La primera arquitectura en Italia: la aportación etrusca
URNA BICÓNICA
(terracota, altura unos 50 cm), de la necrópolis
Arnaldi, siglo
VII. Museo Cívico de
Bolonia. –
La cultura
villanoviana o protoetrusca, que aparece al finalizar
la Edad de Bronce y en la primera Edad de Hierro, se caracteriza desde el punto
de vista arqueológico por el vaso de terracota en forma de doble cono, para
contener las cenizas de los difuntos incinerados. La decoración es siempre
geométrica y traduce en forma tosca motivos helénicos. En algunos casos hace de
tapa un casco de bronce y la urna evoca entonces vagamente una figura humana.
Las zonas más típicas
de esta cultura son Emilia
y Etruria, pero se han encontrado huellas en el Lazio
y en la Marcas, incluso en Timmari (Apulia)y en
Milazzo, Sicilia. Al mismo período pertenecen
también las urnas en forma de cabaña: son de planta elíptica y reproducen un
tipo de vivienda que parece haber estado difundido en la Etruria costera y en
el Lazio.
FASCES (hierro, altura
32 cm) de una tumba de Vetulonia, siglo VII. Museo Arqueológico de Florencia. –
Las fasces de los lictores
romanos son sin duda de origen etrusco y parece ser que Vetulonia introdujo su
uso en la península. Se trata de símbolos del poder, compuestos por varas de
hierro y el hacha de dos filos: la bipenna, que hemos visto ya en función sagrada
en la civilización minoica y también en las poblaciones nurágicas de Cerdeña.
URNA CINERARIA
(terracota, altura 64 cm), de Montescudaio (Volterra), siglo
VII. Museo Arqueológico de Florencia. –
El tipo villanoviano de
urna bicónica ha evolucionado aquí, sea por una mayor afinación de la forma,
sea sobre todo por la presencia, junto a motivos geométricos ya conocidos pero
ahora ejecutados en relieve, de figurillas exentas que decoran la tapa y el asa.
Frente al vaso de Bissenzio , estas figurillas demuestran una modelación mucho
más segura y están animadas de un tosco pero convincente naturalismo.
Probablemente, la escena representada sobre la tapa es la de un banquete
funerario, y aparece ya la pareja conyugal que será típica del posterior arte
funerario etrusco.
VOLTERRA: PUERTA CON
ARCO (muros de arenisca, arco de travertino, diámetro 4 m), siglo IV. –
El hecho de que los etruscos, al igual que los
egipcios y los mesopotámicos, usarán la bóveda, cosa que los griegos no
hicieron hasta la era helenística, es un testimonio fehaciente en favor de la
hipótesis que les atribuye un origen asiático. Es probable, en cualquier caso,
que la componente oriental de este pueblo importara de Asia Menor tal técnica,
que apareció en Italia durante el siglo VII y estaba llamada a alcanzar, con el
uso que de ella hicieron los constructores romanos, un enorme desarrollo.
La puerta de Volterra
es propiamente la base de una torre sobre cuyas fachadas opuestas de entrada y
de salida se han practicado dos aberturas de arco de cañón, que se apoyan en
dos poderosas pilastras. Frente a la bóveda de arimez, la de cañón representa
un importante progreso: de un sistema empírico se ha pasado a un procedimiento
basado en leyes físicas precisas y de realización bastante fácil. Las piedras
se sostienen ahora entre sí y resisten eficazmente la fuerza de la gravedad.
Los bloques que forman los dos arcos volterranos tienen más de un metro de
longitud, y sobre tres de los bloques exteriores -en los dos extremos y en el
vértice (o clave)- se han aplicado cabezas humanas en peperino, actualmente
erosionadas por el tiempo.
ORVIETO: LA VÍA DE LOS
SEPULCROS, siglo V.-
Orvieto es la única ciudad etrusca cuyo nombre antiguo
se conoce. Gozó de gran prosperidad, sobre todo del siglo VI al IV, y se
encuentran en ella templos y edificios sagrados de las que provienen muchas
obras importantes de barro, así como vastas necrópolis con tumbas de cámara
alineadas en vías sepulcrales regulares: hay tumbas aisladas diseminadas en los
alrededores y algunas presentan frescos notables. Las tumbas de la Vía de los
Sepulcros están construidas en forma de hipogeo arquitectónico, es decir, son
subterráneas y la entrada se abre en una mampostería elevada en bloques de toba
labrados según la técnica constructiva del opus quadratum.
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