Síntesis:
En la historia de la humanidad, Egipto ocupa un
lugar destacadísimo. Su suelo ha sido cuna de una de las civilizaciones más
antiguas del mundo, y en cierta época fue asiento del pueblo más poderoso de la
tierra. Aún hoy día, los antiguos egipcios continúan maravillando al mundo por
la grandiosidad y armonía de las ruinas de sus colosales construcciones.
EL PAÍS
Egipto sería un
completo desierto si no fuera por el Nilo, que lo atraviesa de sur a norte y convierte al valle por donde corre
en una tierra fértilísima. Su sistema de crecientes periódicas y su abundante
red de canales permite en sus orillas toda clase de cultivos. Todo Egipto vive
del Nilo.
EL PUEBLO
Los egipcios pertenecen a la raza camita, de piel oscura, mezclados con tribus semitas venidas de Arabia. Su historia es la más antigua de la humanidad, ya que se remonta al año -3500.
Los egipcios pertenecen a la raza camita, de piel oscura, mezclados con tribus semitas venidas de Arabia. Su historia es la más antigua de la humanidad, ya que se remonta al año -3500.
Egipto fue gobernado
por 26 Dinastías de faraones y su época más gloriosa corresponde ai Nuevo Imperio Tebano, entre los anos —1500 y
— 1000. Sus principales reyes fueron Tutmés III el Conquistador, Amenofis III
el Magnífico, y sobre todo Ramsés II, el más glorioso de todos.
Posteriormente Egipto
entró en decadencia y hacia — 525 perdió su independencia pasando a poder de
Persia, luego de Alejandro Magno y finalmente de Roma.
LA CULTURA
Fue una de las más
brillantes de la antigüedad. Los egipcios se destacaron sobre todo en Arquitectura y Escultura. Muchas de sus construcciones se cuentan entre las "maravillas
del mundo", entre ellas, las Grandes Pirámides, los Templos de Karnak y
Luksor, la Esfinge, y los Colosos, es decir, las estatuas gigantescas de sus faraones.
• Los egipcios eran politeístas. La divinidad principal era Amón, el sol, al que asociaban
tríadas, como la de Osiris, Isis y Horus. Adoraban además al faraón y también
a varias clases de animales, entre los que descollaba el "Buey
Apis". Poseían muy desarrollado el "culto de los muertos", que
los llevaba a embalsamar los cadáveres con una técnica muy notable.
• Su ciencia fue considerable, principalmente en astronomía y en lo referente al
cálculo de sus construcciones.
• Su escritura jeroglífica es una de las más antiguas y complicadas. Hoy
se la puede leer gracias al arqueólogo francés Champollion que logró
descifrarla.
SU LEGADO
los egipcios no mezquinaron su cultura. Todos sus adelantos fueron
transmitidos a los pueblos vecinos y por ellos han llegado a nosotros.
DESARROLLO:
I. El País: El
Nilo
II. El Pueblo: Períodos
Tinita
Menfita
Tébano (antiguo)
Tébano (nuevo)
Saíta
Dominio extranjero
III. La Cultura: •
Gobierno: El Faraón
• Clases Sociales
• Religión: dioses: Buey Apis
Culto a los
muertos: embalsamamiento
• Artes: Arquitectura: templos
tumbas: mastabas, pirámides,
hipogeos
Escultura: Colosos
Pintura
Ciencias: Matemáticas , Astronomía, Física , Química , Medicina
Literatura
Escritura: Jeroglíficos
I. El País
Puede decirse que Egipto no
es sino un inmenso oasis de más de 1.000 kilómetros de largo y 40 de ancho; en
efecto, enclavado en el ángulo nordeste del continente africano, no sería nada
más que un pedregoso desierto, continuación del Sahara y de la Arabia; sin embargo,
el río Nilo que lo atraviesa en toda su longitud, de sur a norte, lo convierte
en un fértilísimo valle.
Este río, uno de los más
grandes de todos los conocidos en el mundo antiguo, tiene sus fuentes en el
corazón de África, en la región de los grandes lagos Alberto y Victoria y luego
de bañar toda la zona ecuatorial africana, formando numerosos saltos y
cataratas, penetra en Egipto. Allí corre encajonado entre dos cadenas de
montañas, la Líbica y la Arábiga: es el Alto Egipto.
