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17 de septiembre de 2020

El Decamerón de Giovanni Boccaccio : una nueva estética

 


El Decamerón fue escrito entre los años 1351 y 1353 y está enmarcado en la peste bubónica (peste negra) que asoló a Florencia en 1348. Si bien estas fechas lo definirían como una expresión literaria medieval, sus elementos de ruptura lo ubican en el Prerrenacimiento: un período de transición entre las expresiones típicas de la Edad Media y las renacentistas.

En el seno del Renacimiento italiano, surge una corriente intelectual denominada humanismo cuyos máximos exponentes literarios son Dante Alighieri, Francesco Petrarca y el autor de el   Decamerón, Giovanni Boccaccio. El humanismo vuelve su mirada a la Antigüedad clásica y propone una nue­va concepción del ser humano, de carácter más individualista, desligado de los rígidos preceptos de la religión. En esta época comienzan a proponerse otras representaciones artísticas; nace, así, una estética que refleja con más realismo la naturaleza humana y abandona los motivos religiosos.

Características renacentistas de El Decamerón

En esta obra se reflejan temáticas propias del Prerrenacimiento, cuyo origen se vincula con el surgimiento del comercio como forma de vida. Es en esa época que surgen las ciudades y, con ellas, la burguesía y el comercio. Como la ciudad de Florencia fue el epicentro del Renacimiento, resulta lógico que una obra allí contextualizada presente los primeros rasgos de la literatura renacentista. Estos son:

   Mayor extensión: El Decamerón se propone como un texto extenso frente a las nouvelles (novelas de extensión breve) frecuentes en la época.

   Lengua romance: la de Boccaccio es la primera obra en prosa que adopta el italiano, lengua romance, en reemplazo del habitual y consagrado latín.

   Temática: se proponen temas eróticos y se presenta un amor sensual ale­jado del modelo medieval. En esta obra, hombres y mujeres se muestran des­tinados al amor carnal y a los placeres que este genera. Se considera que la figura femenina es la incitadora que hace caer al hombre en la tentación.

   Condición humana de los protagonistas: ya no se trata de personajes nobles o héroes consagrados, sino individuos comunes que pueden encontrarse en cualquier ciudad de la época. Así, los relatos poseen una clara mirada antropocéntrica. Este carácter humanista se ve también en el tópico del carpe diem ('aprovecha el día'), opuesto al del ubi sunt ('¿dónde están?), pregunta que se hacían los poetas medievales relacionada con la vida trascendente, para la que la vida terrenal es solo un paso. En El Decamerón, frente a la mortandad y la finitud vital que ofrece la peste, el carpe diem parece ser la única posibilidad.

   Carácter anticlerical: la obra expone una fuerte crítica a la Iglesia, motivo que la aleja del protagonismo que esta ejercía en la literatura de la Edad Media.

 La peste: un marco para la narración

En la obra, la peste que sirve como marco es descripta de manera minuciosa, como una situación extrema que pone en crisis a la humanidad. En una época con escaso desarrollo de la medicina y nulas nociones de higiene, las enfer­medades se propagaban a gran velocidad; los cadáveres y sus pertenencias se quemaban para evitar el contagio y porque los cementerios no tenían más es­pacio. Esto generó una destrucción de las normas que sostenían el entramado social, y acercó al hombre a la animalidad. Por otro lado, la contemplación cercana de la muerte promovió una mirada más lúcida sobre la vida. Además, en la época, la peste era vista como castigo divino.

En El Decamerón, frente a este escenario, un grupo de jóvenes ociosos se re­tira al campo para preservar su vida. La narración de historias, símbolo de la hu­manidad desde sus orígenes, opone la civilización al caos. Esos diez días serán un medio para la regeneración. De esta manera, la obra se presenta como una reivindicación del rol esencial que tiene la literatura en la vida del ser humano.

La estructura utilizada por Boccaccio, sumamente original para la época, se denomina relato enmarcado: un narrador, o varios, introducen un relato nuevo (cada una de las cien historias de El Decamerón) dentro del relato general que se está narrando (la huida de la ciudad a causa de la peste). La situación de comunicación que incluye, por un lado, al autor como primer narrador que se dirige a sus lectores y, por el otro, a los personajes como narradores internos que se dirigen a los otros personajes (narratorios) constituye no solo una innovación, sino que además permite incorporar opiniones que podrían ser autocensuradas en otros contextos.

En esta centuria, la población europea quedó diezmada por la hambruna, produc­to de graves plagas, el cambio climático de la denominada "Pequeña Edad de Hielo", las guerras y un brote de "peste negra". A pesar de condiciones tan adversas e, inclu­so, a partir de esta adversidad, los artistas no dejaron de crear y hacer arte.

Otros acontecimientos de la época

·         1304: Dante Alighieri inicia a escribir el Infierno de su obra La Divina Comedia y lo finaliza en 1307.

 

·         1306: Giotto pinta el fresco Lamentación sobre el cuerpo de Cristo.

 

·    1330: El Arcipreste de Hita comienza la escritura del Libro de buen amor, que concluirá en 1343.

 

·         1337: Comienza en Francia la guerra de los Cien Años.

 

·     1372: Una flota castellana aniquila a una inglesa en la batalla de La Rochelle.

·    1395: Lorenzo Zaragoza finaliza el retablo de Jérica (primer modelo iconográfico de la Virgen y el niño).

 

Sobre el autor

Si bien no se conoce con certeza su lugar de nacimiento, se sabe que Giovanni Boccaccio( 1313-1375) vivió en la ciudad italiana de Florencia du­rante gran parte de su infancia. Era hijo ilegítimo de un importan­te comerciante florentino, quien se hizo cargo de su crianza.

Boccaccio no demostró ningún interés en continuar con los ne­gocios de su padre, y desde joven comenzó una importante carrera humanística, principalmente en la ciudad de Nápoles. Debido a un revés financiero de su padre, en 1348 se vio obligado a regresar a Florencia, donde fue testigo de la peste que más tarde constituirá el marco de El Decamerón. Esta obra, en la que trabajó dos años, le otorgó un importante reconoci­miento social. Fue así como, tras la muerte de su padre (1349), comen­zó a ocuparse de lo que restaba de sus negocios y se le otorgaron cargos públicos. Gracias a ellos se trasladó a lugares como Aviñón, Padua, Nápoles y Venecia. Murió en diciembre de 1375 en Florencia, mientras cumplía el encargo de realizar la lectura pública de La divina comedia, de Dante, labor que no pudo concluir.

Otras obras: La caza de Diana (1334); Füocolo (1336-1338); Ameto o Comedia de las ninfas fíorentinas (1341-1342); Corbacho (1354-1355).

 

Fuente: Romina Sampayo, Literatura V - Serie Llaves, Ed. Mandioca, Bs.As, 2016



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