MODERNIDAD
Y VANGUARDIAS
El término vanguardia es
un vocablo militar que designa la parte del ejército que va adelante y que
ingresó en el arte para nombrar movimientos que atacan las convencionales estéticas
dominantes que surgieron en las primeras décadas del siglo xx en un clima
marcado por la aceleración.
La Revolución Industrial modificó la vida y
produjo los cambios siguientes:
• La iluminación eléctrica
en las calles trastocó la dinámica de las ciudades que empezaron a estar
despiertas las 24 horas del día.
• La experiencia de la
velocidad del tren y del automóvil transformó las relaciones entre espacio y
tiempo y generó nuevas formas de mirar.
• El avión volvió al mundo
un lugar más pequeño, y las facilidades a la hora de viajar generaron que los
cruces e intercambios culturales se potenciaran.
• La fotografía y el
cinematógrafo liberaron al arte de la necesidad de reflejar la vida tal cual se
presentaba frente a los ojos del espectador.
Estos cambios impactaron
en la experiencia subjetiva, por lo tanto los artistas buscaron nuevas formas
fundadas en la experimentación para criticar y modificar el mundo. También se
vivieron cambios en el mapa político, tales como:
• La aceptación de la
clase obrera como sector social por la burguesía.
• El surgimiento de
partidos políticos con postulados marxistas
• La Primera Guerra
Mundial, que puso en crisis el ideal de progreso, el optimismo liberal burgués
y su fe en la ciencia y en la técnica.
Surgió la idea de
revolución en lo político y en lo artístico. Estos movimientos fueron una
versión radicalizada de la modernidad, cuyos postulados básicos tomaron para
defender o cuestionar: el progreso, la confianza en la tecnología, la autonomía
de las esferas de conocimiento, entre otros. Las vanguardias se desarrollaron
en Europa, los Estados Unidos y América latina.
El extrañamiento
El formalismo ruso, escuela
crítica de principios del siglo XX, fue la fundadora de la teoría literaria
como campo de investigación específico. El objetivo de esta escuela era el
análisis de lo singular del hecho literario. El teórico Víctor Shklovski fue
uno de sus representantes. Según él, la lengua cotidiana está automatizada,
llena de lugares comunes. Hablar es como mover la mano para tomar un objeto:
de tanto hacerlo se vuelve un acto casi inconsciente. En cambio, la literatura
es capaz de producir formas nuevas de decir y, al hacerlo, nos permite
desautomatizar nuestra percepción, ver un objeto como si fuera la primera vez,
o de una forma nueva. Este procedimiento esencial de la literatura se denominó
ostranenie, palabra rusa que significa extrañamiento. El fin del arte desde
esta perspectiva es ofrecer una sensación del objeto como visión y no como
reconocimiento.
Los jóvenes artistas se
autodenominaron vanguardistas por su actitud de militancia inconformista, su crítica
radical al pasado y sus utopías revolucionarias: era necesario romper y
destruir para, a partir de allí, poder construir un arte y una sociedad nuevos.
En este sentido, las
vanguardias plantearon como principal objetivo la ruptura con la tradición y
establecieron lo nuevo como valor absoluto. No apuntaron a derrotar un
movimiento específico o un procedimiento concreto, sino al arte entero como
institución portadora de los valores burgueses. El arte, afirmaron, está
desconectado, «separado de la vida».
Para los vanguardistas era
prioritario reconectar el arte con la experiencia vital. Había que sacudir al
burgués que vivía en un mundo dominado por la racionalidad y liberar al arte
que estaba congelado en operaciones y procedimientos obsoletos como la mimesis
aristotélica y la perspectiva renacentista. Un mundo nuevo necesitaba un arte
nuevo: la imaginación no debía respetar límites ni mandatos ancestrales.
Si bien cada uno de los
movimientos de vanguardia produjo sus propias innovaciones y propuestas
estéticas, todas las vanguardias sostuvieron postulados compartidos:
Producción
de manifiestos. Se trata de textos que describen su programa
estético y sus objetivos como movimiento.
Ruptura
de las reglas tradicionales del arte. Se produce un quiebre en
la perspectiva, en el tiempo lineal, en la imitación de la realidad, etcétera.