Luego, al llegar el Nilo
cerca de la ciudad de Menfis, se divide en 7 brazos principales formando su
famoso Delta, de unos 100 km de largo y 500 de ancho: es el Bajo Egipto, región
muy fértil, de clima cálido y húmedo, y surcada de innumerables canales.
Finalmente, y tras haber
recorrido más de 6.500 km, el Nilo vuelca su voluminoso caudal de unos 13.000 m3
por segundo en el Mar Mediterráneo.
Herodoto, famoso historiador
griego del siglo V antes de Cristo afirmaba: "Egipto es un regalo del
Nilo." En efecto, si hay vida y riquezas en este país, ello se debe al
extraordinario sistema de las crecientes periódicas de su río.
Cada año, apenas comienzan
las grandes lluvias del verano en el centro del África, y el deshielo en los
montes de Abisinia, el Nilo comienza a elevar rápidamente su nivel arrastrando
consigo un manto de humus y de sustancias fertilizantes formadas por restos de
plantas en descomposición. Al aumentar la creciente, el Nilo se desborda y
cubre todo el valle durante los meses de julio y agosto. Luego en los tres
meses siguientes las aguas se van retirando poco a poco, dejando toda la región
cubierta de una riquísima capa de limo negro.
Inmediatamente se procede a
la siembra, y cuatro meses después se cosecha. Si la creciente ha sido muy
buena, puede efectuarse una segunda siembra. Los antiguos egipcios, que
ignoraban las causas de estas crecientes periódicas, creían que el Nilo bajaba
del cielo a causa de sus numerosas cataratas y le rendían culto como si fuera
dios; durante la época de la creciente se entregaban a la oración y a fiestas
religiosas en reconocimiento de su divinidad.
ORIGEN
El
origen del pueblo egipcio se remonta a la prehistoria. Probablemente los
primeros hombres llegados al valle del Nilo fueron pastores de raza canuta, de
piel morena, venidos de Libia y de Numidia hacia el año -6.000.
A
ellos se agregaron otras tribus camitas, de piel negra, venidos de
Abisinia. Posteriormente llegaron de Arabia tribus semitas, de piel
blanca. La fusión y mezcla de estas tres razas constituyó el pueblo egipcio.
Estos
primeros habitantes eran nómadas, y vivían agrupados en clanes, es
decir, grupos de personas descendientes de un mismo antepasado. Una vez
radicados definitivamente a orillas del Nilo, y ante la necesidad de
organizarse para el mejor aprovechamiento del río, se reunieron varios clanes
vecinos constituyendo principados independientes llamados "nomos".
Estos pequeños Estados fueron confederándose a su vez, y se formaron así
los dos reinos del Alto y del Bajo Egipto. Posteriormente, con la
unificación de ambos reinos, comienza la historia de Egipto, la cual se
desarrolla en los siguientes períodos:
Imperio TINITA.
El autor de esta unificación es el caudillo militar Menes. Hacia el año
— 3.500 se proclama Faraón de todo el Egipto y se corona con el Pchent,
combinación formada con la corona blanca del Sur, y la roja del Norte.
Establece la capital del país en Tinis y da comienzo a la 1ª dinastía.
Durante su reinado y el de sus sucesores, Egipto consolida su unidad y se
organiza políticamente.
• Imperio MENFITA. Hacia el año 3.000, el faraón Zezer
fundador de la 3ª dinastía, traslada la capital a Menfis y da
comienzo a un período de gran esplendor. El poderío de Egipto comienza a expandirse
hacia los países vecinos. Es también la época de las construcciones
monumentales: los monarcas de la 4ª dinastía, Keops, Kefrén y
Micerinos perpetúan su memoria con la construcción de las Grandes Pirámides
y la Esfinge de Gizeh.
Con
todo, con los faraones de la 9ª y 10ª dinastías sobrevienen las primeras
invasiones extranjeras de tribus libias, provocando un período de anarquía
militar.
Antiguo
Imperio TEBANO. Ante la naciente decadencia, príncipes tebanos se
sublevan, y hacia el año —2.100, logran apropiarse del poder. Trasladan la
capital a Tebas y dan comienzo a un período de reorganización y
fortalecimiento bajo los faraones de las dinastías 11ª y 17ª.
Así,
el faraón Amenemat III manda cavar el lago artificial Meris, y ordena la
construcción del Laberinto, de los Colosos de Memnón y del Serapcum.
Lamentablemente este progreso fue detenido por un grave acontecimiento.
