EL FORMALISMO RUSO: Trama y motivos. Una tipología del relato por Beatriz Sarlo
Dentro de una teoría formalista de la narrativa es
indispensable analizar dos propuestas fundamentales: la teoría de la
organización de los motivos y una tipología del cuento, quizás la aventura más
extrema del formalismo. Shklovski, también en el trabajo citado anteriormente,
aborda el problema de la existencia de "leyes particulares, que presiden
la construcción de la trama"; por ejemplo, la trama de las fábulas de los
repertorios folklóricos de todo el mundo señala identidades notables en la
organización de los materiales. Estas identidades no pueden explicarse
genéticamente, como lo intentó el principal exponente de la escuela
etnográfica rusa, A. Veselovski. La interpretación genética siempre es externa
a la obra misma y no alcanza a desmontar los mecanismos morfológicos que
organizan los materiales (la historia o argumento). Shklovski, como también lo
propone Vladímir Propp, define como trama a "una acumulación de diversas
situaciones o motivos"; y al motivo como la "más simple unidad
narrativa". Hasta aquí siguen las definiciones de Veselovski. Sin embargo
caracteriza en forma diferente las posibilidades constructivas de la trama,
rechazando toda teoría de influencias o préstamos. Nuevamente el formalismo recurre
a las series de la literatura para explicar las variables formales en la
constitución de la trama y la organización de los motivos: "Una obra de arte se percibe sobre el fondo
de otras obras y en relación a ellas. La forma de una obra de arte se determina
a partir de su vinculación con las otras formas que la han precedido. [...] No
sólo la parodia sino cualquiera otra obra surge como paralelo o antítesis de
algún modelo. Una nueva forma no se crea para expresar un contenido nuevo sino
para sustituir una forma vieja que ha perdido su valor artístico".
La propuesta
consecuente con el planteo es una morfología del relato que dé cuenta de sus
variables formales. Tal morfología es el proyecto de Propp acerca del cuento
popular ruso (La morfología del cuento, 1928). Aunque Propp no estuvo
directamente vinculado con los grupos formalistas, su tarea responde a las
mismas precisiones teóricas y metodológicas; puede lícitamente ser ubicado
dentro de la corriente. Su morfología del cuento popular ruso interesa porque
aborda un "nivel de significación autónoma", el relato, que puede
extenderse como proyecto de morfología para cierto tipo de
"historias" (el cuento y la novela de aventuras, la historia de un
héroe que atraviesa
peripecias hasta llegar a un desenlace feliz: Ulises, por ejemplo, etc.).
En el
prefacio de su obra, Propp critica las clasificaciones del relato que se
realizan a partir del contenido; una clasificación por el contenido es fundamentalmente
antieconómica ya que se ve obligada a multiplicar las divisiones y subdivisiones
y corre el peligro de que estos compartimientos se superpongan (un cuento de
aventuras puede ser a la vez cuento de hadas y tener animales como personajes). Las
clasificaciones genéticas son aún más inciertas: ramificaciones y variables de
un mismo relato pueden perderse o pasar desapercibidos al investigador.
La tarea de Propp consiste, frente a estas
dificultades, en separar una tipología de una morfología: para establecer una
tipología del cuento (del cuento popular en su caso) es necesario previamente
definir su morfología. A tal efecto, Propp diferencia las acciones en
variantes e invariantes: una invariante es, por ejemplo, la ayuda recibida por
el héroe (protagonista); la variante es la tabulación diversa que reviste esa
ayuda: un anillo, un objeto mágico, un aviso, una respuesta. Las invariantes
son las acciones llevadas a cabo por el sujeto; se las designa como funciones.
Toda invariante introduce otra invariante; es decir, que cada función es introducida
por la precedente, a la que cierra, e introduce a su vez la función que le
sigue.
Propp afirma que el encadenamiento de las funciones
en el relato es invariable: a la partida del héroe sigue siempre una prueba preparatoria
a la que éste se ve sometido; a toda persecución sigue la recepción de una
ayuda, a todo reconocimiento del héroe sigue un castigo del malvado, etc. Es
posible, en cambio, que alguna función esté ausente, sin que se altere el
modelo general del relato. Esta morfología es aplicada por Propp a un conjunto
(corpus) de cien cuentos populares, transcriptos según la sucesión de sus
funciones. La conclusión que más interesa dentro del planteo formalista es,
sin duda, la siguiente: "Las
funciones actúan como elementos estables y constantes de los cuentos populares;
son independientes de su contenido y de la manera según la cual ese contenido
las llena. Constituyen los elementos que componen el cuento popular".
La morfología de Propp, su caracterización de las
funciones y de los niveles en que estas funciones se integran se mostró
particularmente operativa en el análisis de relatos folklóricos. Sin embargo,
después de tres décadas, críticos estructuralistas retomaron las teorías de
Propp acerca de funciones y
variantes, repensaron el problema de su encadenamiento y de su relación y, en
general, plantearon la posibilidad de nuevas morfologías del relato. Es
evidente, sin embargo, que cierto tipo de relato literario no puede responder
a modelos cuyas variables son tan estrictas y limitadas como las del cuento
folklórico. Propp no hubiera propuesto su difícil extensión a la literatura,
aunque reconocería toda una zona de relato literario donde subyace el modelo
del cuento popular. Lo importante de la Morfología del cuento es su
propósito de establecer un modelo científico que diera cuenta, a través de la
formalización de la trama, de los procedimientos de composición de un sector
de la narrativa. Y es justamente el proyecto teórico lo que interesa en una
historia de la teoría y la crítica literarias.