Análisis de
Las
doce figuras del mundo de H.Bustos Domecq (seudónimo de Jorge Luis
Borges y Adolfo Bioy Casares)
Las doce figuras del mundo es una parodia del clásico relato policial
y, por lo tanto, aúna a los elementos
típicos de éste un eficaz sentido
del humor.
ESTRUCTURA
En la estructura del relato hay tres partes
perfectamente marcadas:
1)
Introducción
Comprende el comienzo del cuento hasta el relato que
Molinari hace a Parodi de los hechos ocurridos. En la
introducción se encuentran los siguientes elementos:
a)
El primer párrafo constituye un
típico ejemplo de la técnica del relato policial: se enfrenta de inmediato al
lector con una situación concreta
y algo misteriosa, en la cual
se sugieren ciertas circunstancias, pero sin aclararlas: un hombre enumera,
mientras duerme, los signos del zodíaco; luego duda, comprende que se ha
equivocado y se despierta temblando. El lector es ubicado de entrada ante un
elemento bastante insólito, como el zodíaco, en seguida se alude a un error con
referencia a éste y el temblor expresa una intensa sensación de miedo. Error y
miedo, asociados a algo en apariencia tan alejado de estos dos elementos, como
el zodíaco, tienen la virtud de provocar en el lector una expectativa y atraer
de inmediato su atención.
b)
El segundo elemento que crea el clima de suspenso es la presencia
del “desconocido” que vigila y sigue a Molinari.
c)
Presentación del personaje clave del cuento, don
Isidro Parodi, acerca del cual se nos proporcionan los siguientes datos:
1.
Su pasado, con la historia de la
injusticia que lo llevó a la cárcel.
2.
Su presente en la celda 273.
3.
Su retrato.
d)
Un diálogo intrascendente entre
Aquiles Molinari y don Isidro Parodi, que al desviar momentáneamente la
atención del lector logra que la expresión: “Don Isidro, he matado a un
hombre.”, dicha repentinamente, cause un impacto mayor.
e)
Se proporcionan algunos datos muy
vagos acerca del acontecimiento que se relatará extensamente en la segunda
parte.
2)
Narración del hecho
Es la parte
central del cuento y relata las dos pruebas a que es sometido el periodista, en
el transcurso de las cuales se produce el crimen.
El caso
que se relata es extraño, misterioso y en apariencia inexplicable,
como corresponde a un relato policial, pero como el tono es de parodia
burlesca, a esos rasgos se une el humor,
que les da un sabor muy particular: uno de los mayores méritos del cuento es la
creación de un clima y un ambiente en el que todos los elementos, la quinta de
Abenjaldún, iluminada, con su sala de actos y sus ciento cincuenta drusos velados y con túnicas
blancas alrededor de un toro de metal, y el carácter inusual del lugar, de los
personajes, de las pruebas y de todo lo que allí se realiza, revisten un carácter insólito y cómico a la vez,
que consigue atraer en forma sostenida la atención del lector. El recurso central al que han apelado los autores para obtener el doble
efecto, plantear el enigma a resolver, por un lado, y lograr la nota
humorística, por el otro, consiste en narrar la anécdota no desde un punto de
vista objetivo, sino desde el ángulo
subjetivo, crédulo e ingenuo de Molinari. En el relato de lo sucedido
hay una serie de pasos, a través de los cuales la broma que se le juega al
periodista se va haciendo cada vez más pesada, vale decir que hay un “crescendo” o acentuación del grotesco
que cubre la figura de aquel;
a)
Los preparativos para la
“prueba” a que será sometido (ayunar tres días y aprender de memoria y en
orden los signos del zodíaco).
b)
La primera prueba: encontrar
a los “cuatro maestros”, velados y cubiertos con túnicas, con la sola guía de
las figuras aprendidas.
c)
Segunda prueba en la que
“se jugará la vida de todos ellos y tal vez la suerte del mundo”: buscar a los
maestros con los ojos vendadas y una caña en la mano derecha.