Hacia
el año —1700 un conglomerado de feroces guerreros avanza desde el Asia Menor y
sojuzga a Egipto por 200 años. Los egipcios los denominaron despectivamente
"hicsos", es decir, reyes pastores, por su primitiva condición
de nómadas. Eran tribus semitas provenientes de la Mesopotamia, y expulsados de
allí por las gigantescas invasiones arias del 2º milenio antes de
Cristo. Traían consigo caballos y armas de hierro, y con estos elementos desconocidos
hasta entonces en Egipto, pronto dominaron todo el país. Las inscripciones
egipcias, aún nos hablan de su rapiña y ferocidad. Durante el dominio de los hicsos se
establecieron en Egipto numerosas tribus extranjeras, y entre ellas llegan
Jacob con sus hijos —semitas ellos también—, los cuales al poco tiempo
constituirán la prolífica nación hebrea.
Nuevo
Imperio TEBANO. La nobleza egipcia que había soportado de mala
gana el dominio de los hicsos promovió una sublevación sangrienta. Hacia el año
-1.500, príncipes tebanos logran expulsar a los invasores e inician el período
de mayor esplendor y predominio egipcio. Durante 4 siglos Egipto será el país
más poderoso del mundo. Entre todos los faraones de las tres únicas dinastías
que se suceden en el trono durante esta etapa, merecen destacarse:
Tutmés 1: expulsa definitivamente a los hicsos y lleva
las fronteras de Egipto hasta la Siria.
Hachepsut: su hija, gobernó el país durante 20 años con mano de
hierro. A ella se debe igualmente la construcción de grandiosos templos.
Tutmés III: su esposo y sucesor. Se lo ha apodado el
"Napoleón egipcio". Emprendió 17 campañas extendiendo su dominio
hasta el Éufrates, y por el sur hasta Abisinia.
Amenofis IV, "el Magnífico": monarca refinado, amante
de las fastuosas obras. A él se deben maravillosas construcciones de Lucor y
Kamaks. Durante su gobierno el culto a Amón logra el apogeo de la
opulencia.
Amenofis IV: disgustado por los excesos religiosos anteriores prohíbe
la adoración de los ídolos. Aconsejado por su esposa la reina Nefertiti, implanta
en Egipto el monoteísmo, con la adoración a Atón, el dios sol. Por sus ideas
espiritualistas se lo ha considerado "el genio más notable entre los
orientales".
Tutankomón: su yerno y sucesor, joven de 22 años, destruyó la
obra de su suegro restableciendo los antiguos cultos. Se ha hecho célebre por
haberse hallado intacto su sarcófago rodeado de innumerables riquezas, en el
año 1922.
Ramsés II: fue el más glorioso de todos los faraones. Reinó 67
años y bajo su mando Egipto logró el más alto apogeo de su historia. Todos los
países del Cercano Oriente y del Este africano eran sus aliados o le rendían
vasallaje. No hay ciudad en el país que no posea monumentos en memoria de sus
victorias. Sin embargo, se supone que no le pertenecen todas las obras que se
le atribuyen, sino que deben repartirse con varios otros reyes anteriores. A
su muerte, sus sucesores denominados "los ramesidas" no logran conservar
el gran poderío alcanzado.
Imperio SAITA: decadencia y dominación
extranjera. La gran prosperidad alcanzada por Egipto le atrajo numerosas
expediciones de pueblos vecinos ávidos de conquista. Primeramente fueron los aqueos
y otros pueblos del Asia Menor a los que se llamaba "Pueblos del Mar". Ramsés III logró finalmente rechazarlos
pero a costa de grandes pérdidas.
Poco
después se desata la anarquía entre los jefes militares y los etíopes
penetran por el sur del país apoderándose de una parte del territorio. Aprovechando
este desorden, Asaradón, rey de Asiría, logra invadir y dominar todo
Egipto. Poco después, el faraón Psamético I consigue expulsar a los
asirios e inicia un último y corto período de esplendor. Su hijo Necao II continuó
su obra, y relacionándose con griegos y fenicios, dio un gran impulso al
comercio.
Además,
comenzó la construcción de un canal que debía unir el Nilo con el Mar Rojo; en la
ejecución de esta obra, marinos fenicios partiendo del Mar Rojo llegaron a la
desembocadura del Nilo, luego de costear todo el continente africano. Sin embargo, no logró este
joven faraón mantener el poderío egipcio. En el año — 605 Nabucodònosor, rey de Babilonia, lo
derrota y se apodera de una parte del país.
