Las tres vidas: la terrenal, la vida
de la fama y la sobrenatural o eterna.
Temática de las coplas: la fama, la fortuna y el tiempo.
Jorge Manrique (1440-1479) vivió durante el
período de transición entre la Edad Media y el Renacimiento. Sus días
transcurrieron en Castilla, en los tiempos turbulentos del rey Enrique IV,
cargados de luchas por el poder. Siguiendo el camino de su padre, tomó posición
por los Reyes Católicos. Justamente en combate contra el marqués de Villena,
enemigo de los Reyes, fue herido de gravedad y murió a los pocos días.
Su vida se aproximó al prototipo de
caballero ideal de la época; soldado y cortesano al mismo tiempo, diestro
tanto para las armas como para las letras.
Durante el siglo XV se produjeron cambios
importantes en España. En el campo social, la consolidación del poder real (con
los Reyes Católicos) trajo consigo la constitución de una nobleza cortesana, más
educada, que no solo se interesó en la política sino también en el cultivo de
las letras, como es el caso de los poetas Jorge Manrique y el Marqués de
Santillana. En lo económico, el declive del feudalismo dio lugar al surgimiento
de la burguesía y a la idealización del dinero, tema criticado duramente por
Manrique en sus Coplas.
En el campo cultural, se intensificó la
impresión y comercialización de libros y las obras literarias comenzaron a
llegar a un público lector más amplio. Al mismo tiempo, los escritores
empezaron a tener una mayor conciencia de la autoría artística de sus textos y
a distanciarse del predominio de la obra anónima de los siglos anteriores. Se
valorizó la visión del hombre como individuo y un incipiente antropocentrismo
(el hombre como centro) dio origen al Humanismo. Esta corriente filosófica y
artística fue desprendiéndose de la visión cristiana medieval y de su recelo
por la cultura pagana grecolatina. Los filósofos y artistas humanistas fueron
abandonando la percepción medieval de la vida terrenal como «un valle de lágrimas»,
un tiempo de sufrimiento necesario para acceder a la felicidad después de la
muerte, para valorizar el modo propio del hombre de estar en el mundo y
relacionarse con sus semejantes.
La alegoría de la muerte según Manrique
Una alegoría es una figura retórica
que representa una idea abstracta a través de símbolos para una mejor comprensión.
Así, en la copla III, Manrique toma a la vida como un río y a la muerte como el
mar. A lo largo del tiempo, la muerte ha sido alegorizada de muchas formas,
pero la representación más común y más conocida es la del esqueleto con una
filosa guadaña.
En las Coplas, se plantea una
original visión de la muerte, alejada del temor y de lo macabro. En principio,
la Muerte tiene su propia voz y comparte con el poeta el yo lírico. En segundo
lugar, sus palabras sorprenden por su gran sabiduría y por el respeto con el
que se dirige al Maestre. Otro elemento propio de la Muerte de Manrique es la
falta de elementos macabros (la Muerte solía aparecer adornada de gusanos, vísceras
o llevando cabezas desmembradas). La apuesta de Manrique es todavía mayor: le
quita a su Muerte cualquier representación visual o plástica, la presenta despojada
y sin atributos.
Las tres vidas
según Manrique
Las Coplas se pueden dividir en tres partes:
La primera parte (coplas I a XIV) desarrolla el tema de la
vida terrenal y la condición pasajera de la existencia del hombre y de los
bienes materiales. Siguiendo a San Agustín, filósofo y teólogo cristiano.
Manrique sostiene que esta vida es un medio para alcanzar otra vida, la
verdadera, después de la muerte: «Este mundo es el camino para el otro, que es
morada sin pesar...». El mundo terrenal como «camino» pone en evidencia que
solo se trata de un tránsito hacia otro lugar, que es la verdadera «morada».
•La segunda parte (coplas XV a XXIV) se
refiere a la vida y la fama y se la ejemplifica con una serie de
personajes ilustres que ya han muerto, para evidenciar la futilidad de la
existencia y la ineludible condición mortal. Por ejemplo: «...que a papas y
emperadores e perlados, así los trata la Muerte como a pobres pastores de
ganados».
•La tercera piarte (coplas XXV a XL)
reflexiona acerca de la vida eterna. Es la elegía propiamente dicha,
donde ensalza las virtudes del padre y le cede la voz poética para que converse
con la Muerte, quien también toma la palabra. Finalmente, el Maestre se
entrega con calma a su destino divino: «...me consiento en mi morir, con
voluntad placentera, clara e pura, que querer el hombre vivir cuando Dios
quiere que muera es locura».
Temática de
las Coplas
Junto a la muerte, la obra de Manrique incluye las grandes
preocupaciones sociales del momento que le tocó vivir. La muerte de su padre
sirve como base para desarrollar algunos de los temas propios de comienzos del
Renacimiento. Entre ellos, podemos distinguir:
La fama. La transitoriedad de la
vida empuja a los hombres a dejar memoria de su paso en la tierra a través de
sus acciones. Es necesario distinguir la «mala fama», que nos aleja de la
eternidad por orientarnos a cuestiones mundanas, de la «buena fama», es decir,
aquella que se basa en nuestros actos para alcanzar el cielo y trasciende la
muerte otorgándonos una «nueva vida». Por ejemplo: «Por su grande habilidad,
por méritos y ancianía bien gastada, alcanzó la dignidad de la gran Caballería
dell'Espada».
La fortuna. Siguiendo la mentalidad
medieval. Manrique representaba a la fortuna mediante tres ruedas que indicaban
el pasado, el presente y el futuro para significar que en la vida no hay garantías
y que cualquier estado terrenal es inestable. La rueda gira azarosamente y
cualquier pretensión humana evidencia su inconstancia. Por ejemplo: «Los
estados e riqueza (...) non les pidamos firmeza, pues son de una señora que se
muda: que bienes son de Fortuna que revuelve con su rueda presurosa,..».
•El tiempo. El poeta alude constantemente a la fugacidad
de las cosas terrenales (a lo que fue y ya no es). Para eso utiliza el tópico
del ubi sunt. El hombre se obsesiona en atesorar fantasías mundanas, como
riquezas, gloria y poder, pero todo tiene fecha de vencimiento: la muerte es
inevitable y nada se puede hacer para impedirlo. Por ejemplo: «Pues si vemos
lo presente, cómo en un punto se es ido e acabado».
Fuente: Literatura VI, Ed.
Mandioca, Buenos Aires, 2012.
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