Huno, pueblo nómada asiático, probablemente de origen turco, tártaro o ugrio
(ugro), que partió de las estepas situadas al norte del mar Caspio para
realizar repetidas incursiones en el Imperio romano durante los siglos IV y V
d.C. Estos ataques culminaron en una serie de guerras en la época de Atila, el
más renombrado de sus líderes, que llevaron a ambas partes del Imperio romano,
Oriental y Occidental, al borde de la destrucción. En su momento de máximo
esplendor, los hunos absorbieron diferentes tendencias raciales en sus
ejércitos y asimilaron las características de las poblaciones de su entorno, de
modo que en Europa perdieron poco a poco su marcado carácter asiático; pero
incluso antes de su llegada a Europa sus características físicas variaban
mucho, y no era fácil determinar su identidad étnica o lingüística. Sin
embargo, todos los relatos coinciden en describirlos como un pueblo nómada
agresivo, con escasos logros culturales, que había logrado desarrollar una gran
destreza en las técnicas de combate, sobre todo en el campo de la equitación
militar.
Antes de que diera comienzo su historia
europea conocida, existía en China occidental una tribu, posiblemente
relacionada con los hunos, conocida con el nombre de xiongnu, a finales del
siglo III a.C., en los primeros años de la dinastía Han. En el siglo II d.C.,
el poder de esta tribu en Oriente se debilitó y finalmente se dividió en dos
campamentos, uno de los cuales se dirigió al sur con unas 50.000 familias,
mientras que casi todos los demás, tras intentar durante algún tiempo
sobrevivir en las estepas del Caspio, se fueron al oeste y al noroeste en busca
de nuevas tierras. Un gran número de los que se dirigieron al noroeste, se
estableció durante algún tiempo a orillas del río Volga. En la segunda mitad del
siglo IV d.C., a las órdenes de un líder llamado Balamir, o Balamber, avanzaron
hacia los territorios de los alanos, un poderoso pueblo asentado entre los ríos
Volga y Don, a quienes derrotaron en una batalla a orillas del Don.
Su siguiente conquista fue el territorio
de los ostrogodos, a los que persiguieron en su retirada hasta el río Danubio.
De paso amenazaron a los visigodos, que buscaron la protección del Imperio
romano. Pocos años después, cuando los godos se rebelaron contra la autoridad
romana, los hunos cruzaron el Danubio para unirse a ellos. En las primeras
batallas que se produjeron, los hunos no tuvieron un papel destacado, pero a
principios del siguiente siglo se les unieron nuevas hordas, y antes del 432,
durante el reinado del emperador romano de Oriente Teodosio II, su poder había
aumentado tanto que el rey huno Roas, o Rugilas, cobraba un importante tributo
anual a Roma.
A Roas le sucedieron sus sobrinos Atila y
Bleda. Tras la muerte de Bleda, Atila amplió los dominios hunos en Occidente
hasta la Galia, donde fue derrotado en el 451, e Italia. Sin embargo, tras la
muerte de Atila en el año 453, el poder de los hunos decayó, y no volvieron a
tener un lugar destacado en la historia europea. Muchos hunos se alistaron en los
ejércitos romanos, mientras que otros se unieron a nuevas hordas de invasores
del norte y del este, a quienes ayudaron en sus continuos ataques contra el
Imperio.
En lo que respecta a las incursiones
asiáticas de los hunos, llegaron incluso hasta la India, donde tras ser
repelidos en un principio (finales del siglo V) por la dinastía Gupta, acabaron
por provocar su desaparición como el principal poder en la zona.
Fuente: Encarta 2000
Fuente: Encarta 2000