Los elementos tradicionales en la pintura y la literatura se ven atravesados
por la violencia creativa de los movimientos vanguardistas, cuyo objetivo es
innovar con sus propuestas el mundo fosilizado del arte y de la cultura.
Procedimientos
de extrañamiento. Operaciones que tienden a volver la
realidad extraña, con la idea de desautomatizar las reacciones del público. Las
obras se realizaban en las calles o en las plazas para conectar el arte con la
vida cotidiana.
Nuevo
vínculo con el público. El receptor de la obra pasa de ser
pasivo a ser activo: puede intervenir en la obra, alterarla. En este sentido,
las vanguardias pretenden romper con la distancia clásica entre el
espectador/lector y la obra. Para ello, se busca producir un shock en el
auditorio: demostrarle que puede interactuar de diversos modos con las obras y
hacerle perder el respeto y la solemnidad frente al arte.
Predominio
de la forma sobre el contenido. Las palabras son usadas
por su potencial visual y sonoro y no por su significado o por su referencia.
Actitud
irreverente. El lenguaje busca escandalizar, provocar
y agredir, a la vez que propone relaciones lúdicas y trabaja con el humor.
Simultaneidad
y yuxtaposición de imágenes poéticas. La ruptura de la estrofa,
la puntuación y la métrica del verso, como así también el uso significativo
del espacio en blanco, y del caligrama (poema escrito de modo tal que forma
imágenes).
Si bien los movimientos de
vanguardia europeos tuvieron características compartidas, también consolidaron
un perfil propio y propuestas estéticas diferenciadas. Algunos de los más
representativos fueron:
El
Futurismo italiano. En 1909. Filippo Tommasso Marinetti
publicó el Manifiesto futurista, en el que exaltaba la belleza de las nuevas
máquinas, la fascinación de la velocidad y una visión entusiasta del futuro. Proponía
la liberación de la palabra a través de la destrucción de la sintaxis, el uso
de onomatopeyas y la introducción de innovaciones tipográficas (juegos con los
colores, la dirección de las líneas y los tipos de letra). El canto a la
tecnología y los últimos adelantos urbanos fueron dos de los temas principales
presentados por esta vanguardia obsesionada con la modernización.
El
Dadaísmo. Surgió en Zurich (Suiza) en 1916 y su líder fue el
poeta Tristán Tzara. Se ha afirmado que el término dada imita el balbuceo infantil,
pero también es posible que provenga del significado de dada en alemán: ‘nada'.
El dadaísmo fue rebeldía pura: contra la lógica, contra las convenciones
estéticas o sociales, contra el sentido común. Condenó la racionalidad que
llevó al hombre al absurdo de la Primera Guerra Mundial (1914-1918): por eso,
estos artistas apostaron por la irracionalidad. En el campo del arte, Marcel
Duchamp provocó un escándalo al firmar un urinal y colocarlo en un museo. Con
esta acción, criticó el circuito tradicional de recepción y distribución de las
obras de arte —básicamente, atacando a los museos y a los críticos de arte— y
cuestionó las visiones que conciben al artista como un genio. El ready-made, un
objeto sacado fuera de su contexto y presentado como arte, fue una de las
propuestas más polémicas y discutidas de este movimiento.
El
Surrealismo. En 1924, el poeta francés André Bretón
publicó el Primer Manifiesto Surrealista, en el que retomó postulados del
dadaísmo y los asoció a las teorías psicoanalíticas de Sigmund Freud y a las
teorías políticas de Karl Marx. Esta vanguardia propuso transformar la vida con
una revolución integral liberadora de la imaginación. Bretón desarrolló la
“escritura automática" mediante las asociaciones libres de la lógica
racional y la incorporación de la materia de los sueños para que la poesía fuera
la expresión del inconsciente humano.
El
Ultraísmo. Surgió en España en 1918 en oposición al modernismo
que había dominado la poesía en español desde fines del sigloXIX. En Madrid, la
revista Ultra, creada por Rafael Cansinos Assens, defendió el predominio de la
metáfora, la experimentación con la tipografía, el uso de neologismos y
tecnicismos, y la eliminación de la rima. El escritor argentino Jorge Luis
Borges, en Europa entre 1918 y 1921, formó parte de este movimiento y lo trajo
a la Argentina, donde fundó el movimiento ultraísta argentino en 1922 con la
aparición de la revista Proa.
