La muerte como tema literario. La elegía.
Los tópicos de la muerte. La danza de la muerte
En cualquier cultura, la
muerte es una realidad misteriosa rodeada por supersticiones tabúes y
representaciones. En Europa, durante la Edad Media, los hombres y las mujeres
convivían con ella sin temor, ya que estaba presente en sus vidas, en su
cotidianeidad y en su imaginación. El historiador francés Philipe Aries
(1914-1984) en su ensayo La muerte en occidente (1975) afirma que en el
siglo XV se produjo un cambio de visión con respecto a la muerte a raíz de dos
acontecimientos particulares: la Guerra de los Cien Años y la peste negra.
Estas dos circunstancias, que provocaron muertes masivas y repentinas,
coexistieron en un mismo periodo histórico. A partir de allí, asegura el
historiador, la muerte deja de ser pensada como un momento sereno para
convertirse en algo horroroso.
La elegía
Empezó a gestarse,
entonces, un género literario mortuorio que se anticipaba a la muerte y
buscaba extraer una enseñanza para la vida terrenal con miras a la vida eterna,
el único bien que la muerte no podía arrebatar.
Así, por ejemplo, la obra
de Jorge Manrique- Coplas a la muerte de mi padre- pertenece al género literario de la elegía:
una composición poética que consiste en lamentar la muerte de alguien reflexionando
sobre la vida, la fama y la fortuna. Se escribían para elogiar la figura del
fallecido. En este caso, el homenajeado es su padre, el Maestre de Santiago
don Rodrigo Manrique, fallecido el 11 de noviembre de 1476.
Las coplas retoman una
extensa tradición funeraria originada en Grecia y Roma. Los romanos le
agregaron a la elegía consideraciones más graves, como reflexiones acerca de la
muerte o del tiempo. Una versión épica de la elegía grecolatina es el planto,
composición en la que se elogia a un guerrero y sus virtudes, al tiempo que se
manifiesta concretamente el dolor por la ausencia del muerto.
Tópicos de la muerte
Dentro de la literatura
mortuoria que tuvo un gran esplendor durante la Edad Media, podemos encontrar
una serie de tópicos medievales (expresados en latín):
Memento mori (recuerda que has de
morir). Se interpela al lector para que no olvide su finitud como ser humano.
•Pálida mors (la pálida muerte). Se
refiere a la condición igualadora de la muerte. El poeta latino Horacio dice en
una de sus Odas: «La pálida muerte hiere con pie igual las chozas de los pobres
y los palacios de los reyes».
•Tempus fugit (el tiempo huye) Habla de
la brevedad de la vida y de lo importante que es aprovechar el momento, porque
el tiempo pasa muy rápido y no se puede detener.
•Contemptus mundi (desprecio del mundo).
Habla del menosprecio del mundo y de la vanidad de las cosas terrenales.
• Ubi sunt (¿dónde están?). Son
interrogaciones retóricas sobre dónde fueron a parar los antiguos personajes de
la historia que han muerto, como así también su fama, su gloria, etcétera.
La retórica nació en la antigua Grecia como un conjunto de estrategias
del lenguaje para persuadir al destinatario. Se configuró como un sistema de
reglas y recursos para la construcción de un discurso eficaz. Esta modalidad
discursiva fue teorizada por Aristóteles en su obra Retórica (siglo v a.C.).
Dentro de los recursos, la pregunta retórica es una interrogación que se
formula sin esperar respuesta para involucrar al receptor. Tal es el caso de la
pregunta retórica ubi sunt (¿dónde están?). El primer poeta en utilizarla fue
el romano Virgilio en su poema Geórgicas (29 a.C.), en referencia a los
elementos del mundo terrenal y sensorial que desaparecen tapidamente. Esta
pregunta se convirtió en un tópico literario. Jorge Manrique la utiliza para
hacer tomar conciencia al lector de que el poder, la fama y el dinero no
protegen a los seres humanos de la enfermedad y de la muerte.
• Sic transitgloria mundi (así pasa la gloria
mundana). Se refiere al carácter pasajero de la fortuna o de la reputación
humana, que se acaban inevitablemente con la muerte.
Las danzas de la muerte
Además de las elegías, hubo otro género
medieval mortuorio: las danzas de la muerte. Estas representaciones
literarias o pictóricas mostraban a la Muerte generalmente encarnada por una mujer
que, mientras realizaba movimientos espasmódicos (que se asociaban a las
convulsiones del moribundo en la hora final), invitaba a bailar con ella a los
representantes de los diversos estamentos sociales, mientras repasaba su vida.
La invitación de la Muerte no se consideraba
un favor; por el contrario, las víctimas daban razones para rechazarla, pero
estas siempre resultaban insuficientes, por lo que terminaban bailando. El género
contenía una gran carga moral, alertaba a los hombres acerca de la brevedad de
la vida y enseñaba que sin importar su condición, la Muerte se los llevaría a
todos por igual.
Representaciones y
personificaciones de la muerte en la historia del arte
En Europa, las
representaciones de la muerte personificada se remontan al siglo XIV. En ese
momento, la muerte empieza a ser asociada con la figura del esqueleto. Esta
imagen se va a reforzar en el siglo XIV como consecuencia de las vivencias de
la peste negra (entre los años 1348 y 1361). A través de pinturas y grabados
sobre madera y metal, se buscaba concientizar a la población (en su mayoría,
analfabeta) acerca de la fugacidad de la vida y los placeres terrenales. En
ocasiones iban acompañadas por un texto en verso o una leyenda. Se cree que
las» danzas de la muerte pueden haber sido practicadas en iglesias y
cementerios.
Fuente: Literatura VI, Ed.
Mandioca, Buenos Aires, 2012.
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