LA FICCIÓN ESPECULATIVA
LA
FICCIÓN ESPECULATIVA
La ficción especulativa o ciencia ficción es un género literario que aborda la problemática del futuro. Así, sus relatos dan como resultado historias sobre conquistas espaciales, criaturas alienígenas, invenciones peligrosas. Sin embargo, todas estas fantasías sobre el mañana tienen como objetivo la reflexión acerca del presente. La ciencia ficción toma el futuro como excusa para repensar lo humano como lo conocemos hoy.
De alguna manera, toda la ficción explora
relaciones imaginarias a partir de lo real. Entonces, ¿qué es lo que
caracteriza a la ficción especulativa? Algunos autores señalan que las
referencias al discurso científico y a la tecnología son su propiedad
diferencial.
En
el eje del conflicto de un relato de ciencia ficción se encontraría un
descubrimiento científico que obliga a los personajes a tomar una postura y
accionar en consecuencia. Incluso si aceptásemos que no es necesaria la
referencia a la ciencia para pensar esta literatura, podemos acordar que los
relatos del género son los que se preguntan por el futuro de la humanidad y los
límites de la vida. Algo que muchos autores han señalado es que, a diferencia
de otros géneros, la ciencia ficción siempre estuvo preocupada por la
proliferación de la vida y sus distintas formas: extraterrestres, robots,
androides, cyborgs. Esto le da al género una fuerte impronta ética que hace que
de fondo siempre resuene una pregunta por la forma en la que debemos vivir y
convivir: ¿la tecnología nos deshumaniza?, ¿seremos los mismos dentro de miles
de años?, ¿hay vidas posibles distintas a las que conocemos o aceptamos? Estas
son algunas de las preguntas que el género nos invita a hacernos una y otra vez.
EL VEROSÍMIL DE LA CIENCIA FICCIÓN
A diferencia de lo que ocurre en los
relatos fantásticos, en los cuales la desviación del verosímil realista se
produce a través de la irrupción de un hecho sobrenatural, en el relato de
ciencia ficción suele aparecer un hecho extraordinario y digno de asombro pero
cuya naturaleza sería explicable mediante fundamentos científicos. De alguna
manera, allí donde la fantasía hace ingresar lo irracional, la ciencia ficción
toma el camino opuesto e introduce un elemento cargado de racionalidad.
Sin embargo, no todos los relatos de
ciencia ficción construyen un vínculo tan estrecho con el discurso científico.
Habitualmente se habla de ciencia ficción dura para referirse a las obras en
las que los autores explican detalladamente los argumentos científicos detrás
de los elementos imaginados en el relato. En contraposición, la ciencia ficción
blanda introduce máquinas cuyo funcionamiento no se nos explica o descubrimientos
sobre los que el relato no se explaya. En este último caso alcanza con que se
nos diga que existe una explicación (aunque esté fuera de nuestro alcance) para
que el efecto no sea el de un cuento fantástico.
Mientras que un relato fantástico abre las puertas hacia la exploración de la incertidumbre, la ciencia ficción nos empuja a la aceptación de los elementos introducidos de una forma parecida a la del relato maravilloso, donde lo sobrenatural es aceptado por los personajes como algo natural.
De alguna manera, la ciencia ficción retoma
el componente más lúdico y poético de la ciencia, en la que hombres racionales
y formados deben abandonar los límites de lo conocido para desatar su
imaginación y dar un salto hacia lo que todavía no existe. ¿De qué otra manera
alguien podría alguna vez haber considerado seriamente llegar a la Luna?
Construcción de mundos
La ciencia ficción imagina un orden posible para el mundo del futuro y se encarga de explorar los conflictos que en ese orden se podrían ocasionar. Los escritores establecen reglas sobre los acontecimientos que van a narrar para acentuar las diferencias entre ese mundo construido para el relato y el nuestro. A veces, esas reglas son formuladas en el interior de la narración para que el lector las tenga muy presentes. Un ejemplo son las tres leyes de la robótica de Isaac Asimov, que dictan, entre otras cosas, que los robots siempre deben cuidar la vida de los humanos.