Finalmente,
bajo el faraón Psamético III, los persas, al mando de Cambises, hijo
del gran rey Ciro, concluyeron con la independencia de Egipto, en el año — 525.
Durante
más de dos siglos Egipto perteneció a Persia. En el año — 333, Alejandro Magno penetra en el Valle del Nilo, anexa el país a su
imperio, y funda Alejandría, su nueva capital.
A
su muerte, uno de sus lugartenientes el general Ptolomeo, inicia su
célebre dinastía, durante la cual Alejandría se convirtió en el centro de la cultura
de todo el Oriente. El faraón Ptolomeo XIII interviene en las luchas
civiles de Roma, y al declararse enemigo de Julio César, es destituido y
reemplazado por su hermana Cleopatra. Casada poco después esta
reina con Antonio, el héroe romano, entran en conflicto con Octavio
Augusto, quien los derrota en el año — 30 en la célebre batalla de Accio. Desde entonces Egipto se
convirtió definitivamente en Provincia Romana.
III. La Cultura
En
medio de todas las vicisitudes de su historia, Egipto sufrió las inevitables
consecuencias del dominio de los extranjeros. Pero ellos, a su vez, recibieron
con agrado el influjo de la gran civilización egipcia. Los sucesivos conquistadores
del Nilo —asirios, persas, griegos y romanos— asimilaron sus adelantos, principalmente
científicos, incorporándolos a sus respectivas culturas.
Gobierno:
El régimen
de gobierno egipcio era Monárquico: el rey se llamaba "Faraón"
(Gran Señor) y su poder era hereditario.
Teocrático: era considerado dios, hijo
y encarnación de Rha, el dios sol. Tanto en vida como a su muerte, se le
rendían honores divinos. Una muy numerosa e influyente casta sacerdotal rodeaba
al faraón y lo asesoraba en sus funciones religiosas y de gobierno.
Absoluto: El faraón detentaba la
suma autoridad. Todos los funcionarios del país no eran sino sus representantes
y ciegos ejecutores de sus órdenes. La vida del faraón transcurría en un
suntuoso palacio rodeado de una numerosísima corte y llevando una existencia
totalmente regida por un severo ceremonial. En los días de mayor solemnidad se
mostraba al pueblo en medio de su más brillante pompa.
Justicia:
Era
ejercida en nombre del faraón por un Supremo Tribunal de 30 sacerdotes
jefes de las comunidades religiosas de Tebas y Menfis y de acuerdo a códigos
secretos, sólo conocidos de los jueces. Las sentencias, en general justas y
benignas, consistían en multas, prisión, azotes, amputaciones y hasta pena de
muerte. Los principales delitos perseguidos eran el homicidio, la calumnia, la
falsificación y el adulterio. Las leyes contra los ladrones eran muy benignas,
y por temor a la venganza de los bandidos y violadores de tumbas, sólo se
pronunciaba contra estos últimos, sentencia de castigos morales.
Clases sociales:
Aunque
en Egipto no existían las castas que encontramos en otros pueblos, había con
todo, grandes diferencias sociales.
Una minoría de la población constituía la Clase alta, la cual estaba
compuesta de:
Nobles, emparentados con los
faraones y gobernantes.
Sacerdotes, de gran prestigio y
autoridad, pues poseían los secretos de la ciencia, y eran además los
administradores de las inmensas riquezas de los templos. En ciertas épocas se
constituyeron en los verdaderos gobernantes del país.
Militares: aunque los egipcios
carecían de espíritu guerrero, debieron organizar y mantener potentes
ejércitos para defenderse de los vecinos. Los jefes del ejército participaban
de todos los privilegios de los nobles.
Escribas: constituían una muy
importante categoría de funcionarios. Como conocían los secretos de la
escritura, eran los agentes indispensables para asegurar el trabajo del pueblo:
ejercían el comercio, cobraban los impuestos, vigilaban las construcciones y en
general estaban al frente de toda la vida del país. Las pinturas nos
representan a los escribas casi siempre ayudados en sus funciones por una turba
de esclavos negros armados de látigos y azotes.
La Clase Inferior estaba
compuesta por los artesanos, mercaderes y pastores. Una categoría aún más baja
la formaban los esclavos;
casi un tercio de la población componían esta clase, por ser extranjeros, o
prisioneros, o en castigo de deudas.