En otros países europeos
también se vivieron experiencias vanguardistas muy fuertes e innovadoras. En Alemania,
el expresionismo renovó —con su apuesta de exploración subjetiva— no solo la
literatura y las artes plásticas, sino también la danza, el teatro y el cine.
A partir de 1917, en la Unión Soviética, el constructivismo innovó en el arte,
el diseño y la arquitectura.
Los proyectos de
vanguardia europeos impactaron en los artistas e intelectuales de América
latina que viajaban y regresaban de Europa, trayendo las últimas novedades
estéticas y políticas.
La fuerza renovadora y
rupturista invadió el continente y comenzaron a desarrollarse los movimientos
latinoamericanos de vanguardia. Se suele afirmar que estos se iniciaron en 1914
con la publicación del manifiesto "Non Serviam" de Vicente Huidobro
(Chile) y culminaron en 1931 con el movimiento de vanguardia en Nicaragua.
En estos movimientos
latinoamericanos de vanguardia se da un proceso de apropiación de los
postulados de los artistas europeos (el culto a lo nuevo y la experimentación
formal) para vincularlos con la preocupación por afirmar la identidad
continental y las identidades nacionales, en un gesto que intenta romper
definitivamente con el pasado colonial. Para esto, los vanguardistas
latinoamericanos:
·
Defendieron las variedades americanas del
español y del portugués.
·
Recuperaron las formas típicas de la
oralidad de cada región americana.
·
Propusieron numerosas reformas ortográficas
que intentaban reponer elementos de la fonética indígena que habían sido
borrados por la conquista.
·
Debatieron sobre la articulación entre
cosmopolitismo y nacionalismo.
ALGUNOS MOVIMIENTOS ARTÍSTICOS LATINOAMERICANOS
Entre los múltiples
movimientos de vanguardia que se extendieron por toda América latina, se
destacan por su intensidad, su propuesta y su producción los siguientes:
El
creacionismo. Este movimiento se inauguró en 1914 con el
manifiesto “Non Serviam", escrito en Chile por el poeta Vicente Huidobro. El
creacionismo defendió la autonomía del arte y rechazó los mandatos del
realismo literario. Por esta razón, propuso la libertad creativa absoluta y una
poesía desligada de lo anecdótico y lo descriptivo. Para Huidobro, el poeta
era un «pequeño dios», creador de mundos poéticos. El juego con la sonoridad de
las palabras y frases es uno de los elementos destacados de esta vanguardia.
Además, el creacionismo, así como muchos de los movimientos de vanguardia que
tuvieron lugar en América latina, funcionó como reacción contra la influencia
simbolista y decadentista de Rubén Darío, una poesía que presentaba métrica y
figuras de la tradición literaria.
El
movimiento antropofágico. Brasil cuestionó los preceptos
europeos y su predominio cultural, al mismo tiempo que desarrolló una identidad
propia a partir de sus m¡tos y tradiciones. En 1922, en ocasión del centenario
de la Independencia, numerosos artistas e intelectuales que se habían formado
en Europa se reunieron en San Pablo para llevar a cabo la Semana del Arte
Moderno. En este evento se propusieron renovar el campo artístico brasileño.
Así se dio inicio al movimiento Pau-Brasil, primer gesto de vanguardia de
Oswald de Andrade. En 1928, la artista plástica Tarsila do Amaral, su esposa,
pintó un cuadro que resultaría emblemático para las vanguardias
latinoamericanas llamado Abaporu (que significa 'hombre que come’). De esta
obra surgió el "Manifiesto antropofágico", publicado por de Andrade
ese mismo año en la revista homónima. Este manifiesto sostenía que los artistas
debían devorar las influencias europeas, digerirlas y convertirlas en una nueva
estética brasileña.
FUENTE: LITERATURA VI, Ed.
Mandioca, Buenos Aires, 2012
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