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3 de noviembre de 2020

La civilización Maya

 

La civilización Maya

Los mayas desarrollaron su civilización a lo largo de los tres períodos (preclásico, clásico y posclásico) desde el 3.000 a.C. hasta el 1456 d.C. Tras la conquista es­pañola de México no todos los territorios mayas fueron dominados, aunque su esplendor del pe­ríodo clásico había decaído. Actualmente existen más de un millón de descendientes mayas en Guatemala, sur de México (del Océano Pacífico al Mar Caribe, incluida la Península de Yucatán) y Honduras. Con el paso de los siglos el idioma maya derivó en otras lenguas, siendo la más nume­rosa la maya-quiché, pero también se destacan la chol, tojolabal, tzeltal, tzotzil, mam y lacandón.

 Provenientes probablemente del norte californiano, los mayas atravesaron el área cultural meso-americana y se instalaron al sur, al principio en las tierras altas de Guatemala (zona montañosa, al centro-sur). Luego, aproximadamente en el 1800 a.C., se expandieron hacia las tierras bajas de Guatemala y más tarde a la zona de Chiapas. Este territorio, de cálidas y húmedas selvas tropica­les, estaba habitado por descendientes de olmecas, que contribuyeron culturalmente al nuevo pue­blo. En su etapa preclásica se distinguieron por la construcción de centros ceremoniales, y adqui­rieron conocimientos de otras civilizaciones que estaban mucho más desarrolladas. Los mayas tuvieron la capacidad de transformarlos posteriormente en verdaderas expresiones originales. Al mismo tiempo que tomaban esos préstamos culturales, su población crecía y ayudaba al cambio.

 Los investigadores consideran que los mayas desarrollan su "época clásica" cuando su producción cultural es la más importante, avanzada y exquisita de Mesoamérica. Entre los rasgos sobresalien­tes se destacan su estilo artístico y refinado, el desarrollo de la escritura ideográfica y del calenda­rio (ambos ideados por los olmecas); hermosas pinturas murales y cerámicas policromas; una ar­quitectura con variados diseños, decoración, materiales y sistemas constructivos entre los que sobresale la llamada "bóveda maya". Por sus obras artísticas y culturales tan bellas y trabajadas, fueron llamados "los griegos de América".

 Organización política

Se habla generalmente de "Antiguo Imperio" y "Nuevo Imperio Maya" para designar a los períodos clásico y posclásico respectivamente. Esto da lugar a confusión, ya que la difusión de la cultura maya fue básicamente lingüística y cultural, no militar, y jamás existió entre los mayas el concep­to de imperio. Su organización sociopolítica interna fue siempre a base de pequeños estados enca­bezados por una ciudad importante. Debido al avance de la selva sobre las ruinas, todavía no se sabe con precisión cuántas ciudades-estado hubo en el dominio cultural maya.



Su forma de gobierno era una monarquía hereditaria, cuyo so­berano se denominaba Halach Uinic, y estaba secundado por un consejo Supremo, compuesto por jefes regionales, sacerdotes y consejeros especiales. Durante la época clásica, la característica de la monarquía era la teocracia (gobierno de Dios o sus represen­tantes); es decir que quienes eran los intermediarios entre los dioses y los hombres (los sacerdotes) tenían mucha influencia en el gobierno. En cambio, durante la época posclásica -proba­blemente por la influencia de los Toltecas, que invadieron la re­gión- el predominio fue de los militares.

Economía

El fundamento de su economía era la agricultura en base a la roza, como los olmecas. La técnica de roza consiste en prepa­rar el terreno mediante la tala e incendio de un sector del bos­que, para despejar las malezas y arbustos previamente a la siembra. Se cultiva ese predio va­rios años hasta que disminuye la producción por el agotamiento del suelo; luego se prepara otro sector del bosque del mismo modo, y no se vuelve a sembrar el primero hasta que esa tie­rra no haya recuperado la vegetación. Por eso, este sistema agrícola requería de un amplio te­rritorio. Como consecuencia, las ciudades-estado se hallaban dispersas, con terrenos libres a su alrededor.

 El mayor problema con que se enfrentaban era la provisión constante de agua, porque eran insuficientes los ríos o arroyos de la región para enfrentar temporadas prolongadas de sequía. Por eso buscaban ubicarse cerca de cenotes, como en Chichén Itzá. Los cenotes son depósitos geológicos naturales de aguas (numerosos en la península de Yucatán) que se hallan a veces en la superficie, pero en general son subterráneas, por lo cual los pobladores debían cavar para utilizarlos. Si no había cenotes cerca, recogían el agua de lluvia en cisternas (receptáculos cons­truidos por el hombre). Sólo en la época moderna perforaron pozos.

Cultivaron maíz, pimientos, calabazas, tubérculos, cacao, algodón; cosechaban tabaco, copal y cau­cho. De éste obtenían la materia prima para sus sandalias, capas y pelotas para los juegos.

La unidad de producción era la familia, que cultivaba y cosechaba una parcela durante 200 días al año. El resto del tiempo los hombres trabajaban en obras públicas.

