Resumen cronológico de
la historia de Roma hasta Augusto y síntesis de la evolución artística
PERÍODO MONÁRQUICO
-754 -753
Fundación
de Roma. Según la tradición, reinado de siete monarcas: Rómulo. Numa
Pompilio, Tulo Hostilio,
Anco Marcio, Tarquino Prisco, Servio
Tulio y Jarquino el Soberbio.
Con
los últimos reyes etruscos, grandes obras públicas (Cloaca Máxima, Templo Capitolino,
etc.).
PERÍODO
REPUBLICANO (I)
-510
Instauración de la República y de sus más importantes instituciones. Guerra
contra los pueblos Itálicos y los etruscos. En el -390, los galos saquean Roma.
Del -343 al -290, guerras samnitas. Con su victoria sobre Tarento (-275), Roma
queda dueña de la Italia centro-meridional.
-264
Después de la primera guerra púnica (-2601-241), Roma conquista Sicilia. -239137:
conquista de Cerdeña y Córcega. Luchas contra los galos y consiguiente expansión
por la Italia septentrional.
-218
- Estalla la segunda guerra púnica (-2181-202), en la que la alianza de Aníbal
con Filipo V de Macedonia provoca la primera guerra macedónica. Entretanto, es
conquistada España. Siguen una segunda guerra macedónica (-2001-197), una siria
(-1911-190), una tercera macedónica (-1711-168), y finalmente la tercera guerra
púnica (-1501-146), que acaba con la destrucción de Cartago. Caída Corinto (-146),
Roma domina el Mediterráneo.
En
el siglo V, influencia etrusca (obras de ingeniería, templos y retratos).
En
el siglo IV fundación de nuevas ciudades y apertura de la Vía Apia. Se inicia
la influencia del arte griego.
Desde
el siglo III infiltración del helenismo. Construcción de los primeros palacios
(pórticos, foros, basílicas) y templos de tipo helenístico. Primeros arcos
triunfales. Noticias de grandes pinturas conmemorativas realizadas también por
los romanos.
PERÍODO
REPUBLICANO (II)
-
133- Un largo período de luchas civiles señala la decadencia de las formas
republicanas. Después de una guerra social (-90/-88) numerosos pueblos
itálicos reciben la ciudadanía romana. La rivalidad entre Sila y Mario provoca
la primera guerra civil (-88). Dictadura de Sila hasta el -79.
I
- TRIUNVIRATO Y
CÉSAR
-60
-Constitución del I Triunvirato entre Pompeyo, Craso y César después de años de
agitación. Del -58 al -50, César conquista las Galias y cruza la Mancha. Muerto
Craso, la rivalidad entre César y Pompeyo provoca la II guerra civil, que
termina con la derrota (Farsalia) y la muerte de Pompeyo en el -48.
Espléndida
actividad constructiva bajo Sila. Artistas griegos trabajan en Roma y Pompeya.
Estatuaria de tipo helenístico Florecimiento del retrato. Pintura conmemorativa
para los edificios públicos. En la pintura destinada a los particulares, retratos
y decoración mural del I estilo. Incremento de la construcción bajo César.
II
-TRIUNVIRATO Y
OCTAVIANO
-45
: Coronada Cleopatra en Egipto y dispersados los partidarios de Pompeyo, César
es dictador vitalicio; restablece el orden en Italia hasta que es asesinado, en
el -44, por una conjuración de republicanos extremistas.
-43
-C: Octavio (Octaviano), heredero de César, constituye el segundo Triunvirato
con Marco Antonio y M. Emilio Lépido. Destituido Lépido en -36, Octaviano
combate a Marco Antonio y a su aliada Cleopatra. En -31, vence en Actium y
Egipto queda convertido en provincia romana.
REINADO DE
AUGUSTO -30-14 d. de C.
En
-27 Octaviano depone los poderes extraordinarios y restaura la República, pero
el Senado le confiere, además el sobrenombre de Augusto, las más importantes
magistraturas. Período de paz, turbado solamente por expediciones de castigo
contra los pueblos germánicos. Augusto muere en Nola, en el año 14.
ÉPOCA AUGUSTEA: es el período más documentado.
Grandes obras públicas en Roma, Italia septentrional y Francia. Construcción
del primer gran teatro de tipo romano (T. de Marcelo en Roma). Arcos
triunfales y templos en honor de Augusto. La influencia clásica sucede a la
helenística, sobre todo en la escultura y en la pintura pompeyana del II
estilo. Actividad de artífices griegos y gran importación de obras de arte de
Oriente.
El
arte romano hasta la época de Augusto
Tras
el milagro griego surge el prodigio romano, la fabulosa carrera de un pueblo
que, confinado en una angosta «isla» del Lacio, circundada por zonas pantanosas
más o menos afectadas por la malaria, logra en el curso de unos pocos siglos
desprenderse de las trabas monárquicas, crear minuciosos y eficaces
instrumentos políticos y, finalmente, con una voracidad que siempre encontraría
a sus ojos excelentes justificaciones «morales», convertirse en el dueño del
mundo por entonces conocido y crear una civilización eminentemente
organizadora y técnica.
