Análisis de LAS DOS FUNDACIONES de
Enrique Larreta
Contexto histórico: Buenos
Aires fue fundada por primera vez en 1536. El adelantado don Pedro de Mendoza,
un gentilhombre de la corte de Carlos V, llegó a estas tierras áridas y
despobladas conduciendo una rica expedición. En contraste con el ambiente que
lo rodeaba, el breve tiempo que aquí permaneció vivió como en la corte, en su
tienda lujosamente adornada. Murió muy enfermo, de regreso a España.
La
segunda fundación estuvo a cargo de Juan de Garay en 1580. Buenos
Aires crece y se transforma en una típica aldea colonial española, de casas
bajas con rejas y amplios patios.
Después de 1880 en
que se convierte en capital de la república, la ciudad se moderniza e imita en
su arquitectura y en la decoración de sus interiores el estilo francés de la
época. El actual Museo Nacional de Arte Decorativo que perteneció a la familia
Errázuriz, es un cabal exponente de ese gusto. Después de la primera guerra
mundial, comienza a tomar el aspecto de una urbe moderna, cubierta de
rascacielos, en continua actividad.
Análisis
El contenido del
texto “Las dos fundaciones” de Enrique Larreta
es una evocación literaria de la historia de la ciudad en rápida
trayectoria: la primera fundación; la segunda; el paso de la aldea colonial a
la ciudad cosmopolita de heterogénea arquitectura. Termina por fin con una
visión imaginaria de la futura Buenos Aires, según él la concibe, y representada
sobre todo en una imaginaria Plaza de Mayo. Pasado, presente, futuro de la
ciudad.
Los hechos suelen
enumerarse en forma escueta y generalmente situados en circunstancia de tiempo
y de lugar.
El tiempo: el
orden cronológico se ve quebrado de cuando en cuando por la intervención del narrador,
quien se expresa en interpretaciones, vaticinios.
Opiniones,
evocaciones personales, desde su presente ( por ejemplo :"El paraje",
capítulo 3: Hemos efectuado nuestra excursión; capítulo 4: Vamos por
fin logrando lo que buscábamos: Hemos borrado lo actual). También se
producen dos retrocesos en el tiempo: cuando Mendoza evoca la muerte de Osorio;
cuando el hermano de Teresa recuerda su infancia.
El lugar: se
mezclan cuadros del ambiente exterior e interior. El exterior, desolado,
agresivo, se presenta en dos planos: uno amplio, dilatado, el de la
"llanura hirsuta". El otro, más inmediato, más cercano a la choza, el
de la "ribera baja anegadiza" con su tristeza indefinible.
El interior muestra
los restos maltrechos del lujo, de la opulencia con que soñaron los
conquistadores: "lecho dorado", "muchos trajes y joyas".
El choque de estos
dos mundos representados en los dos ambientes (el uno la dura realidad, el
otro, la ambición de riqueza y gloria) desencadena la tragedia de la primera
fundación y da carácter dramático a esta primera parte de la obra.
Los personajes: la
ciudad asume el papel de protagonista: nace, crece, la destruyen, renace, se
transforma, enriquece su personalidad. Tiene un temperamento: "desenfado
andaluz; cordura vizcaína".
La Plaza de Mayo,
su plaza mayor, su plaza histórica revela el carácter de la futura gran
capital. 'Plaza amplia, ambiciosa. Tierra
de pastores, no de mineros". Los seres humanos, los que le dieron
vida, los que la habitaron e hicieron su historia no se comportan como
personajes. Simbolizan las fuerzas que modelan la historia y la personalidad
de Buenos Aires. Mendoza, "el cortesano magnífico", trae el espíritu
quijotesco ("Sabor cervantino", "pimienta de ínsula"). Los
espejismos de "metales, piedras y
joyas", de "algún opulento imperio", se desvanecerán frente a la
dilatada y mísera pampa que los aniquilará con el "flagelo del
hambre".
Rodrigo de Cepeda,
hermano de Santa Teresa, aportará el fervor religioso en la epopeya: "Halaga pensar que en la fundación de Buenos
Aires tomó parte el hermano de Santa Teresa... Esto quiere decir que también
ella, en cierto modo".
El narrador, posición y perspectivas: el
narrador es, en general, un narrador observador que desde su presente describe
la dramática fundación de Mendoza, la segunda, más reflexiva, de Garay, y
luego la evolución y perspectivas de la ciudad.
Alternan distintos tiempos
verbales: el pretérito, el presente y aun el imperfecto; en
pocas ocasiones el potencial simple: "Nunca vino de España expedición más
brillante" (pretérito indefinido); "Acompañaban a Mendoza treinta y
dos mayorazgos" (pretérito imperfecto); "Esta vez entrarán por el río
de la Plata" (potencial); "Llega Juan de Garay" (presente).
Esta variedad de
tiempos, que se suceden sin un ritmo preciso, muestran una técnica hábil:
acercar, alejar los hechos, desenvolverlos lentamente ante el lector,
presentarlos como posibles en el futuro {entrarán, sería, se llegaría,
estaría); todo esto da agilidad al relato, pues sugiere un narrador que
sigue con interés los acontecimientos, que participa de ellos con la
imaginación y con su sentimiento y que influye así, indirectamente, en la
participación del lector.