Dentro de
esta anécdota, dominada por el certero efecto humorístico, se inscribe,
desarrolla y culmina el hecho policial, acerca del cual se proporcionan algunos
velados indicios, pero bajo la errónea interpretación de Molinari:
Izedín estaba nervioso. Yo descubrí en seguida el
porqué: había vuelto a la carga con su literatura. En la mesa había un enorme
paquete de libros El doctor, preocupado con mi examen, quería zafarse de
Izedín, y le dijo: —Pierda cuidado. Esta noche leeré sus libros.
Todos dijeron que sí, menos Izedín que estaba tan
distraído que al irse nos dio la mano a todos, uno por uno, cosa que no hace
nunca.
El punto culminante en el relato del periodista es el hallazgo del cuerpo sin vida de Abenjaldún
y el incendio de su casa, hechos de los cuales Molinari se considera
absurdamente culpable y que lo impulsan a huir del lugar a toda velocidad: las
características hilarantes de la fuga y los comentarios que agrega atenúan el
aspecto macabro de todo relato policial. Hacia el final de la primera visita a
Parodi, aquél comienza a advertir que su credulidad ha sido excesiva:
—¿Que cambie el orden? Usted no me ha entendido,
don Isidro, eso no se puede
—¿No? Decí la primera, la última y la penúltima.
Molinari, aterrado, obedeció. Después miró a su
alrededor.
—Bueno, ahora que te has sacado de la cabeza esas
fantasías, te vas para el diario. No te hagás mala sangre.
Mudo, redimido, aturdido, Molinari salió de la
cárcel.
La segunda
parte concluye con el típico recurso
que emplea la novela o relato policial para mantener el suspenso e incitar al
lector a continuar la lectura: terminar cada capítulo con una expresión que abra un interrogante o renueve
algún aspecto del enigma propuesto, en este
caso reiterar la presencia del desconocido que apareció al principio y acerca
de cuyos móviles e intenciones no sabemos nada:
Afuera, estaba esperándolo el otro.
3) Segunda visita a Parodi: desenlace del cuento con la
aclaración del enigma.
En esta
tercera parte resalta la brevedad en comparación con la
longitud de la anterior.
Mediante el
ingenioso ardid de las cartas, muy eficaz por su carácter concreto, Parodi,
que se ha valido tan sólo de una observación detenida de los hechos y de un
riguroso razonamiento, expone la solución del problema que concuerda
perfectamente con la exposición de Molinari, aunque expresa un punto de vista muy diferente,
objetivo y sagaz acerca de los acontecimientos.
Al concluir
la lectura se observa que, si bien el enigma se ha iluminado, hay dos
elementos que permanecen sin aclarar:
a)
La presencia del “desconocido”, que sigue a Molinari en su segunda visita a la cárcel, pero cuya
función en el relato no se aclara. Esto debe atribuirse al tono paródico del
cuento: se incluye un elemento valioso para la creación del suspenso, pero no
imprescindible en la trama argumental, como sucede en tantos relatos
policiales; por eso los autores, con una mirada irónica, fingen “olvidarlo” al final
y hasta insinúan que puede tratarse de la exaltada y fácilmente sugestionable
fantasía de Molinari:
Cuando bajó en Palermo, bajó también el
desconocido, que había pasado de los anteojos a la barba rubia. . .
Esos puntos suspensivos sugieren muy sutilmente
que tal vez el desconocido no existe.
b) Las apariciones del
“señor afable”, con las cuales sucede
algo similar: los móviles de sus visitas y sus temas de conversación son
ambiguos y pueden entenderse como meras fabulaciones de Molinari o como hechos
vinculados realmente con el tema central. Una vez más se advierte la sonrisa
de los autores, que juegan con el lector dejando librada a su arbitrio la
interpretación de este elemento.