Caracteres populares:
Las
pinturas murales nos indican que los antiguos egipcios eran altos, esbeltos, de
hombros anchos y miembros finos y largos. La expresión de su fisonomía dulce y
bondadosa nos revela su carácter pacífico y muy inclinados a la religiosidad y
a la vida hogareña.
Sus
costumbres eran sencillas y frugales. Los hombres de
elevada condición vestían una túnica de lino de anchas mangas y con orlas
teñidas. El pueblo se contentaba con una tela ceñida a la cintura y que llegaba
hasta la rodilla. Las mujeres usaban largas faldas estrechas y sostenidas con
breteles. Tanto los hombres como las mujeres se pintaban los párpados y
contornos de los ojos con antimonio para evitar la irritación producida por la
excesiva reverberación solar.
Religión:
En
sus comienzos el pueblo egipcio fue monoteísta, es decir adorador de un
dios único. Al mismo tiempo, cada "nomo" reverenciaba un animal o una
planta, que venía a ser el emblema de la tribu y por medio del cual se creían
ligados a la divinidad. Pero con el transcurso del tiempo el pueblo fue
adorando estos emblemas o "totems", de modo que a principios del
Imperio Tinita, en Egipto reinaba el más grosero politeísmo: leones,
cocodrilos, bueyes, gavilanes, gatos, chacales, escarabajos, y hasta ciertas
hortalizas fueron adorados y considerados como encarnaciones de la divinidad.
Así Herodoto pudo afirmar que los egipcios eran el pueblo más religioso del
mundo. "Hasta en sus huertos y granjas les nacen dioses", afirmaba
con ironía.
Entre
todos estos dioses, el más popular y de culto más extendido, fue sin duda
alguna el Buey Apis, a quien se suponía encarnación de Osiris. Para
poder ser elegido, este buey debía ser negro, con ciertas manchas blancas en
la cabeza, en el lomo y en la lengua, semejantes a escarabajos o alas de
águila. Cuando aparecía un animal con estas características, todo Egipto
vibraba de entusiasmo: era Osiris que bajaba a la tierra a proteger a su
pueblo. Se trasladaba al buey en una barca dorada, y se lo instalaba en el
Templo Nacional de Menfis, rodeado de una brillantísima corte de sacerdotes. En
los días más solemnes se lo exponía a la veneración pública, y de todo Egipto
acudía el pueblo a rendirle adoración. El Buey Apis no podía pasar de los 25
años. Llegado a esa edad, era ahogado con perfumes en una fuente sagrada. Luego
se lo embalsamaba y se lo sepultaba en el "Serapeum" o tumba de los
dioses. A partir de entonces, todo Egipto quedaba sumido en luto hasta la
aparición de otro Buey Apis.
Las
clases superiores egipcias continuaron siempre siendo monoteístas. Adoraban a
un Ser Supremo, el Sol, creador de todas las cosas, y que recibía
distintos nombres según la ciudad: Amón, Rha y Ptah, en Abidos,
Menfis y Tebas, respectivamente. Pero para el pueblo, eran dioses distintos y
hasta rivales. La creencia popular los imaginaba viviendo en familia, con una
mujer y un hijo, formando así las "tríadas" o trinidades de dioses.
En
Tebas, esta trinidad estaba formada por Amón, Muth y Chons.
En
Menfis, se llamaba Ptah, Seket e Imuthes.
En
Abidos, la formaban Osiris, Isis y Horus.
Esta
última trinidad fue la más popular y su culto se extendió por todo Egipto.
Mito de
Osiris. Cuentan las antiguas leyendas que Osiris, sabio rey de Egipto,
fue asesinado por su hermano Scth, rey de las Tinieblas. Isis, esposa de
Osiris, logra recoger sus restos, llora copiosamente sobre ellos y encarga a su
hijo Horus que vengue su muerte. Tras un rudo combate, Scth es derrotado
y encadenado en el desierto, mientras Osiris resucita y recobra el poder de
manos de su hijo.
En
este mito, Osiris personifica al Sol que cada día es vencido por Seth, el dios
de la noche. Isis es la diosa del Nilo y con sus llantos provoca las crecientes
periódicas. Horus es el Amanecer que vence a la Noche y sólo se inclina ante el
Sol, su padre. Esta leyenda que proporcionaba a los egipcios una explicación
mítica sobre la sucesión de los días y de las noches, así como a las periódicas
crecientes del Nilo, era recordada anualmente en todo el país con solemnísimas
fiestas.