El narrador se incorpora en la
obra para juzgar, interpretar, augurar. Usa tanto la
primera persona del singular como la del plural y a veces la tercera de
contenido impersonal ("cuando se mira"). Lo realiza en los siguientes planos
temporales:
-
Narra desde su presente el pasado histórico.
-
Se sitúa en el pasado inmediato, el de su
niñez y adolescencia.
-
Se proyecta en el futuro.
Además adopta estos dos puntos
de vista:
-
narrador que sabe todo lo que piensan sus
criaturas ("No hay día que Rodrigo no se acuerde de su hermana
Teresa");
-
narrador que sólo sabe lo que puede captar
externamente.
Todos los recursos
expresivos tienden a hacer participar al lector en la aventura que el autor
propone: una emocionada evocación de su ciudad, a través de distintos planos
temporales.
Estructura:
La obra está organizada
en una serie de prosas breves, a modo de estampas, que evocan poéticamente
hechos y lugares. No hay unidad ni continuidad orgánica; un cuadro o un
episodio no es motivación de otro; no hay subordinación de acciones (principal
y secundaria). El tenue hilo que enlaza las estampas está constituido por una
sucesión cronológica, en líneas generales, con pequeñas quiebras internas como
se ha dicho; y también por la presencia del narrador en sus acotaciones
personales, en los cortes temporales, en el interés afectivo con que recrea la
vida pasada, presente y futura de su ciudad.
El diseño de la
narración puede esbozarse así:
- Las
dos fundaciones.
•
Primera fundación: epopeya trágica y
grandiosa.
•
Segunda fundación: belleza del orden, del
sosiego.
- La
evolución de la ciudad.
•
La aldea colonial: sencillez y poesía.
•
La ciudad cosmopolita: lo heterogéneo, el
vértigo de la velocidad.
•
La ciudad imaginaria: la elegancia
arquitectónica de una nueva plaza de Mayo.
Estos esbozos, en
sus líneas más salientes, señalan una búsqueda ansiosa; la del alma de la
ciudad, en su pasado, presente y futuro; en sus comienzos dramáticos, en su
lento discurrir provinciano, en los cambios que ocasionó el impacto
inmigratorio, en su esperanza.
La
narración y la descripción:
La narración y la descripción que se entrelazan
para crear un clima de ansiedad dolorosa, de tensión dramática. Siempre se
presentan choques, enfrentamientos: ilusión y realidad de la conquista;
audacia, tragedia en la primera fundación, y cordura en la segunda (pág. 85);
el pasado inmediato casi colonial y el Buenos Aires cosmopolita de ritmo
vertiginoso (págs. 87 a 95); arquitectura armoniosa y mal gusto heterogéneo
(págs. 97-98); la plaza de Mayo ayer y hoy (págs. 99 a 105); la plaza de Mayo
hoy y mañana (págs. 106-112).
Los cuadros descriptivos a
veces en detalles nimios subrayan los contrastes. La interpelación de
una carta auténtica, la de Isabel de Guevara, da un sabor histórico a la
evocación. También maneja el autor recursos dramáticos: hay un esbozo de
obra teatral, un esquema dramático en la presentación de situaciones logrado
por:
a. Indicaciones
al modo de las acotaciones escénicas (Año 1536; Fines de otoño; Las tres de la
tarde; Hacia un rincón, sobre el piso de tierra; un lecho suntuoso),
b. Oraciones
unimembres y de predicado nominal, tal como aparecen en los textos teatrales.
Los personajes se caracterizan por gestos, ademanes, tonos de voz, como si estuvieran
representando (Rodrigo menea la cabeza aprobando: grita con voz ronca y
frenética),
c. Diálogos,
monólogos y apartes de factura teatral ( por ejemplo el soliloquio dramático en
el que Mendoza evoca a Osorio. Las observaciones del narrador son verdaderas acotaciones escénicas).
Este tratamiento
teatral se pone en evidencia en la primera fundación, donde la oposición
realidad-ilusión surge con más fuerza.
El lenguaje traduce
una actitud vivamente expresiva frente a la historia de la ciudad, que se
manifiesta en:
-
el vocabulario literario, de lengua
elaborada {dehesa, quijotescas, cervantino; harto, púrpuras): los arcaísmos
que salpican la lengua actual para teñirla de un clima evocador o que
aparecen en los diálogos de recreación artística.
La narración parte de una circunstancia: la
de la ciudad y su historia, evocada literariamente, y se aborda así dos temas
permanentes en la obra de Larreta:
a.
encuentro dramático de lo real y lo
ilusorio;
b.
permanencia de lo español, en España o en
América.
Por esto, la parte primera, la dedicada a la ciudad de
Mendoza, es la más extensa. Entonces se
plasma el espíritu hispano de la ciudad que aflora luego hasta en detalles de
su arquitectura: "Nacieron (las viviendas) castizas, nacieron
andaluzas" ...
La organización de
los contenidos, la distribución externa, los modos literarios, van dibujando y
desarrollando esas líneas temáticas. Las perspectivas del narrador, la
apelación indirecta al lector, los recursos del lenguaje, sugieren también el
interés afectivo, el goce estético que experimenta en la recreación de su amada
ciudad.
Fuente: Lacau y Rosetti: Antología 2, Kapelusz, Bs.As.,
1971.