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18 de enero de 2022

Resumen de El teatro en Grecia: la tragedia, la comedia, los actores, el vestuario, la sala teatral, los mecanismos escenográficos, los principales autores

 

 

 


Resumen de El teatro en Grecia: la tragedia, la comedia, los actores, el vestuario, la sala teatral, los mecanismos escenográficos, los principales autores

 

Los inicios de la dramática europea se remontan al teatro griego dado que fue en Grecia donde nació. En Atenas las tragedias se ponían en escena con motivo de las fiestas dionisíacas, celebradas tres veces al año. Estas representaciones teatrales no tenían como objetivo el entretenimiento, como ocurre en la actualidad, sino que se realizaban como parte de las ceremonias religiosas en honor al dios del vino, Dionisos. En estas festividades un grupo numeroso de hombres (alrededor de cincuenta) disfrazados con pieles de machos cabríos danzaban y cantaban en una plaza en torno a un altar. Según los testimonios rescatados, por regla general en cada una de las tres jornadas se presentaban tres tragedias y un drama de sátiros y por último se exhibía una comedia.

La tragedia se diferenciaba de la comedia porque sus personajes eran dioses, semidioses, reyes o héroes; su lenguaje era elevado acorde con su categoría, y el desenlace, doloroso.

En la comedia los personajes eran seres corrientes, de la vida diaria y su lengua, coloquial. El final era feliz.

En el siglo V a C., comenzó en Grecia el período clásico conocido como el siglo de Pericles. Atenas logró un extraordinario desarrollo político y cultural y esto motivó que se convirtiera en el centro más importante de la actividad teatral. Su estratégica ubicación geográfica determinó la concurrencia de personas provenientes de lugares alejados y de la más diversa extracción social, lo que otorgó a estos espectáculos un carácter popular.

 

La tragedia

La tragedia puede ser definida como una lucha en la que la vida humana es siempre derrotada en momentos que provocan horror (ante la magnitud de la catástrofe) y piedad (ante la nihilidad del ser humano) en el espectador, pues ve, anticipada, su propia y natural derrota, a la que está sometido por el simple hecho de existir.

El error humano (hamartía) se produce cuando el hombre pierde su objetividad y se deja llevar por sus pasiones sin tener en cuenta la advertencia de los dioses o cuando éstos lo inducen a cometer el pecado. Como oposición a la hamartía aparece la anagnórisis en donde el héroe reconoce su error haciéndose responsable de su falta y aceptando el castigo.  Los hombres se interrogan sobre su destino y sobre el porqué del pecado desconocido o la culpa por la cual son castigados.

Aristóteles afirmaba que los hechos en una tragedia debían inspirar el temor y la compasión. Temor, por lo que le sucede al semejante y, por lo tanto, podría suceder a cada uno de nosotros, y compasión por el infortunio de quien en principio no lo merece.

Basándose en este filósofo, Arthur Miller nos ha proporcionado una definición moderna de la tragedia: "Documentación perfectamente equilibrada de los momentos de la lucha del hombre por conseguir su felicidad; la tragedia surge y llega a ser inteligible cuando en esa lucha el hombre es vencido y deshecho". Con respecto al rol del espectador, Arthur Miller explica por qué éste asiste voluntariamente a la representación de una tragedia si sabe que va a sufrir. Sin embargo, permanece en su butaca, compenetrado con la acción trágica. Esto se debe a que los hechos trágicos producen en el espectador la catarsis, es decir la purificación de las pasiones del espíritu por medio de las emociones que provoca la obra de arte.

 

Los actores y el vestuario

Todos los personajes, aun los femeninos, eran encarnados exclusivamente por hombres. Se los llamaba hipocritai (hipócritas). Los papeles eran desempeñados por tres actores llamados respectivamente protagonista, deuteragonista y tritagonista. Debían alternarse para representar las diversas partes, ya que en escena no podía haber simultáneamente más de tres personajes. El elenco teatral se completaba con una variada cantidad de personajes mudos y comparsas que representaban a soldados, miembros de un séquito, etc., además de diversos animales. Además de la peluca y el tocado que respondía a las características del personaje, todos .usaban una máscara que reproducía, aproximadamente, el rostro de la figura encarnada.