Culto a
los Muertos. Los egipcios creían en la inmortalidad del alma como en la eternidad
de las recompensas y castigos de la otra vida. Creían que el alma, apenas
salida del cuerpo se presentaba ante Osiris y su Tribunal
integrado por 42 jueces, y allí rendía un examen sobre su vida, de acuerdo a un
formulario contenido en el "Libro de los Muertos". En caso de aprobar
su examen, viviría eternamente junto al dios. En caso contrario sufriría tormentos
eternos.
Por
ello todo egipcio se preocupaba por aprender de memoria su defensa ante el
Supremo Tribunal: las fórmulas sagradas eran depositadas junto al cadáver, e
incluso se las recordaba leyéndoselas al oído durante los funerales.
Pero
al mismo tiempo creían que el alma sólo podía descansar en paz si el cuerpo se
conservaba en la sepultura. De modo que para evitar la destrucción de los
cadáveres, procedían a su embalsamamiento.
Por
ello adquirieron los egipcios una gran pericia y maestría, y sus secretos aún
nos son desconocidos. Los embalsamadores formaban una clase social separada de
las demás, ya que se los consideraba impuros, aunque sus servicios eran
necesarios.
Los
embalsamamientos eran de diversas clases, según la fortuna de los interesados.
Los más costosos consistían en la extracción del cerebro mediante ganchos que
se introducían por la nariz; las vísceras eran quitadas mediante cortes
practicados en el abdomen. Luego se rellenaban el cráneo y el vientre con
sustancias aromáticas de composición secreta, se practicaban las costuras
necesarias y se colocaba el cadáver en sal durante 60 días. A continuación y
ya casi momificado, se lo lavaba y fajaba con telas engomadas y se lo
depositaba en un doble ataúd de madera ricamente adornado con pinturas y
jeroglíficos y en cuya superficie se reproducía la cara del difunto. Así era
entregada a la familia para proceder a su sepelio.
Este
método de embalsamamiento, así como también otros menos caros y más simples,
han sido muy eficaces para conservar hasta nuestros días las numerosas momias
egipcias que se hallan expuestas en los diversos museos del mundo.
Arte.
A
pesar de las múltiples variaciones y continuos enriquecimientos registrados en
el transcurso de los siglos, puede afirmarse que algunas características del
arte egipcio han permanecido inmutables. Entre ellas, la afición al empleo de
las grandes masas y de las proporciones gigantescas, el predominio de la
línea recta y la maravillosa solidez de sus construcciones.
•
Arquitectura. — Las más grandiosas y monumentales construcciones del mundo
antiguo se hallan en Egipto. Entre ellas son dignos de mención sus monumentos
Funerarios y sus Templos.
Tumbas:
Al principio, los egipcios enterraban sus difuntos en la arena, en sencillos
féretros de madera. Como ello no era suficiente para lograr la conservación de
los cadáveres, fueron protegiéndolos con edificios cada vez más grandiosos,
entre los cuales se destacaban:
Las
mastabas: Simples construcciones de forma rectangular, hechas con piedra
lisa y sin mayores adornos. En un rincón de la misma se hallaba una lápida
grabada, la que cerraba la boca de un profundo pozo lleno de piedras y de
arena. En su fondo se encontraba la cámara funeraria-, con el ataúd, rodeado de
diversos objetos.
Las
pirámides: Como las mastabas no protegían a los difuntos de la codicia
de los bandidos, los egipcios idearon construcciones cada vez más grandiosas y
seguras. Así construyeron las pirámides, de las que aún se conservan más de un
centenar. Algunas entre ellas nos maravillan por su grandiosidad y han sido
consideradas siempre como el prototipo de las más gigantescas obras humanas.
Entre todas, sobresalen las construidas por los faraones de la 4ª dinastía: la
Gran Pirámide, de Keops, de 150 metros de altura; la de Kefrén, de
135, y la de Micerinos, de 65.
La
Gran Pirámide tardó 30 años en construirse, y durante todo ese tiempo
trabajaron en ella más de 100.000 hombres, reclutados entre los esclavos y los
prisioneros de guerra. Las canteras de Arabia y de Libia proveyeron la
abundante piedra: más de dos millones y medio de metros cúbicos.
