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6 de febrero de 2013

EL CUENTO


EL CUENTO


Cuentan que el rey Schahriar -a causa de un viejo desengaño amoroso- había resuelto no pasar más de una noche al lado de la misma mujer. Por eso, apenas despuntaba el alba, la elegida para esa ocasión era degollada. Cuentan también que Scherezade, tan hermosa como inteligente, supo evitar ese destino. Para suspender la condena, cada noche -hasta sumar mil y una- entretuvo al tirano con una historia diferente. Así, la mujer salvó su vida y llegó a ser la madre de los príncipes de aquel reino. Es un relato de ficción, claro. Y muy antiguo: en Europa se difundió a lo largo del siglo XVIII, aunque sus orígenes se pierden en el pasado remoto de Oriente.

La procedencia de los cuentos es muy remota en el tiempo y en el espacio. Es probable que hayan nacido en Oriente, en lugares como la India, Egipto y Mesopotamia. De ahí pasaron al Imperio Islámico, que, en el siglo XII, los introdujo en Occidente.
  Sin embargo, el cuento, tal como lo conocemos hoy, es un tipo de narración relativamente moderna: aparece a mediados del siglo XIX. La mayoría de los historiadores de la literatura adjudican al escritor norteamericano Edgar Allan Poe el haber sido el autor que terminó de dar forma a este tipo de texto: Poe había escrito que un cuento es un relato que debe poder leerse “ de un tirón”.
La brevedad del cuento (desde unos pocos renglones hasta unas treinta o cuarenta páginas) es un aspecto que limita todos los elementos que componen la narración. En efecto, en razón de su brevedad, un cuento suele presentar un único conflicto y pocos personajes. Por la misma razón,  y por lo general,  la historia se ubica  en un solo lugar y transcurre en un tiempo breve.
Las secuencias   de un cuento pueden resumirse en tres momentos:
§ Una situación inicial o introducción , donde, por lo general, se presentan el lugar, el tiempo y los participantes.
§ Un conflicto o complicación  que suele ocupar la zona más extensa del relato. Pueden establecerse tres tipos básicos de conflicto: el personaje humano se enfrenta con una fuerza humana (otros hombres); con una fuerza no humana (animales, la naturaleza) o con una fuerza interior ( consigo mismo).
§ Una resolución o desenlace que tiende a ser breve. Cumple la función de cerrar (definitiva o provisoriamente) el conflicto. Puede reestablecer el equilibrio inicial o crear una nueva situación que pone fin a ese conflicto de una manera favorable o desfavorable.
Pero, además de presentar hechos, puede incluir zonas o fragmentos en los que:
§ Se describa ( es decir, se determine cómo es algo o alguien). A través de las descripciones, se crea un “clima”, se caracteriza a un personaje, se dan indicios de una época.
§ Se argumente ( o sea, se incluyan opiniones o evaluaciones acerca de lo que sucede).
§ Se explique ( se diga por qué ocurrió algo). Éstas pueden servir para dar diferentes versiones de un mismo hecho, como cuando dos personajes explican de un modo opuesto un mismo suceso.
§ Se dialogue (haya una conversación entre dos participantes).
Estas zonas o fragmentos reciben el nombre de expansiones y  suelen proporcionar indicios o pistas que permiten reconstruir una situación (el ambiente, la vida de un personaje, su pensamiento, sus sentimientos, etcétera) como informaciones directas (desde el nombre del personaje hasta el lugar o la fecha en que ocurrieron los hechos).

Según el grado de aproximación entre el mundo real y el de la ficción, se pueden reconocer distintos tipos de cuentos:
§ Realistas: sus elementos (hechos, personajes, tiempo, lugar) representan una realidad posible o verosímil.
§ Maravillosos: sus elementos remiten a un mundo absolutamente imaginario y sobrenatural.
§ Fantásticos: cuando alguno de sus elementos son extraños y admiten, a la vez, una explicación dentro del mundo sobrenatural y otra explicación dentro del mundo real.
§ Ciencia ficción: cuando alguno o todos de sus elementos representan o forman parte de un mundo alternativo y son posibles o creíbles precisamente en ese mundo.

El tiempo:  Los cuentos, como las narraciones en general, se narran principalmente en tiempo pasado. Se trata de relatos diferidos acerca de cosas que ya han ocurrido. También se puede narrar un cuento en tiempo presente : se trata de relatos en directo acerca de lo que está ocurriendo. En este caso, se pueden presentar alteraciones en el orden de la historia evocando hechos anteriores o posteriores al momento en que se narra.

El espacio: Es el lugar o los lugares, geográficos, ambientales, particulares o minúsculos en los que se desarrollan los hechos. El espacio puede ser abierto o cerrado, rural o urbano, vacío o habitado, clásico o moderno, oscuro o claro, amplio o reducido, etc.  A través de él se caracterizan personajes, se crea un clima,  se señalan estados de ánimo del personaje y “transportan” al lector a diversos lugares, reales o imaginarios.