Hoy,
al cabo de dos mil años de exaltación, se tiende a menoscabar su antiguo prestigio
y se le describe como un pueblo cruel y despiadado, sediento de sangre y de
poder, al propio tiempo que dominado por inextinguible orgullo. Algo de verdad
hay efectivamente en estas afirmaciones, que deben servir para reformar más o
menos la virtuosa lección que Roma dicta todavía en numerosos textos escolares
modernos. Pero tampoco conviene olvidar que la expansión imperialista romana
se tradujo en una rápida difusión por todo el mundo occidental de concepciones
y formas de vida mucho más evolucionadas y progresistas.
En
su individualismo, los griegos habían creado divinidades en las que se
exaltaban y glorificaban las más estimables cualidades humanas. Los romanos, en
cambio, establecieron el culto al Estado -la diosa Roma-, o sea el culto a sí
mismos, como miembros integrantes de una colectividad altamente eficaz. De
aquí, su firme convicción de tener siempre razón, sobre todo en materia de
política exterior, en cuya esfera se anticiparon a los británicos en su rightor
wrong, muy country («bueno o malo, mi
país»).
Por
este motivo, su concepto de la «virtus» siempre fue sinónimo de una completa y
efectiva devoción por el Estado. En cierto sentido, los romanos llevaron a
cabo sus conquistas convencidos de su obligación de transmitir a la posteridad,
mejorado y aumentado, todo cuanto hubiesen recibido de sus antepasados; del
mismo modo, jamás un «pater familias» hubiera podido dejar a sus hijos menos
bienes de los que él había heredado, sin sufrir la pública repulsa.
En
realidad, el pueblo romano no fue belicoso, como lo demuestra el complejo
procedimiento a que se atenía antes de recurrir a la fuerza. Pero, realista en
grado sumo, tuvo que admitir la necesidad de la guerra y, tenazmente, se puso
en condiciones de poder llevarla a cabo del modo más eficaz, lógico y técnico.
La
unidad de Italia fue su primera creación. Después, una vez absorbidos los
pueblos itálicos, se vio forzado a ampliar el campo de sus conquistas basándose
a menudo en exigencias defensivas -como ocurrió en su lucha con Cartago-, para,
finalmente, acabar por asegurarse amplias perspectivas de expansión.
Exageradamente
lógicos (lo demuestran sus leyes, el complicado curriculum de la carrera
pública e incluso la lengua latina), realistas y prácticos, los romanos
tuvieron también la suerte de entrar en guerra con pueblos cuya organización no
iba mucho más allá de la tribal. El mismo mundo helenístico, que tanto difería
en muchos aspectos de las poblaciones de España, Francia o Bélgica, estaba bien
lejos de presentar un núcleo tan compacto como el que brindaban Roma y los
pueblos a ella sometidos.
Basándose
en los juicios de ciertos historiadores, algunos críticos modernos tienden a
negarle a Roma la creación de un arte original afirmando que toda su producción
se debe exclusivamente a influencias etruscas y posteriormente griegas. En
cierto modo debieron considerar el arte con toda la desconfianza del hombre
práctico que todavía no ha evolucionado. Sólo con el helenismo, con el
refinamiento de las costumbres y la riqueza de los últimos años de la
república, el gusto estético irrumpe en Roma, como testimoniarán mejor todavía
los restos procedentes de la época de Augusto.
Bajo
los sucesores de Augusto, se aprecia, en todas las esferas artísticas una mayor
originalidad. Se le concede a los romanos
el mérito de haber difundido y conservado el arte greco - helenístico, apreciando especialmente entre sus aciertos las conquistas que llevaron a cabo en el campo
de la arquitectura funcional y se admira sus retratos, sin pretender encontrar
entre sus creaciones obras de arte puro o de una belleza ideal.
LA
PRIMAVERA (pintura mural), comienzos del siglo I d. de C; de Satabia. Museo
Nacional de Nápoles. - Esta figura, conocida bajo el nombre boticelliano de
«primavera», es de indudable origen helénico. Etérea, casi fugaz, llena de
encanto ensoñador, la muchacha apenas detiene su paso para recoger una flor.
Los pliegues del quitón y del manto subrayan la esbelta elegancia de la figura,
sumergida totalmente en el amplio fondo verde, de atmósfera casi encantada, que
la rodea.
ROMA,
TEATRO DE MARCELO (travertino; 140 m de longitud y 31 m de altura), época
augustea. - Comenzado por César, el teatro fue inaugurado en -11 por Augusto,
que se lo dedicó a su sobrino Marcelo, para quien Virgilio, en la Eneida,
escribió versos famosos.
La
cávea, con capacidad para 20.000 espectadores, no está sobre una pendiente,
según el modelo griego, recogido en Fiésole (figura 20), sino sostenida por una
construcción circular, formada por tres pisos de arcos. Es ésta una innovación
típicamente romana, signo de una técnica totalmente segura de sus medios. Las
columnas, empotradas en el muro, tienen
sólo una función decorativa; sin embargo, la superposición de los órdenes sigue
aún el esquema griego: en efecto, para el primer piso se ha elegido el orden
dórico, más estable, mientras que en el segundo aparece el jónico, más
ornamental (en el tercer piso, hoy desaparecido por completo, las columnas eran
corintias). Derruido parcialmente en el
siglo IV pata construir el puente
Cestio, en el siglo XII el teatro fue
transformado en fortaleza y ,finalmente,
en el palacio que fue de los Savelli y luego de los Orsini. El edificio sirvió
de ejemplo para la arquitectura del Renacimiento.
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