Diarios de Adán y Eva de Mark TWAIN
Al
escritor norteamericano Mark Twain se le ocurrió una historia a partir de dos
famosos personajes bíblicos, Adán Y Eva. Las experiencias terrenales de
los protagonistas se organizan en dos
relatos: Extractos del diario de Adán y El diario de Eva.
El diario íntimo se presenta en
dos grandes bloques: el primero se desarrolla cuando los personajes permanecen
dentro del Jardín del Edén; el segundo, cuando son expulsados del paraíso.
En Extractos del diario de Adán, el que narra en esta instancia
es Adán y relata aproximadamente trece años de vivencias, entre las que
sobresalen las siguientes temáticas: la incomodidad ante la presencia de la
figura nueva y extraña de la mujer; la negativa a compartir los objetos y los
espacios; la soledad, el silencio y la libertad vividos como elementos
positivos y añorados ante la invasión del otro; el descubrimiento de la
paternidad; la imposibilidad de nombrar
las cosas; la aceptación gradual de la convivencia hasta llegar al amor que
finalmente siente el uno por el otro.
En El diario de Eva,
es ella quien lleva la voz narrativa y
comienzan a aparecer las diferencias con Adán. Si el personaje masculino tiene
un fuerte sentido práctico ante la experiencia de lo nuevo, Eva asume un
espíritu inquieto y burlón, y logra sorprenderse ante lo desconocido. Los temas
que sobresalen son: la necesidad de la mujer de ser aceptada, la pasión por el
conocimiento, la voluntad de que sus reflexiones y descubrimientos sirvan para
el futuro, el reconocimiento del deseo de estar acompañada por Adán y la
tristeza ante el rechazo. Comienza este
diario con el primer día de la existencia de la mujer sobre la tierra y termina con su muerte.
Finalmente, la novela culmina
con un epitafio donde Adán equipara la relación amorosa con su mujer al Edén, y
por consiguiente, a la felicidad. Dice: Dondequiera que ella estaba, allí era el
Edén.
Extractos del diario de Adán
Lunes. La criatura nueva de pelo largo
es bastante entrometida. Siempre anda por ahí y me sigue. No me gusta esto; no
estoy acostumbrado a la compañía. Me gustaría que se quedara con los demás
animales...
Martes. Estuve viendo la gran cascada.
La criatura nueva la llama Cataratas del Niágara: no estoy seguro de por qué.
Yo mismo no tengo la menor oportunidad de nombrar nada. La criatura nueva
nombra todo lo que aparece, antes de que yo pueda protestar.
Miércoles. Me construí un refugio contra
la lluvia, pero no pude tenerlo para mí en paz. La criatura nueva se metió.
Cuando traté de echarla volcó agua por los agujeros con los que mira y se la
quitó con el dorso de las zarpas, e hizo un ruido como el que hacen los otros
animales cuando están con pena. Me gustaría que no hablara; siempre está
hablando.
Lunes. La criatura nueva dice que su
nombre es Eva. Me parece muy bien, no tengo objeciones. Dice que es para
llamarla cuando yo quiero que venga.
Martes. Me dijo que estaba hecha de una
costilla tomada de mi cuerpo. Esto es por lo menos dudoso, si no algo más que
dudoso. No me falta ninguna costilla... (…)
Martes. Ella se lleva bien con una
serpiente ahora. Los otros animales se alegraron, porque siempre estaba
experimentando con ellos y molestándolos; y yo me alegro porque la serpiente
habla y esto me permite descansar un poco.
Viernes. Ella dice que la serpiente le
aconseja probar la fruta de aquel árbol y dice que el resultado será una
educación magnífica, amplia y noble. Le dije que habría también otro resultado:
introduciría la muerte en el mundo. Preveo problemas. Emigraré.
Al año siguiente. Lo nombramos Caín. Se parece a
nosotros en algunos aspectos. La llegada de la criatura parece haber cambiado
por completo la naturaleza de ella. Ella piensa más en él que en cualquiera de
los demás animales, pero no puede explicar por qué. Tiene la mente desordenada:
todo lo demuestra.