Había una serie de modelos que reflejaban diversas expresiones anímicas, según el sexo, la edad y el temperamento del personaje evocado. Estas máscaras tenían, además, un dispositivo que ampliaba el volumen de la voz, lo que permitía que fueran escuchados por todo el público y le daba un tono profundo y solemne a los parlamentos.

Otro elemento importante del atuendo de los actores eran los coturnos, un calzado con suela muy gruesa que los hacía más altos, por lo que debían rellenarse algunas partes del cuerpo para equilibrar la figura.

El coro estaba formado por doce o quince coreutas que bailaban y cantaban ordenados en hileras paralelas. Su atuendo era más sencillo que el de los actores.

La sala teatral

Los teatros, construidos con madera y luego con piedra, podían albergar entre 15.000 y 30.000 espectadores y estaban ubicados al aire libre, en un anfiteatro, generalmente al pie de una colina. En la parte central estaba el altar en el que supuestamente se realizaban las ceremonias dedicadas a Dionisos antes de comenzar el espectáculo. La orquesta era el sitio por donde se desplazaba el coro y que rodeaba al altar. En torno de la orquesta se extendía el auditorio, una serie de gradas construidas sobre la colina, que ocupaban los espectadores. En la parte inferior de ese hemiciclo, en plateas de privilegio se ubicaban las personalidades destacadas. La escena ocupaba el tercio restante de ese círculo. Representaba generalmente la fachada de un templo o de un palacio y servía como telón de fondo para las representaciones. En su interior estaban los camarines y demás instalaciones secundarias. Esta fachada tenía tres o cinco puertas, y según por cuál de ellas hacía su entrada el intérprete, indicaba de dónde procedía el personaje (si del sitio donde transcurría la acción, si de algún lugar lejano o bien del interior del palacio o templo representado en esa fachada).

Estas convenciones eran perfectamente conocidas por el público. Frente al auditorio estaba ubicado el proscenio, donde se desarrollaba el espectáculo.

Los mecanismos escenográficos

Aunque un tanto rudimentarios, se utilizaban variados mecanismos para satisfacer algunas exigencias del argumento.

Se pueden citar:

• el enquiclema, que se utilizaba para mostrar a los espectadores algo que había ocurrido fuera de escena {las muertes u homicidios, aun ficticios, no podían mostrarse en el teatro ya que era un recinto sagrado). Consistía en una plataforma rodante que se introducía por una de las puertas y luego se retiraba;

•el teologeion que consistía en una plataforma elevada sobre la que aparecían los dioses para intervenir en los conflictos humanos. Los latinos denominaron a este recurso deus ex

machina;

• las tramoyas, que permitían elevar y bajar a los dioses y héroes sobre el escenario, y otros mecanismos para producir sonidos como truenos y relámpagos.

 

Los trágicos más importantes

 

Los destacados autores que impulsaron un excepcional desarrollo de la tragedia fueron Esquilo, Sófocles y Eurípides (siglo V a.C.).

El poeta Esquilo (segunda mitad del siglo VI a. C.) fue durante un tiempo el maestro indiscutido de la escena ateniense. Introdujo algunas innovaciones que consolidaron la tragedia. Incorporó un segundo actor y disminuyó el protagonismo del coro con lo que adquirió mayor importancia la parte dialogada. Los temas de sus tragedias se centraban en las relaciones de los seres humanos con los dioses y en las nociones de culpa, castigo y desmesura (la hybris griega). Entre las que han llegado hasta hoy, las más conocidas son Prometeo encadenado y la Orestiada.

El segundo de los grandes trágicos griegos fue Sófocles (siglo V a.C.) Tuvo una excelente formación literaria; fue un hombre de muy buena presencia, diestro en atletismo y  destacado en declamación y canto. Encarna la mentalidad progresista y el creciente individualismo que se expande en el siglo V. La admirable construcción de sus tramas y la manera en que sus temas y personajes (tan parecidos y tan cercanos a nosotros por su humanidad) despertaban al mismo tiempo piedad y temor, llevaron a Aristóteles y a otros críticos griegos a considerarlo como el mejor autor de tragedias.

