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26 de enero de 2013

ESQUEMA DE LA ACROPOLIS DE PERGAMO- ESQUEMA DEL ALTAR DE ZEUS de Pérgamo- EL COLOSO DE RODAS


ESQUEMA DE LA ACROPOLIS DE PERGAMO- ESQUEMA DEL ALTAR DE ZEUS de Pérgamo- EL COLOSO DE RODAS

- ESQUEMA DE LA ACRÓPOLIS DE PERGAMO. - En la vertiente occidental de la colina, sobre una alargada terraza, apoyada en contrafuertes dispues­tos en dos plantas, se levanta una doble columnata superpuesta, tras la cual un grandioso teatro abre el abanico de su cavea. A la izquierda, el templo romano tetrástilo próstilo de Caracalla. A la izquierda del teatro, una vasta plataforma artificial, en medio de la cual blanquea la mole del altar de Zeus sobre él, casi coronándolo, la columnata de la biblioteca circunda el templo de Atenea Polias. Al fondo y a la izquierda, el templo romano de Trajano; en primer plano, a la derecha, los edificios de los almacenes. Según se des­prende de esta reconstrucción, los urbanistas helenísticos no buscaban ya la ideal armonía, lograda con medios extremadamente simples y perfectos por sí mismos, tal como se aprecia en la acrópolis de Atenas, sino que trataban de provocar efectos escenográficos adecuados para imponerse a simple vista.

ESQUEMA DEL ALTAR DE ZEUS de Pérgamo (el edificio, del -180, ha sido reconstruido en el Pergamonmuseum de Berlín). - Un estilóbato de cinco gradas, de cuarenta metros de largo por treinta y siete de ancho, soportaba sobre tres lados un basamento del cual surgían ochenta y ocho columnas jónicas formando una impresionante y elevada galería. En el cuarto lado -el central, al oeste-, una amplia escalinata, de veinte metros de anchura, condu­cía a un patio al quedaba acceso una doble fila de columnas jónicas y en medio del cual estaba colocado el verdadero altar. También los muros que daban al patio aparecían decorados con un friso escultórico -hoy reducido desgracia­damente a escasos fragmentos— que describía episodios de la vida de Telefo, mítico fundador de la dinastía que reinaba en Pérgamo. A diferencia del «gran friso» (ver figs. 29/31), en el que prácticamente todas las impetuosas figuras cobran idéntico resalte ocupando toda ta altura del friso, los relieves inferiores brindaban, a la matizada luz del patio, efectos más difuminados y mayores logros de perspectiva con los personajes de primer plano, destacando sobre fondos animados, a veces, con figuras más atenuadas o notas paisajistas.

EL COLOSO DE RODAS (de un grabado del siglo XVIII).- El gusto dieciochesco nos ha dado una versión extremadamente fantástica del broncíneo Coloso. En efecto, hoy no se cree que las naves pudieran pasar por entre las piernas de la estatua, la cual, de creer a Plinio, no pasaba de 31 metros de altura. Según parece, la obra era considerada por los antiguos como una de las Maravillas del Mundo, tanto por su tamaño como por la perfección de sus formas. Se levantaba en la bocana del puerto y representaba a Apolo, al que los rodios la ofrecieron como exvoto por su victoria sobre los macedón ios, lograda con la ayuda de Ptolomeo I Soter. La ejecutó Cares de Lindo, discípulo de Lisipo y valeroso excombatiente, que trabajó en ella desde el -292 al -280 utilizando el bronce de las máquinas bélicas capturadas al enemigo. Las piezas, fundidas por separado, se armaron con el apoyo de un armazón interior de mampostería. Según la tradición, sus ojos despedían la luz de un fuego que se mantenía encendido noche y día. El Coloso no tuvo fortuna ni tampoco la proporcionó: Cares, terminada la obra, parece que se dio cuenta de un error y se suicidó y la propia estatua fue destruida por un terremoto 56 años después. Tras varias tentativas para volverla a levantar, en el 672 d. de C, los árabes, dueños por entonces de la isla, vendieron sus restos a un judío, que sacó de ellos trescientas toneladas de metal.

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