Tal vez debiera recordar que ella es muy joven, una
simple muchacha, y tenerlo en cuenta. Ella es toda interés, ansiedad,
vivacidad, el mundo para ella es un encantamiento, una maravilla un misterio,
una alegría.
El diario de
Eva
Sábado. Ahora tengo casi un día entero
de edad. Llegué ayer. Eso es lo que me parece. Me siento como un experimento,
me siento exactamente como un experimento; sería imposible para una persona
sentirse más un experimento que yo y por eso estoy llegando a sentirme
convencida de que eso es lo que soy: un experimento; sólo un experimento y
nada más.
Ayer por la tarde seguí al otro
experimento, a cierta distancia, para ver para qué podía servir, si podía. Pero
no pude distinguirlo. Creo que es un hombre. Nunca había visto un hombre, pero
parecía uno. Advierto que siento más curiosidad por él que por cualquiera de
los demás reptiles. Tiene el cabello desaliñado y ojos azules y parece un
reptil. No tiene caderas; está rematado en punta como una zanahoria. Al principio le tuve miedo y empezaba a
correr cada vez que se daba vuelta, porque creí que iba a perseguirme; pero
pronto descubrí que sólo estaba tratando de esquivarme, así que después de eso
ya no era tímida y en cambio le seguí los pasos, varias horas, a unos veinte
metros, lo que lo ponía nervioso y desdichado. Al fin estaba muy preocupado y
trepó a un árbol. Esperé un buen rato, después abandoné y me fui a casa.
Domingo. Todavía sigue ahí arriba.
Descansando, al parecer. Me parece una criatura que está más interesada en
descansar que en cualquier otra cosa. Me cansaría descansar tanto. Me pregunto
para qué es; nunca lo veo hacer algo. Tiene gustos ordinarios y no es
bondadoso. ¿No tiene corazón?
Miércoles. Nos estamos llevando muy bien
realmente, ahora y conociéndonos cada vez más, lo cual es un buen signo y
muestra que a él le gusta tenerme con él.
Jueves. Mi primera pena. Ayer me evitó
y pareció desear que no hablara con él. No podía creerlo y pensé que había
algún error, porque me encantaba estar con él, me encantaba oírlo hablar y por
lo tanto ¿cómo podía ser que pudiera sentirse poco amable conmigo cuando yo no
le había hecho nada?
Viernes. Martes...
miércoles... jueves... y el día de hoy…
todo el tiempo sin verlo. Es mucho tiempo para estar sola; aun así, es mejor
estar sola que no ser bienvenida.
Tenía
que
tener compañía — fui hecha para eso, creo—
así que hice amistad con los animales. Son encantadores y tienen la
mejor predisposición y las costumbres más corteses; nunca parecen amargados,
nunca te dejan sentir que estás entrometiéndote, te sonríen y agitan la cola,
si tienen una, y siempre están dispuestos a juguetear o ir de excursión o
cualquier cosa que quieras proponer. Creo que son perfectos caballeros. Todos
estos días hemos pasado momentos tan buenos y no me he sentido sola, nunca.
DESPUÉS
DE LA CAÍDA
El
diario de Eva
Cuando miro atrás, el Jardín me parece un sueño... Era hermoso,
abrumadoramente hermoso, encantadoramente hermoso; y ahora está perdido y no
volveré a verlo.
El Jardín está perdido, pero yo
lo encontré a él y estoy contenta. Él me ama tanto como puede; yo lo amo con
todo el vigor de mi naturaleza apasionada y esto, creo, corresponde a mi
juventud y mi sexo. Si me pregunto por qué lo amo, descubro que no lo sé y no
me importa realmente mucho saberlo; así que supongo que este tipo de amor no es
producto del razonamiento. Creo que esto debe ser así. Amo ciertos pájaros por
cómo cantan; pero no amo a Adán por cómo canta: no, no es eso; cuanto más canta
más lejos me siento de estar reconciliada con su canto. Sin embargo, le pido
que cante, porque deseo aprender a gustar de todo lo que le interese. Estoy
segura de que puedo aprender, porque al principio no podía soportarlo, pero
ahora puedo.
