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26 de enero de 2013

Resumen cronológico de la historia de Roma hasta Augusto y síntesis de la evolución artística


Resumen cronológico de la historia de Roma hasta Augusto y síntesis de la evolución artística

PERÍODO MONÁRQUICO -754 -753
Fundación de Roma. Según la tradición, reinado de siete monarcas: Rómulo. Numa Pompilio, Tulo Hostilio, Anco Marcio, Tarquino Prisco, Servio Tulio y Jarquino el Soberbio.
Con los últimos reyes etruscos, grandes obras públicas (Cloaca Máxima, Templo Capitolino, etc.).

PERÍODO REPUBLICANO (I)
-510 Instauración de la República y de sus más importantes instituciones. Guerra contra los pueblos Itálicos y los etruscos. En el -390, los galos saquean Roma. Del -343 al -290, guerras samnitas. Con su victoria sobre Tarento (-275), Roma queda dueña de la Italia centro-meridional.

-264 Después de la primera guerra púnica (-2601-241), Roma conquista Sicilia. -239137: conquista de Cerdeña y Córcega. Luchas contra los galos y consiguiente expan­sión por la Italia septentrional.

-218 - Estalla la segunda guerra púnica (-2181-202), en la que la alianza de Aníbal con Filipo V de Macedonia provoca la primera guerra macedónica. Entretanto, es conquistada España. Siguen una segunda guerra macedónica (-2001-197), una siria (-1911-190), una tercera macedónica (-1711-168), y finalmente la tercera guerra púnica (-1501-146), que acaba con la destrucción de Cartago. Caída Corinto (-146), Roma domina el Mediterráneo.

En el siglo V, influencia etrusca (obras de ingeniería, templos y retratos).
En el siglo IV fundación de nuevas ciudades y aper­tura de la Vía Apia. Se inicia la influencia del arte griego.
Desde el siglo III infiltra­ción del helenismo. Construcción de los primeros palacios (pórticos, foros, basíli­cas) y templos de tipo helenístico. Prime­ros arcos triunfales. Noticias de grandes pinturas conmemorativas realizadas tam­bién por los romanos.

PERÍODO REPUBLICANO (II)
- 133- Un largo período de luchas civiles señala la decadencia de las formas republica­nas. Después de una guerra social (-90/-88) numerosos pueblos itálicos reciben la ciudadanía romana. La rivalidad entre Sila y Mario provoca la primera guerra civil (-88). Dictadura de Sila hasta el -79.


I - TRIUNVIRATO Y CÉSAR
-60 -Constitución del I Triunvirato entre Pompeyo, Craso y César después de años de agitación. Del -58 al -50, César conquista las Galias y cruza la Mancha. Muerto Craso, la rivalidad entre César y Pompeyo provoca la II guerra civil, que termina con la derrota (Farsalia) y la muerte de Pompeyo en el -48.

Espléndida actividad constructiva bajo Sila. Artistas griegos trabajan en Roma y Pompeya. Estatuaria de tipo helenístico Florecimiento del retrato. Pintura conme­morativa para los edificios públicos. En la pintura destinada a los particulares, retra­tos y decoración mural del I estilo. Incre­mento de la construcción bajo César.

II -TRIUNVIRATO Y OCTAVIANO
-45 : Coronada Cleopatra en Egipto y dispersados los partidarios de Pompeyo, César es dictador vitalicio; restablece el orden en Italia hasta que es asesinado, en el -44, por una conjuración de republicanos extremistas.

-43 -C: Octavio (Octaviano), heredero de César, constituye el segundo Triunvirato con Marco Antonio y M. Emilio Lépido. Destituido Lépido en -36, Octaviano combate a Marco Antonio y a su aliada Cleopatra. En -31, vence en Actium y Egipto queda convertido en provincia romana.

REINADO DE AUGUSTO -30-14 d. de C.

En -27 Octaviano depone los poderes extraordinarios y restaura la República, pero el Senado le confiere, además el sobrenombre de Augusto, las más importantes magistraturas. Período de paz, turbado solamente por expediciones de castigo contra los pueblos germánicos. Augusto muere en Nola, en el año 14.

ÉPOCA AUGUSTEA: es el período más do­cumentado. Grandes obras públicas en Roma, Italia septentrional y Francia. Cons­trucción del primer gran teatro de tipo ro­mano (T. de Marcelo en Roma). Arcos triunfales y templos en honor de Augusto. La influencia clásica sucede a la helenís­tica, sobre todo en la escultura y en la pintura pompeyana del II estilo. Actividad de artífices griegos y gran importación de obras de arte de Oriente.

El arte romano hasta la época de Augusto

Tras el milagro griego surge el prodigio romano, la fabu­losa carrera de un pueblo que, confinado en una angosta «isla» del Lacio, circundada por zonas pantanosas más o menos afectadas por la malaria, logra en el curso de unos pocos siglos desprenderse de las trabas monárquicas, crear minuciosos y eficaces instrumentos políticos y, finalmente, con una voracidad que siempre encontraría a sus ojos exce­lentes justificaciones «morales», convertirse en el dueño del mundo por entonces conocido y crear una civilización emi­nentemente organizadora y técnica.

