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18 de febrero de 2021

LA FICCIÓN ESPECULATIVA

 

LA FICCIÓN ESPECULATIVA

 


LA FICCIÓN ESPECULATIVA

La ficción especulativa o ciencia ficción es un género literario que aborda la problemá­tica del futuro. Así, sus relatos dan como resultado historias sobre conquistas espa­ciales, criaturas alienígenas, invenciones peligrosas. Sin embargo, todas estas fantasías sobre el mañana tienen como objetivo la reflexión acerca del presente. La ciencia ficción toma el futuro como excusa para repensar lo humano como lo conocemos hoy.

De alguna manera, toda la ficción explora relaciones imaginarias a partir de lo real. Entonces, ¿qué es lo que caracteriza a la ficción especulativa? Algunos autores señalan que las referencias al discurso científico y a la tecnología son su propiedad diferencial.

 En el eje del conflicto de un relato de ciencia ficción se encontraría un descubrimiento científico que obliga a los personajes a tomar una postura y accionar en consecuencia. Incluso si aceptásemos que no es necesaria la referencia a la ciencia para pensar esta literatura, podemos acordar que los relatos del género son los que se preguntan por el futuro de la humanidad y los límites de la vida. Algo que muchos autores han señala­do es que, a diferencia de otros géneros, la ciencia ficción siempre estuvo preocupada por la proliferación de la vida y sus distintas formas: extraterrestres, robots, androides, cyborgs. Esto le da al género una fuerte impronta ética que hace que de fondo siem­pre resuene una pregunta por la forma en la que debemos vivir y convivir: ¿la tecnología nos deshumaniza?, ¿seremos los mismos dentro de miles de años?, ¿hay vidas posibles distintas a las que conocemos o aceptamos? Estas son algunas de las preguntas que el género nos invita a hacernos una y otra vez.

EL VEROSÍMIL DE LA CIENCIA FICCIÓN

A diferencia de lo que ocurre en los relatos fantásticos, en los cuales la desviación del verosímil realista se produce a través de la irrupción de un hecho sobrenatural, en el re­lato de ciencia ficción suele aparecer un hecho extraordinario y digno de asombro pero cuya naturaleza sería explicable mediante fundamentos científicos. De alguna manera, allí donde la fantasía hace ingresar lo irracional, la ciencia ficción toma el camino opues­to e introduce un elemento cargado de racionalidad.

Sin embargo, no todos los relatos de ciencia ficción construyen un vínculo tan estrecho con el discurso científico. Habitualmente se habla de ciencia ficción dura para referirse a las obras en las que los autores explican detalladamente los argumentos cien­tíficos detrás de los elementos imaginados en el relato. En contraposición, la ciencia ficción blanda introduce máquinas cuyo funcionamiento no se nos explica o descubri­mientos sobre los que el relato no se explaya. En este último caso alcanza con que se nos diga que existe una explicación (aunque esté fuera de nuestro alcance) para que el efecto no sea el de un cuento fantástico.

Mientras que un relato fantástico abre las puertas hacia la exploración de la incertidumbre, la ciencia ficción nos empuja a la aceptación de los elementos introducidos de una forma parecida a la del relato maravilloso, donde lo sobrenatural es aceptado por los personajes como algo natural.

De alguna manera, la ciencia ficción retoma el componente más lúdico y poético de la ciencia, en la que hombres racionales y formados deben abandonar los límites de lo conocido para desatar su imaginación y dar un salto hacia lo que todavía no existe. ¿De qué otra manera alguien podría alguna vez haber considerado seriamente llegar a la Luna?

Construcción de mundos

 La ciencia ficción imagina un orden posible para el mundo del futuro y se encarga de explorar los conflictos que en ese orden se podrían ocasionar. Los escritores estable­cen reglas sobre los acontecimientos que van a narrar para acentuar las diferencias entre ese mundo construido para el relato y el nuestro. A veces, esas reglas son for­muladas en el interior de la narración para que el lector las tenga muy presentes. Un ejemplo son las tres leyes de la robótica de Isaac Asimov, que dictan, entre otras cosas, que los robots siempre deben cuidar la vida de los humanos.

