Análisis de Nocturno de Oliverio Girondo
Nocturno es un excelente ejemplo de prosa poética,
pues en ella Girondo emplea para referirse a la noche los recursos expresivos
habituales en el lenguaje poético, pero sin sujetarse a la métrica que impone
el verso. Además, lo que define al texto (transcripto al final del artículo) como
esencialmente poético es la importancia que tiene en él lo subjetivo:
Nocturno es una sucesión de imágenes que expresan el sentir del yo poético ante
el carácter peculiar que adquieren las cosas durante la noche.
La sensibilidad del poeta se deja impresionar hondamente por los objetos
y capta todos sus matices y las transformaciones que sufren cuando la noche los
invade: de esa comunicación entre el poeta y la realidad exterior nace la
carga subjetiva que constituye la tónica del texto y que se manifiesta por
medio de diversos recursos:
1) El reiterado uso del pronombre personal nos y del verbo en primera
persona:
nos dejan todavía más solos
nos emocionan sin razón nos hace recordar
desearíamos que nos pasaran la mano por el lomo, se
nos mete en el oído—. quisiéramos avisarles
2) La profusión de imágenes anímicas por medio de las cuales se expresa un intenso contenido afectivo:
Luces trasnochadas que
al apagarse nos dejan todavía más
solos jamelgos que pasan y nos emocionan
sin razón, desearíamos que nos pasaran la mano por el lomo.
se comprende que no hay ternura comparable a
la de acariciar algo que duerme.
A causa de esa carga afectiva que el yo poético vuelca en el mundo externo,
logra descubrir en los objetos inanimados un alma, una forma de vida, y llega a
personificarlos atribuyéndoles gestos,
intenciones y sentimientos humanos. Con ello obtiene insólitos efectos que estimulan la fantasía del lector por su poder de sugerencia:
¿y cuál será la intención de los papeles que se arrastran
en los patios vacíos'! Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarse las mentiras, y en que las
cañerías tienen gritos estrangulados, como si se asfixiaran dentro de las
paredes. A veces se piensa, al dar vuelta la llave de la electricidad,
en el espanto que sentirán las
sombras y quisiéramos avisarles para
que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones.
El poeta logra comunicarnos el relieve particular y la vida que adquieren
los papeles abandonados, los muebles viejos y las sombras, durante las horas en
que el hombre se llama a reposo y son las cosas las que pasan a un primer
plano.
Las imágenes sensoriales que predominan son las visuales, en
particular las dinámicas, y las auditivas, porque yo poético sabe
descubrir, en medio de la quietud y el silencio nocturnos, sutiles movimientos,
sonidos apagados:
1) Imágenes
visuales
Luces trasnochadas .
Telaraña que los alambres tejen sobre las
azoteas.
Trote hueco de los jamelgos que pasan . (dinámica y auditiva a
la vez) ¿ papeles que se arrastran en los patios
vacíos?
Las cruces de los postes telefónicos sobre
las azoteas, tienen algo de siniestro .
2) Imágenes
auditivas
aullido de los gatos en celo,
los muebles- viejos
aprovechan para sacarse las mentiras, las
cañerías tienen gritos estrangulados
Las dos comparaciones que aparecen en el texto son
particularmente eficaces por lo
insólito y expresivo de los términos de comparación
Nocturno de Oliverio Girondo
Frescor de los vidrios al
apoyar la frente en la ventana. Luces trasnochadas que al apagarse nos dejan
todavía más solos. Telaraña que los alambres tejen sobre las azoteas. Trote
hueco de los jamelgos que pasan y nos emocionan sin razón.
¿A qué nos hace recordar
el aullido de los gatos en celo, y cuál será la intención de los papeles que
se arrastran en los patios vacíos?
Hora en que los muebles
viejos aprovechan para sacarse las mentiras, y en que las cañerías tienen
gritos estrangulados, como si se asfixiaran dentro de las paredes.
A veces se piensa, al dar
vuelta la llave de la electricidad, en el espanto que sentirán las sombras, y
quisiéramos avisarles para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones.
Y a veces las cruces de los postes telefónicos, sobre las azoteas, tienen algo
de siniestro y uno quisiera rozarse a las paredes, como un gato o como un
ladrón.
Noches en las que
desearíamos que nos pasaran la mano por el lomo, y en las que súbitamente se
comprende que no hay ternura comparable a la de acariciar algo que duerme.
¡Silencio! —grillo afónico que se nos mete
en el oído—. ¡Cantar de las canillas mal cerradas! —único grillo que le conviene
a la ciudad—.
Oliverio Glrondo
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