Resumen y análisis de ROBINSON CRUSOE de Daniel Defoe
En 1719 se publicó en
Inglaterra una novela que tuvo un éxito rotundo. Su autor, Daniel Defoe, tomó
como base para la escritura un hecho real muy difundido en ese entonces. La
primera parte del libro se llamó, al uso de la época, Vida y extrañas
aventuras de Robinson Crusoe, de York, marinero.
Su argumento
es el siguiente: Robinson nace en un hogar de buena familia, pero lo asedia un deseo
irresistible de aventuras. En uno de sus viajes, el personaje se embarca hacia
Guinea en busca de esclavos. El buque naufraga ante las bocas del río
Orinoco, y Robinson queda solo en una isla. A medida que pasan los
años, va construyendo con tesón instrumentos, barcas, refugios. También,
siembra con unas pocas semillas y cría rebaños con escasas cabras. Logra
cocinar pan y carne, preservar la pólvora salvada, reencontrarse con Dios,
alabarlo por tener la suerte de estar vivo.
Un día memorable, ve
una huella de un pie en la arena y salva a una víctima de caer en las garras
de nativos caníbales. Al rescatado, le asigna el nombre de Viernes, símbolo del buen
salvaje y leal servidor del amo blanco. Se trata de un indígena inteligente y bien parecido, quien es salvado
por Robinson de otras tribus caníbales como él. Cuando el héroe lo ve huir de
sus captores y decide ayudarlo, duda entre tomarlo como criado o como "el
compañero y ayudante que necesitaba". Sin embargo, Robinson reconstruye
su mundo con los criterios y valores de la clase social a la que pertenece.
Por eso, hace de Viernes un esclavo, aunque lo trate con cariño.
Al fin, más de veintiocho años después, abandona el lugar y vuelve a
Europa. La
segunda parte de la novela relata otros viajes al Oriente y a las
estepas rusas, plenos de incidentes y de aventuras. Las historias de ambas partes
están contadas por el propio protagonista en primera persona, quien introduce
en ella fragmentos de su diario.
Robinson Crusoe se basa en una historia real. Esta
historia es la de un marinero escocés, Alexander Selkirk, quien partió de Inglaterra
en 1703, a bordo del galeón Cinque Ports. Al morir el capitán de este
barco, Selkirk comenzó a tener problemas con el segundo de la embarcación, que
había quedado al mando de esta. Como la situación era insostenible para el
marinero, pidió que se lo dejara en una isla desierta con lo necesario para su
supervivencia.
La isla
quedaba a más de 700 km de la costa de Chile, y Selkirk permaneció en ella
durante cuatro años, hasta que fue rescatado por otro barco. Tanto el capitán
de la nave salvadora como su primer oficial escribieron sendas narraciones refiriendo la aventura del
náufrago, que se hizo muy popular. En 1713, un periodista publicó
una tercera versión de la historia. Sin embargo, la
obra de Defoe fue la más notable sobre el tema. A pesar de ser la
suya una novela sobre un personaje de ficción, el público no pudo dejar de
relacionarla con la historia de Selkirk, a la que superaba en riqueza narrativa
y en atractivo.
Robinson
es un aventurero que ha embarcado numerosas veces en busca de nuevos horizontes. Nace en
una familia acomodada, y su padre es un negociante de muy buen pasar y de
excelentes relaciones, que quiere que su hijo estudie leyes y viva tranquilo en
el ejercicio de su profesión. Pero Robinson sale al mundo con el afán de
recorrerlo y de obtener riquezas: salvo su primer
viaje, todos los demás los realiza con fines comerciales. Por estos
motivos, por su proveniencia y por su espíritu lucrativo, este personaje
representa cabalmente al hombre burgués de su tiempo, ese tipo de hombre que
había crecido al amparo del desarrollo económico de Inglaterra.
Robinson
representa al hombre que se hace a sí mismo. Triunfa en su lucha contra la naturaleza mediante instrumentos
rudimentarios que crea como si se tratara del hombre primitivo. Y está imbuido
del espíritu protestante, que muestra que Dios bendice a quienes se esfuerzan
en las empresas terrenas.
Ante
las desgracias que le acontecen, Robinson reacciona de acuerdo con la clase
social a la que pertenece. Así, no se conforma con vivir en una
cueva, sino que se provee de una carpa y trabaja duro para convertir una
caverna en un sitio que le sirva de almacén, cocina, comedor y bodega. Una vez
que logra este propósito, se ocupa de "amueblar" a la que llama su
"casa" e, incluso, manifiesta cierta tranquilidad cuando, tras la
colocación de algunos estantes, puede tener todo perfectamente "ordenado".
En una ocasión, además, compara su tarea con la de un hombre de Estado, que
debe resolver una cuestión política difícil, o con el trabajo de un juez, que
tiene que decidir acerca de la vida o la muerte de una persona.