Entre las innovaciones que señalan la evolución de la técnica dramática, puede mencionarse: la incorporación de la escenografía y de un tercer actor lo que permitió ahondar en la psicología de sus personajes; la reducción de la participación del coro, al que limitó a presenciar los acontecimientos y a comentarlos con ecuanimidad. Su Edipo rey constituye el ejemplo más perfecto del género trágico. De las más de cien obras que escribió Sófocles, sólo se conservan siete tragedias, una obra satírica y más de mil fragmentos.

Eurípides, coetáneo de Sófocles, fue el tercer gran autor de teatro. Escribió cerca de 92 obras, de las que se conservan 17 tragedias y una obra satírica completa, Los cíclopes. Denunció con singular valentía los múltiples prejuicios que existían en la sociedad ateniense, lo que le valió el repudio del sector más conservador pero el aplauso de los jóvenes que lo consideraban un representante de sus ideales. Sus personajes, conflictivos pero vitalmente humanos, presentan una sólida estructura psicológica por lo que es considerado más realista que sus predecesores. Para algunos críticos es el dramaturgo griego más moderno. Entre sus obras principales sobresale Medea, cuya protagonista es una mujer de vigoroso temperamento y gran inteligencia que se convierte en asesina debido al trato injusto que recibe.

La comedia

Al igual que en el caso de la tragedia, el origen de la comedia no es sencillo de resolver. Según algunas evidencias proporcionadas por la literatura y la arqueología, en Atenas Y  en otras poblaciones menores, se realizaba una celebración denominada comos (de donde provendría el vocablo comedia), cuyos antecedentes serían muy antiguos. Estas  ceremonias rituales se celebraban en primavera para festejar el renacimiento de la naturaleza y estaban destinadas a honrar a diversas deidades de la fertilidad y de la agricultura y, por supuesto, a Dionisos.

Estos rituales tenían un tono carnavalesco y se supone que se aprovechaba la ocasión para burlarse y ridiculizar a personajes conocidos de la comunidad comparándolos con cualidades o defectos de los animales. En el período de apogeo, las comedias se representaban en los mismos locales que las tragedias puesto que ambas formaron parte de los cultos destinados a honrar a Dionisos.

Como en la tragedia, el elenco de la comedia estaba formado por un coro y actores individuales, pero sus esquemas no eran tan rígidos como los trágicos. La importancia del coro también fue disminuyendo con el paso del tiempo hasta desaparecer en las últimas obras. Sin embargo, el coro cómico subsistió durante más tiempo pues su actuación era muy festejada por sus bailes y cantos, el atuendo estrafalario (con abundancia de rellenos y aditamentos ridículos y hasta obscenos) que, obviamente, difería totalmente del empleado en las obras trágicas: no llevaban coturnos lo que les permitía desplazarse con agilidad sobre el escenario.

Según algunos investigadores en determinadas circunstancias se movilizaban con zancos parodiando los recursos de la tragedia. Las máscaras también eran extravagantes y las usadas por el coro reproducían los rasgos distintivos de algunos animales.

El máximo exponente cómico de la comedia "antigua" fue Aristófanes (450-390 a.C.). Los temas eran tomados de las leyendas y mitos con espíritu poco respetuoso, ya que los dioses y héroes, que en las tragedias aparecían con solemne dignidad, en las comedias eran presentados como tontos, delincuentes o estafadores. Esto recordaba a los hombres

que los vicios y las virtudes humanas también estaban presentes en los dioses. Además llama la atención el tono burlesco, mordaz, con que se presentaba a personajes encumbrados, inclusive del gobierno.

 Empleando la sátira dramática Aristófanes ridiculizó a Eurípides en Las ranas y a Sócrates en Las nubes. Según parece, Sócrates estaba presente en el estreno y se puso de pie para que el público pudiera apreciar la semejanza que existía entre su cara y la máscara que lo representaba.

 

Fuente: La aventura de la palabra, Ed. Comunicarte, Buenos Aires, 2005

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