera
persona plural:
Glow, como el lector
habrá observado, no tenía pelos en la lengua para cantar verdades.. . (I, 2)
Además, interrumpe la narración con sus comentarios críticos:
¡Come, come, insigne
doctor, saborea despacio los manjares que te presentan, porque los bolsistas
como tú, sábelo bien, no tienen nunca seguro el pan de mañana!... (I, 3) y su voz "en off" advierte a los personajes sobre los males
futuros.
Los personajes:
Julián Martel emplea la palabra pincelada para señalar la forma en que
va presentando a sus personajes, pero los retratos son más rigurosos que una pincelada;
casi poseen el prolijo detalle de una fotografía. Todos los hombres están
unidos por una característica común: son especuladores .
¡Sí, el bolsista, el
especulador, es un infame traidor a la patria, porque en vez de beneficiarla
la perjudica, porque tarde o temprano ocasiona su ruina! (U, 2)
Los personajes más heterogéneos, de toda naturaleza y condición,
desfilan ante las pizarras de la Bolsa: "el fastuoso banquero, el chalán marrullero, el humilde comisionista,
el propietario acaudalado, el mozalbete recién iniciado en la turbulenta vida
de los negocios, el estafador, el aventurero procaz, el simple dependiente, el
insulso petimetre, el periodista burlón, el especulador arrojado, el anciano
enriquecido, el usurero famélico".
El
protagonista de la novela y primera víctima de
ese medio que frecuenta es el doctor Luis Glow, hombre talentoso, recto,
instruido, pero débil de carácter. Es hijo de un inmigrante inglés. A pesar de
su origen humilde, logra reunir una gran fortuna, fruto "de la especulación irresponsable, de la
fiebre de los negocios turbios":
¡Se lo tragó la
Bolsa!... ¡Lo atrajo, lo absorbió con su inmenso aliento de abismo! Le presentó
esos espejismos engañadores por los cuales le mostraba al pobre de ayer nadando
hoy en ríos de oro. Al principio titubeó, tuvo escrúpulos. ¿Y si le iba mal? ¿Y
si en vez de ganar como los otros, perdía lo poco que había adquirido a costa
de tantos y tantos sacrificios? Pero ¡bah! —se había dicho recordando a
multitud de conocidos suyos enriquecidos de la noche a la mañana por las
especulaciones bursátiles—. ¡Si es imposible perder! (I, 3)
Pero pierde todo su dinero; sólo le resta salvar "el honor de su
nombre" y el bienestar de su familia. Entonces, acepta la trampa y hace
su apuesta en el hipódromo. El, que pertenece a la clase de hombres que
respetan lo respetable, ha roto su integridad moral y ha quedado sumergido en
la más profunda miseria. Esta situación irreversible altera sus facultades
mentales.
En torno de
Glow se agrupan inocentes y estafadores.
Entre los primeros figura Ernesto Lillo, joven corredor de la Bolsa, quien es
el sostén de su anciana madre. "Razonable", "equilibrado",
"antirromántico", "fuerte", Lillo no pierde las fuerzas
para seguir luchando, aunque la quiebra lo ha alcanzado. El otro personaje de
este grupo es el incorruptible Miguelín, uno de los pocos que no pierde el
juicio "en la borrachera general de los negocios".
El segundo grupo
corresponde a los que viven sin moral. A él pertenecen:
- Juan Gray, "un jovenzuelo de aspecto' enfermizo";
- León Riffi, "el ratón";
- Germán Zolé, ingeniero de "cabeza matemática", "esterilizado por la especulación demoledora", cuyo rasgo sobresaliente es "la gravedad cómica";
- Granulillo, "abogado sin clientela y ex socio de Glow", cuyas armas son la intriga insidiosa y la falsedad;
- Daniel Fouchez, inmigrante aventurero y ladino, que llega de Francia a estas tierras, porque aquí es fácil enriquecerse;
- Guillermo Peñas, el usurero tenebroso, quien mediante distintos disfraces asume papeles diversos para cumplir con su único objetivo: ganar mucho dinero.
Completan el cuadro el ministro Armel, el Barón de Mackser, Carcaneli,
Anatolio Roselano, Rublo, William Pitt, Jacobo Leony, Luciano Boyst y otros
personajes masculinos sin nombre, cuya personalidad se halla definida por
breves notas.