Sus
aristas están perfectamente orientadas hacia los puntos cardinales y de
acuerdo a ciertas fórmulas cosmográficas, lo que hace suponer que al mismo
tiempo que tumba, la Pirámide servía de observatorio astronómico. En su
interior hay un verdadero laberinto de cámaras y galerías, muchas de ellas
construidas para desorientar a los ladrones; y todas, ricamente adornadas con
pinturas y obras de arte.
Los hipogeos: Tampoco las pirámides protegieron del
asalto de los ladrones los restos de los faraones. Por ello, a partir de la 6ª
dinastía se comenzó la construcción de tumbas subterráneas (hipogeos), excavadas
en las laderas de las montañas y en lugares de difícil acceso. Eran inmensas
galerías —algunas de más de 100 metros— abiertas en la roca y que conducían a
suntuosas cámaras fúnebres, sostenidas por columnas, e igualmente recubiertas
de pinturas y bajorrelieves con escenas de la vida del difunto. En las
numerosas antesalas que las precedían se depositaban las provisiones y
objetos de valor. Luego se disimulaba y tapiaba la entrada de la tumba con
grandes rocas.
Un
interesantísimo conjunto de hipogeos construidos por los faraones de la 18ª
dinastía fueron descubiertos recientemente en las montañas cercanas de Tebas,
en el lugar llamado desde entonces "Valle de los Reyes". Entre ellos,
se ha hecho famoso el hipogeo de Tutankamón, por haber sido encontrado casi
intacto en 1922, por el arqueólogo Howard Cárter.
Templos:
Son igualmente famosos por su solidez y dimensiones, así como por la perfecta
armonía de sus líneas. Todas las ciudades egipcias poseían sus templos; pero
los más famosos son los de Luksor y Karnac, construidos en las afueras
de Tebas, en honor de Amónj y enriquecidos espléndidamente por todos los
faraones.
La
distribución de los templos egipcios era, en general, muy parecida: se llegaba
a ellos por una amplia avenida bordeada de esfinges, es decir, de
estatuas de animales con cabeza de hombres. Al término de la avenida estaba la
entrada, formada por dos grandes torreones en forma de pirámide truncada y
paredes totalmente cubiertas de inscripciones y jeroglíficos. Junto a estos
baluartes, a ambos lados de la puerta, solía haber dos estatuas colosales del
faraón constructor del templo, así como también dos obeliscos de una sola pieza
y totalmente grabados.
Franqueada
la entrada se llegaba a un patio interior rodeado por galerías cubiertas con
tejado sostenido por columnas. A continuación estaba el templo propiamente
dicho y que comprendía:
La Sala Hipóstila: Amplísima cámara dividida en varias naves por
hileras de gruesas columnas. La parte central del techo era de mayor altura
que las laterales.
La Sala de la Aparición: Allí se realizaban las ceremonias del culto,
y a ella sólo tenían acceso los nobles y personajes de la corte.
La Sala del Misterio: Era el santuario, o morada del dios, y donde
se guardaba su estatua y los tesoros que se le habían obsequiado. En esta
cámara sólo penetraban el faraón y los sacerdotes encargados del servicio del
ídolo.
Los
templos egipcios y, en general, todas sus construcciones son verdaderas páginas
de historia; en sus paredes y columnas se hallan grabados en jeroglíficos los
principales episodios de la vida del país.
-
Escultura. — Gozó de las mismas cualidades características que la Arquitectura: gigantescas
proporciones y extraordinaria consistencia. Tuvo también sus mismos
defectos: formas rígidas, carentes de expresividad y .de soltura de miembros.
Sin mayores detalles y totalmente simétricas.
En
los bajorrelieves los artistas no aplican las leyes de la perspectiva para la
distribución de los planos y representan, de un modo simplísimo, de frente el
cuerpo y de perfil los miembros y la cara. Entre los más notables aciertos de
la escultura egipcia se halla la famosa estatua del Escriba sentado del
Museo del Louvre de París, y el busto policromo de la reina Nefertiti, en
el Museo de Berlín.
Mención
especial merecen los Colosos egipcios, o sea las gigantescas estatuas
de los faraones hechas en piedra a la entrada de los templos. Entre éstos son
dignos de mención los numerosos Colosos de Ramsés II, los de Amenemat
III, llamados de Memnón, y la Esfinge de Gizeh. Esta última, no
lejos de las Grandes Pirámides, mide más de 30 metros de largo y 20 de altura.