HUMORISMO
Se
encuentran diversos tipos de elementos humorísticos:
A)
Derivados de
los caracteres y situaciones
que constituyen la anécdota. El
mecanismo central es el que enfrenta a burladores y burlado cargando las tintas en unos y en otro
hasta desembocar en la situación grotesca de trazo grueso. Todo gira en torno
del afán de burla de Abenjaldún y los suyos, y de la absoluta credulidad de
Molinari: dos fuerzas iguales en intensidad, pero de sentido contrario, que
engranan perfectamente entre sí y desencadenan todas las situaciones
hilarantes que se suceden en el relato. El efecto cómico proviene de la
absoluta convicción de Molinari acerca de la veracidad de cuanto le propone
Abenjaldún: de ello deriva la seriedad y meticulosidad con que se prepara para
las pruebas y con que las afronta. Su ayuno, su aprendizaje de los signos
zodiacales, su absurdo miedo, su fatiga, su doble búsqueda de los maestros, la
segunda vez con los ojos vendados y una caña en la mano, a los tropezones, y,
sobre todo, su continuo recitar las figuras en su orden correcto después del
crimen por temor a que el universo se caiga y su convicción de ser el culpable
de la muerte de Abenjaldún, contrariando la lógica y la realidad misma, son
todos elementos de una irresistible comicidad. En el contraste entre esta
actitud y el derroche de ingenio y picardía que despliegan sus burladores al
urdir una broma tan compleja, radica la gran eficacia humorística del cuento.
B)
Derivados del lenguaje de Molinari, que mezcla continuamente giros y formas de
marcado carácter popular con expresiones y observaciones típicas de su
profesión de periodista:
El archivo es una
piecita pegada a la secretaría: es un cuarto interior. Yo siempre digo que un
recinto sin una ventana como la gente, a la larga resulta insalubre. ¿Usted no
comparte mi criterio?
¡Ahí tiene lo que puede significar un cambio en
las figuras! De pensarlo, la boca se me puso más seca que lengua de loro.
Divisé un agente en la esquina, y di marcha atrás; después me metí en unos
andurriales que es una vergüenza 'que haya todavía en la Capital; yo sufría como
argentino, le aseguro, . . en esos barriales del Oeste no hay seguridad para el
peatón ni vigilancia de ninguna especie.
Este tipo
de comentarios inesperados provocan un efecto humorístico por el contraste con
el tono general del relato de Molinari.
C)
Derivados de la sátira al tradicional relato
policial. Constituyen la tónica
de todo el cuento.
PERSONAJES
Tal como
corresponde a la índole del relato, los personajes están perfilados con pocos
y gruesos trazos, a veces cercanos a la caricatura, sin entrar en detalles
inoportunos ni caracterizaciones psicológicas que estorbarían el curso de la
acción.
1) Don Isidro Parodi
Es una
versión muy singular del detective tradicional, pues tiene la particularidad de
estar inmovilizado en su celda 273. Por ello, contrariamente a los métodos del
clásico investigador, que concurre al lugar del hecho, examina a la víctima,
formula muchas preguntas y trata de recoger indicios por medio de los más
diversos conductos, Parodi se limita, por imposición de su encarcelamiento, a
apoyar su investigación en los datos que le proporcionan la crónica periodística
y el relato de Molinari. Debido a esta circunstancia, su método consiste
únicamente en el razonamiento y
en la deducción; se omiten y
simplifican muchos pasos del procedimiento habitual. Los largos
interrogatorios, por ejemplo, quedan reducidos a unas pocas preguntas que
tienen por objeto aclarar aspectos no implícitos en el relato de los
acontecimientos:
—. . ese archivo no lo conozco. Descríbame un
poco el lugar.
—..Descríbame la
secretaría.
— ...¿Está seguro de
que mientras usted daba sus vueltas nadie salió de la secretaría?
