LAS IDEAS A TRAVÉS DE LA HISTORIA
HISTORIA DE LA LITERATURA DIDÁCTICA. - Al estudiar la historia de la literatura didáctica —instructiva y moral— realizaremos el estudio del pensamiento del hombre, de la evolución de sus ideas.
Nosotros revisaremos las ideas especialmente en tres grupos:
a) Ideas sobre Dios y sobre la conducta del hombre (Teología, Moral).
b) Ideas sobre la sociedad y sus formas de gobierno (Sociología, Política).
c) Ideas sobre la belleza y la creación política (Estética, Preceptiva).
En un principio, la filosofía era un ejercicio intelectual en forma de diálogo para probar el ingenio de los interlocutores (sofistas).
Las enseñanzas de Sócrates fueron recogidas por su discípulo Platón (siglos v-iv) cuyas ideas sobre el origen de la belleza vamos a estudiar.
Ahora bien, ¿quién nos ha enseñado el concepto de ánfora ideal o perfecta, arquetipo (o modelo) de todas las ánforas?
El mito de los dos caballos — Según Platón, nosotros vivimos, antes de nacer, en un lugar habitado por dioses. Allí conocemos la idea o perfección de todas las cosas. Pero nuestra alma es arrastrada por dos caballos: uno, blanco, que simboliza las aspiraciones puras y espirituales, y uno negro, que representa los apetitos groseros. Éstos acaban por derribarnos y entonces caemos en la tierra, es decir, nacemos.
He aquí cómo los filósofos cristianos neoplatónicos explican el origen de la Belleza. Dios derrama la hermosura sobre los objetos. El hombre, al contemplarlos, se eleva, no sólo hasta el objeto ideal, sino hasta Dios mismo, fuente de toda Belleza, constituyéndose así el "círculo amoroso del Universo"
No sólo el alma se eleva del plano real de las cosas bellas al plano de la belleza ideal, sino que cuando nosotros contemplamos una cosa bella —el cielo estrellado, una melodía—, ésta nos levanta hasta la Belleza suprema de Dios, cuyo amor se derrama sobre nosotros, embelleciéndolo todo.
De ahí que la Belleza —y el arte— nos eleve hacia Dios, al que, con amor, devolvemos el beneficio que nos hace haciéndonos llegar la Belleza. A esto llamaban los neoplatónicos, el "círculo amoroso del Universo"
Recordemos la gloriosa figura de San Francisco de Asís, fundador de la orden franciscana, que en su Canto al Sol predicó la hermandad no sólo entre los hombres, sino también entre los animales y las cosas.
Una de las figuras más gigantescas de la didáctica medieval es la del mallorquín Ramón Llull (siglo xiii), que dedicó toda su vida a la propaganda de la fe, ingresando en la orden franciscana y propagando en África las verdades del Cristianismo.
Ramón Llull escribió tratados para convertir a los herejes como su Arte demostrativa y libros de devoción mística como el Libro del Amigo y del Amado. Ramón Llull es el primer filósofo medieval que abandonó el latín para escribir en su lengua nativa catalana.
Edad Media: saber teológico
Toda la cultura —la belleza— procede de Dios. La cultura medieval es teocéntrica.
Renacimiento: saber humanístico
La cultura —la belleza— procede también, en gran parte, del hombre. La cultura renacentista es predominantemente antropocéntrica.
Se empezó a estudiar el griego y a prescindir del latín decadente de la Edad Media para imitar el latín clásico, tomando como modelo a Cicerón. Asimismo se despreciaban otros aspectos de la cultura medieval, tendiéndose, en general, a sustituir la Fe por la Razón.
El Humanismo estético: Italia.— Las doctrinas del Humanismo se iniciaron en Italia, donde se pusieron de moda las ideas neoplatónicas por obra de Marsilio Ficino y León Hebreo, de quien son famosos los Diálogos de Amor.
El Humanismo rebelde: Países Bajos y Alemania.— En los países del Norte de Europa el Humanismo tomó un carácter de rebeldía religiosa. Los irónicos ataques del famoso Erasmo de Rotterdam a la vida monacal fueron sin duda aprovechados por Martín Lutero para la propagación del Protestantismo.
El Humanismo liberal: Francia.— El Humanismo se desarrolló vertiginosamente, llevando a todas las literaturas nacionales un espíritu distinto del religioso medieval. Un espíritu de tolerancia y libertad para todas las ideas, que podemos estudiar, sobre todo, en el Humanismo francés.
En el siglo xvi tenemos la gran figura francesa de Montaigne, cuyos Ensayos ("Essais") son un conjunto de observaciones sobre temas diversos, en los que sobresale su vasta cultura y su suave escepticismo, es decir, su incredulidad. Este escepticismo se convierte, en el siglo xvii, en un racionalismo metódico, por obra de Renato Descartes, quien construye su filosofía partiendo únicamente del hecho evidente de su pensamiento ("pienso, luego existo") y deduciendo de él las demás verdades. Es decir, que en vez de partir de las verdades de la fe, llega a ellas partiendo de la Razón.
ESPAÑA: LA REFORMA CATÓLICA. - Ante los peligros que amenazaban a la Iglesia se convocó al magno Concilio de Trento (1545-1563) que reafirmó los fundamentos de nuestra creencia.
Pero ya antes, en España, un santo dotado de gran energía, Ignacio Loyola, había fundado la Compañía de Jesús y escrito un libro admirable para el acercamiento del hombre a Dios: los Ejercicios Espirituales (1548).
ASCÉTICA Y MÍSTICA. - Para este acercamiento del hombre a Dios existen dos caminos:
a) El propio esfuerzo, a base de la oración y el sacrificio, que se denomina ascética.
b) La ayuda sobrenatural de Dios que eleva el alma por los senderos de la mística.
La literatura asceticomística española es la más importante del mundo.
Período de iniciación. — El fervor religioso del siglo xvi en España surge con figuras como Juan de Ávila, autor de un Epistolario Espiritual para todos los estados y Fray Luis de Granada que en su Introducción del Símbolo de la Fe exalta la grandeza de Dios y del mundo por Él creado.
Período de plenitud. — El período de plenitud viene marcado por dos figuras cumbres de la literatura universal: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
Teresa de Cepeda y Ahumada que veneramos en los altares con el nombre de Santa Teresa de Jesús, nació en Ávila (1515) e ingresó en la orden del Carmelo, cuya regla quiso reformar, haciéndola más rigurosa y fundando numerosos conventos.
Santa Teresa, escribía de un modo sencillo y simpático. Nos ha dejado el libro de su Vida y el de las Fundaciones.
Su gran obra mística se titula Las Moradas o Castillo interior.
Análoga importancia ofrece su discípulo San Juan de la Cruz, cuyas obras fundamentales Subida del Monte Carmelo y Noche oscura del alma, marcan la cumbre no solo de la mística española sino también de la universal.
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