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9 de abril de 2021

El mito

 

EL MITO 

Contenido

  • Lectura de un mito: Prometeo y Pandora, de J. Martínez Vázquez
  • Análisis literario- Teoría literaria -El mito:  Las características de los mitos. El marco narrativo. 
  •  El mito en contexto -Estudio literario- Actividades ( niveles uno, dos y tres).
  • Para trabajar con ESI (Educación sexual integral).

 Desde la antigüedad, los seres humanos crearon relatos para intentar dar explicación a los grandes misterios de la vida, como el origen del universo y la aparición de la humanidad en la Tierra. Para los pueblos que las habían inven­tado, estas historias poseían un valor de verdad. Hoy, se denominan mitos y son leídos como relatos ficcionales.

Como se trata de relatos anónimos y de tradición oral, existen diferentes versiones en las que la historia central se mantiene junto con su finalidad, pero surgen variantes relacionadas con los personajes, las acciones que estos realizan, el final de la trama o el estilo del versionador. En su origen, eran creaciones colectivas que se difundían de boca en boca. Actualmente, circulan diferentes versiones en textos escritos o adaptaciones cinematográficas.

 Las características de los mitos

Los mitos se caracterizan por los siguientes rasgos.

 

Sin embargo, estas características no suelen aparecer todas en un mismo mito. Por ejemplo, el mito de Prometeo es de carácter antropogónico y también posee rasgos didácticos. A su vez, incluye tanto titanes como dioses y humanos (Prometeo, Zeus y Pandora), pero ningún monstruo ni animal con características especiales.

El marco narrativo

El lugar, el tiempo y la presentación de los personajes son los elementos que conforman el marco narrativo de todo relato.

Lugar. Es el espacio físico en el que los acontecimientos ocurren. Puede tratarse de la descripción de un ambiente (los rincones oscuros de la tierra, la casa de puertas azules) o una zona geográfica (monte Cáucaso, Entre Ríos).

Tiempo. Es el momento en el que suceden las acciones, conforma la ubicación temporal de los acontecimientos. Puede ser indefinido, como ocurre en muchos relatos orales (Antes de la creación; En el origen; Había una vez) o definido (La mañana de febrero de 1949).

Personajes. Son introducidos en el relato mediante una breve descripción (nombres, rasgos físicos, virtudes y actividades, etcétera). A medida que la historia avanza, pueden aparecer nuevos personajes.

Los personajes A los seres inventados que realizan las acciones del relato se los denomina personajes. Como ya fue mencionado, representan personas, animales o seres sobrenaturales, como dioses o monstruos, e incluso objetos inanimados que cobran vida. De acuerdo a la importancia que tengan en la historia, los personajes se clasifican en distintos tipos.

Protagonista o personaje principal. Se destaca porque sus acciones hacen avanzar el relato. Prometeo es el protagonista del mito leído (la historia se organiza en torno a sus acciones). Muchas veces, los protagonistas son también héroes. El héroe es un personaje con cualidades fuera de lo común. En general, son modelos a seguir y reúnen los valores que una sociedad considera positivos.

Personajes secundarios. Dependen del protagonista y actúan a partir de lo que este hace. Epimeteo es un personaje secundario (su aparición en el mito depende de lo que Prometeo quiere hacer).

Antagonistas. Se interponen en las acciones y los deseos del protagonista. En este caso, Zeus es el antagonista de Prometeo.

Las funciones que cumplen Los personajes cumplen distintas funciones en el relato. El protagonista está vinculado a la función de sujeto: alguien que busca alcanzar un objetivo (Prometeo, por ejemplo, busca devolverle el fuego a los humanos). Aquello que motiva la búsqueda del protagonista se denomina objeto.

Los antagonistas pretenden obstaculizar al sujeto, son los oponentes (es el caso de Zeus). Además, los sujetos pueden tener ayudantes, colaboradores en la tarea que quieren cumplir (como Epimeteo). En la mitología griega, los dioses muchas veces son oponentes o ayudantes, mientras que los héroes suelen cumplir la función de sujeto.

