Los primitivos en la literatura española
Después del período heroico de los cantares de gesta —literatura
predominantemente oral—, va imponiéndose la literatura escrita, un "mester
de clerecía" o menester de hombres cultos. En el mundo estético de las
letras van surgiendo figuras que constituyen una a modo de escuela de
"primitivos", a veces con cierta carga de erudición libresca, mejor o
peor asimilada en los códices de las parvas bibliotecas conventuales.
Gonzalo
de Berceo, que vivió en el siglo XIII, es el
primer poeta castellano de nombre conocido, y sus versos resultan algo
monótonos por su métrica, pero sencillos e ingenuos, con la disciplina y el
rigor de un arte románico no exento de realismo, y con cierta propensión a lo
popular, requiriendo en recompensa un "vaso de bon vino" como él
mismo dice chanceándose, y puntualizando esta característica de divulgación literaria:
Quiero fer un prosa en román
paladino
en la qual suele el pueblo
fablar a su vecino...
Se había educado Gonzalo en el monasterio benedictino
de San Millán de la Cogolla (Logroño), a poca distancia de Berceo, lugar de su
nacimiento, y estuvo agregado en calidad de clérigo secular a la famosa abadía
citada, de cuyo santo patrono escribió una biografía en verso. Su obra más
importante son los Milagros
de Nuestra Señora, similar a
otras compilaciones del mismo género que circulaban entonces entre las gentes
piadosas en toda la Europa occidental, y en la que se narran episodios más o menos
verosímiles, como la del ladrón devoto que, al sufrir la pena de horca, se ve
libre de ella por haber interpuesto la Virgen sus manos entre la cuerda y el
cuello del culpable; y la resurrección de un monje de Colonia, ahogado al
regresar de cierta aventura, para que tuviera oportunidad de hacer penitencia y
lograr salvarse.
También durante este período de transición del arte
románico al ojival florece en España una literatura dramática interesante.
Representaciones escénicas en los ciclos litúrgicos de Navidad y Pascua, de tan
prolongada persistencia, que han llegado incluso a nuestros días, y un teatro
popular y "juegos escolares" que tuvieron su mejor época en el siglo
XII, fueron luego sustituidos por representaciones amparadas por gremios y cofradías.
De todas estas actividades, trasmitidas generalmente por tradición oral, apenas
quedan cortos fragmentos, como el llamado Auto de los Reyes Magos, que nos presenta a dichos personajes camino de Belén
y su entrevista con Herodes, en un espléndido diálogo, suelto y sin trabas, y
de acción rápida.
Fuente: HISTORIA UNIVERSAL
CARL GRIMBERG
TOMO 5