Entre sus patas delanteras se ha descubierto la entrada secreta que la comunica
con un cementerio vecino.
Pintura. — Al igual que la
escultura, sirvió como complemento de la arquitectura para decorar las paredes
de los templos y palacios. El dibujo es simple y detallista en exceso; los
colores vivos y sin matices.
La
carencia de perspectiva y su inalterable simetría son sus características más
notables. Los temas desarrollados suelen ser religiosos o bien escenas de la
vida diaria.
Ciencia
egipcia:
Más
aún que por sus artistas, los egipcios tuvieron merecida fama en el mundo
antiguo por el caudal de sus conocimientos científicos. Las clases dirigentes,
y principalmente la casta sacerdotal, sobresalieron en el cultivo de:
Matemáticas: base de los cálculos necesarios para sus
monumentales construcciones. Según se desprende de antiquísimos papiros poseían
una especie de álgebra con la que obtenían las fórmulas geométricas de
superficies y volúmenes.
Astronomía: dividían el año en 12
meses iguales, a los que agregaban 5 días libres. Estudiaron y dieron los
nombres a los planetas y a las estrellas visibles.
Física: desarrollaron, con notable
éxito, un sistema de hidráulica necesario para la canalización y regulación de
las aguas del Nilo.
Química: con fórmulas propias y secretas, obtuvieron esmaltes
y colores que se mantienen inalterables hasta nuestros días; así como también
las sustancias necesarias para el embalsamamiento de los cadáveres.
Medicina: a cargo exclusivo de los sacerdotes, estaba
íntimamente relacionada con la magia y la hechicería.
Literatura
Los
numerosos papiros hallados en las tumbas y entre las ruinas de los palacios nos
dicen que la mayor parte de la literatura egipcia tuvo principalmente carácter
religioso; narraciones morales, tradiciones mitológicas y relatos históricos
deformados por exageraciones y leyendas. Sobresalen entre todos, los Himnos
celebrando las victorias de Tutmés III, y las conquistas de Ramsés
II, así como el Poema de la coronación de la reina Hachesupt. También
son notables las plegarias fúnebres en honor de Osiris, y que constituyen el
"Perenru" o Libro de los Muertos.
Como
para muchas otras cosas, el Nilo proporcionaba a los egipcios el material
necesario para su escritura. Encolando y prensando las capas desplegadas de una
caña muy abundante en el río, fabricaban los "papiros" y sobre ellos
escribían con punzones de madera empleando tintas de varios colores y
que aún en nuestros días —luego de 4.000 años-guardan todo su brillo.
Fueron
los creadores de un sistema de escritura sumamente original; escribían de
derecha a izquierda, dibujando pequeños signos con las siluetas de los objetos
a los que se referían. Estos signos, ejecutados con gran habilidad, eran
denominados "jeroglíficos" (hieros, sagrado; glyfos, signos),
ya que por su gran complejidad se los empleaba preferentemente en las
inscripciones de los templos y tumbas.
En
los papiros, en cambio, se solía emplear otro sistema de escritura, la
"hierática", que no era otra que los mismos jeroglíficos pero de
trazos más simplificados. Finalmente, a partir de la 20ª dinastía,
los signos se simplificaron aún más, formándose la escritura
"demótica" o popular, así llamada por emplearse principalmente
para los usos de la vida diaria.
De
modo que estos sistemas no eran tres escrituras diferentes, sino los mismos
jeroglíficos pero con trazos más o menos simplificados.
La
escritura egipcia fue durante muchos siglos uno de los grandes secretos de la
Historia. Pero en el año 1800, los arqueólogos franceses agregados a la
Expedición de Napoleón a Egipto hallaron en las proximidades de Rosetta una
piedra de granito con inscripciones en jeroglífico, en escritura demótica y en
griego. Llevada la piedra a Francia, y tras ingentes esfuerzos, el joven
arqueólogo Champollion logró descifrar la inscripción y establecer
definitivamente la clave de los jeroglíficos. Con ello nació la
"egiptología", una nueva rama de la Historia. A él y a sus
continuadores: Máspero, Mariette, de Rouge y muchos más, debemos todo lo
que el mundo conoce sobre la fascinante cultura desarrollada a orillas del Nilo
en los albores de la civilización humana.
Fuente: Historia antigua y medieval, Ed.Stella, Bs.As., 1965
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