CUENTO POPULAR: La bruja Baba-Yaga
En este relato coinciden varios de los temas y motivos básicas de los cuentos de tipo "maravilloso": la madrastra maligna, el héroe que cae en poder de un ogro o bruja, la recepción de ayudas por parte de animales o amigos providenciales, la imposición de tareas imposibles, la huida mágica (Aarne-Thompson 313-314). Versión recogida por Alexandr Afanasiev (1826-1871) en sus Cuentos Populares Rusos. Múltiples son las versiones de la "huida mágica" existentes en el folklore universal, y entre ellas podemos citar las españolas recogidas por Espinosa, las americanas de Andrade y las argentinas de Chertudi (cfr. "Un rey y una reina" en Cuentos Folklóricos, 2da. serie).
Cierta vez en que el padre tuvo que hacer un viaje, la madrastra dijo a la muchacha:
–Vete a casa de mi hermana y pídele que te dé aguja e hilo para que cosas una camisa.
La hermana de la madrastra era una bruja, y como la muchacha estaba advertida decidió pedir consejo a otra tía suya, hermana de su padre.
–Mi madrastra me ha dicho que vaya a casa de su hermana para pedirle aguja e hilo.
–Acuérdate –le dijo entonces la tía– de que un álamo querrá arañarte; átale una cinta. Una puerta se cerrará para no dejarte pasar; úntale los goznes con aceite. Los perros tratarán de despedazarte; tírales pan. Un gato estará encargado de sacarte los ojos; dale un trozo de jamón.
La muchacha se proveyó de pan, aceite, jamón y una cinta, y se puso en marcha en busca de la bruja.
En su cabaña estaba sentada la bruja Baba-Yaga sobre sus canillas huesosas, ocupada en tejer. –¿A qué se debe tu visita, sobrina? –Mi madre me manda pedirte aguja e hilo para coser una camisa.
–Está bien. Siéntate y ponte a tejer mientras busco aguja e hilo.
Mientras la sobrina tejía, la bruja salió del cuarto y dijo a su criada: ¡Calienta el baño y lava bien a mi sobrina porque me la voy a comer!
Cuando la bruja se marchó, la muchacha –medio muerta de miedo– dijo a la criada: ¡No gastes leña, querida; mejor arroja agua al fuego y lleva la que te dijo mi tía en un colador!, y luego de hacerle estas recomendaciones le regaló un pañuelo.
Baba-Yaga se asomó a la ventana, donde trabajaba la sobrina y le preguntó: –¿Estás tejiendo, sobrinita? –Sí, tía, estoy trabajando. La bruja se alejó, y la muchacha, aprovechando su ausencia, le dio un pedazo de jamón al gato y le preguntó cómo podría escapar. El gato le dijo: –Sobre la mesa hay una toalla y un peine. Tómalos y corre lo más rápido que puedas, porque Baba-Yaga correrá tras de ti para comerte. Cuando hayas avanzado bastante échate al suelo y pega a él tu oreja; cuando la oigas cerca tira la toalla, que se transformará en un ancho río. Si la bruja consigue pasarlo a nado, todavía habrás ganado más distancia, y cuando vuelvas a escucharla arroja el peine, que se transformará en un bosque espeso, a través del cual no podrá pasar. La muchacha tomó la toalla y el peine que le indicaba el gato y se puso a correr. Los perros quisieron morderla pero les tiró pan; la puerta se cerró de golpe, pero ella untó sus goznes con aceite y volvió a abrirse. Un álamo quiso arañarle la cara, pero ella ató las ramas con una cinta y logró pasar.
El gato se sentó al telar pero no hacia más que confundir los hilos. La bruja, acercándose a la ventana, preguntó:
–¿Estás tejiendo, sobrinita?
–Sí, tía, estoy tejiendo –respondió el gato con su voz ronca.
Baba-Yaga entró en la cabaña, y viendo que no estaba la muchacha se enfadó con el gato y comenzó a pegarle.
–¿Por qué has dejado escapar a mi sobrina, viejo goloso?
–Mucho es el tiempo que llevo a tu servicio, y todavía no me has regalado siquiera un hueso, y ella me ha dado un trozo de jamón.
Baba-Yaga se enojó sucesivamente con los perros, con la puerta, con el álamo y con la criada y comenzó a pegar a todos.
Los perros dijeron:
–Te hemos servido largamente, y no nos has dado ni una corteza dura, y ella nos ha regalado pan fresco.
La puerta dijo:
–Te he servido mucho tiempo, sin que me hayas engrasado una sola vez, y ella me ha untado los goznes con aceite.
Dijo el álamo:
–Te he servido mucho, sin que me hayas regalado ni siquiera una brizna de hilo, y ella me ha dado una cinta.
La criada exclamó:
–Te he servido largo tiempo, sin que me hayas obsequiado siquiera un trapo, y ella me ha dado un pañuelo.
Baba-Yaga se apresuró a saltar sobre el mortero, y golpeándolo con el mazo y barriendo sus huellas con la escoba, salió en persecución de la muchacha. Cuando ésta oyó acercarse a la bruja tiró al suelo la toalla, que al instante se transformó en un río muy ancho.
Baba-Yaga llegó a la orilla, y viendo el obstáculo volvió a su cabaña, juntó a sus bueyes y los llevó al río; los animales bebieron el agua y la bruja continuó la persecución.
La muchacha arrimó otra vez su oído al suelo y oyó que la bruja estaba muy cerca. Tiró entonces el peine, que se convirtió en un espeso bosque.
La bruja, furiosa, se puso a roer los troncos para abrirse paso, pero no lo logró y debió conformarse con regresar a la cabaña.
Cuando el comerciante volvió a su casa preguntó a la mujer por su hija querida.
–Ha ido a ver a su tía –le respondió la madrastra.
Al poco rato regresó la muchacha, con gran sorpresa de la madrastra.
–¿Dónde has estado? –le preguntó el padre.
–Mi madre me ha mandado a casa de su hermana a pedir aguja e hilo, pero sucede que la tía es la misma bruja Baba-Yaga, que quiso comerme.
La niña contó todo lo sucedido, y cuando el padre se enteró de la mala acción de su mujer la echó de la casa y se quedó con su hija.
Pues sinceramente tu explicación es muy agradable de leer y no la encuentro tan larga.
ResponderEliminarSiempre tuve curiosidad por saber esta historia, en la obra del compositor Modest Musorgky "Cuadros de una exposición" hay una pequeña pieza dedicada a este tema y me alegra haber encontrado una explicación como la tuya.
Saludos desde Barcelona, España
Rafa