Hoy, al cabo de dos mil años de exaltación, se tiende a menoscabar su antiguo pres­tigio y se le describe como un pueblo cruel y despiadado, sediento de sangre y de poder, al propio tiempo que domi­nado por inextinguible orgullo. Algo de verdad hay efectiva­mente en estas afirmaciones, que deben servir para reformar más o menos la virtuosa lección que Roma dicta todavía en numerosos textos escolares modernos. Pero tampoco con­viene olvidar que la expansión imperialista romana se tradujo en una rápida difusión por todo el mundo occidental de con­cepciones y formas de vida mucho más evolucionadas y pro­gresistas.

En su individualismo, los griegos habían creado divinida­des en las que se exaltaban y glorificaban las más estimables cualidades humanas. Los romanos, en cambio, establecieron el culto al Estado -la diosa Roma-, o sea el culto a sí mismos, como miembros integrantes de una colectividad altamente eficaz. De aquí, su firme convicción de tener siempre razón, sobre todo en materia de política exterior, en cuya esfera se anticiparon a los británicos en su rightor wrong, muy country  («bueno o malo, mi país»).

Por este motivo, su concepto de la «virtus» siempre fue sinónimo de una completa y efectiva devoción por el Estado. En cierto sentido, los romanos lleva­ron a cabo sus conquistas convencidos de su obligación de transmitir a la posteridad, mejorado y aumentado, todo cuanto hubiesen recibido de sus antepasados; del mismo modo, jamás un «pater familias» hubiera podido dejar a sus hijos menos bienes de los que él había heredado, sin sufrir la pública repulsa.
En realidad, el pueblo romano no fue belicoso, como lo demuestra el complejo procedimiento a que se atenía antes de recurrir a la fuerza. Pero, realista en grado sumo, tuvo que admitir la necesidad de la guerra y, tenazmente, se puso en condiciones de poder llevarla a cabo del modo más eficaz, lógico y técnico.
La unidad de Italia fue su primera creación. Después, una vez absorbidos los pueblos itálicos, se vio forzado a ampliar el campo de sus conquistas basándose a menudo en exigencias defensivas -como ocurrió en su lucha con Cartago-, para, finalmente, acabar por asegurarse amplias perspectivas de expansión.
Exageradamente lógicos (lo demuestran sus leyes, el com­plicado curriculum de la carrera pública e incluso la lengua latina), realistas y prácticos, los romanos tuvieron también la suerte de entrar en guerra con pueblos cuya organización no iba mucho más allá de la tribal. El mismo mundo helenístico, que tanto difería en muchos aspectos de las poblaciones de España, Francia o Bélgica, estaba bien lejos de presentar un núcleo tan compacto como el que brindaban Roma y los pueblos a ella sometidos.

Basándose en los juicios de ciertos historiadores, algunos críticos modernos tienden a negarle a Roma la creación de un arte original afirmando que toda su producción se debe ex­clusivamente a influencias etruscas y posteriormente grie­gas. En cierto modo debieron considerar el arte con toda la desconfianza del hombre práctico que todavía no ha evolu­cionado. Sólo con el helenismo, con el refinamiento de las costumbres y la riqueza de los últimos años de la república, el gusto estético irrumpe en Roma, como testimoniarán mejor todavía los restos procedentes de la época de Augusto.

Bajo los sucesores de Augusto, se aprecia, en todas las esferas artísticas una mayor originalidad.  Se le concede a los romanos el mérito de haber difundido y conservado el arte greco - helenístico,  apreciando especialmente entre sus aciertos  las conquistas que llevaron a cabo en el campo de la arquitectura funcional y se admira sus retratos, sin preten­der encontrar entre sus creaciones obras de arte puro o de una belleza ideal.




LA PRIMAVERA (pintura mural), comienzos del siglo I d. de C; de Satabia. Museo Nacional de Nápoles. - Esta figura, conocida bajo el nombre boticelliano de «primavera», es de indudable origen helénico. Etérea, casi fugaz, llena de encanto ensoñador, la muchacha apenas detiene su paso para recoger una flor. Los pliegues del quitón y del manto subrayan la esbelta elegancia de la figura, sumergida totalmente en el amplio fondo verde, de atmósfera casi encantada, que la rodea.






ROMA, TEATRO DE MARCELO (travertino; 140 m de longitud y 31 m de altura), época augustea. - Comenzado por César, el teatro fue inaugurado en -11 por Augusto, que se lo dedicó a su sobrino Marcelo, para quien Virgilio, en la Eneida, escribió versos famosos.
La cávea, con capacidad para 20.000 espectadores, no está sobre una pendiente, según el modelo griego, recogido en Fiésole (figura 20), sino sostenida por una construcción circular, formada por tres pisos de arcos. Es ésta una innovación típicamente romana, signo de una técnica totalmente segura de sus medios. Las columnas, empotradas en el  muro, tienen sólo una función decorativa; sin embargo, la superposición de los órdenes sigue aún el esquema griego: en efecto, para el primer piso se ha elegido el orden dórico, más estable, mientras que en el segundo aparece el jónico, más ornamental (en el tercer piso, hoy desaparecido por completo, las columnas eran corintias). Derruido parcialmente  en el siglo IV pata construir el  puente Cestio,  en el siglo XII el teatro fue transformado en fortaleza  y ,finalmente, en el palacio que fue de los Savelli y luego de los Orsini. El edificio sirvió de ejemplo para la arquitectura del Renacimiento.


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