DAMA DE TANAGRA (terracota en un tiempo cromada; alturas 17 cm), hacia elA-C-270. Museo del Louvre.
- En el siglo IV, Tanagra, en Beocia, era célebre por la Belleza de sus mujeres y por sus numerosos talleres de pequeñas figurillas de terracota, como las descubiertas en las excavaciones de la necrópolis de la ciudad en 1870. En esta producción de arte menor volveremos a encontrar los motivos de la belleza femenina predilectos de Praxíteles, y no hay duda de que la gran estatuaria del último período clásico y del helenístico debió influir considerablemente en la producción de los coroplastas, o modeladores de figuras de muchachas en barro cocido. Las figurillas de Tanagra, representadas en las actitudes corrientes de la vida cotidiana, aparecen animadas por un tierno encanto, por una difusa languidez, Normalmente se dejaban en el color natural de la terracota, pero cuando eran de mayores dimensiones, como la que reproducimos, se pintaban para realzar así la gracia del modelado. También Mirina, en Asia Menor, conoció, desde principios del siglo III, un gran renombre por sus figurillas, en las que se advierte la influencia de Tanagra. Parece ser que sus talleres fueron creados por coroplastas de Beocia emigrados a Asia Menor, donde revelaron sus secretos de fabricación. También aquí la producción se interesa especialmente por las figuras femeninas, concebidas, sin embargo, con una sensualidad que no poseía el arte de Tanagra.
- En el siglo IV, Tanagra, en Beocia, era célebre por la Belleza de sus mujeres y por sus numerosos talleres de pequeñas figurillas de terracota, como las descubiertas en las excavaciones de la necrópolis de la ciudad en 1870. En esta producción de arte menor volveremos a encontrar los motivos de la belleza femenina predilectos de Praxíteles, y no hay duda de que la gran estatuaria del último período clásico y del helenístico debió influir considerablemente en la producción de los coroplastas, o modeladores de figuras de muchachas en barro cocido. Las figurillas de Tanagra, representadas en las actitudes corrientes de la vida cotidiana, aparecen animadas por un tierno encanto, por una difusa languidez, Normalmente se dejaban en el color natural de la terracota, pero cuando eran de mayores dimensiones, como la que reproducimos, se pintaban para realzar así la gracia del modelado. También Mirina, en Asia Menor, conoció, desde principios del siglo III, un gran renombre por sus figurillas, en las que se advierte la influencia de Tanagra. Parece ser que sus talleres fueron creados por coroplastas de Beocia emigrados a Asia Menor, donde revelaron sus secretos de fabricación. También aquí la producción se interesa especialmente por las figuras femeninas, concebidas, sin embargo, con una sensualidad que no poseía el arte de Tanagra.
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