Dante
y la Divina Comedia: El drama místico- Significados literal, alegórico, moral y el anagógico o suprasentido
Los tres
cánticos constituyen tres actos de un místico drama que contiene una gradual
revelación, especialmente visible en los tres finales. En el Infierno, los
traidores sepultados en el hielo y los Gigantes encadenados que los rodean
ilustran las extremas consecuencias de la grandeza sólo material. En el Purgatorio,
el encuentro de Dante con Beatriz, que lo reprende duramente por sus pecados,
señala la culminación de la lucha entre el espíritu y la carne, que se resuelve
en las purificadoras lágrimas del poeta. En el Paraíso, la estática visión del
Empírico marca la meta del alma, que comprende la Verdad eterna y se libera
definitivamente de las falacias terrenas.
Los
significados trascendentes
Según la
costumbre de la poesía didáctico-alegórica del Medioevo, el viaje dantesco
constituye varios planos de significado. En efecto, la Comedia puede leerse
según los cuatro sentidos que Dante enumera en el Convivio (II, 1) y en la
epístola a Cangrande della Scala: el literal, el alegórico, el moral y el
anagógico o suprasentido.
Literalmente narra el viaje que Dante, por
voluntad de Dios, puede realizar vivo a través del triple reino de ultratumba,
hasta llegar purificado en su presencia, comprenderlo y salvarse. Alegóricamente
es la historia de su alma, que, nacida para realizar nobles ideales, pero
desviada por las pasiones mundanas, se redime primero con la ayuda de la Razón
Humana (Virgilio) y luego de la Razón Divina (Beatriz), por intercesión de la
Virgen y bajo el amparo de la Gracia Iluminante (Santa Lucía).
Moralmente enseña a los hombres qué fácil es
entrar en la vida pecaminosa (la selva oscura) sin siquiera darse cuenta, pues
las pasiones adormecen la conciencia (la somnolencia del poeta), y qué difícil
salir de ella y volver a la vida virtuosa (el alto cerro), a causa de la
resistencia de las pasiones (impedimento de las tres fieras), y, más aún,
imposible, sin la trabajosa meditación acerca de la suerte reservada a las
almas según sus culpas y méritos (viaje por los tres reinos), y sin el largo
estudio de las cosas humanas y divinas (guía de Virgilio y de Beatriz).
Anagógicamente,
significa las tenebrosas condiciones de la humanidad (la selva)
y la necesidad de salir de ellas bajo la divina protección (las "tres
mujeres benditas" Jnf., II, 14), siguiendo con ordenada disciplina
al Imperio, en las cosas temporales (Virgilio desde la selva al Paraíso terrenal),
y a la Iglesia en las espirituales (Beatriz del Paraíso terrenal al Empíreo),
unidos ambos por el bien de los hombres (diálogo entre Beatriz y Virgilio por
la salvación de Dante, Inf., II, 52).
Dante y la Divina Comedia : La poesía de la Comedia y la grandeza de
Dante
El
Poema constituye una gran alegoría, en la que el hombre medieval recorre las
distintas fases de ese camino moral que ha de conducirlo hasta la beatitud
eterna, y que su valor, por lo tanto, reside únicamente debajo del ornato
retórico de los versos. Pero el contenido conceptual y el apostolado ético que
implica no hubieran sido suficientes para elaborar la grandeza de la Divina
Comedia. En cambio, todas aquellas elevadas meditaciones
han dado forma y tangibilidad a una miríada de imágenes y, como sentimiento
del mundo, se han convertido en su alma secreta.
El Poema ha transferido sobre un escenario
dramático todas las experiencias de Dante, de modo que frente al lector surgen
y se imponen a su atención y sensibilidad no conceptos, sino figuras.
Ciertamente el poeta, concentrado en su misión providencial y ligado a las
doctrinas medievales, concibió que el valor de su obra residía esencialmente en
el mensaje moral y religioso en él contenido, y con esa convicción se la leyó
e interpretó en un principio. Sin embargo, quien hoy sigue al peregrino a lo
largo de su viaje, no busca ya las enseñanzas éticas o las elevadas verdades
que encierra la Comedia, sino que contempla admirado las soberbias
figuraciones nacidas de la fantasía de Dante. Y ello no se debe solamente al
hecho de que las concepciones estéticas de nuestro tiempo han variado
fundamentalmente, sino porque ha sido la poesía la que ha hecho inmortal al
Sagrado Poema.
Frente
a Pier della Vigna, por mencionar un ejemplo, no pensamos ya en la vileza y el
error que implica el suicidio, sino quedamos atónitos por el poder y el
ambiente que lo rodea, y percibimos agudamente la atmósfera de pesadilla y de
tristeza que envuelve la totalidad del canto. Del mismo modo, a lo largo de
los cien cantos de la Divina Comedia admiramos el relieve individual de
los condenados, la coral y suave melancolía de los penitentes, el regocijo
hecho luz y canto de los bienaventurados. Aun los personajes más evidentemente
alegóricos, como Virgilio y Beatriz, poseen en el Poema una vida propia ligada
en mayor medida a su existencia terrena o legendaria —tal como se grabó en el
ánimo del poeta— que al acato de su significación trascendente. El Poema, pues,
confirma la grandeza espiritual de Dante y testimonio el continuo fundirse en
él de cielo y tierra, de humano y divino, de particular y de universal, y
revela bajo la forma de eterna poesía una de las más altas cumbres que jamás
haya alcanzado la literatura universal.