El relato testimonial: entre la literatura y el periodismo- Relato de no ficción o nuevo periodismo. Procedimientos.
A mediados del siglo XX, y en relación con una serie de acontecimientos políticos que tuvieron lugar en la Argentina, surgió un nuevo género literario, denominado relato testimonial por algunos críticos.
Se trata de relatos que parten de hechos reales, pero cuya narración utiliza procedimientos propios del relato de ficción. Estos relatos no pueden incluirse estrictamente dentro del campo del periodismo, dado que los autores utilizan estrategias narrativas propias de los relatos de ficción; pero tampoco pueden ubicarse llanamente dentro del campo de la literatura, pues los temas que tratan son acontecimientos que ocurrieron en la realidad. De ahí que se los ubique en una zona intermedia, “entre” la literatura y el periodismo, que se sirve de elementos presentes en ambos campos, pero los cuestiona y pone en tensión los conceptos de ficción y de realidad.
La reconstrucción de lo sucedido a partir de una organización particular de los acontecimientos, mediante la técnica del montaje, contribuye a generar intriga y suspenso en el relato. A la vez, esta técnica permite al narrador tomar distancia de los hechos y diferenciarse de las formas habituales del relato periodístico.
Los relatos testimoniales son notablemente más extensos que los periodísticos, lo que le permite al narrador detenerse en momentos clave de la historia para focalizar detalles vinculados con el lugar, las personas o el hecho en sí. Por otra parte, a diferencia de la crónica periodística, las personas ya no se presentan como simples testigos anónimos que presenciaron los hechos y aportan información. Por el contrario, se convierten en verdaderos personajes del relato. Así, el lector puede conocer la historia personal de cada uno: cómo se compone su familia, sus hábitos, sus sueños e, incluso, sus fracasos.
Otras características del relato testimonial lo relacionan con el género policial: el modo de presentación de los personajes y la organización de los acontecimientos. Así, los testigos, incluso los secundarios, como los mozos o el dueño del local, son descriptos desde una perspectiva singular que los acerca al lector. Además, el narrador es el investigador de los hechos.
Se trata de una voz que hilvana la reconstrucción del caso, que da cuenta de las entrevistas realizadas y de la información obtenida a través de otras fuentes, como las judiciales.
La narración del relato entrama así una serie de voces diferentes. Por un lado, aparecen las voces de las personas, en diálogos contextualizados tanto en el espacio como en el tiempo en los que transcurren los hechos, reconstruidos o reelaborados por el autor a partir de sus investigaciones, pero también presentados al modo de un relato ficcional.
A esas voces se suman los testimonios directos obtenidos, que se presentan en la misma trama narrativa.
Por otra parte, la descripción se detiene en detalles mínimos, en los pormenores de la vida de las personas, en los datos que sitúan al lector en el momento y en el lugar donde transcurren los hechos, junto con las voces que aparecen hilvanadas por el narrador, conforman algunos de los recursos propios del relato ficcional utilizados en estos textos.
¿Cómo se lee el relato testimonial?
Si bien los procedimientos ficcionales contribuyen a generar intriga y suspenso en la narración testimonial, a la manera de un relato policial, el lector sabe que esos acontecimientos ocurrieron en la realidad. Por eso, la lectura suele oscilar entre el develamiento de los enigmas —a medida que aparecen datos que indican la realidad de los hechos narrados— y el seguimiento de la intriga.
Los datos o elementos que remiten a la realidad se incorporan a la obra, en gran medida, a partir de la puesta en página del texto, es decir, en la edición del libro: son parte del paratexto, es decir, textos e imágenes situados alrededor del texto narrativo. Por este motivo, en los relatos testimoniales, la lectura de las dedicatorias, prólogos, notas al pie, gráficos e imágenes adquiere una importancia singular.
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