El relato realista: la ilusión de lo real
El cuento
realista es
una forma de ficción que se define por su intención de representar lo más
fielmente posible problemáticas comunes del mundo real. Pone particular interés
en reconstruir la atmósfera y, en general, retrata la época en que la narración
se crea y publica. Así, el cuento realista se puede comparar con un espejo o
una fotografía. Lo que se ve en ellos no es la realidad en sí misma pero ambos
nos muestran una reproducción directa de ella. Esto se debe a que el realismo, en tanto corriente literaria europea
surgida en la segunda mitad del siglo xix, se proponía realizar una crítica
social a partir de la descripción de la realidad.
En el relato realista, el marco y los personajes del mundo representado son construidos de forma tal que refuercen la credibilidad del lector. En este sentido, se incluyen referencias temporales precisas como fechas, datos cronológicos y referencias históricas.
La descripción tanto de las costumbres de una época determinada como de los lugares por donde se mueven los personajes refuerzan la idea de verosimilitud. Los espacios reproducen lugares creíbles o similares a los existentes en cualquier parte del mundo, y son descriptos detalladamente, sin idealizar ni adornar sus características. Así, existen espacios típicos de la ciudad o del campo, espacios abiertos o cerrados, etcétera.
El retrato de los personajes es
también fundamental para la construcción del clima realista. Se los describe
física, psicológica y moralmente, y suelen presentar una historia pasada y una
particular relación con otros personajes, como si fueran personas de carne y
hueso.
El pacto
narrativo es
un contrato implícito entre el autor y el lector mediante el cual se aceptan
determinadas normas para la cabal comprensión del texto. Por ejemplo, el lector
se compromete a suspender su incredulidad y a aceptar la ficcionalidad de lo que se le va a contar, esto es, su
calidad de invención y la lógica de un texto en su propio universo literario.
Sin embargo, el lector debe aceptar también la verosimilitud del texto.
Así, se puede denominar a la verosimilitud como la capacidad que posee
el texto de provocar una ilusión o apariencia de realidad dentro del mundo de
ficción. Cada género tiene su propio verosímil y, en el caso de los cuentos realistas, estos presentan un verosímil realista, una ilusión de realidad. En definitiva,
el lector debe aceptar lo que lee como algo que podría pasar o ha pasado,
aunque en realidad sepa que se trata de una invención.
Fuente: AA.VV., Prácticas del lenguaje 3 ES- Huellas, Ed. Estrada,
Buenos Aires, 2017
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