Además, los escritores establecen cuan difundidos están ciertos conocimientos y cómo valora cada cosa el común de la gente. Esas restricciones y posibilidades permi­ten entender los conflictos a los que se enfrentarán los personajes según sus propias concepciones. Por ejemplo, en la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip K. Dick, existe una valoración negativa sobre los androides, que son tratados como animales y hasta perseguidos. Un mundo de ciencia ficción, al inaugurar una nueva realidad, también funda con ella una nueva moral.

 Visiones del mundo

Se pueden dividir los relatos de ciencia ficción según dos visiones sobre el mundo enfrentadas. Algunos autores tienen una visión optimista del futuro y se interesan por mostrar a través de sus historias cómo la ciencia aplicada puede beneficiar a la humani­dad, mejorando su calidad de vida y reduciendo su esfuerzo en innumerables tareas. En esta visión utópica, la ciencia y la ética se encuentran en armonía y el mundo mantiene un uso responsable de la tecnología que no compromete el desarrollo de la humanidad ni el cuidado del entorno.

En cambio, otros autores optan por una visión pesimista del avance tecnológico y consideran que la primacía de la técnica solo puede conducirnos a la deshumanización. La ciencia ficción distópica construye un mundo caótico y sumergido en una crisis de valores en el que el ser humano profundizó las desigualdades del presente y hasta ha comprometido su propia supervivencia. A partir de la década de 1980 han predomina­do los mundos distópicos tanto en la literatura como en el cine. Quizás eso diga algo acerca de cómo vemos el presente.

 Imaginación y sociedad

 Desde la Antigüedad hasta el Renacimiento existió un género muy popular que se vincula estrechamente con la ciencia ficción: las utopías. Estos textos se encargaban de imaginar un Estado perfecto y un orden armónico para la vida en comunidad. Pero el objetivo de estos tratados no era literario sino político. Las obras de estos autores intentaban señalar el camino que la organización del gobierno y otras instituciones debían tomar. Entre las utopías más célebres se pueden destacar la República, de Platón, la Nueva Atlantis, de Francis Bacon, y la Utopía, de Tomás Moro. La pregunta por cómo debe ser una sociedad perfecta sigue siendo abordada una y otra vez por la ciencia ficción moderna, aunque desde otras perspectivas.

 El siglo de los inventos

El siglo XX fue un momento de quiebre para esta concepción de la imaginación sobre el futuro. Entre 1890 y 1930 se produjo una revolución técnica que cambió drásticamente la manera de vivir en las ciudades: la vacunación, el avión, la energía eléctrica, el automóvil, la radio, el cine, los rayos X fueron solo algunos de los inventos más importantes.» Estas invenciones también tuvieron un impacto en la imaginación. Las barreras del saber pare­cían haberse derrumbado y la ficción empezó a adelantarse al mañana.

Uno de los precursores de la ciencia ficción fue el escritor francés Julio Verne. Sus novelas de aventuras están repletas de largas argumentaciones científicas para explicar los fundamentos de máquinas, como trenes que viajan a la Luna o embarcaciones sub­marinas de metal. Otros autores escribieron relatos en los que la tecnología y la técnica modificaban la vida de los hombres, pero haciendo énfasis en los procesos sociales que ello traería aparejado; por ejemplo, La máquina del tiempo, de H. G.-Wells.

A esa primera etapa siguió una explosión del género que se manifestó en diversas publicaciones semanales de bajo costo. Por ejemplo, Amazing Storíes y Astounding Science Fiction publicaron la obra de Asimov, Clarke, Bradbury y otros autores afecta­dos por la experiencia de las guerras mundiales. Luego, con las revoluciones de la déca­da del 60 llegó la nueva ola: Philip K. Dick, Ursula Le Guin y Kurt Vonnegut, entre otros, introdujeron variaciones provenientes de otros géneros, como la sátira y el fantástico.

 Fuente:

Lengua y Literatura III, Convergente,   EDELVIVES, Bs. As., 2019

 



 


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