 Como era un sistema de producción extensivo, cuando la población aumentó considerable­mente, lo sembrado no alcanzó para alimentarla. Los gobernantes intentaron mejorar el ren­dimiento combinando el sistema de roza con el riego y con la preparación del terreno para un cultivo más intensivo, pero quizás esto no fue suficiente debido a que ya se había agotado la tierra y esos mecanismos no servían a corto plazo. Por ello, gran parte de la población emigró a otras regiones en el 900 d.C., y la cultura maya, que antes estaba ubicada fundamentalmen­te en el noreste de Guatemala, renació en la península de Yucatán, con muchas característi­cas antiguas pero también con nuevos rasgos, tomados de las culturas militaristas del altipla­no central mexicano.

 Sociedad

Existía una diferenciación social marcada entre el clan familiar del jefe y los restantes grupos. La sociedad maya se podría clasificar en cuatro clases: la nobleza, los sacerdotes, el pueblo y los esclavos.Los nobles tenían privilegios que se transmitían por herencia, por lo que se preocupaban mucho por su origen familiar, y para recordarlo hacían árboles genealógicos. Fueron llamados "caci­ques" por los españoles; entre ellos se elegían los jefes locales.

 Los sacerdotes gozaban de gran prestigio: cumplían un importante papel en el gobierno y en el desarrollo de toda la cultura maya, desde la configuración y distribución urbana de los cen­tros ceremoniales, hasta en la investigación científica. No sólo eran astrólogos, sino que do­minaban el sistema calendárico con sus conocimientos astronómicos y matemáticos, y con ello, también conocían los ciclos de la agricultura. Eran asimismo quienes redactaban la his­toria de su pueblo mediante la escritura jeroglífica y, por supuesto, se ocupaban de las cere­monias religiosas y de los sacrificios que se hacían en ofrenda a los dioses. Entre los sacerdo­tes existía división de tareas para su mejor desempeño.

El pueblo trabajaba en la agri­cultura y en la edificación, así como también en todo otro oficio manual que fuera nece­sario para la vida; era, en líneas generales, muy laboriosas y creativas. Los prisioneros de guerra o los infractores a las leyes eran reducidos a la esclavi­tud. Los considerados culpa­bles eran privados de su li­bertad hasta que pagaran por el delito cometido. Un esclavo se compraba como una mer­cancía. Según el investigador Henri Lehmann, Malinche (bau­tizada por los españoles con el nombre de Marina), la famo­sa amante del conquistador Hernán Cortés (que le sirvió de intérprete ante los caudillos mexicanos y facilitó su victoria), era una esclava de lengua maya.

Religión

Se conoce a través de los manuscritos o Códices, por las repre­sentaciones artísticas, por los relatos de los españoles, y por la religión actual de los pueblos mayas que, si bien adoptaron ofi­cialmente el catolicismo, conservaron muchas de las prácticas anteriores. Además de que las tradiciones orales continuaron durante siglos, el Popol Vuh (libro sagrado de los mayas) había sido escrito en lengua maya-quiché, y fue traducido en el siglo XVIII por un sacerdote católico, con la ayuda de los sabios del lugar.

 La religión maya concebía al hombre en total dependencia de los dioses que regían su mundo, rigurosamente ordenado por los sacerdotes. Éstos establecían los ayunos, las oraciones y los sacrificios. Durante el período clásico, se ofrecían en sa­crificio alimentos, animales u objetos preciados. En el perío­do posclásico aparecieron los sacrificios humanos.

 Los dioses principales tenían que ver con el tiempo, con la agricultura y con el cosmos, y estaban agrupados en cuatro (o uno con cuatro características distintas) tal como se conciben los puntos cardinales. El dios más importante de los prime­ros tiempos, Itzmaná, dio probablemente origen al culto a Ku-kulkán, dios maya posclásico, y también está relacionado con Quetzacoatl, dios de los aztecas de la altiplanicie mexicana. Se lo asocia con el poder, con el agua y el fuego, y con la ser­piente Sus ayudantes eran, entre otros, los dioses de la llu­via, del maíz, de los muertos, de la luna y de la maternidad.

FUENTE: Eggers-Brass, Teresa

Historia II : América indígena y la expansión europea / Teresa Eggers-Brass y Marisa Gallego. - 2a ed. - Ituzaingó : Maipue, 2009.



9 de enero de 2020

LA FORMACIÓN DEL IMPERIO AZTECA


LA FORMACIÓN DEL IMPERIO AZTECA

Resumen:
Los aztecas fueron un pueblo guerrero originario del norte del actual territorio mexicano. Tras asentarse en el valle de México, lograron construir el imperio centralizado más importante de Mesoamérica. Durante 200 años, hasta la llegada de los españoles, sometieron a sus vecinos, cobrándoles tributos.
Al llegar a! valle de México, los aztecas se instalaron en una isla del lago Texcoco y fundaron, en el año 1325, la ciudad de Tenochtitlán. Luego de su instalación, iniciaron una gue­rra contra los pueblos vecinos.
Realizaron una alianza con las ciudades de Texcoco y Tlacopán, también ubicadas en la ribera del lago y some­tieron y controlaron a las ciudades del valle.
Con el tiempo, los aztecas fortalecieron cada vez más su poder sobre los otros pueblos, expandiéndose a nuevas regiones por medio de alianzas o de la conquista. A partir del siglo XV, consiguieron formar un imperio que incluía a más de 300 ciudades.
Los aztecas imponían al resto de las ciudades el pago de un tributo en especie y obligaban a los hombres a trabajar en las obras públicas. Sin embargo, cada una de ellas man­tuvo su gobierno y su organización.