El mito en contexto

Se denomina mitología al conjunto de mitos pertenecientes a un mismo pueblo. Al igual que la mayoría de los relatos orales, los mitos están vinculados al pueblo que los creó. Tan es así que estas historias permiten conocer la manera en que estas culturas veían, comprendían y experimentaban el mundo que los rodeaba, es decir, su cosmovisión.

La mitología griega

Los mitos griegos expresan, entre otras cosas, cómo era la religión y qué valor tenía en esa sociedad. Por ejemplo, el mito de Prometeo nos permite entender la importancia de los dioses en la vida cotidiana de los griegos, así como el respeto que debían tenerles para evitar sus castigos.

Es por eso que este tipo de relatos son considerados más que textos literarios; se trata de documentos utilizados por los investigadores de la antigua sociedad griega, que intentan reconstruir y entender su vida social, religiosa y política.

El mito de Prometeo en la antigua Grecia

El mito de Prometeo hace referencia al fuego y su relevancia para la humanidad. En todas las culturas este elemento dio lugar a relatos e historias que intentan explicar su origen vinculándolo a diferentes deidades y resaltando su carácter sagrado para los pueblos de la antigüedad.

Este tipo de relatos permite conocer las costumbres de los pueblos griegos, donde el fuego aparece asociado a otros dioses de la mitología, como Apolo, y tenía una gran importancia en la religión, existiendo templos en honor a esos dioses


LECTURAS: 

Prometeo y Pandora

Versión de Julián Martínez Vázquez

Entre los personajes de la mitología griega, Prometeo es considerado como el "titán protector" de la civilización humana, entre otras cosas, por acercarle el fuego a los humanos...

La creación de las criaturas...

Antes de que Zeus destronara a su padre y reinara la paz en el cosmos, los dioses habían deci­dido poblar la Tierra. Para ello, encargaron a Prometeo y Epimeteo la creación de los animales y del hombre. Y, además, distribuir entre ellos los dones y poderes necesarios para su subsistencia. Prometeo, entonces, tomó barro y modeló a los prime­ros varones a semejanza de los dioses. Epimeteo, por su parte, se encargó de los animales y fue otorgando a cada uno de ellos las principales facultades: a unos, velocidad; a otros, fuerza, y a otros, alas para volar.

Cuando llegó el turno del hombre, Prometeo vio que ya no quedaban más dones que repartir.

—¡Uy, Epimeteo! ¿Qué hacemos ahora?

Los hombres quedarían desnudos e indefensos en el mundo, obligados a vivir en cuevas, sin saber si­quiera cómo alimentarse.

Prometeo decidió intervenir y compensar la falta de poder de los mortales descubriéndoles las técnicas necesarias para sobrevivir y convertirse en las pri­meras criaturas de la creación: les enseñó a construir casas de ladrillo y a dominar el arte de la carpintería; los instruyó sobre cómo leer los signos de la natura­leza que revelan el cambio de estaciones; les enseñó a uncir los bueyes al arado y los caballos al carro.

Así, Prometeo se convirtió en el benefactor de la hu­manidad.

Esta actitud a favor de los mortales daría lugar a una tremenda rivalidad entre Prometeo y el mismísimo Zeus.

El engaño de los sacrificios... (Primera afrenta a Zeus)

En los primeros años del ser humano en la Tierra, la vida era muy sencilla. No existían enfermedades ni desastres naturales. La tierra daba frutos en abun­dancia sin necesidad de labrarla. Ante tanta riqueza y felicidad, los dioses del Olimpo comenzaron a mirar a los mortales con recelo, dado que dominaban el pla­neta sin preocupaciones.

Los dioses olímpicos exigieron entonces que los hu­manos construyesen templos donde adorarlos y donde llevarles ofrendas varias. También, deberían realizar sacrificios de animales en su honor.