Martel demuestra, sobre todo, su habilidad como retratista al
presentar a las
mujeres:
- Margarita, la esposa del doctor Glow, "desdeñosa y espléndida";
- doña Dolores, su tía;
- Elenita Zurberán, "una niña encantadora";
- la Baronesa de Mackser, de rasgos orientales;
- Norma, la cortesana voluptuosa, amante de Granulillo;
- Lucrecia, "la bailarina retirada", compañía de Juan Gray;
- Victoria Geihl, "la célebre aventurera, la Condesa apócrifa";
- Lili, una mucama francesa, "corrompida hasta la médula"
El espacio
El primer capítulo de la novela ubica la acción en Buenos Aires y,
específicamente, en el recinto de la Bolsa de Comercio. La personificación del
viento permite al narrador mostrar los intersticios de ese ambiente contaminado
por el afán de ganar dinero:
Después de larga gira
por pasillos y corredores, por antesalas y gabinetes, gira en que parecía ir
preludiando entusiastas discursos políticos, tenían que ver los bríos con que
salía envuelto en lluvia, para lanzarse sobre la mole oscura y elegante de la
Bolsa de Comercio, ¡como si con las lágrimas que le hiciera derramar su
pesquisa por los antros administrativos, intentase barrer y limpiar de una sola
vez toda la escoria financiera!... (I, 1)
La Plaza de Mayo se convierte, entonces, en "un muestrario
antitético y curioso de todos los esplendores y de todas las miserias que
informan la compleja y agitada vida social de la grande Buenos Aires".
Ésta constituye, sin duda, el gran tema literario de la generación del 80; de
ahí que aparezcan en la novela el Club del Progreso, el Club del Prisma, el Sport
Club, el Café de París, las "Aguas Minerales", café de la calle San
Martín; otras calles, como Corrientes, Florida, Suipacha, Reconquista, de la
Piedad, Avenida Alvear, Cangallo, o paseos característicos, como Palermo y la
barranca de la Recoleta.
Todos los lugares
responden al tema de la novela. La Bolsa, el
escritorio y la mansión del doctor Glow, la habitación de una cortesana, el
despacho del Ministro, encierran la ambición sin escrúpulos y "tragedias
íntimas, espantosas, no sospechadas":
Elegancia, lujo casi,
había en la que propiamente podía llamarse el bufete. Cubrían la pared del
fondo dos estantes de libros vistosamente encuadernados. El centro lo ocupaba
un ancho escritorio ministro, sobre cuyo paño verde se destacaba un hermoso
tintero de bronce con el busto de Cicerón 94. Dos cómodos sofás de marroquí 95,
y varios sillones y sillas del mismo cuero, todo rico, todo de buen gusto,
invitaban al plácido descanso. Una estufa portátil [. . .]. Cuatro planos
topográficos iluminados [. ..] y una blanda alfombra escarlata [. . .]
completaban el mobiliario ... (I, 2)
El tiempo:
La primera parte de la novela transcurre en julio de 1889 y la
segunda, a fines de octubre, "es decir, tres meses después de ocurridos
los sucesos que hemos narrado".
Los hechos se desarrollan cronológicamente. Se produce un
"racconto" cuando Luis Glow recuerda su ayer, junto a su padre, y el
día y el lugar donde conoce a su esposa: . . .compara mentalmente su situación actual con aquella infancia
miserable, cuando su padre, un inglés muy severo, venido a América en
persecución de una fortuna que no logró alcanzar jamás (¡oh! ¡eran otros
tiempos!) le obligaba a estudiar noche y día, queriendo sacar de él un hombre
de provecho. [...]
En la segunda parte de la obra, el tratamiento del tiempo adquiere un
cariz romántico, cuando Glow lamenta su ruina:
El reloj de la Recoleta
dio tres campanadas, graves, tristes, como debe ser la voz de los que fueron.
(II, 2)
y cuando su mujer lo alienta:
El reloj de la Recoleta
dio una campanada: pero esta vez su sonido no fue triste, sino alegre. Más que
voz de ultratumba, parecía argentina vibración que bajaba de los cielos como una
promesa consoladora... (II, 2)
En el capítulo 8, en cambio, la angustia de Glow y de Juan Gray es
tal, que el tiempo no avanza, pues es medido por la ansiedad:
¡Horribles diez minutos
para Glow y su amigo aquellos que los parejeros tardaron en llegar al sitio
convenido!
Consideraciones finales:
La Bolsa no es una novela rigurosamente naturalista, pues la postura
crítica del narrador, su presencia latente en la trama, restan objetividad al
argumento.
En la obra descubrimos las características del folletín : el suspenso,
la intervención del narrador, repeticiones, uso de los signos de exclamación y
de interrogación:
Hay dos niveles de lengua: el literario y el coloquial
Como otros escritores del 80, Martel usa galicismos, italanismos y
anglicismos.