EL GOBIERNO DEL IMPERIO AZTECA
El estado azteca estaba gobernado por un rey llamado tlatoani, que tenía bajo su cargo los asuntos religiosos y milita­res: gobernaba de por vida, pero su cargo no era hereditario.
Para controlar y gobernar el territorio conquistado, el imperio fue dividido en provincias administradas por miem­bros de la nobleza azteca.
La necesidad de conquistar tierras fértiles, de disponer de una población que pagara tributos y de esclavos para los sacrificios que ofrecían a sus dioses, hacía inevitable la guerra permanente con los pueblos vecinos. Esas guerras, llamadas "guerras floridas", tenían un carácter ritual. El ejército se transformó, por lo tanto, en un elemento muy importante para el imperio, para emprender nuevas guerras y para controlar a la población dominada.
Los aztecas desarrollaron un sistema de escritura picto­gráfica, compuesto por signos ideográficos, en los que cada pintura o dibujo representaba una idea. Dichas pinturas eran realizadas sobre pieles de animales.

Las guerras floridas
La religión dirigía la vida de los hombres y, por esto, las fiestas dedicadas a las di­vinidades eran tan importan­tes. Dentro del panteón de los aztecas, los dioses que ocupa­ban el lugar más importante eran Huitziopochtli (dios de la guerra y de la muerte), Tlá-loc (dios de la lluvia y la agri­cultura) y Quetzalcoátl (dios principal del panteón azteca). Las ceremonias eran públicas y, en ellas, se ofrendaba a Sos dioses comida ritual. Creían en la necesidad de alimentar a los dioses con sangre para asegurar la sucesión de los días y las noches. Por eso, en las ceremonias, se realizaban sacrificios humanos, y el co­razón y la sangre eran entre­gados a los dioses.
Con el fin de continuar con los rituales y asegurar la marcha del mundo, reque­rían de hombres para realizar los sacrificios, que obtenían de las guerras libradas en forma periódica con sus veci­nos, en las que no se trataba de matar enemigos, sino de capturar prisioneros.
La principal actividad económica de los aztecas fue la agricultura. Para cultivar utilizaron la técnica de roza en los montes, el riego en los Manos, y construyeron terrazas en las sierras. Pero debido a la escasez de tierras, los azte­cas desarrollaron un sistema que les permitió practicar la agricultura sobre el agua y, para eso, construyeron jardines flotantes en las partes más bajas de los lagos. Ese sistema fue llamado chinampa, que eran cons­trucciones similares a una balsa. Construidas a partir de una estructura de troncos y ramas, sobre la que coloca­ban tierra fértil para practicar la agricul­tura. Estas estruc­turas flotaban y se anclaban con palos.

El comercio fue muy importante para los aztecas. El  intercambio a larga distancia era una actividad muy prestigiosa, y quienes lo emprendían ocupaban un lugar destacado den­tro de la sociedad.
Desarrollaban esta actividad los mercaderes o pochtecas, quienes realizaban intercambios a través del trueque, utili­zando como moneda semillas de cacao, mantas u oro. Los pochtecas también actuaban como espías en las ciudades con las que comerciaban. A veces actuaban como un ejérci­to, y en algunos casos, realizaban conquistas. Por medio de ellos, los aztecas lograron intercambiar bienes materiales y culturales con los mayas.
Por otro lado, existían mercados locales, a los que concu­rrían los habitantes de las ciudades para conseguir alimen­tos y artesanías.

Una sociedad estratificada
La sociedad azteca estaba compuesta por veinte cla­nes llamados calpulli, integrados por grupos de parientes. Cada clan o calpulli contaba con tierras para la agricultura, un templo y un jefe (aprobado por el soberano). Este jefe se encargaba de registrar las tierras de cada comunidad, controlar la distribución entre las familias y supervisar los trabajos de labranza.
La sociedad estaba compuesta por tres grupos sociales jerárquicamente diferenciados. El primer grupo en la escala era el de la clase dirigente o pilli, integrada por sacerdotes, guerreros y funcionarios del gobierno. Los miembros de este grupo tenían la propiedad de la mayor parte de las tierras, que eran trabajadas por campesinos, porque ellos no realiza­ban tareas manuales y tampoco pagaban tributo. El tlatoani o emperador también pertenecía a este grupo.
En el segundo grupo, llamado macehualtín, se encontraba la gente común, como los artesanos, los campesinos y los comerciantes. Pagaban tributo al Estado, tanto en alimen­tos (especie) como en trabajo. Es decir, entregaban al Estado parte de la producción, que era destinada a los miembros del grupo dirigente. A su vez. tenían la obligación de trabajaren las obras públicas y en las tierras de los pilli.
En último lugar estaban los esclavos. En su mayoría, eran obtenidos en las guerras. Otros eran personas que cumplían una pena por haber cometido algún delito.

