El Convivio o Convite fue la segunda
obra de Dante. En ella se propuso cumplir un programa muy ambicioso: comentar
catorce canciones doctrinarias suyas, proporcionando acerca de ellas una
interpretación literal, alegórica, moral y anagógica, es decir, analizándolas
según los cuatro sentidos que la doctrina de su época sugería buscar en las
escrituras.
A cada canción debía corresponder un tratado y, por lo tanto, el Convivio
hubiera costado de quince partes, la primera de las cuales serviría de
introducción a todo el libro. La obra habría resultado de vastas proporciones,
una verdadera enciclopedia del saber medieval, pues Dante pretendía
desarrollas minuciosamente todas las alusiones contenidas en los versos. Lo
cual se hace evidente a través de la pequeña parte que realmente escribió
(quizás interrumpió la redacción por la llegada de Enrique de Luxemburgo a
Italia), donde, por ejemplo, el primer verso de una canción ("Vosotros
que con entendimiento movéis el tercer cielo") le da ocasión de tratar
extensamente sobre el ordenamiento de los cielos y sus movimientos, de las
jerarquías de las inteligencias angélicas, de sus relaciones con la Divinidad
y de su función.
Como se ha dicho, la obra quedó inconclusa. Dante
compuso sólo cuatro de los quince tratados: el primero sirve de introducción
y los demás comentan ampliamente la canción que ya mencionamos y otras dos:
"Amor que en la mente me conversa" y "Las dulces rimas de amor
que yo solía". En el primer tratado se explica, al comienzo, la razón del
título. Dante concibe a su otara como un banquete (convivium) de
sabiduría, aprestado para los innumerables hombres que no se han alimentado con
ninguna doctrina a causa de las preocupaciones familiares o civiles o porque
han vivido alejados de todo ambiente culto. Movido por la misericordia, ofrecerá
a estos "verdaderos pobres", que "siempre ' viven
hambrientos", una parte de su "poca" doctrina. Las catorce
canciones serán los "platos" en este alegórico banquete, y el comentario
será el "pan", sin el cual el alimento de la sabiduría no podría ser
asimilado.
Ya expuestas las razones del título, Dante se
detiene a defenderse del probable reproche' que le dirigirán los doctos por
haber escrito en vulgar acerca de argumentos muy elevados, para los cuales
tradicionalmente se empleaba el latín. Y no sólo se justifica recordando la
finalidad de su obra y demostrando que hubiese sido absurdo comentar en latín
canciones en vulgar, sino que levanta una fiera protesta contra los
"detractores" del vulgar italiano y lo exalta como digno de tratar
todo argumento y admirable por su "dulcísima y amabilísima belleza".
El segundo tratado, como dijimos, desarrolla la doctrina de los cielos y de los
ángeles, y también se explaya sobre las ciencias medievales del trlvium y
del cuadrivium. En el tercero se razona acerca del alma, del amor y de
la filosofía. Por último, el cuarto trata de la nobleza entendida a la manera
stilnovista, como conquista moral, del imperio romano y de su función, y,
además, de los motivos por los cuales el hombre se precipita en el pecado. Esta
obra fue escrita casi ciertamente entre 1304 y 1308; las canciones, por el
contrario, ya habían sido compuestas en años precedentes. Por lo tanto, entre
el Convivio y la Vida nueva median alrededor de diez años de distancia,
y las duras y complejas experiencias de la vida política, la amar gura del exilio y el trabajoso crecer del hombre sotare el
joven soñador de la primera obra. Pero el Convivio documenta sobre todo
una doctrina más amplia y más orgánica de la que se manifiesta en la obrita
juvenil de Dante. Se hace patente un conocimiento más profundo de los clásicos
latinos y especialmente de Aristóteles, a través de Santo Tomás y de los
comentarios de los árabes Averroes y Avicena, una asimilación de vigorosa de
filósofos y teólogos medievales, desde San Agustín a Alberto Magno y a Egidio
Colonna, una capacidad de meditación y un rigor lógico poco comunes. Intuimos
en estas páginas la arquitectura doctrinal que habría de sostener la poesía de
la Comedia, constituyendo a veces su límite, pero más a menudo su
robusta sustancia. Finalmente, debe verse también en el Convivio el fin
apologético de mostrar la propia cultura, para purgarse de la "mácula de
infamia" con que la desventura del exilio y de la pobreza habían manchado
a Dante, y adquirir mayor autoridad frente a los señores que lo hospedaban y
frente a la misma patria, en la cual esperaba aún "descansar su ánimo
atribulado y terminar el tiempo que le había sido concedido".
FUENTE:CEAL, Capítulo Universal- La Historia de la Literatura Mundial Nº 8
/101, Buenos Aires, 1970.