Un rasgo interesante de su estilo es el empleo de paréntesis y de
rayas, a la manera teatral, para acotar actitudes o gestos de los personajes e,
incluso, sus reflexiones: —En cuanto a mí
—Zolé, al decir esto, se puso la mano abierta sobre el pecho, una
mano tremenda—, no
pienso perder... (I, 2)
Respecto de las descripciones y de los retratos, se advierte una
acumulación de adjetivos que torna
moroso el ritmo de la prosa. Lo mismo sucede, en otros pasajes de la novela,
con los verbos, los participios y los gerundios
Entre los recursos estilísticos, predominan las imágenes visuales. La
intención de Martel de trasladar al mundo de la ficción la realidad que él vive
y padece, se manifiesta aun en la necesidad de mostrar los momentos en que simultáneamente
sus personales actúan. Asi, por ejemplo,
en el capiuto 8 de la primera parte, presenta secuencias paralelas de carácter
cinematográfico:
Doña Dolores,
escandalizada por los horrores que le contaba Granulillo y aturdida al mismo
tiempo por la música y el tumulto [.. .] se separó del director de Banco. [...]
Escurriéndose por un pasillo, se metió en el dormitorio de su sobrina [...].
Mientras tanto, la
animación crecía bajo los artesones de los techos relucientes y el diluvio de
plata luminosa que caía de los focos.
Breve biografía de
Julián Martel
José María Miró (Julián Martel nace en Buenos Aires, el 2 de junio de
1867. Pertenece a la rama pobre de una aristocrática familia. Huérfano de
padre, se hace cargo de su madre, doña Justina Barros, y de su hermana. Desde
1888 y durante toda su vida se desempeña, entonces, como cronista volante del
diario La Nación . La índole de su trabajo lo obliga a frecuentar distintos
ambientes de Buenos Aires y, por ende, a tratar con personas de clases
diferentes. De esta manera, reúne valiosos datos para escribir su novela La
Bolsa , que concluye el 30 de diciembre de 1890, cuando sólo cuenta veintidós
años. Desde el 24 de agosto hasta el 4 de octubre de 1891, aparece como folletín
en La Nación. En ese mismo año, la imprenta homónima publica la primera edición
en libro de la obra .
Martel también publica relatos y poemas en diarios y revistas , pero
carecen de la importancia que posee su novela.
Más tarde, enferma de tuberculosis y viaja a Santiago del Estero en
busca de un clima más benigno. Finalmente, regresa a Buenos Aires, donde muere
el 9 de diciembre de 1896.
Martel condena la moral corrompida de especuladores y funcionarios
estatales y se rebela contra la falta de nacionalismo y la pérdida de los valores
autóctonos. Aquello, atribuido a un siglo de materialismo exorbitante; esto
último, a la inmigración. Ambos se resumen en una crítica acerba a la política
liberal.
Acuciado por necesidades económicas, Martel también sufre la
experiencia de la Bolsa: "Yo estoy
metido hasta los ojos en la Bolsa, y Dios quiera que no pierda más de lo que
tengo". (Carta de Martel a su amigo Gregorio de Laferrére.)
Sobre él escribió Rubén Darío:
Paso a paso,
melancólicamente como un sonámbulo que persiguiese una mariposa y se perdiese
en lo profundo de bosques sombríos, así tú, tras tu ilusión, mi amigo Julián
Martel, penetras en la noche de la muerte.
Yo te he conocido en la
primavera de tu juventud, triste enamorado de la gloria, soñador testarudo,
cultivador de rosas de fantasía. Vivías en tu sueño que era un jardín cuidado
perennemente por tu alma. Parecía que no oyeses la voz del mundo, de este mundo
nuestro. [. . .] No te dejabas vencer por la vida, mentirosa y fatal enemiga;
eras siempre fiel a la divina Imposible. [.'..] Tu corazón era una urna de
bondad, de una bondad ingénita y sencilla, de una bondad columbina 80; había
mucho de tu corazón en tu cerebro, de manera que pensabas sintiendo. [. . .]
eras un sensitivo y un romántico.
Hola! Justo tengo que leer esta obra en el profesorado, y su increible análisis me ayudo mucho para saber a qué elementos prestar atención.
ResponderEliminarSaludos!
John Cena
Muy bueno! Gracias por el aporte!
ResponderEliminarMuy bueno interesante un calco de nuestros días.
ResponderEliminarMe encanto la nota, llegue aquí justo leyendo un articulo de Pagina 12 donde mencionan la salida de este libro en el apogeo de la especulación financiera de la presidencia del inefable Juarez Celman. Muchas Gracias, desconocía el libro y el autor.
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