Fuente: Historia 2, ED, Mandioca, Buenos Aires, 2011



28 de diciembre de 2016

El pueblo de Los Huno

Huno, pueblo nómada asiático, probablemente de origen turco, tártaro o ugrio (ugro), que partió de las estepas situadas al norte del mar Caspio para realizar repetidas incursiones en el Imperio romano durante los siglos IV y V d.C. Estos ataques culminaron en una serie de guerras en la época de Atila, el más renombrado de sus líderes, que llevaron a ambas partes del Imperio romano, Oriental y Occidental, al borde de la destrucción. En su momento de máximo esplendor, los hunos absorbieron diferentes tendencias raciales en sus ejércitos y asimilaron las características de las poblaciones de su entorno, de modo que en Europa perdieron poco a poco su marcado carácter asiático; pero incluso antes de su llegada a Europa sus características físicas variaban mucho, y no era fácil determinar su identidad étnica o lingüística. Sin embargo, todos los relatos coinciden en describirlos como un pueblo nómada agresivo, con escasos logros culturales, que había logrado desarrollar una gran destreza en las técnicas de combate, sobre todo en el campo de la equitación militar.
 Antes de que diera comienzo su historia europea conocida, existía en China occidental una tribu, posiblemente relacionada con los hunos, conocida con el nombre de xiongnu, a finales del siglo III a.C., en los primeros años de la dinastía Han. En el siglo II d.C., el poder de esta tribu en Oriente se debilitó y finalmente se dividió en dos campamentos, uno de los cuales se dirigió al sur con unas 50.000 familias, mientras que casi todos los demás, tras intentar durante algún tiempo sobrevivir en las estepas del Caspio, se fueron al oeste y al noroeste en busca de nuevas tierras. Un gran número de los que se dirigieron al noroeste, se estableció durante algún tiempo a orillas del río Volga. En la segunda mitad del siglo IV d.C., a las órdenes de un líder llamado Balamir, o Balamber, avanzaron hacia los territorios de los alanos, un poderoso pueblo asentado entre los ríos Volga y Don, a quienes derrotaron en una batalla a orillas del Don.
 Su siguiente conquista fue el territorio de los ostrogodos, a los que persiguieron en su retirada hasta el río Danubio. De paso amenazaron a los visigodos, que buscaron la protección del Imperio romano. Pocos años después, cuando los godos se rebelaron contra la autoridad romana, los hunos cruzaron el Danubio para unirse a ellos. En las primeras batallas que se produjeron, los hunos no tuvieron un papel destacado, pero a principios del siguiente siglo se les unieron nuevas hordas, y antes del 432, durante el reinado del emperador romano de Oriente Teodosio II, su poder había aumentado tanto que el rey huno Roas, o Rugilas, cobraba un importante tributo anual a Roma.
 A Roas le sucedieron sus sobrinos Atila y Bleda. Tras la muerte de Bleda, Atila amplió los dominios hunos en Occidente hasta la Galia, donde fue derrotado en el 451, e Italia. Sin embargo, tras la muerte de Atila en el año 453, el poder de los hunos decayó, y no volvieron a tener un lugar destacado en la historia europea. Muchos hunos se alistaron en los ejércitos romanos, mientras que otros se unieron a nuevas hordas de invasores del norte y del este, a quienes ayudaron en sus continuos ataques contra el Imperio.
 En lo que respecta a las incursiones asiáticas de los hunos, llegaron incluso hasta la India, donde tras ser repelidos en un principio (finales del siglo V) por la dinastía Gupta, acabaron por provocar su desaparición como el principal poder en la zona.

Fuente: Encarta 2000


15 de junio de 2014

LA INDIA: el país, el pueblo, la cultura

LA INDIA: el país, el pueblo, la cultura
Resumen y desarrollo

Resumen:


EL PAÍS
La India se halla al sur de Asia, constituyendo una inmensa península triangular que avanza hacia el Océano índico.
El norte del país es una llanura muy fértil, de clima caluroso y hú­medo, regada por dos grandes ríos, el Indo y el Ganges. En ella se aglomera la mayor parte de la población. El sur, el Dekán, es una meseta seca y estéril.

EL PUEBLO
Los antiguos habitantes de la India fueron los dravidas, pueblos de piel oscura, creadores de una civilización que no nos es muy conocida.
Después del año —2000 el país fue invadido por tribus de piel blanca, venidas del Cáucaso: eran de raza aria, y al llegar al Indo se llamaron hindúes.
Como eran muy aguerridos se apoderaron de todo el país e implantaron el sistema de castas. Tres castas superiores para los blancos: guerreros, brahmanes o sacerdotes y el pueblo ario, y una casta inferior para los antiguos pobladores de piel oscura. Fuera de las castas se hallaban los "parias", privados de todo derecho.

