La novela comienza con el nacimiento de un pueblo llamado Macondo, fundado por José Arcadio Buendía y su prima-esposa Úrsula Iguarán. Ambos han huido de Riohacha a causa de un crimen cometido allí; los acompañan otros hombres.
Al principio, Macondo, centro espacial de la historia, presenta las características de un lugar utópico, con condiciones ideales, tanto geográficas como c1imáticas y de población.
La familia Buendía comienza a crecer. Inicialmente, sólo viven en el pueblo, José Arcadio Buendía, su esposa y su hijo José Arcadio, nacido durante la travesía Riohacha-Macondo. Luego tienen otro hijo, Aureliano Buendía, el primero nacido en Macondo.
A partir de estos hijos varones, las características fundamentales de José Arcadio Buendía padre se desdoblan en dos líneas de personajes: los Aurelianos de la historia se harán cargo de las actividades intelectuales, mientras que los Arcadios serán más sociales y tendrán destinos trágicos.
La idea del incesto es una de las constantes que, en la novela, marcarán las conductas de sus personajes
LA GENEALOGÍA Y LAS RELACIONES ENTRE LOS PERSONAJES
La genealogía de Cien años de soledad muestra las relaciones entre los miembros de la familia Buendía, pero la historia narrada las desdice.
Por ejemplo, aunque el árbol genealógico sólo señala que el coronel Aureliano Buendía es el esposo de Remedios Moscote, en gran parte de su historia funcionan, simbólicamente, como padre-hija.
Este procedimiento, que podríamos clasificar como un "hacer para deshacer", es una característica neobarroca y constituye uno de los mecanismos por medio de los cuales se estructura la narración en la novela.
El efecto de espejo
La novela está construida como un gran espejo que se autorrefleja. Desde el capítulo X hasta el XX se cuentan, invertidas, las imágenes de la historia narrada desde el I hasta el X. Mientras que en la primera parte asistimos al nacimiento, al crecimiento, a la evolución y a la superación de los problemas de Macondo y la familia Buendía, en la segunda las crisis se van haciendo insuperables, hasta llegar al apocalipsis total.
Este efecto de espejo se relaciona directamente con la presencia fundamental, en cada parte, de dos personajes femeninos, pilares de la historia:
Úrsula Iguarán y Femanda del Carpio. Son los únicos personajes femeninos casados y con hijos.
Mientras que la primera representa la construcción (el hacer, el crecimiento de Macondo y la apertura de la familia a la comunidad), la segunda refleja la deconstrucción (el deshacer, la ruptura de los lazos con la familia y la penetración invasora del mundo exterior).
Por la gran importancia de estos personajes femeninos, debida a la magnitud de sus acciones, la novela posee una estructura matriarcal.
Melquíades y el doble circuito comunicativo
Sin pertenecer a la familia Buendía, pero estrechamente ligado a ella desde el comienzo, por su relación con José Arcadio Buendía, aparece Melquíades.
Este gitano alquimista, de múltiples conocimientos, genera la intriga fundamental de la novela: los pergaminos.
Varios de los miembros masculinos de la familia Buendía leen los pergaminos, en diferentes momentos, sin poder descifrarlos. Sólo Aureliano Babilonia, el último Buendía con historia, lo logra, cuando ya es demasiado tarde. Es entonces cuando Melquíades se nos revela como el narrador: él había contado en sus escritos indescifrables, con cien años de anticipación, la historia de la familia.
Por este motivo, hablamos de un doble circuito comunicativo. Si Cien años de soledad y los pergaminos son una misma historia (una incluida en la otra), la igualdad de los mensajes nos permite asociar a sus emisores: García Márquez y Melquíades. En consecuencia, también sus receptores son asimilables: cada lector de la novela que no interpreta la historia, y los que leen los pergaminos y no los descifran.
Una parábola de Latinoamérica
No es difícil observar, en la novela, una serie de acontecimientos que tienen relación directa con Latinoamérica y su historia. La descripción de sus problemas, la penetración de los invasores, el valor y la fuerza entrañables de sus mujeres, aluden a este territorio y a sus conflictos.
El final apocalíptico plantea una situación límite, irreversible, que conviene tomar en cuenta.