EL ROCK NACIONAL EN
ARGENTINA
A mediados de la década de 1960 se inició el proceso de nacionalización del rock. La música para jóvenes, al estilo del Club del Clan, que imponían las
grabadoras, comenzaba a transformarse. Los años de optimismo desarrollista
daban paso a un período de mayor conflictividad y de radicalización política.
Muchos músicos jóvenes reaccionaron frente a aquellos que consideraban a la
música como mero objeto de consumo y adoptaron el rock como una expresión artística alternativa
Un grupo musical de Rosario, Los Gatos Salvajes —liderados por Litto Nebbia— grabó el primer long play de rock totalmente en castellano. En torno de clubes de barrio y bares
fue surgiendo un nuevo movimiento cultural popular, que con formas musicales
del rock anglosajón , vestimentas y actitudes similares a las del movimiento hippie estadounidense
comenzaba a gestar su propio recorrido. En los principales centros urbanos
fueron definiendo sus áreas de influencia. En Buenos Aires, el trayecto que
unía La Cueva —pequeño reducto ubicado en Pueyrredón y Arenales, dedicado al
jazz y copado luego por los nuevos rockeros— con el bar La Perla del Once fue el lugar de
encuentro de jóvenes artistas de vida bohemia. Moris, Tanguito, Miguel Abuelo y
muchos otros formaron parte de ese mítico núcleo fundacional de un movimiento
que, al poco tiempo, se extendió hacia vastos sectores de la juventud.
Villa Gesell se convirtió en el lugar de veraneo preferido por muchos
de ellos que llegaban con sus mochilas, haciendo dedo, como lo retratara
Almendra en la canción Rutas argentinas. La pequeña villa rionegrina de El Bolsón se transformó en el lugar
soñado en el que familias y comunidades podían realizar la utopía hippie de
paz y amor en armonía con la naturaleza y lejos de la "pálida ciudad donde
no te llega el sol", de acuerdo con una canción de La Pesada del Rock.
Si bien la actitud de
los rockeros fue de ruptura con la nueva ola, a la que consideraban la
"música del sistema", sus letras no tenían intencionalidad política.
En algunos, como es el caso del grupo Almendra, predominaban el lirismo y la búsqueda surrealista de Luis Alberto
Spinetta: otros, como el cantante Moris o el grupo Manal, incursionaban en una temática
urbana y de crítica social.
Sin embargo, al
iniciarse la década de 1970, cuando el clima de lucha social y politización
inundó el país, algunos músicos incorporaron en su repertorio temas con
connotación política. Se comenzó a hablar de canciones testimoniales o de protesta. El dúo Pedro y Pablo
—Miguel Cantilo y Jorge Durietz—, con la Marcha de la bronca; León Gieco, con la canción Hombres de hierro, referida al movimiento de protesta contra el gobierno de Onganía conocido
como el mendozazo; Roque Narvaja, con su disco Octubre mes de cambios,
expresaron el clima político y social de
Argentina en aquellos años.
EL
ROCK COMO ESPACIO DE IDENTIFICACIÓN PARA LOS JÓVENES
La
música de rock se constituyó también en un factor de identificación para muchos
jóvenes, en particular para los estudiantes secundarios. Eran muy escasos los
discos editados de músicos de rock extranjeros y apenas comenzaban a tener alcances
masivos los grupos locales, pero aún no constituían un negocio importante para
las empresas grabadoras. Las radios no difundían ese tipo de música y el único
programa de televisión dedicado al rock —lo emitía el Canal 11 de Buenos Aires—
fue levantado luego de unas pocas emisiones, con el argumento de que "no era
gente civilizada, dejaban todo el estudio hecho una mugre", según
declaraciones de un ejecutivo del canal. La circulación de discos y casetes de
mano en mano, la formación de innumerables conjuntos de rock en colegios y
barrios y los recitales fueron el canal alternativo para la difusión de la
nueva música entre los jóvenes. El festival B.A. Rock —su primera edición fue
en 1970— celebrado en 1973 fue el evento musical masivo más importante de ese
tiempo.
Un
hecho artístico-político poco frecuente fue el Festival de la Victoria, un
concierto de rock realizado el 31 de marzo de 1973 para celebrar el triunfo
electoral del FREJULI. Una heterogénea concurrencia estimada en 20 mil
jóvenes, conformada por militantes de barrios y colegios que asistieron con sus
banderas y por público típico de recitales, se reunió en la cancha de
Argentinos Juniors, en el barrio porteño de Paternal. La música de Billy
Bond y La Pesada del Rock se confundía con las consignas montoneras
y la marcha peronista.
Pero
no siempre la cultura del rock se relacionaba con la militancia política. En
los colegios solían distinguirse los jóvenes que solamente se identificaban con
el rock de los más comprometidos con la actividad política. El pacifismo y el
apoliticismo de muchos rockeros marcaba diferencias con el discurso más duro y
combativo de los militantes. Sin embargo, existía un tono de época que los
reunía: la rebeldía, el deseo de cambio, la certeza de que un mundo mejor o una
sociedad más justa estaban al alcance de la mano.
El rock nacional no se abrió camino fácilmente en
los medios de comunicación. En un principio, sus escasos difusores fueron
algunas revistas underground, otras que lograron una buena distribución
comercial, como la revista Pelo, o algún aislado programa radial, como el que conduela el
periodista Miguel Grimberg en Radio Municipal. El nuevo movimiento se denominó música
progresiva.
Fuente:
M. E. Alonso y E. C. Vázquez
Historia: la Argentina contemporánea
(1852-1999)
Ed.Aique, Bs.As; 2006