LA CULTURA
Políticamente, la India no fue nunca un reino unido, sino una multitud de pequeños estados independientes gobernados por príncipes o "rajas".
     Su religión.:El pueblo hindú es el más inclinado a la religiosidad de todo el Oriente. Sus tres principales religiones son:

El brahmanismo: Adora a Brahma como principio de toda la creación. Reconoce a los brahmanes como casta superior y predica la transmi­gración del alma.
El hinduismo: Mezcla de brahmanismo con los dioses arios. La divi­nidad superior es la tríada compuesta por Brahma, Visnú y Siva. Venera a la vaca como animal sagrado y practica numerosos ritos, como los de los faquires y yogas. Es la religión de la mayoría del pueblo.
El budismo: Basado en la búsqueda del "nirvana" mediante la supresión de todo deseo, y la continua meditación.

Su arte: La India nos ha legado maravillosos templos grandes como los de Egipto, aunque con excesivos adornos. Son igualmente notables sus bajorrelieves y esculturas.
Su ciencia: Los hindúes han descollado en matemáticas y en medi­cina, pero sobre todo en Filosofía: se considera su pensamiento como uno de los más profundos de la antigüedad.

 DESARROLLO:
Sumario
I. El País: Zonas, climas, ríos, producciones
II. El Pueblo: Dravidas - Arios
III. La Cultura:
Organización social: Las castas
Religión: Brahmanismo
Hinduismo Budismo
Arte:
Arquitectura
Escultura
Literatura: Los Vedas
Ciencias: Matemáticas - Medicina - Filosofía

I.   El País
En el flanco sur del continente asiático se encuentra una península, típicamente triangular, que avanza hacia el Océano Indico. Esta in­mensa masa de 3.500.000 kilómetros cuadrados de superficie es la India, y su suelo ha sido asiento de una de las más brillantes y an­tiguas civilizaciones de la humanidad.
La India está rodeada de poderosos vecinos: a su izquierda se hallan Persia y Afganistán; por el norte la rodean las inmensas moles del Himalaya, que la separan de China, del Tibet y Nepal; y cerrando el arco a su derecha, están las junglas de Birmania.
En este inmenso país se distinguen dos regiones bien características:
• La parte superior es una llanura recorrida en toda su extensión por dos de los ríos más grandes del mundo: el Indo al oeste y el Ganges al este. De ahí que los persas llamaran a esta región Hin-dustán (país de los ríos), nombre que luego se ha extendido a todo el resto.
Aquí la vida está totalmente regulada por las aguas. En la región del Ganges las lluvias de los monzones son muy abundantes y regu­lares y permiten hasta dos cosechas al año. En la zona del Indo, por su parte, el deshielo del Himalaya y una acertada red de numerosísimos canales mantienen también la fertilidad del suelo. Así es que en esta región, de clima cálido y húmedo, aunque atemperado por los vientos fríos de la cordillera, se aglomeran las grandes masas de la población. Pero en caso de sequía, o de irregularidad de las crecientes, sobreviene inmediatamente el hambre y la miseria.
Más al sur extiende el gran triángulo del Dekán: inmensa planicie estéril, cerrada a las lluvias por una cadena de montañas. Sólo el algodón puede crecer en ciertas partes de esta zona, cuyo suelo está cubierto por una capa de arcilla roja que impide todo otro cultivo.

Los europeos de origen ario, siempre han creído que sus hermanos de raza llevaron la civilización a los primitivos habitantes de la India. Pero hoy en día, las modernas excavaciones están descubriendo los restos de una antiquísima cultura de brillo insospechado. Son los dravidas, de piel oscura y de origen desconocido, que hacia el año — 3000 dominaron toda la llanura del Indo, luego de someter a otros más antiguos habitantes, tribus negras de origen camita, como los actuales papuas y australianos.
La civilización de los dravidas se extendió por todo el norte de la India, y según opinión de los investigadores podría ser tan antigua o más tal vez que la de los sumerios de la Mesopotamia.


LOS ARIOS: Es bien sabido que hacia el año — 2000 se produjo la gran disper­sión de los pueblos arios desde su centro en el Cáucaso y Turkestán.
Uno de los primeros grupos que se desprendió del tronco común se estableció al sur del Mar Caspio, hasta que empujados por los iranios, sus hermanos de raza, se dirigieron hacia el este y penetraron en Afga­nistán, "el país de los 7 ríos".-Siglos después, hacia —1500, entraron en el valle del Indo y dieron comienzo a su conquista. Desde entonces se denominaron indoarios.
No se trató en realidad de una conquista militar, sino más bien de una inmigración lenta, pero incontenible. Mucho más aguerridos y dueños de armas de hierro, los indoarios poco a poco fueron avan­zando sobre el Gangen y dominando a los dravidas, más civilizados, pero más débiles. Los primitivos habitantes que no quisieron someterse debieron buscar refugio en las estériles tierras del Dekán, donde aún se encuentran sus des cendientes.
Inferiores en número, y deseando mantener el predominio sobre los naturales, los conquistadores enseñaron la superioridad de los blancos sobre los negros, de los arios sobre los dravidas, y prohibieron seve­ramente el matrimonio entre las dos razas. Tal fue el origen de la separación de las castas, que siglos después alcanzaría su máximo desarrollo.
Finalmente, al cabo de mil años, los indoarios se hallaron conver­tidos en los amos indiscutidos de la India, a la que dividieron en una infinidad de principados independientes. Esta gigantesca obra de conquista constituye el argumento del Mahabarata, su epopeya nacional.