La
semblanza de don Isidro se completa con su retrato, sintético y expresivo:
. .. hoy era un hombre cuarentón, sentencioso,
obeso, con la cabeza afeitada y ojos singularmente sabios.
y con unos
pocos rasgos temperamentales: Lento y eficaz
...sabía que era inútil
querer apresurar a Isidro Parodi;
Recordó que Parodi
mantenía su agilidad espiritual y, gracias a su viveza y a la generosa
distracción del subcomisario Grondona, sometía a lúcido examen los diarios de
la tarde.
2) Aqujles
Molinari
Es el
personaje en quien se acentúan los tintes caricaturescos y, por lo tanto,
resulta esquemático y grueso por imposición de su función en el relato. Es la
exageración de cierto tipo humano que se considera muy avanzado:
Créame, yo soy un
muchacho moderno, un hombre de mi época; he vivido, pero también me gusta
meditar.
que siempre
trata de obtener ventajas de cualquier situación:
Hace tiempo que el
doctor Abenjaldún quería que me iniciaran; yo no podía negarme, me convenía estar
bien con el viejo y no sólo de pan vive el hombre.
pero que en
realidad es incauto y crédulo, y por lo mismo fácil objeto de engaños y burlas.
3)
Abenjaldún y sus amigos
Están
plasmados globalmente como un tipo muy particular de colectividad extranjera
cerrada, que encuentra en Aquiles Molinari al criollo incauto ideal para
hacerlo objeto de sus bromas. Izedín, el asesino, aparece en un desdibujado
segundo plano, y esto acentúa el tono de parodia del relato, ya que por lo
común este personaje es mucho más notorio e importante en el género policial.
IV) ESTILO
El rasgo de
estilo más notable en el cuento es la utilización de un nivel de habla popular,
típicamente porteño, en las intervenciones directas de Molinari y Parodi. Se
reproducen vocablos, giros y formas idiomáticas como el voseo, que comunican al
relato color local y autenticidad. Este tipo de lengua es empleado por cada
personaje según su idiosincrasia, de modo que es un valioso elemento de
definición de los diferentes tipos humanos que aparecen: en Molinari los giros
populares se mezclan a formas rebuscadas y pretendidamente cultas, en parte por
su deformación profesional y en parte porque su temperamento petulante lo lleva
a querer aparentar un nivel cultural que está lejos de poseer:
Salí con mi cañita, yo,
un muchacho joven, pictórico de vida, caminando como inválido, como un ciego,
si usted me interpreta; agarré en seguida para la izquierda porque el cuñado
del gangoso tiene mucho savoir
faire
En
contraposición con la verborragia grandilocuente y redundante de Molinari, el
lenguaje de Parodi es de índole popular también, pero simple, espontáneo y
parco, sin ampulosidades y dotado de gracia y donaire:
—Hace catorce años que estoy archivado
—observó dulcemente don Isidro—. Pero- ese archivo no lo conozco.
—No me hable. Desde que
me establecí en el Norte me tienen cansado los recintos.
—Pare el carro, amigo
—dijo Parodi—. ¿Está seguro?
Frente al
nivel lingüístico de los dos protagonistas se encuentra el de Abenjaldún,
quien, como extranjero culto, se expresa en un castellano correcto, fluido y
rico en vocablos.
De lo dicho
en el punto anterior se desprende la importancia del diálogo, que permite que
cada personaje se dé a conocer y se defina a través de su modalidad
lingüística. La mayor parte de la narración es un extenso diálogo entre Molinari
y Parodi, en el que corresponden a aquél las réplicas extensas y a éste las
breves réplicas circunstanciales o motivadas por la investigación. Dada la
estructura del relato hay, dentro del mencionado diálogo, otros, como el que
sostienen Abenjaldún y Molinari antes de las pruebas y que tienen por objeto
hacer más vivida, colorida y convincente la exposición de éste y más ágil su
estilo.
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