ANÁLIS DE LOS AMORES DE BENTOS SAGRERA Y BIOGRAFÍA de JAVIER DE VIANA
[1868-1926]
ANÁLISIS DE LOS AMORES DE BENTOS SAGRERA
Aunque este cuento parezca una de esas historias interminables que narran los abuelos a los niños, en realidad se distingue por una gran unidad artística basada en el desenmascaramiento del gaucho.
Bentos Sagrera ya no es el bárbaro heroico de Sarmiento; ni el perseguido épico de José Hernández; ni el ingenuo pintoresco de Estanislao del Campo; ni el alma argentina de Rafael Obligado y tantos otros poetas anteriores y posteriores. Bentos Sagrera es el gaucho animal: el hombre que, a fuerza de vivir en la soledad y frente a la hostilidad de la naturaleza, se ha convertido en el ejemplo clásico del hombre bestia de Zola. Taimado y cruel, Bentos Sagrera carece de todo sentido moral. Frente a sus fechorías, se siente sinceramente indiferente.
La bestialidad del protagonista no se deriva solamente de sus hazañas. El autor, más que nadie, es responsable por su deshumanización con una cantidad de símiles y metáforas. Bentos Sagrera tenía “jamones de cerdo, cuello de toro”; los pies eran “como dos planchas, dos grandes trozos de madera”; tenía los ojos separados “dándole un aspecto de bestia” y “la nariz larga en forma de pico de águila”. No sólo el protagonista, sino todos los personajes están deshumanizados: “su padre la cuidaba como caballo parejero”; “la rubia me resultó celosa como una tigra recién parida y me traía una vida de perros...”; “la muy oveja no pudo resistir”; “era bueno como el pan y manso como vaca tambera”. La abundancia de las comparaciones animalísticas, a pesar de que sirven para comprobar la teoría naturalista del autor, no parecen excesivas porque concuerdan con el ambiente rural.
Por poco conciso que sea el estilo narrativo de Bentos, la repetición de varios motivos por Viana estrecha la unidad del cuento: la lluvia; el mate y la caña; y el relato nunca terminado del viejo indio.
Igual que sus contemporáneos uruguayos Horacio Quiroga y Florencio Sánchez, Javier de Viana pertenece más bien a la literatura rioplatense que a la uruguaya. Su visión naturalista de la decadencia del gaucho como héroe nacional prepara el escenario para la lucha del gaucho viejo contra la civilización moderna en las obras de Florencio Sánchez (La gringa), Roberto Payró (Sobre las ruinas) y Benito Lynch (Los caranchos de la Florida) y para la evocación poética del gaucho ya muerto en Don Segundo Sombra.
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Biografía de Javier de Viana:
Uruguayo, Uno de los primeros cuentistas profesionales. Se crió en una estancia. Fue a Montevideo para estudiar medicina y solicitó una beca para ir a París a especializarse en psiquiatría. Al no recibirla, se dedicó al periodismo sin dejar de visitar la estancia de su familia. “He sido hacendado, criador de vacas y ovejas, tropero y hasta contrabandista; revolucionario, muchas veces; candidato al congreso en varias ocasiones, sin haber nunca pasado de candidato... He sido, ante todo y sobre todo, periodista. ..”
La Revolución de 1904 acabó con la poca fortuna que tenía y fue a Buenos Aires con la ilusión de mantenerse escribiendo cuentos. Apremiado por las necesidades editoriales, la calidad de su obra bajó. Murió pobre y enfermo en las cercanías de Montevideo. Autor de dos novelas, Gaucha (1899) y Gurí (1901), y más de una docena de tomos de cuentos: Campo (1896), Macachines (1910), Leña seca (1911), Yuyos (1912), etc. También escribió piezas teatrales. “Los amores de Bentos Sagrera” se publicó en Campo, la primera y la mejor de las colecciones del Prolífico cuentista.
Javier de Viana, “Autobiografía” en Pago de deuda, Campo amarillo y otros escritos, Montevideo: Claudio García y Cía., 1934, p. 20.