La India no constituyó nunca una nación compacta, sino que fue siempre un conjunto de reinos florecientes bajo el mando de sus respectivos rajás. En ocasiones se suscitaban conflictos armados, pro­duciéndose entonces la unión de varios principados bajo el mando de algún conquistador.
Igualmente, en varias oportunidades la hegemonía indoaria sobre el país fue turbada por grandes invasiones:
         Así, en el año —500, el rey persa Darío obtuvo la sumisión de todos los príncipes del Valle del Indo, y aunque respetó las cos­tumbres del país, lo incorporó a una de sus satrapías.
•        Posteriormente, en el año — 321, Alejandro Magno, luego de des­truir el Imperio persa, llegó también hasta el Indo y después de derro­tar al rey Poro, anexó el país a sus dominios. A raíz de esta campaña, por primera vez en la historia, el Occidente tuvo noticias de la India.
A la muerte de Alejandro, los principados nuevamente se indepen­dizaron y cayeron en la anarquía. Entonces, hacia el año — 320, surgió el gran rey Chandragupta  que, luego de fusionar todos los prin­cipados, fundó el imperio llamado Maurya, dando comienzo a la época de mayor esplendor de la India antigua.
Entre sus descendientes se destacó el rey Asoka, que por sus re­formas sociales y religiosas llevó al país a su máximo apogeo.
A su muerte sobrevino nuevamente la decadencia. Durante los ocho siglos siguientes desapareció el gobierno central y la India soportó nuevas invasiones, principalmente de tribus escitas y mongólicas, que gobernaron el país con dinastías efímeras.
Finalmente, y ya en plena edad Media, en el año 662,  la India cayó en poder de los árabes, para pasar siglos más tarde a formar parte del Imperio Británico.

LA CULTURA

La civilización de la India es una de las más brillantes y antiguas del mundo. Compuesta en sus comienzos por elementos dravídicos y arios, fue modificándose grandemente a través de los siglos, girando siempre en torno a dos polos de atracción: la organización social y la religión.

Organización Social
Poco es lo que hasta ahora se sabe al respecto de los primitivos habitantes de la India. En cambio, se está bien seguro de que cuando conquistaron los indoarios el país introdujeron un nuevo ordenamiento social. Como ya lo hemos visto, por temor a ser absorbidos por los dravidas, que eran más numerosos, establecieron la superioridad de la raza de piel blanca sobre los vencidos de piel oscura, considerando como delito toda mezcla de sangre.
Aún entre los mismos blancos existían varias clases sociales perfec­tamente diferenciadas:
Se hallaban ante todo los chatrias o militares, que en este primer período fueron considerados merecedores de los mayores privilegios, ya que a ellos se debía la conquista del país.
 De igual categoría que los guerreros eran los brahmanes o sacerdotes y letrados. Constituían una clase privilegiada por ser los intermediarios ante los dioses y, al mismo tiempo, los intérpretes de las leyes y libros sagrados.
Por debajo de estas dos minorías privilegiadas se hallaban los vai-sias o sea el resto del pueblo blanco, dedicados al comercio o a la agricultura.
• Finalmente, los sudras eran los antiguos dravidas y primitivos ha­bitantes de piel oscura o negra. Debían estar al servicio de las castas anteriores.
-• Inferiores aún a estos últimos, y fuera del sistema de castas, se hallaban los parias o descastados, y por tal motivo, privados de todos los derechos. La integraban los prisioneros de guerra y, sobre todo, los hijos de padres de distintas castas.



— Como se ve, esta arbitraria organización no tenía otra finalidad que mantener la dominación de los indoarios —integrantes de las tres primeras castas— sobre los dravidas. Al delito de la mezcla de razas se daba el peor de los castigos: los hijos tendrían menos derechos que los mismos animales.
Esta estricta división de castas estaba prescripta en los libros sa­grados llamados Los Vedas, conjunto de obras religiosas, escritos hacia el año — 1500, traídos por los arios desde la época de la conquista.
Con el transcurso de los siglos, y una vez sometido todo el país, decreció la influencia de los guerreros al par que la de los brahmanes fue en continuo aumento. Como estos últimos eran los encargados de la interpretación de los libros sagrados, les añadieron nuevas par­tes y comentarios, con los que introdujeron profundas modificaciones.
Entre estos agregados a los Vedas debe citarse al Código de Mané, escrito hacia el año — 500, y que está integrado por una multitud de reglas prácticas que determinan al detalle las relaciones entre las dife­rentes castas, estableciendo principalmente la superioridad de los brah­manes sobre todos los demás hombres y aumentando el rigor hacia los parias. De estos últimos se expresa que su sola sombra o contacto mancha a los integrantes de las castas superiores, por lo cual son lla­mados "intocables". Incluso podían ser muertos si intentaban acercarse a otras personas.
Esta tan injusta y tan artificial separación de los hombres se ha mantenido hasta nuestros días, a pesar del esfuerzo de los gober­nantes por acabar con este ultraje a la dignidad humana.