Pero ¿qué parte del animal sacrificado debería ser ofrecida a la divinidad y qué parte quedaría para los mortales? En este asunto, intervino Prometeo:

—¡Oh, Zeus! Permíteme sacrificar un buey, así decides qué parte de sus restos debería ser ofrecida a los dioses.

Zeus dudó, porque Prometeo era muy astuto y ama­ba demasiado a los humanos, pero, finalmente, acep­tó. Prometeo, de inmediato, hizo matar y descuartizar un buey a los mortales y dispuso dos montones con los diferentes restos del animal.

En el primero de ellos, colocó la sabrosa carne, pero escondida bajo el estómago del buey, su parte más re­pugnante.

En el otro montón depositó los poco valiosos huesos, aunque escondidos bajo una capa brillante y gruesa de grasa. Prometeo presentó luego las dos pilas.

—¡Dioses del Olimpo! —exclamó—. ¿Cuál de estos dos montones de carne de buey deberían ofrecer los mortales?

—¡Ese de ahí, cubierto de grasa! —exclamó la mayoría.

Hay quienes dicen que Zeus era consciente del en­gaño, pero prefirió seguirle la corriente a Prometeo porque quería tener motivos para castigarlo a él y también a los humanos.

—Elegimos el montón más brilloso —dijo serio.

Retirada la grasa, los dioses divisaron los huesos y se descubrió el ardid. La decisión de Zeus no tenía vuelta atrás.

De esa manera, los seres humanos, amados por Pro­meteo, podrían alimentarse de la carne de los animales sacrificados, y solo los inservibles huesos serían que­mados en honor de los dioses.

 El robo del fuego... (Segunda afrenta a Zeus)

Zeus y los demás dioses del Olimpo miraban con desconfianza a los imperfectos mortales y desea­ban hacerlos desaparecer de la faz de la Tierra. El engaño de los sacrificios había sido demasiado.

—Zeus, ¿cómo podrías castigar a tan irrespetuosos mortales? —le preguntó su esposa, Hera.

Él no necesitó pensar mucho.

—Les quitaré el fuego.

Y así se hizo. En las aldeas, las noches se volvieron oscuras y las fraguas se apagaron.

—¡Pobres! —se lamentó Prometeo—. Necesitan el fue­go para cocinar, protegerse del frío y fundir los metales.

Empecinado en favorecer a los mortales, Prometeo decidió desobedecer a Zeus. Subió a escondidas al firmamento a la hora del alba, aprovechó el paso del carro del sol y logró encender una mínima llama en el interior de una caña hueca. Descendió luego hasta los humanos y recorrió todos los rincones de la Tierra, devolviéndole a los humanos su recurso más preciado: el fuego.

Apenas Zeus vio desde el Olimpo el brillo del fuego, entró en cólera y se juró destruir a los humanos y cas­tigar con dureza a su mayor rival.

¿Cómo podía Prometeo creerse más astuto que él, dios del universo, y además desobedecerlo?

Creación de Pandora... (Primer castigo de Zeus)

Hefesto, el dios herrero, dejó la fragua una tarde y obedeció el llamado de Zeus.

 —¿Qué debo hacer, padre? Zeus sonrió.

—Modelarás una hermosa figura femenina a imagen de las diosas, seductora e irresistible para los hombres.

Prometeo (cuyo nombre significa 'el que ve las cosas antes'), sabiendo que Zeus intentaría castigar a los hombres, había prevenido a su hermano Epimeteo: no debía aceptar ningún obsequio que viniese del Olimpo, pues podría tratarse de una trampa del dios del trueno.

Mientras tanto, Hefesto mezclaba tierra y agua. Mo­delaba así, cuidadosamente, a quien sería la primera mujer sobre la Tierra. Para resaltar su hermosura, labró para ella una diadema de oro; la diosa Atenea colaboró con un vestido de resplandeciente blancura y con un velo que la cubría desde los ojos a los pies, y en su cabe­za puso delicadas coronas de hierbas y flores trenzadas. Una vez terminada la obra, Atenea le dio el hálito vital. Y fue llamada Pandora, que significa 'todos los regalos'.