No es por su brillantez que lo
amo: no, no es eso. No hay que culparlo por su brillantez, tal como es, porque
él no se hizo a sí mismo; es como Dios lo hizo y eso basta. Había un propósito
sabio en ello, eso lo sé. Con
el tiempo se desarrollará, aunque creo que no será brusco; y, además, no hay
apuro; él está bastante bien como es.
No es por sus modales graciosos
y considerados y por su delicadeza que lo amo. No, tiene fallas en ese sentido,
pero está bastante bien así y va mejorando.
No es por su industriosidad que
lo amo: no, no es eso. No es por su educación que lo amo: no, no es eso. Es
autodidacta y realmente sabe muchas cosas, pero no son esas. No es por su
caballerosidad que lo amo: no, no es eso. Entonces ¿por qué es que lo amo? Sencillamente porque es masculino, creo.
En el fondo es bueno y lo amo por eso, pero podría amarlo sin eso. Es fuerte y
apuesto y lo amo por eso y lo admiro y estoy orgullosa de él, pero podría amarlo
sin esas cualidades. Si fuera sencillo, lo amaría; si fuera un desastre, lo
amaría y rezaría por él y estaría junto a su lecho hasta que me muera.
Sí, creo que lo amo simplemente
porque es mío y es masculino. No hay otro motivo,
supongo. Así que creo que es como dije al principio: que este tipo de amor no
es producto del razonamiento. Sólo llega
— nadie sabe de dónde— y no puede explicarse a sí mismo. Y no necesita
hacerlo.
CUARENTA
AÑOS DESPUÉS (Diario de Eva)
Es mi plegaria, es mi anhelo,
que podamos irnos de esta vida juntos: un anhelo que nunca desaparecerá de la
tierra, sino que tendrá sitio en el corazón de cada esposa que ame a un hombre,
hasta el fin de los tiempos. Pero si uno de nosotros tiene que irse antes, es
mi plegaria que sea yo; porque él es fuerte, yo soy débil, no soy tan necesaria
para él como él lo es para mí: la vida sin él no sería vida; ¿cómo podría
soportarla? Esta plegaria es también inmortal y no dejará de ser ofrecida
mientras mi raza continúe. Soy la primera esposa; y en la última esposa me veré
repetida.
EN
LA TUMBA DE EVA
Dondequiera estaba ella, allí
estaba el Edén.
Adán
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FIN
Mark
Twain, seudónimo de Samuel Langhorne
Clemens (1835-1910), escritor y humorista estadounidense. Sus mejores obras se
caracterizan por un franco y a veces irreverente sentido del humor rayano en la
sátira social, además de por un acentuado realismo en cuanto al lugar en que se
desarrollan sus historias y al lenguaje utilizado por sus memorables
personajes, y por un profundo odio a la hipocresía y la opresión.
Sus
obras principales: aventuras de Tom
Sawyer (1876) describe la infancia en un pueblo a orillas del
Mississippi. Un vagabundo en el extranjero (1880) narra un viaje a pie
entre la Selva Negra, en Alemania, y los Alpes suizos. Príncipe y mendigo (1882), un libro juvenil, basa su trama
argumental en el intercambio de identidades en la Inglaterra de los Tudor. Un yanqui en la corte del Rey Arturo
(1889) satiriza la opresión en la Inglaterra feudal. Las aventuras de Huckelberry Finn (1884), la secuela de Tom
Sawyer, ha sido considerada la obra maestra de Mark Twain. Aunque repleta
de humor y exuberancia narrativa, no deja de denunciar los efectos de la
crueldad humana.
Fue
una celebridad mundial durante los últimos años de su vida, y recibió el
doctorado Honoris Causa por la Universidad de Oxford (Inglaterra), en 1907.
Murió el 21 de abril de 1910 en Nueva York.