Religión
En ningún otro pueblo de la tierra la religión ha tenido tanta influencia como en la India. Allí, en todas las épocas, ha constituido el núcleo central de la vida hindú, convirtiéndose en el móvil de todas sus actividades.
'Los dravidas eran politeístas, adoradores de los animales de la selva. Entre sus principales divinidades se encontraba la "cobra", a la que adoraban bajo el nombre de Naga.
Los indoarios, por su parte, sumaron sus creencias religiosas a las de los drávidas. Adoraban la naturaleza y los principales elementos, como a Indra (el sol), Agní (el fuego), Visnú, Siva, y otras muchas divini­dades, sobre las cuales en los Vedas se relataban las más extravagantes fábulas. Posteriormente, los brahmanes, con sus comentarios y agre­gados a los libros sagrados, modificaron tanto las creencias que lle­garon a constituir una nueva religión.

El BRAHMANISMO admite todas las anteriores divinidades, pero re­conociendo como superior a todas ellas a la misma Naturaleza. Se adora como ser supremo a Brahma, el alma del universo. Brahma es el principio creador de todo lo que existe, y todo lo que existe es gran Brahma, de acuerdo al más absoluto panteísmo.
El alma humana es también emanación de Brahma y a Brahma debe volver. Si se ha llevado una vida perfecta, esta absorción se produce a la muerte. Si, por el contrario, se han cometido faltas, el alma debe volver a encarnarse en algún ser imperfecto —hombre o animal— o en algún paria, según su grado de culpabilidad. La vida no es otra cosa que una serie de purificaciones hasta llegar a Brahma. Esta teoría se denomina "metempsIcosis" o transmigración de las almas.
El hinduismo. Sólo los letrados creen en el brahmanismo clásico. El pueblo, por su cuenta, ha conservado los antiguos dioses arios pero ha agregado las prácticas más supersticiosas, configurando así una nueva religión, el hinduismo, la más extendida en toda la India. En ella caben una infinidad de sectas, las que en conjunto veneran más de 30 mi­llones de dioses.
De entre ellos, los que gozan de culto más extendido, forman la "Trimurti" o trinidad suprema: Brahma, el creador; Visnú, el dios bueno y conservador, y Siva, el dios bailarín y destructor.

Otro de los cultos principales corresponde a la sanguinaria Khali, esposa de Siva, a la que se representa con una hoz en una mano y una cabeza cortada en la otra. Antiguamente esta diosa exigía sacri­ficios humanos y, entonces, una terrible secta secreta, los "tugs" o estranguladores, recorría el país sembrándolo de asesinatos sagrados. Hoy Khali se contenta con la sangre de animales.
Muchos de los dioses hinduistas adoptan deformaciones físicas que simbolizan sus cualidades. Así, Brahma es representado con 4 cabezas, Indra con 1.000 ojos y Ganesa con 16 brazos.

Además, la creencia de ver a Brahma en toda la creación, lleva a considerar como dioses a diversos animales; el más venerado entre todos es la vaca, a la que se rinde toda clase de reverencias y cuyo consumo por los occidentales se considera sacrilegio.
El hinduismo acepta también infinitas formas de ascetismo; una de las más conocidas y practicadas es la de los yogas, que pretenden llegar a la unión con Brahma mediante la continua meditación y la absoluta disciplina del cuerpo y del espíritu.

EL BUDISMO El predominio exagerado de los brahmanes, así como las supersticiones del hinduismo, no fueron aceptados por todos los hindúes, y pronto aparecieron varios reformadores. El principal entre todos ellos fue el príncipe Sidarta Gautama, llamado también Sakia Muni o el profeta, uno de los personajes más influyentes en la historia de la humanidad.
Según cuentan las leyendas y tradiciones, Gautama nació en el año — 560, de familia real, y en su juventud fue educado en todas las artes y ciencias. A los 30 años, preocupado por el problema de la existencia del mal, del dolor y de la muerte, renunció a su vida de placeres y se retiró a la selva, dedicándose al ayuno y a la penitencia. Luego de 7 años, y viendo la inutilidad de sus esfuerzos, abandonó esta vida, y sentándose bajo un árbol se entregó a la meditación. Allí le sobrevino la "sabiduría". Se convenció, en efecto, de que la raíz de todos los males se hallaba en el deseo: se desean riquezas, placeres, honores, ciencia, virtud... y se sufre al no lograrlos. El remedio sería, entonces, la supresión de todos los deseos, el aniquilamiento del propio "yo". Adquiriendo esta sabiduría, el alma alcanza el nirvana o grado de total indiferencia, que es la cumbre de la perfección. Con este descubrimiento, Gautama se convirtió en Buda, es decir, en "sabio".
Se dirigió luego a Benarés y comenzó a predicar su doctrina, cuya esencia es la siguiente: de los tres caminos de la vida, conviene desechar los dos extremos, el de los placeres, por vil e innoble, y el de la penitencia, por inútil y doloroso. El recto sendero es el del medio, consistente en el cumplimiento de los cinco preceptos básicos:
No matar ningún ser viviente
No tomar nada que no nos sea dado
No decir lo contrario a la verdad
No tomar bebidas embriagadoras
No faltar a la castidad

