Análisis de la Vida Nueva de Dante
Alighieri
La primera de las obras dantescas, en el orden del
tiempo, es la Vida nueva. Es la única que compuso no sólo antes del
exilio, sino antes de toda participación en los avatares políticos de
Florencia. El "librito" —como él mismo suele llamarlo— está compuesto
de poemas líricos, que son como los documentos de la historia narrada, entre
las que se intercalan pasajes de prosa explicativa. Sin embargo, estas prosas
no tienen la mera función de aclarar el sentido, a veces literal, otras
alegórico y simbólico de los versos —como las razos que acompañaban los
sirventesios de Bertrán de Born—, sino un valor en sí y por sí, como en La
consolación de la filosofía de Boecio.
Los poemas (veinticinco sonetos, cuatro canciones,
una balada y la estancia de una canción inconclusa) habían sido escritos por
Dante en diferentes épocas, a medida que se iban desenvolviendo los años y las
experiencias de su amor por Beatriz. El primer soneto ("A cada alma
cautiva") se remonta probablemente a 1283, y el último ("Más allá de
la esfera que más amplia gira") a por lo menos nueve años después. Las
demás composiciones se extienden entre estos límites cronológicos.
En cambio, la prosa que ordena y une entre sí los
poemas, nació ciertamente en forma unitaria, tal vez entre fines de 1292 y
comienzos de 1293. Existe, pues, una distancia cronológica entre versos y
prosa, y lo que más importa, una diversidad de carácter espiritual y literario.
Quien leyera los poemas de la Vida nueva, separándolos de las prosas,
podría observar fácilmente que testimonian un desarrollo y una transformación
en la poesía de Dante.
En los primeros se hace evidente el influjo de la
poesía provenzal, aclimatada en Italia por la escuela siciliana y por Guittone
d'Arezzo, y del análisis doctrinario de la pasión amorosa, a la manera de
Guido Cavalcanti. Pero, a partir de la canción "Mujeres que tenéis
intelección de amor", es fácil darse cuenta de que la atención y
admiración del poeta están dirigidas hacia las concepciones y modos del bolones
Guido Guinizelli.
Desde que incorpora la concepción guinixelliana de
la mujer "angelizada", Dante comienza a colorear sus poemas con
notas propias que, gradualmente, se tornan cada vez más originales, profundizando
conceptos y formas de la corriente stilnovista e imprimiendo un sello
personalísimo, especialmente a las que aparecen en la última parte de la obra,
o sea las que desarrollan el elogio de Beatriz, convertida en criatura
paradisíaca.
Son evidentemente originales en su valor artístico
la canción "Mujer piadosa y joven" y los sonetos "Tan gentil y
tan honesta parece", "Lleva en los ojos mi mujer Amor",
"Perfectamente ve toda salud", si bien al lado de estos poemas el
poeta compuso otros, contemporáneas o posteriores, más artificiosos y más
anclados en la tradición del dolce stil novo.
En cambio, la prosa se revela más unitaria en
concepción y tono espiritual. Ello se debe a que nació en su totalidad de una
misma actitud del ánimo de Dante
cuando, al recuperar la vivencia de los años pasados, los vio dominados por su
amor hacia Beatriz, y la "gentilísima" se le mostró como la
prodigiosa luz sobrenatural qué había iluminado su vida y guiado su andar.
En realidad, cuando compuso la Vida nueva, Dante
concibió a su amada más como un ángel que como una figura terrena, y le otorgó
esa fascinación celestial y ese misterioso poder divino que sólo le había
atribuido en algunas de sus líricas más recientes. Sin eliminar por completo su
humanidad, le fue convirtiendo gradualmente en un símbolo, en una revelación
de la beatitud y la pureza paradisíaca. Por eso la Vida nueva se modeló
sobre la ya tradicional manera en que se narraban las vidas de los santos,
fundiendo en ella las concepciones del dolce stil novo y la actitud
contemplativa de los místicos, la adoración religiosa y el rapto guinizelliano
por la mujer resplandeciente de luz. Como testimonio de esta transformación
obrada en la Vida nueva, queda el hecho de que Dante no incluyó en la
obra todas las líricas compuestas para Beatriz, sino tan sólo aquellas que se
adaptaban, más o menos fácilmente, a la nueva línea unitaria que expresaba la
prosa.
Baste esta consideración para demostrar lo
peligroso que resultaría leer la Vida nueva como una narración
autobiográfica o una efectiva historia del amor de Dante por Beatriz. Entre los
acontecimientos reales y la transfiguración que hallamos en ella, media la
distancia que siempre separa la realidad concreta de la poesía. Quien lee esta
suerte de devocionario se siente transportado hacia un mundo de incesantes
milagros, entre visiones y presentimientos, fuera del espacio y del tiempo, en
un continuo oscilar entre lo humano y lo divino, mientras una atónita luz
dorada esfuma los contornos de lo real y corpóreo, como en ciertas pinturas,
si cabe la comparación, de la escuela sienesa del Quattrocento. En esto
consiste el encanto peculiar de la primera obra de Dante, en la que ya se
revela ese anhelo de virtud y de cielo,. ese ardor religioso que es el germen
potencial del que nacerá la Comedia.
FUENTE: CEAL, Capítulo Universal- La Historia de la Literatura Mundial Nº 8
/101, Buenos Aires, 1970.