Además, los escritores establecen cuan
difundidos están ciertos conocimientos y cómo valora cada cosa el común de la
gente. Esas restricciones y posibilidades permiten entender los conflictos a
los que se enfrentarán los personajes según sus propias concepciones. Por
ejemplo, en la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip
K. Dick, existe una valoración negativa sobre los androides, que son tratados
como animales y hasta perseguidos. Un mundo de ciencia ficción, al inaugurar
una nueva realidad, también funda con ella una nueva moral.
Visiones del mundo
Se pueden dividir los relatos de ciencia
ficción según dos visiones sobre el mundo enfrentadas. Algunos autores tienen
una visión optimista del futuro y se interesan por mostrar a través de sus
historias cómo la ciencia aplicada puede beneficiar a la humanidad, mejorando
su calidad de vida y reduciendo su esfuerzo en innumerables tareas. En esta
visión utópica, la ciencia y la ética se encuentran en armonía y el mundo
mantiene un uso responsable de la tecnología que no compromete el desarrollo de
la humanidad ni el cuidado del entorno.
En cambio, otros autores optan por una
visión pesimista del avance tecnológico y consideran que la primacía de la
técnica solo puede conducirnos a la deshumanización. La ciencia ficción
distópica construye un mundo caótico y sumergido en una crisis de valores en el
que el ser humano profundizó las desigualdades del presente y hasta ha
comprometido su propia supervivencia. A partir de la década de 1980 han
predominado los mundos distópicos tanto en la literatura como en el cine.
Quizás eso diga algo acerca de cómo vemos el presente.
Imaginación y sociedad
Desde la Antigüedad hasta el Renacimiento existió un género muy popular que se vincula estrechamente con la ciencia ficción: las utopías. Estos textos se encargaban de imaginar un Estado perfecto y un orden armónico para la vida en comunidad. Pero el objetivo de estos tratados no era literario sino político. Las obras de estos autores intentaban señalar el camino que la organización del gobierno y otras instituciones debían tomar. Entre las utopías más célebres se pueden destacar la República, de Platón, la Nueva Atlantis, de Francis Bacon, y la Utopía, de Tomás Moro. La pregunta por cómo debe ser una sociedad perfecta sigue siendo abordada una y otra vez por la ciencia ficción moderna, aunque desde otras perspectivas.
El siglo de los inventos
El siglo XX fue un momento de quiebre para
esta concepción de la imaginación sobre el futuro. Entre 1890 y 1930 se produjo
una revolución técnica que cambió drásticamente la manera de vivir en las
ciudades: la vacunación, el avión, la energía eléctrica, el automóvil, la radio,
el cine, los rayos X fueron solo algunos de los inventos más importantes.»
Estas invenciones también tuvieron un impacto en la imaginación. Las barreras
del saber parecían haberse derrumbado y la ficción empezó a adelantarse al
mañana.
Uno de los precursores de la ciencia
ficción fue el escritor francés Julio Verne. Sus novelas de aventuras están
repletas de largas argumentaciones científicas para explicar los fundamentos de
máquinas, como trenes que viajan a la Luna o embarcaciones submarinas de metal.
Otros autores escribieron relatos en los que la tecnología y la técnica
modificaban la vida de los hombres, pero haciendo énfasis en los procesos
sociales que ello traería aparejado; por ejemplo, La máquina del tiempo, de H.
G.-Wells.
A esa primera etapa siguió una explosión
del género que se manifestó en diversas publicaciones semanales de bajo costo.
Por ejemplo, Amazing Storíes y Astounding Science Fiction publicaron la obra de
Asimov, Clarke, Bradbury y otros autores afectados por la experiencia de las
guerras mundiales. Luego, con las revoluciones de la década del 60 llegó la
nueva ola: Philip K. Dick, Ursula Le Guin y Kurt Vonnegut, entre otros,
introdujeron variaciones provenientes de otros géneros, como la sátira y el
fantástico.
Fuente:
Lengua y Literatura III, Convergente, EDELVIVES, Bs. As., 2019
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