Socialmente, Buda admite el sistema de castas, pero despreocupado por las cosas de esta vida, no le da mayor importancia. Lo principal para el hombre no radica en su origen o nacimiento, sino en llegar a ser "budas" o sabios, mediante la total indiferencia. — Esta nueva creencia, como reacción contra las injusticias sociales, tuvo mucha aceptación desde sus comienzos; pero, tenazmente perse­guida por los brahmanes, pronto hubiera desaparecido. La conversión del gran rey Asoka le dio inusitado vigor. Mediante su intervención, el budismo se constituyó en religión oficial del país, enviándose, además, misioneros por todo el Asia. Desde entonces esta suave y pacífica re­ligión ha sido una de las bases fundamentales de la cultura de todos los países del Oriente.

ARTES
El pueblo hindú, nacido para la meditación y el ascetismo, debía de ser necesariamente un pueblo de artistas. Y en efecto, su gran sensibilidad y su ardorosa fantasía han producido verdaderas maravillas.  Lamentablemente, las diversas invasiones sufridas con admirable resignación fatalista, han destruido muchas de ellas. Pero las que aún nos quedan son verdaderos modelos del gusto artístico más refinado y espiritual del Asia.
• La arquitectura es la más notable de todas las artes hindúes y ha producido obras realmente insuperables. La arquitectura india nos impresiona por sus grandes moles. Sus edificios son enormes como los templos egipcios, y su ornamentación es compleja y profusa al extremo. Entre, todos ellos se destacan los de Ajanti y los de Elefanta, así como el bellísimo Taj Mahal, de estilo árabe, considerado como el más perfecto de todos los edificios existentes en la Tierra.
Muchos de estos templos son verdaderas maravillas labradas en plena roca: se trata, por lo general, de montañas enteras totalmente talladas y esculpidas, mientras que el interior vaciado, se ha trans­formado en selva de estatuas y columnas.
Además, el estilo hindú se propagó a todos los países vecinos, donde ha producido aún mayores maravillas. Entre otras conviene citar la    mole del Borabudur, en Java, y los templos de Ankor Vat en Indo­china, los cuales son universalmente comparados a las mejores reali­zaciones egipcias o europeas.
• La escultura fue en general un complemento de la arquitectura y alcanzó su máxima expresión en el tallado de los bajorrelieves y en los frisos de los templos. En algunos de ellos, la exagerada profusión de sus adornos ha formado verdaderos parques de animales sagrados.
Son notables, además, las numerosísimas estatuas de Buda, muchas de ellas de gigantescas proporciones y representadas en las más di­versas posturas. En general, en las estatuas de sus dioses llaman la atención la fantasía y la excesiva movilidad de sus figuras.

LITERATURA
Los primitivos hindúes son los poseedores de uno de los idiomas más antiguos del mundo, el "sánscrito", del que se cree que han salido muchas otras lenguas; entre ellas el persa, el germano, el celta, el griego, el latín, y por lo tanto nuestro castellano.
Y en este idioma sánscrito nos han dejado una riquísima literatura en la que se destacan dos grandes producciones:
Los Vedas, o libros sagrados, con sus numerosos comentarios y agre­gados, como el Código de Manú, añadidos por los brahmanes en el curso de varios siglos.
Las epopeyas heroicas: el Mahabarata y el Ramayana. Ambos poe­mas relatan la conquista de la India por los arios, y son de un valor comparable a la Ilíada y a la Odisea.

CIENCIAS

En toda la antigüedad los científicos hindúes gozaron de merecida fama. A ellos, entre otras cosas, se les atribuye la invención del ajedrez.
Por otra parte, tuvieron excelentes matemáticos. El mundo les debe la invención de los números arábigos y del sistema de numeración de­cimal, que luego los árabes introducirían con su nombre en Europa. Igualmente fueron notables expertos en trigonometría y en álgebra.
Los médicos hindúes lograron asombrosos adelantos. No les era des­conocida ni la cirugía ni la anestesia, e incluso aplicaban una especie de vacunación. Lamentablemente viciaban sus conocimientos con su­persticiones y ritos mágicos.
Por lo que respecta a la Filosofía, es indiscutible que el pensamiento hindú ocupa un lugar destacadísimo por la profundidad y espiritua­lidad de sus formas. Para muchos autores, la gloria más pura de la India reside en haber sido la cuna más antigua y genial de la sabi­duría humana.

Fuente: Historia antigua y medieval
Editorial Stella, Bs.As.,1965




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