El autor y el narrador : es necesario distinguir el autor del narrador. El primero es la persona real que escribe el texto. Su nombre y apellido, así como sus referencias personales (datos biográficos, obras publicadas, etc.) suelen figurar en el paratexto (la tapa, la portada, la solapa, etc.) que acompaña al texto. En las narraciones ficcionales, el narrador es, en cambio, quien relata los hechos y conocemos una historia-sus hechos, los lugares, el tiempo donde ocurre y sus personajes- a través de la mirada de ese narrador. Si cambia el narrador, cambia la mirada y, en consecuencia, el cuento se altera. Los hechos son los mismos, pero el modo en que son presentados es distinto. Y no sólo porque cada narrador puede tener una mirada diferente sino también porque cada narrador puede tener un grado diferente de conocimiento sobre los hechos. Así, por ejemplo:
Ø  Puede saber más que los personajes y no sólo contar lo que hacen o dicen, sino también lo que sienten o piensan. Puede anticipar los hechos y describir, incluso, aspectos de los personajes que ellos mismos desconocen. Este tipo de narrador recibe el nombre de omnisciente , utiliza para relatar la tercera persona (él o ellos) y no interviene en los acontecimientos. Ejemplo: “Irineo nunca había sido un hombre feliz. Por eso, ni se mosqueó cuando Silencio lo alertó de la presencia de la Muerte (sabido es que los perros descubren a la Muerte antes que los humanos: de ahí el lagrimear, dicen. La cuestión es que Irineo, cuando vio a  la Muerte sentada ahí nomás, en la silla baja, lo único que pensó fue: ‘Bueno, me llegó la hora’. [1]

Ø  Un narrador puede saber menos que los personajes: narra lo que podría contar cualquier espectador de los hechos. No conoce los pensamientos de los personajes, aunque puede deducirlos a través de sus actitudes.
Ø  Puede saber los mismo que los personajes: Puede relatar lo que sucede, las acciones y pensamientos de los personajes pero no puede describir aspectos o hechos que éstos desconozcan.

Por otra parte, el narrador también  puede ser protagonista o testigo: es protagonista cuando cuenta lo que le pasa a él mismo y es testigo cuando relata lo que ve que le sucede a otro. En ambos casos participa de los acontecimientos y relata en primera persona (yo). Ejemplo de narrador protagonista:  Cómo envidiaba a los chicos del arroyo que podían jugar al balero o ir a la calesita. Yo recuerdo que tenía que jugar al balero sin bola (...) la única vez que fui a la calesita , al intentar sacar la sortija, le desprendí un ojo al calesitero.”.[2]

Ejemplo de narrador testigo: Vi a mi amor cuando subía con la olla en la mano. Al llegar al extremo de la escalera apoyó el recipiente en el techo del baño, pasó ella misma al techo y lentamente fue vertiendo el agua dentro del tanque”.[3]
       
Los personajes:  Los  hechos narrados en un cuento son protagonizados por personajes. Éstos pueden ser humanos o no (por ejemplo los humanoides de un relato de ciencia ficción, los animales en las fábulas o los seres sobrenaturales en los cuentos maravillosos) . Como no hay relato sin conflicto, tensiones o intereses contrapuestos, tampoco hay relato sin un personaje que persiga algún objeto y al mismo tiempo se enfrente con obstáculos que le impiden alcanzarlo. Si bien en cada cuento los personajes protagonizan una diversidad de acciones, es decir aquello que motiva a cada uno,  es posible resumir esa variedad en algunas pocas funciones básicas: sujeto, objeto, ayudante y oponente. Consideramos sujeto al protagonista de la historia, aquel alrededor del cual gira el relato y que es quien tiene un objeto que desea alcanzar. Este objeto puede ser el amor, la felicidad, la salud, la riqueza o una cosa. El ayudante (puede ser más de uno) es quien le facilita la realización de ese proyecto. El oponente puede ser otro u otros personajes o bien situaciones específicas: la fatalidad, la sociedad, la actitud resignada del personaje, sus miedos, sus angustias. En algunas ocasiones, a medida que avanza el relato, los personajes pueden cambiar de función, por ejemplo de oponente a ayudante o de víctima a culpable.
El autor de un cuento da a conocer a sus personajes a través de distintos rasgos que los irán caracterizando: sus acciones, sus gestos, sus actitudes en general; su forma de hablar y el contenido de lo que dicen; sus deseos, sus recuerdos, sus sentimientos y estados anímicos, su nombre, la vestimenta, los objetos que los rodean o aquellos objetos que prefieren, sus costumbres, el tipo de espacio al que pertenecen, el momento histórico en el que viven( la época), los otros personajes con los que se relacionan.





Actividades:
1)   ¿Cuál es la característica principal del cuento, aquella que permite diferenciarlo de la novela? 
2)   Realizando un esquema, mencione todos los elementos que componen el cuento.
3)   Después de leer “Final para un cuento fantástico” realice las siguientes actividades:
a)   Imagine una introducción donde se narre dónde y cuándo vivían los personajes  y cómo llegaron a esa situación (puede agregar otros personajes).
b)   Un desenlace que cierre  el cuento.

Final para un cuento fantástico 
de I.A. Ireland

-¡Que extraño! -dijo la muchacha avanzando cautelosamente-. ¡Qué puerta más pesada!
La tocó, al hablar, y se cerró de pronto, con un golpe.
-¡Dios mío! -dijo el hombre-. Me parece que no tiene picaporte del lado de adentro. ¡Cómo, nos han encerrado a los dos!
-A los dos no. A uno solo -dijo la muchacha.
Pasó a través de la puerta y desapareció.

FIN





[1] Extraído de Graciela Beatriz Cabal:  La muerte del cartero. En Nuevos cuentos argentinos, Bs.As., Alfaguara, 2001.
[2] Extraído de Isidoro Blaistein: Victorcito, el hombre oblicuo. Bs.As, CEAL, 1972.
[3] Extraído de Ricardo Mariño: Huérfano en Cuentos Argentinos, Bs.As, Alfaguara, 1994.

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