Robinson
es un hombre común y corriente que, sometido a una
situación extrema, logra sobrevivir con notable perseverancia y con sentido práctico.
El personaje tantea y se equivoca como cualquier mortal (cuando intenta
moldear jarras de cerámica o cuando cultiva cereales en la estación inadecuada,
por ejemplo) pero, a medida que va superando las distintas pruebas, se
convierte en un héroe que demuestra ser autosuficiente, seguro de sí mismo, un
héroe que no se deja vencer por el destino.
Con Robinson Crusoe, se inaugura una nueva literatura en la cual
no se idealiza la realidad, y aparecen nuevos valores en lugar de los valores
cortesanos, como el amor a la patria o a una mujer soñada, el espíritu
caballeresco, y el apego a la elegancia y al habla refinada. Los valores que sobresalen son otros, propios de la sociedad
burguesa:
•el afán de aventuras sólo para enriquecerse;
•el apego al bienestar y al dinero;
•el agradecimiento demostrado con cheques o con dones
pecuniarios;
•la habilidad para servirse de las herramientas y de
los materiales;
•la visión práctica de la vida;
•el trabajo de la tierra;
•la redención del salvaje, a quien, al final, Robinson logrará convertir
al anglicanismo, la religión de Inglaterra.
Con
todos estos elementos, Defoe quiso darle a la odisea robinsoniana un sentido
particular: quiso mostrar cómo un hombre, producto de
la sociedad de su tiempo, puede enfrentarse completamente solo a la naturaleza
y reconstruir, por sus propios medios, los rudimentos de una civilización.
Contexto histórico
En el siglo XVII, Inglaterra limitó el poder del rey
y, luego de dos revoluciones, estableció una monarquía parlamentaria. En la primera de estas
revoluciones, ocurrida en 1641, se destacó la figura de Oliver Cromwell, y se
determinaron las bases de un nuevo tipo de Estado. En la segunda, de 1688,
llamada Revolución Gloriosa, se inició el mecanismo que permitió el desarrollo
de la agricultura y de las innovaciones técnicas aplicadas a la industria.
Este mecanismo le dio al país un siglo de ventaja por sobre el continente
europeo. En ese tiempo, en el campo cultural, brillaron escritores de la talla
de William Shakespeare y de John Milton (1608-1674), autor de un famoso poema
heroico de tema religioso: El paraíso perdido.
El siglo XVII marcó el inicio de la preponderancia política de Inglaterra. El país dominaba los
mares y gozaba de un crecimiento económico extraordinario. Los acontecimientos políticos
del siglo XVII, sumados al desarrollo mercantil y financiero, habían contribuido a la maduración de un
importante grupo social: los burgueses, importantes comerciantes y propietarios de
tierras que tenían una nueva mentalidad y un interés sin par por el progreso.
En este contexto,
nacieron los primeros periódicos, y se desarrolló especialmente un género literario: la
novela. A este género, se dedicaron varios autores, entre ellos: Daniel Defoe
(1659-1731), famoso por su Robinson Crusoe; Jonathan Swift
(1667-1745), quien criticó duramente a la sociedad de su tiempo en las páginas
de Los viajes de Gulliver;
y Lawrence Sterne
(1713-1768), conocido por la excéntrica, novedosa y extensísima narración en la
que cuenta, con humor, la vida de un héroe muy particular: Tristam Shandy.
La sociedad inglesa del siglo XVII se caracterizó por el puritanismo, el
movimiento político y religioso que propugnó la Reforma de la Iglesia para
establecer una religión que sus seguidores consideraban más pura, distanciada
de la Iglesia de Roma. El panorama cambió a raíz de las revoluciones inglesas
y, en el siglo XVIII, el interés principal de los hombres se desplazó hacia el
crecimiento económico. Entonces, surgió el espíritu utilitarista, la idea de
que algo es bueno si se considera útil, y de que la utilidad se encuentra en
aquello capaz de dar felicidad al mayor número posible de personas. Por el
momento y las circunstancias de su nacimiento, Robinson,
al igual que su creador, fue hijo de las revoluciones inglesas que lo ubicaron
a medio camino entre el puritano del siglo XVII y el utilitarista del siglo XVIII.
El espíritu puritano del personaje se observa en su reencuentro con Dios, a partir de su residencia en la isla. Robinson
tenía olvidado a Dios desde la niñez y, en esta nueva circunstancia de su
existencia, aprende a agradecerle cada día el hecho de estar vivo. A medida que
pasa el tiempo, crece su confianza en Dios y, también, en sus propias fuerzas.
El espíritu utilitario, por su parte, se reconoce a cada instante en las
acciones que Robinson realiza para sobrevivir y para mejorar las condiciones en
las que se encuentra. Así, por ejemplo, el personaje cuenta cómo ideó un
mecanismo para hacer girar una piedra de afilar, necesaria para sus
actividades.
Fuente: Literatura Europea y Norteamericana, Puerto de Palos, Bs.As.,
2001.
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