Hermes, el dios mensajero, bajó a la Tierra y buscó a Epimeteo.

—Zeus te envía un regalo —le anunció.

Epimeteo recordó las advertencias de su hermano.

—No... —empezó a decir, pero no pudo evitar fijarse en Pandora y quedó embelesado...

—¡Sí, acepto!

La mujer, a su vez, sonreía y mostraba ternura hacia él. No tardaron en enamorarse los dos. Pero además de llevar sus vestidos, Pandora llegó a la Tierra con una jarra cerrada que Zeus había preparado para ella, con la advertencia de que no debería abrirla bajo ningún concepto. La mujer, primero obedeció, pero cada día la curiosidad era mayor.

—¿Qué tendría de malo abrir esta jarra y ver qué tie­ne dentro?

Un día, Pandora no resistió más y levantó con cuida­do la tapa. Apenas lo hizo, escaparon como fantasmas del recipiente todos los males que azotarían y aún hoy azotan a la humanidad. Enfermedades, angustias, dis­cordias se esparcieron rápidamente e invadieron cada rincón de la Tierra, apesadumbrando a los mortales des­de entonces. Apenas advirtió su error, Pandora atinó a cerrar la jarra. Solo quedaba en ella un último regalo: la esperanza, que desde entonces acompaña a la humani­dad junto a los males.

El monte Cáucaso... (Segundo castigo de Zeus)

Zeus decidió castigar las desobediencias de Prometeo.

Ordenó llevarlo a la cumbre del monte Cáucaso y allí mantenerlo encadenado a un elevado peñasco. Hefesto, el dios herrero, se encargó de cumplir las ór­denes de Zeus.

—¡No sin pesar obedezco a mi padre! —se lamentó Hefesto, que admiraba al titán.

Con grilletes de bronce amarró a Prometeo en las alturas y allí lo abandonó, bajo la ardiente llama del sol y a merced de la fuerza de los vientos.

A partir de ese día, un águila llegaría hasta Prometeo y con su pico le comería el hígado, que volvería a crecer cada noche, de modo que el tormento sería eterno.

Miles de años después, llegó hasta el lugar de su su­plicio Hércules, el famoso hijo de Zeus, dispuesto a libe­rarlo. Su padre, aunque no había perdonado las faltas de Prometeo, permitió que Hércules lo liberase, porque esto le daría mayor fama.

Prometeo pudo regresar al Olimpo y convivir sin so­bresaltos con los restantes dioses. Aunque desde en­tonces hubo paz entre él y Zeus, Prometeo brilla en la imaginación de los seres humanos como símbolo de rebeldía frente al poder.

Sobe el autor, Julián Martínez Vázquez : Es licenciado en Letras por la Universidad del Salvador (USAL). Se especializó luego en literatura griega clásica en la Universidad Complutense de Madrid, donde presentó su tesina sobre las Historias de Heródoto. Fue profesor de Gramática en la Universidad de Buenos Aires durante seis años. En la USAL, dio clases de lengua griega antigua; allí dicta, actualmente, clases de español. Escribió varias adaptaciones a partir de mitos griegos. Entre ellas Los doce trabajos de Hércules y La casa de Atreo.

ACTIVIDADES








PARA TRABAJAR CON ESI( Educación Sexual Integral):

En el mito “Prometeo y Pandora” se narra la creación de la primera mujer. Conversen a partir de las siguientes preguntas.

• ¿Qué características tiene Pandora? ¿Las personas suelen asociar estos rasgos a las mujeres en general? ¿A qué piensan que se debe?

• ¿Conocen otros relatos en los que una mujer esté asociada a un castigo para la humanidad?

¿Qué opinan acerca de esto?


Fuente: AA.VV.: Lengua y Literatura I, Serie Llaves Más , Ed. Mandioca, Buenos Aires, 2018

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